Blog de Hernan Maldonado

Los monarcas de la mentira

Hubo un tiempo en que los izquierdistas se ufanaban de enarbolar las banderas de la verdad cuando perseguidos por las dictaduras militares regaban con su sangre vastas regiones del suelo latinoamericano. “Ante la mentira reaccionaria, la verdad revolucionaria”, era su consigna.

A los periodistas nos advertían por diferentes medios el lugar donde podríamos recoger sus comunicados desde la clandestinidad. Así supimos, por ejemplo, de la ejecución por la guerrilla de Honorato Rojas, el campesino que traicionó al Che o de los pormenores de la emboscada fatal a Guido “Inti” Peredo.

Por esos medios nos informaban los captores del industrial estadounidense William Niehous, secuestrado por más de 3 años en Venezuela. O cómo murió Jorge Rodríguez (padre del actual alcalde del distrito caraqueño Libertador, del mismo nombre), líder del grupo guerrillero Punto Cero (hoy tenaz opositor al régimen de Nicolás Maduro).

En función de gobierno esos guerrilleros de ayer, o sus descendientes, se muestran como unos monarcas de la mentira y del eufemismo. Por ejemplo, en Venezuela hoy no hay presos políticos, sino políticos presos. No hay presos, sino “privados de libertad”. No hay desabastecimiento de artículos de primera necesidad, sino “escasez de productos de consumo masivo”.

Maduro, en poco más de 2 años de gobierno ha denunciado 20 intentos de magnicidio y hasta ahora no ha mostrado una sola prueba. La más ridícula acaba de revelar al sostener que los complotados intentaban bombardear con un Tucano el Palacio de Miraflores y una docena de edificios públicos.

Los Tucanos son aviones de entrenamiento que solo existen en algunos museos del aire y que por por su alcance, jamás podrían haber despegado desde Brasil o Colombia para llegar a Caracas. Mucho menos cargar tantas bombas como para atacar a tantos objetivos. Ni que fuera un Tomcat F14 (también pieza de museo).

El alcalde Jorge Rodríguez, yendo más allá, acusó al líder de la oposición, Henrique Capriles, de ser uno de los que estaría a bordo del Tucano “bombardeador…” El líder de Primero Justicia, Julio Borges, desde hace años desalienta cualquier iniciativa de protesta callejera, pero ahora la petrodictadura quiere despojarle de su inmunidad parlamentaria acusándolo de conspirador.

El sexagenario alcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma, desde siempre ha sido reconocido como un líder cívico apegado a la ley, un caballero de la política, pero Maduro ordenó la semana pasada su encarcelamiento por conspirador. Fue sacado de sus oficinas por una banda armada como si se tratara de un peligroso delincuente.

Todas las tropelías del régimen son para tapar la aguda escasez de alimentos, medicinas y repuestos o para neutralizar las revelaciones de un ex alto escolta del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, a quien, el capitán de corbeta, Leamsl Salazar le acusa ante la DEA de ser el líder narcotraficante del Cartel de los Soles.

También se procura distraer la atención de la revelación de que jerarcas chavistas tienen una cuenta en el banco suizo HSBC por $14.500 millones. La dictadura dice que son fondos legales, pero no explica quién los depositó, por cuál razón, siendo así que el país actualmente mendiga préstamos en China y Rusia.

Todo el desastre que es la actual administración es ocultada por la “hegemonía comunicacional”. Ahora se ve por qué el chavismo compró 6 televisoras, y unos 450 diarios, revistas y radioemisoras. Para esos medios Venezuela vive el mejor de los mundos, a no ser por “pequeños problemas” atribuidos al imperialismo norteamericano que “quiere apoderarse de nuestro petróleo”.

(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.   

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¿Cuándo te vas, papá?

Las cifras oficiales son frías como las cumbres del Illimani: Los bolivianos residentes en el exterior enviaron a su país durante el 2014 un total de 1.165.6 millones de dólares. Probablemente la cifra constituye un récord. ¿Qué hay detrás de la excelente estadística?

Ante todo significa un enorme alivio al régimen porque encubre una voluminosa desocupación. Se trata de dinero fresco que contribuye a la economía nacional, sin mayor esfuerzo del Estado, en una época –además— de altos precios de las materias primas de exportación.

