Blog de Hernan Maldonado

Venezuela en la carraplana

En la Cuba castrista es muy difícil ver en calles o carreteras automóviles nuevos y uno se asombra de ver rodando modelos de los años 40-50 restaurados. Contrariamente, en Venezuela hoy se ven muchos vehículos último modelo, y hasta de lujo, y sin embargo el país, como la ex Perla del Caribe, está en la carraplana.

El término, aceptado por la Real Academia, significa pobreza extrema. Porque, ¿qué otra cosa significa que la gente tenga que levantarse a las 4 de la madrugada para formar cola ante los supermercados por un kilo de harina pan, arroz, azúcar, café, leche en polvo o un litro de aceite?

Estos días es supremamente heroico conseguir repuestos para automóviles y las baterías desaparecieron del mercado. Por eso es que todos los días aparecen autos despanzurrados. Los ladrones los dejan sin vidrios, neumáticos, baterías, etc.

Para conseguir cemento hay que hacer colas de hasta de dos días. Una nueva profesión está de moda: Los “coleros”, personas que hacen cola y venden sus puestos a los que llegan tarde o tienen apuro en comprar.

Muchísimas medicinas han desaparecido de los anaqueles y familiares de los enfermos peregrinan de farmacia en farmacia en busca de acetaminofén, dado que el dengue ha reaparecido con fuerza pese a que la enfermedad había sido erradicada de Venezuela hace muchísimos años.

La semana pasada se declaró una emergencia en el Hospital Central de Maracay tras la muerte de ocho personas por un raro mal. Hay sospechas de que se trata de meningococcemia, producto del hacinamiento, la insalubridad, el hambre y la basura.

El Dr. Angel Sarmiento dio la voz de alarma y la respuesta del gobierno ha sido negar la existencia de la emergencia sanitaria, pero impide las autopsias de los fallecidos y ordenó que se los entierre a la brevedad. El presidente Nicolás Maduro, ordenó, que el médico sea enjuiciado, mientras la ministra de Información, Delcy Rodríguez, amenaza a los medios por “publicar noticias alarmistas”.

Rodríguez, empero, ni siquiera ha llamado la atención del presentador estrella del canal oficial de TV, Walter Martínez, que en clara demostración de la crisis pidió públicamente que se le ayude a encontrar determinado medicamento para uno de sus familiares.

El famoso profesor de economía de la Universidad de Harvard, Ricardo Hausmann, reveló estos días que las finanzas venezolanas están en la carraplana y pormenorizó las multimillonarias deudas del régimen con acreedores internacionales, sosteniendo que su impago es la causa de la crisis de falta de alimentos, medicinas, repuestos, etc. en Venezuela.

Maduro reaccionó furibundo y llamó “bandido” al célebre venezolano, considerado como una eminencia en materia económica por organismos internacionales. El desaforado sátrapa dispuso también que el científico sea procesado por “conspirar desde el exterior contra Venezuela”.

El régimen se mantiene en su terca posición de culpar a la oposición por haber desatado una “guerra económica”, pero tampoco toma medidas para superar la grave crisis mientras el bolívar, que oficialmente oscila entre 6.30 y 49.98 por dólar, en el mercado negro alcanzó el pasado fin de semana la mítica cifra de casi 100. La cosa está difícil.

(*) Hernán Maldonado, periodista, ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.

 

 

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Matías, el pequeño boliviano

He pasado gran parte de mi vida escribiendo sobre deportes y desde que dejé CNN hace 14 años solo he acudido un par de veces a un estadio. Una de ellas fue el sábado en la noche a pedido de mi nieto Matías, empeñado en tomarse una foto con su tío Alejandro Melean.

Matías nunca ha estado en Bolivia, pero se vistió de verde y me obligó a hacerlo, para alentar al equipo en su amistoso contra Ecuador en el estadio Lockhart, situado en la ciudad de Fort Lauderdale, condado de Broward, unos 60 kilómetros al norte de Miami.

El pequeño boliviano salió triste, no solo por la estrepitosa derrota 4-0 ante unos juveniles ansiosos de gloria, sino porque nunca pudo saludar al improvisado defensa izquierdo de la selección boliviana, debido a que se lo impidieron las medidas de seguridad, típicas en un estadio estadounidense.

Pero no todo fue pérdida. Matías al menos pudo conocer a Windsor del Llano. El viejo volante que jugó 30 encuentros con la “verde” –y que allá por los años 70 jugó también por Estados Unidos contra la selección de Polonia (0-1)--, estaba en el estadio de 20.000 asientos.

Del Llano estuvo entre los 300 aficionados bolivianos que alentaron al equipo al grito del clásico “bo, bo, bo…li,li,li, via, via via…” Aunque se veía que el ánimo estaba por el suelo, fue bonito el gesto de los jugadores que al final del cotejo fueron a agradecerles su apoyo.

La noche anterior más de 73.000 hinchas repletaron el Sun Life Stadium de Miami por el amistoso Brasil 1, Colombia 0. Al Lockhart solo fueron unos 2.500. Las entradas de las rectas costaban $55 y menos de un centenar pudieron comprarlas.

La desolación era tal que seguramente al influjo de la TV los organizadores, a 12 minutos de empezado el juego, decidieron que los de las curvas (asientos de $35) pudieran pasar a las rectas, para así quizás dar la sensación de público presente.

Al finalizar el primer tiempo con un marcador de 2-0 y un Ecuador neto dominador, era claro cómo finalizaría el partido y en las tribunas los aficionados dejaron de prestarle atención al partido para dedicarse a corear consignas contra Luis Chiriboga, que pretende eternizarse en la presidencia de la Federación Ecuatoriana de Fútbol.

El nuevo entrenador, “Sixto Vizuete a la presidencia de la FEF”, gritaba la tribuna. Unos policías decomisaron una enorme pancarta que tildaba a Chiriboga de “ladrón y corrupto”.

Chiriboga llevó a Ecuador al Mundial Brasil 2014 y ahora muestra a un equipo de juveniles con futuro, mientras en Bolivia el equipo no va a un Mundial desde 1994, sigue la improvisación, y Carlos Chávez se aferra a la presidencia de la FBF pese a tener todo el país en contra.

Los reflectores empiezan a apagarse. Matías no oculta su frustración. Se quedó ronco. Como no sabe español, felizmente no entendía las groserías de la tribuna ecuatoriana contra Chiriboga y quizás pensaba que eran gritos contra el equipo de su tío y lo que él gritaba con todas sus ganas era “losers, losers” (perdedores, perdedores).

Nada, Matías, no te decepciones. Acostúmbrate a ver en el fútbol de todo. Lo bueno y lo malo. Y como dice el poeta: “Guarda de tu mirar los brillos de alegría y nunca las nieblas de tristezas”. Amén.

(*) Hernán Maldonado, periodista ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF, Bolivia.

 

 

 

 

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Los fondos reservados

Todo Estado usualmente cuenta en su presupuesto nacional con un capítulo referido a los “gastos reservados”, es decir aquellos fondos que se manejan discrecionalmente por el alto gobierno sin tener que rendir mayormente cuentas de su empleo.

Esos fondos generalmente son destinados a gastos urgentes, sin que pasen por los controles ordinarios, y casi siempre están destinados al pago de servicios de inteligencia militar y policial.

En los años 60 Bolivia detuvo a un general de su ejército al que acusó de entregar documentos confidenciales al gobierno chileno. El coronel Claudio San Román, jefe de la policía política, se había apoderado de documentos de la embajada chilena en La Paz para llegar a tal conclusión.

Nunca se supo quién fue el que le facilitó la operación por la que San Román pagó un buen dinero de los fondos reservados, Otras veces esos recursos fueron a manos de ilustres bolivianos muy necesitados de una discreta ayuda.

Lo usual, al término del año fiscal, según lo reveló el ex ministro de Hacienda, Augusto Cuadros Sánchez, era que él titular de la cartera y el Presidente, sin más testigos, revisaran esas erogaciones y destruyeran los recibos. Primaba la buena fe de los gobernantes.

Eso que era tradicional en la administración pública fue prostituyéndose con el paso del tiempo, sobre todo en los regímenes militares cuando los gobernantes apelaban a esos fondos para comprar conciencias, sobornar a dirigentes sindicales, premiar con sobresueldos a los favoritos de la hora.

El presidente René Barrientos Ortuño fue pródigo en el uso de los “fondos reservados”. Su sorpresiva muerte en un accidente de aviación evaporó cualquier atisbo de averiguación sobre los fondos que manejaba discrecionalmente especialmente entre los campesinos quechuas.

En la opinión pública fue creciendo un sentimiento de aversión al acceso de los gobernantes a esos “recursos” en los años que siguieron a la etapa de la “Revolución Nacional”.

Cuando Evo Morales accedió a la Presidencia hace casi ya 9 años su promesa fue que eliminaría la existencia de tales recursos. Escribí que era una promesa que no la cumpliría, porque sencillamente no era posible. El Estado siempre necesita de fondos de libre disponibilidad. Otra cosa era que se hicieran más amplios los controles.

Ni lo uno ni lo otro. Morales, como ningún otro presidente en la Historia de Bolivia, ha recibido cuantiosos recursos abierta y encubiertamente y hasta ahora nadie le ha pedido cuentas.