Detrás de la cifra, lo que se ve es la mano de obra que exportó el país en los últimos años, especialmente a España, desde donde se generó el 44.6% de las remesas. En Bolivia el mejor y más grande generador de empleo ha sido siempre el Estado y al no haber suficientes fuentes de trabajo el éxodo laboral es epidémico.

Reportajes de diverso tipo, especialmente desde hilanderías clandestinas en Buenos Aires y Sao Paulo, muestran cotidianamente la explotación a la que son sometidos miles de bolivianos, amén de las colonias de agricultores que desde siempre han emigrado al norte argentino.

En los últimos años la emigración a Europa ha crecido sustancialmente. La mayoría son profesionales universitarios que, si no logran revalidar sus títulos, buscan acomodarse en otras profesiones y oficios para mantener a la familia que dejaron atrás, porque es muy raro que la emigración sea familiar.

Mi amigo Julio (nombre supuesto) emigró a España hace seis años como mecánico de autos dejando en Bolivia a su esposa y dos hijos. En Barcelona, vivía en una habitación compartiéndola con otros seis inmigrantes. En realidad lo que alquilaba era una cama.

Todos los días se levantaba a las 5 de la madrugada para tomar un autobús a su trabajo de albañil (aprendió a colocar baldosas) y regresaba al apartamento a las 9 de la noche. No tenia papeles por lo que trabajaba clandestinamente de lunes a sábado. Ahorraba lo más que podía para enviar 500 euros mensuales a su familia.

Durante cuatro años se privó de todo para mantener a su prole. Su mujer educó a sus hijos en un colegio privado. Los muchachos se rodearon de comodidades y de buenas amistades y de pronto se sintieron por encima de los muchachos de la clase media baja.

Cuando el esposo regresó para pasar las fiestas de fin de año del 2012, se sorprendió con el estatus social de su familia. La esposa había dejado su puesto de venta en el mercado y la hija y el hijo adolescentes, vistiendo a la moda, parecían avergonzarse del padre al que hace tantos años no veían.

Lo que sospechaba, se hizo evidente en la cena de Navidad. Sin desparpajo la muchacha le preguntó: ¿Cuándo te vas, papá?

Y no es una historia aislada. El precio de la enorme cifra de remesas tiene que ver también con la disolución de muchísimas familias. El que, o la que se fue, generalmente acaba formando otra familia en su “autoexilio”. Ocurre también que quien se quedó suele encontrar un(a) “Cirineo” para ayudarle a cargar su cruz.

De ninguna manera es un consuelo, pero el fenómeno de las remesas y la disolución familiar no solo es un mal en Bolivia, sino en todos los países del tercer mundo. Claro, algunos se están estrenando, como la atribulada Venezuela.

(*) Hernán Maldonado, periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF.

 

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De los años de plomo al populismo autoritario

El padre José Gramunt de Moragas me ha regalado el privilegio de disfrutar de la versión electrónica de su nuevo libro: De los años de plomo al populismo autoritario. Un emocionante repaso de resaltantes hechos producidos en Bolivia en los últimos 55 años.

En casi 250 páginas, el amigo y maestro jesuita plasma en blanco y negro recuerdos que forman parte de la Historia de Bolivia. Cede generosamente muchas de sus páginas a quienes lo ayudaron en la creación de la Agencia de Noticias Fides, cuya particular historia, por tanto, no está ausente en el contenido.

Largos pasajes están dedicados a recordar los tiempos de la guerrilla de Ernesto Che Guevara y su cobertura para ANF, para Radio Fides y el desaparecido diario Presencia, a cargo de José Luis Alcázar, el primer periodista que escribió un libro sobre su experiencia profesional en esa aventura del sudeste boliviano.

No menos importante es el aporte de Juan Carlos Salazar, el corresponsal de ANF, Fides y la dpa alemana que pasó largos meses durante el juicio en Camiri a los hombres del Che, entre ellos el argentino Ciro Bustos y el francés Regis Debray. Riquísima su rememoración de cómo ANF y Fides dieron la primicia del fallo del tribunal militar.