Apenas elegido, Hugo Chávez, le obsequió en cadena de radio y televisión $30 millones. Puso a su disposición helicópteros y aviones para sus desplazamientos y le regaló, además, $5 millones para el mejoramiento de los cuarteles militares.

Poco antes de la muerte de Chávez, Morales anunció que Bolivia ya no recibía donaciones de Venezuela (como las 60 ambulancias exhibidas en un estadio) y que se manejaba con recursos propios. Pueda que sea, aunque Morales sigue obsequiando fondos a alcaldías rurales.

Que yo sepa, nadie hasta ahora ha pedido a Morales que rinda cuentas de lo que ha hecho con los fondos gratuitos venezolanos (y de otros países), que no son otra cosa que los “gastos reservados” de gobierno. ¿Será que por esto se niega a debatir con sus opositores de cara a las elecciones del 12 de octubre?

(*) Hernán Maldonado, periodista ex UPI; EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años corresponsal de la ANF de Bolivia.

 

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Campaña electoral demagógica

Toda campaña electoral, hasta en los países altamente desarrollados, tiene su cuota de demagogia, y mucho más desde que los publicistas se especializaron en “vender” candidaturas, pero lo que pasa en Bolivia raya en la exageración.

Evo Morales y Alvaro García Linera, con un descomunal despliegue propagandístico tienen, virtualmente, asegurada la re-reelección en los comicios del octubre por lo que sus campañas apuntan a obtener la mayoría en el Poder Legislativo.

Jamás en la Historia de Bolivia una dupla como la citada ha permanecido tanto tiempo en el gobierno, a pesar de una gestión en la que la corrupción tiene análogas proporciones a los enormes ingresos fiscales, beneficio con el que nunca contaron gobiernos anteriores.

Están todavía por verse los “obras” del gobierno del cambio, --como le gusta llamar a Evo a su régimen de ocho años--  que pese a los ingresos por la venta de gas a Argentina y Brasil y los altos precios de las otras materias primas de exportación no ha construido aún en el país un hospital que se parezca al Obrero de la ciudad de La Paz.

El colega Humberto Vacaflor demuestra que la bonanza boliviana no es obra de Morales y García Linera, sino del mercado internacional. El 2002 el gas costaba $0.92, hoy está a $10. El estaño $1.80, hoy $10. La plata $4.20, hoy $20. El oro costaba $271, hoy se cotiza a 1.400.

Lo que ha hecho Morales, siguiendo el patrón venezolano (el barril de crudo costaba $12, hoy está en casi $100) es crear subsidios, becas, bonos, aguinaldos para comprar votos. Por eso su caudal electoral no decrece y ahora mismo, podría ser elegido con un 52%.

Pero Morales no se beneficia solo de los altos precios, sino que la desocupación crónica en el país, es disimulada con los casi $1.000 millones que anualmente envían al país a sus familiares los bolivianos que emigraron y hoy radican en Argentina, Brasil, Estados Unidos y Europa.

El bienestar económico (no hablemos de la producción de coca) --supremamente mejor que el de Venezuela, por ejemplo--  se da en un país sin mayores complicaciones para adquirir la canasta familiar con la producción propia o importada de países vecinos, legal o ilegalmente.

Salvo algunos abusos, el empresariado privado casi no ha sido desmantelado como en Venezuela. Santa Cruz, el rico departamento, tenaz opositor al “evismo”, ha doblado la cerviz y en octubre hasta puede obsequiarle un triunfo.

Morales, que desde esta semana figura entre los “intelectuales del mundo” por haber firmado una carta de Fidel Castro condenando los ataques de Israel a los terroristas de Hamas, va a su tercer período de gobierno “viento en popa”.

Y he aquí la pregunta. ¿Entonces para qué tanta demagogia en su campaña? Porque no es sino demagogia el haber dicho que “los bolivianos debemos estar listos para el momento en que nuestro país recupere su cualidad marítima”, como si esta gestión estuviera ya por concretarse.

En otra oportunidad ya escribí porqué pienso que la demanda ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, aun si fuera favorable a Bolivia, está a remota distancia y mucho más el que Chile lo cumpla (sentarse a negociar). Varias sentencias de la CIJ duermen el sueño de los justos, sin andar lejos, el más reciente: el litigio entre Colombia y Honduras.

En la Cumbre Iberoamericana de Chile, el rey de España, Juan Carlos, no aguantó la demagogia de Hugo Chávez y le espetó un sonoro: ¡Por qué no te callas! Las mismas ganas uno siente estos días al escuchar al intelectual vernáculo.

(*) Hernán Maldonado, periodista ex UPI, EFE, dpa, CNN, el Nuevo Herald. Por 43 años corresponsal de ANF de Bolivia.

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¡Lo que cuenta es el cash!

Difícil establecer si fue el ministro del exterior británico, Lord Palmerston o el 28avo presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, pero lo cierto es que la frase aquella de “que los países no tienen amigos, sino intereses” acaba de reverdecer en el reciente entuerto diplomático entre Venezuela y Holanda.

La jueza de Aruba, Ivonne van Wersch, tras dictamen del fiscal, Meter Blander, ordenó la detención preventiva del general venezolano (retirado) Hugo Carvajal Barrios, requerido por varias cortes de distrito de los Estados Unidos por delitos relacionados con el narcotráfico.

Carvajal había llegado a la paradisiaca isla aparentemente con fines privados, porque Holanda –que maneja las relaciones exteriores de sus colonias— no le había otorgado aún el plácet para que sea cónsul en Aruba, cargo para el que fue designado en enero pasado, tras dejar el cargo de poderoso jefe de la inteligencia militar venezolana.

En la diplomacia es usual que si a un funcionario designado no se le otorga el plácet en tiempo prudencial es señal de que no es bien visto su nombramiento.

Carvajal es requerido por la justicia norteamericana no solo por supuestos delitos de narcotráfico, sino porque desde su alto cargo, como hombre de confianza de Hugo Chávez, manejó multimillonarias sumas y dispuso de toneladas de armamento que fueron a parar a las narcoterroristas FARC, de Colombia.

Estos hechos, que se sospechaban pero sin pruebas, salieron a luz cuando Raúl Reyes, el subjefe de las FARC fue muerto en la frontera colombo-ecuatoriana y sus computadoras cayeron en manos de la policía internacional. Carvajal es citado como uno de los enlaces de la guerrilla.

Carvajal y una media docena de otros altos jefes militares chavistas son requeridos por la justicia norteamericana desde el 2008, en lo que se conoce como la “Lista Clinton”. Cuando Carvajal llegó a Aruba, lo esperaba una comisión de la DEA.

El ex militar portaba tres pasaportes, uno de ellos diplomático, tres teléfonos celulares y $20.000. Como nunca fue aceptado como cónsul, la juez la mandó preso mientras se esperaba el pedido de extradición. La DEA, tan expedida en el caso del ex jefe de policía antidroga de Bolivia, general René Sanabria, en Aruba parecía tener las manos atadas.

Entretanto el régimen venezolano estalló en una ira incontenible en defensa de Sanabria. Suspendió los vuelos comerciales dejando varados a centenares de venezolanos en Aruba y amenazó con “drásticas medidas”.  Holanda se asustó y “halló” que la Convención de Viena autoriza trato diplomático a alguien que está… en vías de serlo. Ordenó se levante el arresto pero, paradójicamente, dispuso que “candidato a cónsul” sea expulsado de Aruba como “personae non grata”.

Holanda, que ni se encolerizó con la muerte de decenas de sus connacionales en el avión de Malasya Airlines derribado por prorrusos en el este de Ucrania hace pocos días, simplemente no quería problemas con Venezuela.

Aruba, Bonaire y Curazao desde tiempos inmemoriales viven prácticamente del turismo venezolano. Una enorme refinería venezolana funciona en Curazao. La Shell tiene enormes intereses en la Franja Petrolera del Orinoco y un boicot de los aliados petróleo-dependientes de Venezuela en el Caribe y Sudamérica hubiera sido fatal para el gigante petrolero mundial.

Carvajal regresó como héroe a Caracas. La DEA, perdió una batalla, pero no la guerra. El senador Bob Corker quedó tan contrariado que retiró sus objeciones a un proyecto para sancionar a los violadores de derechos humanos del gobierno de Nicolás Maduro, patrocinado por su colega Marco Rubio.

El Departamento de Estado se adelantó a las sanciones que pide Rubio, quitándoles sus visas a 24 funcionarios de Caracas. Todo estaba servido para que las sanciones –congelamiento de sus fondos--  se aprobaran con el apoyo del otrora renuente Corker, pero…

La senadora demócrata por Louisiana, Mary Landreau, sale ahora a oponerse argumentando que la refinería que opera en Lake Charles, de la venezolana CITGO, puede verse afectada y mucho más sus 2.000 trabajadores.

Landreau, que ha reunido $13 millones en busca de su reelección en noviembre, quizás tendrá que decir quién la financia. En Miami un exitoso vendedor de muebles acuñó la frase: “Lo que cuenta es el cash” (venta al contado) y le va bien.

(*) Hernán Maldonado, periodista ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años corresponsal de la ANF de Bolivia. 

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El reinado eterno de la FIFA

Acabó la disputa de otra Copa Mundial y por enésima vez se han alzado voces para que la FIFA se abra a la modernidad, que impulse cambios tecnológicos que eviten resultados dudosos y que se renueven sus directivos. Palabras al viento.

En los tiempos dorados y gloriosos de la España de Carlos II y V de Alemania solía repetirse una frase que desde hace tiempo se aplica al organismo rector del fútbol mundial: En los dominios de la FIFA el sol no se pone nunca.

Y parece que mucho menos ahora, cuando la disputa de la Copa Brasil 2014 le ha permitido embolsillarse, según cálculos extraoficiales, la friolera de $4.500 millones, un 10% de los cuales ha entregado como premios a los 32 participantes. Casi 50 millones a Alemania, el campeón.

La FIFA está integrada por 209 países. La gran mayoría de los presidentes de las federaciones respectivas no son monjitas de la caridad y muchos de ellos se reeligen con las mismas artimañas que los más grandes capos del organismo.

Por esto es que desde 1904, cuando fue fundada, la FIFA solo tuvo ocho presidentes. Los de más largo reinado han sido Joao Havelange (24 años), Stanley Rous (13) y el actual, Joseph Blatter que el 2015, si no opta por la reelección, habrá cumplido 17 años.

Quienes hemos cubierto por años elecciones en organismos deportivos internacionales sabemos cómo son esas elecciones. Recuerdo haberles relatado cómo el mexicano Mario Vásquez Raña lo fue en la ODEPA en 1975… y todavía sigue siendo su presidente.

Un ejemplo. La República del Chivo, aparte de su asignación oficial para fomento del fútbol, necesita sanear su presupuesto, pagar impuestos o refaccionar su sede. Estira la mano a la FIFA y recibe una suma adicional X. El presidente de la Federación de Fútbol de este país ¿por quién cree que votará en la próxima elección? Y ¡claro! Es posible que otro le ofrezca más.

¿No está abierta ahora mismo una averiguación sobre eventuales sobornos recibidos por “algunos” delegados para que Qatar sea la sede de la Copa Mundial de 2022?

También es cierto que a veces los escándalos son tan obvios que la FIFA se ve obligada a imponer sanciones. El 2013 Chuck Blazer, secretario general de la CONCACAF fue defenestrado tras develarse que llevaba una  vida principesca con fondos del organismo que representa al balompié de Centro, Norteamérica y el Caribe.

Poco antes había renunciado su presidente Jack Warner al salir a luz pública la malversación de al menos $46 millones. A Blazer le acusaron  de haberle regalado a su novia un Hummer último modelo, incluyendo su seguro, así como el alquiler de apartamentos de lujo en Miami.

En un reino donde se maneja tan colosales fortunas es, pues, difícil promover los cambios que algunos proponen sin conocer las entrañas del multimillonario y exitoso monstruo.

Y es un monstruo poderosísimo que causa temor y un respeto único a sus decisiones, mucho, muchísimo más que la Organización de las Naciones Unidas o cualquier otro organismo mundial.

En 1989 suspendió de por vida al arquero chileno Roberto Rojas y excluyó a Chile del Mundial Italia-90. Nada le hizo cambiar. Ahora acaba de sancionar al uruguayo Luis Suárez y no le han conmovido las lágrimas de millares de sus compatriotas ni los reclamos de los presidentes Pepe Mujica y Nicolás Maduro.

¿Comparamos? ¿Cuántas decisiones de la ONU, cuántos fallos de la Corte Internacional de Justicia de la Haya se han incumplido? Poderoso caballero es don dinero, decía el inmortal Quevedo.

(*) Hernán Maldonado, periodista ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años corresponsal de ANF de Bolivia.

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Periodismo con camiseta

Fue una noche lluviosa de hace 50 años en el estadio Hernando Siles. Jugaban The Strongest y Portuguesa de Desportos de Brasil. Era un amistoso. Por el mal tiempo, solo unos 8.000 aficionados lo vieron. Aunque el campo parecía un pantanal, el partido fue uno de los más memorables que he visto.

Fue de ida y vuelta y los brasileños, aunque los locales dominaban, iban adelante en el marcador 2-0 corriendo como gamos y olvidándose de la altura de La Paz. La emoción se desbordó cuando The Strongest descontó y se lanzó desesperado en busca del empate.

El dueño de Radio Amauta prefirió esa noche la transmisión de la telenovela en la que era protagonista antes que cedernos el espacio a la Corporación Deportiva Borelli y esa la razón por la que fui a sentarme a las graderías junto con mi hermano Oscar, pese al aguacero.

Faltaban como 15 minutos y el público enfervorizado seguía las incidencias de pie. El griterío fue un rugido sordo, prolongado, cuando finalmente llegó el empate. Mi hermano saltó como un resorte, mientras yo, impávido, observaba la colosal algarabía.

Fue entonces cuando mi hermano me espetó: ¡Y tú! ¿Por qué no te emocionas? Estos días, medio siglo después, vuelvo a “escuchar” la pregunta. No me lo dicen mis hijos ni mis nietos que brincan y saltan a mi alrededor con la emociones de la Copa Mundial Brasil 2014, pero sé que lo piensan al verme imperturbable en mi sillón.

Y es que a los jóvenes periodistas lo primero que se nos enseñaba en aquellos lejanos tiempos era a no emocionarnos y ver fríamente las cosas para poder escribir o transmitir hechos con la mayor objetividad posible, aunque en el fondo de nuestros corazones latieran colorcitos o banderitas.

“Un periodista no debe olvidar nunca que escribe para moros y cristianos. Si te pones una camiseta, los del equipo contrario no te leerán ni te escucharán”, solía aconsejarnos don Julio Borelli, el gran maestro, amigo y colega.

Pero eso era en otro tiempo, el del periodismo romántico que hoy es considerado bobalicón, porque ahora –aseguran--  no puede haber imparcialidad ante la maldad, la injusticia, el hambre… Está bien, pero hay una gran distancia con la objetividad.

Si en materia política ya casi no existe la información imparcial y menos objetiva, en el periodismo deportivo mayormente ha desaparecido. Cada quien se pone una camiseta y afloran los nacionalismos estúpidos para hacernos creer que caer en un partido de fútbol equivale a perder una guerra.

En Estados Unidos, donde gracias a la tecnología es posible ver programas de TV u oír radio de casi todo el mundo, compruebo que la fiebre nacionalista es pandemia tratándose de partidos de fútbol. Locutores y comentaristas ponen el “honor” de su país en la cancha, tras una pelota.

Se envuelven en su bandera como fanáticos enloquecidos. Un ejemplo fue la narración del gol argentino ante Suiza en los octavos de final. El relator argentino Pablo Girald, maldijo de felicidad hasta a su propia madre, gimió, lloró. “Desgarrador relato del gol de Di María”, tituló el diario El Espectador de Colombia.

Felizmente la cadena Univisión se dio cuenta que sus millones de televidentes en Estados Unidos no son solo mexicanos y para la actual Copa Mundial morigeró el desborde de sus relatores. Otro tanto ocurrió con FOX, al que alguna vez califiqué como “Fox-Chicharito”, por tratar de hacernos creer que no existe mejor futbolista que él.

Volviendo al principio, comprobé en las eliminatorias que el chauvinismo llegó también a las alturas bolivianas. Escuchando los relatos de Radio Panamericana, di la razón al colega Lorenzo Carri cuando me decía que le daban nauseas los desbordes nacionalistas en el fútbol.

(*) Hernán Maldonado, periodista ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años corresponsal de ANF de Bolivia. 

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Evo, ¿para siempre?

A poco más de un trimestre de las elecciones en Bolivia, Evo Morales avanza triunfal hacia su re-reelección si vamos a atenernos a las encuestas de opinión en las que sus adversarios políticos, aún formando coaliciones, están bastante detrás suyo.

¿Y por qué re-reelección? Porque ya fue reelecto hace cinco años y ahora mediante un ardid leguleyesco va a una nueva pese a estar prohibido constitucionalmente.

Las encuestas (que quizás puedan cambiar a última hora) demuestran que Morales en el peor de los casos obtendría un 42% de las preferencias electorales contra un 32% del binomio opositor Samuel Doria Medina-Ernesto Suárez.

Morales y sus adláteres estiman que ahora mismo sus intenciones de voto sobrepasan el 62%, lo que significaría un triunfo a obtener en la primera vuelta.

Las aspiraciones de los opositores podrían crecer si Juan del Granado, con importante caudal electoral en La Paz, se une a la alianza Doria-Suárez. Aún así, veo difícil derrotar a Morales.

¿Por qué? Los recursos económicos que maneja el candidato oficialista son inmensamente superiores a los de sus adversarios y en torno a su candidatura se ha puesto en marcha un poderoso aparato comunicacional,

Por esto es que para una gran mayoría de los bolivianos la organización de la reciente Cumbre del Grupo de los 77 más China fue un “tremendo éxito” para el gobierno, cuando en verdad no fue sino el destello de un juego pirotécnico.

No sólo que concurrieron apenas un 20% de los altos dignatarios invitados, la mayoría de ellos de países no democráticos, de reyezuelos violadores de los derechos humanos o déspotas eternizados en los gobiernos de sus países como los de Cuba y Zimbabwe, sino que las conclusiones del cónclave son las mismas que se propuso el Grupo cuando se fundó hace 50 años.

Morales echó la casa por la ventana y el único que más o menos se sorprendió que un país pobre lo hiciera así, fue el uruguayo José Mujica. Al ex montonero uruguayo le debió sorprender que a los delegados se les hiciera regalos de medallitas de oro y plata, cuando en las calles de Bolivia hay centenares de mendigos del norte de Potosi; que hay padres que se amanecen en colas en busca de un cupo en las escuelas para sus hijos o por la insuficiencia de hospitales para atender a los enfermos.

Pero, claro, el aparato comunicacional le ha hecho creer a los bolivianos que Evo alcanzó niveles de protagonismo internacional jamás alcanzado por mandatario boliviano alguno.

Y eso es lo que cuenta de cara a las próximas elecciones. Tanto, que nadie protestó porque el otrora “indiecito humilde” se haya dado un salto ida y vuelta hasta Brasil el mismo día para darse el gusto de asistir a la inauguración de la Copa Mundial, sin que siquiera Bolivia estuviera clasificada.

Por las encuestas, se ve nomás que la gente está feliz con el “líder mundial” (García Linera dixit) y la oposición a lo que más parece apostar es a que Morales no arrase y se adueñe de la mayoría parlamentaria capaz de modificar otra vez la Constitución para hacerlo reelegible “for ever”, como dicen sus “enemigos” yanquis.

(*) Hernán Maldonado, periodista ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años corresponsal de ANF de Bolivia.

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Fue ayer nomás

El gran maestro de periodistas, don Julio Borelli, llamaba al fútbol “el deporte de las multitudes”, pero desde siempre se lo conocía como el “deporte más popular”, porque para su práctica en cualquier rincón del mundo lo único necesario es un esférico que ruede.

Con el auge de los medios de comunicación, especialmente la TV, el fútbol se convirtió en una pasión y en algunos países, como Brasil, en casi una religión. Justamente allí se disputará desde esta semana la XX Copa Mundial que reemplazó a la Copa Jules Rimet ganada en propiedad por los brasileños con su tricampeonato de México-70.

Un reciente reportaje ha puesto en duda que el fútbol sea ahora el más popular de los deportes si se toma en cuenta los costos para el aficionado común y corriente. Brasil es de por si un país caro, pero que un visitante tenga hoy que erogar, entre gastos de hospedaje, alimentación, transporte y entradas, un equivalente de $435 diarios en cualquiera de la sedes, no es moco de pavo.

Los beneficios para el país sede son indudables por el turismo, la infraestructura y la posibilidad de lograr la corona, pero hay millones de “torcedores” (aficionados) que entienden que los $33.000 millones gastados en la organización hubieran sido mejor aprovechados construyendo escuelas, hospitales, carreteras o subiendo los sueldos.

Por eso las protestas. Jamás en la historia del torneo, desde Uruguay-1930, un campeonato se ha disputado en medio de un fenomenal descontento político-social. Las autoridades garantizan la seguridad de los protagonistas y visitantes, pero nunca se puede estar tan seguro.

Guardando las distancias, hay que recordar que los Juegos Olímpicos de 1968 en México, estaban rodeados del mismo clima pero el descontento fue triturado por el régimen de Gustavo Diaz Ordaz con la masacre de centenares de estudiantes en la plaza de Tlatelolco.

Ante la inminencia de un nuevo torneo, estos días pasan como una película por mi mente las veces en que como periodista de la United Press International tuve el privilegio de estar en una tribuna de prensa con la adrenalina a millón, con mi jefe al otro lado de la línea pidiéndome que le dictara jugada por jugada, luego el urgente con el resultado y la crónica.

“Tómate cinco minutos de descanso y luego me dictas el segundo lead, más elaborado y con declaraciones”, me pedía Herman Beals, el gran colega que usualmente era el jefe del grupo de periodistas de UPI a los grandes eventos deportivos internacionales.

Eso suponía que en esos “cinco minutos” debía yo correr hasta la rueda de prensa post-partido, subir otra vez hasta la tribuna de prensa y dictar el segundo lead. “No te olvides de ponerle color…”, recomendaba Beals.

En el trayecto a la rueda de prensa, mentalmente, debía componer el encabezado, que tenía que tener tal atractivo como para que el jefe de redacción de un diario cliente en cualquier parte del mundo de habla hispana lo prefiriera al de la competencia, es decir a la nota de la Associated Press.

Todo había que hacerlo en cuestión de minutos y en medio de un griterío general, porque como yo, otros cientos de corresponsales estaban haciendo lo mismo. A veces –como ocurrió en la final de Argentina-78--  había que ignorar los gritos de “periodistas” convertidos en furiosos fanáticos.

“Está todo bien. Ahora siéntate un ratito y redacta con calma el oniter” (la crónica del mismo encuentro, pero para diarios vespertinos del día siguiente), recomendaba Beals. Hoy ya no hay estos apuros. En el más remoto lugar del mundo se ven los partidos en vivo y en directo. Se puede saber el resultado velozmente por tweeter. Ya no existe UPI, la segunda agencia noticiosa más grande del mundo. Los periódicos están en extinción, pero todavía vivimos los protagonistas de “esas Copas”.

Cálidos saludos a Herman Beals, Luis Muñoz, Fernando Lepe, Tony Espetia, Guillermo Piernes, Jorge Ribadeneira, Ciro Gamarra…, casi siempre “enviados especiales”, del no menos importante “quedado especial”, el Jefe del Departamento Latinoamericano de UPI, Enrique Durand.

(*) Hernán Maldonado, periodista ex UPI; EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años corresponsal de la ANF de Bolivia.

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Sanciones de EE.UU. a abusivos

Las eventuales sanciones de Estados Unidos contra funcionarios venezolanos, violadores de los derechos humanos, son una bomba de tiempo, aunque los posibles afectados se han puesto a temblar y están hoy acusando al “maldito imperio” de injerencia en sus asuntos internos.

El Senado norteamericano, siguiendo lo ocurrido ya en la Cámara de Representantes, se apresta esta semana a aprobar una iniciativa en ese sentido que ha puesto en marcha el republicano por el estado de la Florida, Marco Rubio.

Es dudosa la inminencia de las sanciones, porque si se aprobará en el Senado, como se espera, el proyecto deberá ser redactado como texto único del Congreso, junto con el que ya aprobó la cámara baja, a iniciativa de Ileana Ros-Lehtinen, también republicana por Florida.

Tras ello se la enviaría a la Casa Blanca para la aprobación definitiva por el presidente Barack Obama quien, más allá de la retórica, no está muy convencido para firmarla, según Roberta Jacobson, subsecretaria de  Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado.

La administración demócrata cree que debe darse tiempo al diálogo emprendido por el gobierno de Nicolás Maduro y parte de la oposición venezolana, iniciado hace más de un mes y que hasta ahora parece más muerto que vivo, mientras el país ya cuenta con 42 muertos y un millar de heridos y un centenar de torturados desde que comenzaron las protestas el 12 de febrero.

Por las sanciones, alrededor de más de un centenar de funcionarios chavistas de todo nivel, civiles y militares, perderían sus visas de Estados Unidos y se les congelarían sus bienes.

Y es que buena parte de estos enemigos recalcitrantes del “imperialismo”,  cuidan de darse la gran vida cuando vacacionan por los parques temáticos juntos con sus familias, son propietarios de mansiones, negocios lucrativos y muchos tienen a sus hijos en colegios y universidades yanquis.

Como las eventuales sanciones han estado barajándose desde hace meses, es posible que la mayoría también haya sacado sus fortunas de los bancos locales y los hayan enviado a esos paraísos fiscales que abundan en islitas-países del Caribe.

De otro lado es público y notorio que muchos de los grandes negocios y empresas de los boliburgueses, como son llamados los nuevos ricos venezolanos, están a nombre de terceros, por lo que será labor de hormiga el rastrearlos.

El gran problema para los abusadores y sus familias es que las consecuencias de las eventuales sanciones se verán a futuro, como ahora lo experimentan militares, viejos violadores de los derechos humanos en Chile, Argentina, El Salvador, Guatemala y Honduras, que tras años de haber huido a Estados Unidos, hoy comparecen ante tribunales estadounidenses.

Una buena parte han perdido fortunas en gastos de abogados, se les han embargado los bienes y han sido devueltos a sus países con grilletes. Porque una cosa es que funcionen las sanciones oficiales y otra los juicios que pueden seguirles particulares ante los tribunales que aquí, si, son independientes.

Lo está viendo, y lo cito solo de pasada, el ex presidente de Bolivia, Gonzalo Sánchez de Lozada, contra quien un juez de Florida acaba de dar luz verde a su eventual enjuiciamiento quitándole la tranquilidad de la que gozaba el anciano exgobernante en su refugio de Washington. Si los boliburgueses creen que se salvarán escapándose algún día al “imperio”, están muy equivocados.

(*) Hernán Maldonado, periodista ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años corresponsal de la Agencia de Noticias Fides.

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