No podían faltar los amargos recuerdos de cuando, a plomo límpio, las huestes del “Mosca” Monroy al servicio de los golpistas de 1970 penetraron en las oficinas, amenazaron con fusilar a sus empleados y periodistas en busca de su director, por ese entonces el padre Eduardo Pérez Iribarne quien debió asilarse. La emisora fue clausurada por 18 meses y el viejo “Reloj del Abuelo” se quedó paralizado por un balazo en aquella fatídica hora en que detuvo su andar.

Largos capítulos están dedicados a otros hechos históricos en un magnífico compendio como para no ser olvidados. Figuran los testimonios del ahora general Gary Prado Salmón, quién capturó al Ché y con quién fue el último que dialogó. Los detalles de la mortal emboscada de Masicurí que marcó el principio del fin de la guerrilla guevarista.

Varios de los más recientes artículos de Gramunt figuran en el libro, como la indeclinable defensa que hizo del ex presidente del Servicio Nacional de Caminos, José Maria Bakovic. Fiel a su apego a la verdad, no tiene empacho en transcribir lo que escribió en su descargo Patricia Ballivián, sucesora de aquél. Estos capítulos forman parte de un cúmulo dedicados al populismo gobernante en Bolivia.

Impactante es el testimonio de Gramunt sobre la forma como conoció y cenó con Mónica Ertl, la joven germano-boliviana que en 1971 asesinó en su despacho al cónsul de Bolivia en Hamburgo, el coronel Roberto Quintanilla, a quien se señalaba como uno de los verdugos de la guerrilla guevarista.

Gramunt conoció al padre de Mónica, Hans Ertl, un ex fotógrafo del ejército nazi afincado en Bolivia desde los años 50, durante una recepción en la embajada de Alemania en La Paz. Poco después Mónica organizó una cena para sus amigos y conocidos en su residencia cercana a la Plaza España.

Gramunt conoció a Mónica recomendado por su amigo Jean Peter Schmith para cumplir un encargo de unos colegas alemanes que le pidieron películas de La Paz. Mónica había heredado la profesión de su padre. Dos días después de la cena, el padre Joaquín Martínez Mari, telefoneó a Gramunt para enterarle que la noche de la cena, Mónica tenía escondido en su casa a un guerrillero, probablemente Guido “Inti” Peredo.

Cuando semanas después un periodista le informó que una joven alta, rubia, había asesinado esa mañana en Hamburgo al cónsul de Bolivia, por las señas que le dio su interlocutor, Gramunt supo de quién se trataba, pero no tenía pruebas. Es sabrosa la versión de Gramunt sobre el camuflaje que escogió Mónica para vivir en una de las laderas de La Paz con su pareja. La “cholita rubia” fue detenida y probablemente ejecutada en 1973 sin constancia de su tumba.

Asombra que Gramunt, próximo a cumplir 93 años –50 de los cuales fue fundador-director de ANF— siga produciendo para enriquecer los conocimientos, principalmente, de los estudiantes de periodismo. Quizás es caso único en Bolivia. En Estados Unidos, James Henry Arruda a los 92 aprendió a leer y a escribir y a los 96 publicó su primer libro.

(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia. 

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Venezuela ¿llegó al llegadero?

El ingenio popular venezolano acuñó hace años la expresión: “llegar al llegadero”, que significa que algo ya no da para más o que el hilo se ha tensado de tal manera, que el próximo paso es romperse.

En la Venezuela de inicios del 2015, decimosexto aniversario de la “revolución bolivariana”, se ha puesto a circular otro, parafraseando los apellidos de sus dos más connotados conductores: “Todo maduro, se pudre y todo cabello se cae”.

Maduro es el apellido del presidente Nicolás, pero también así se llaman los plátanos que otrora se cultivaban hasta para la exportación en las llanuras del sur del Lago de Maracaibo, campos que ahora lucen desolados desde su expropiación a la empresa privada.

Cabello, por su parte, es el apellido de Diosdado, el poderoso presidente de la Asamblea Nacional y jefe del ala militar del chavismo. Es también líder del PSUV, el partido fundado por Hugo Chávez como sostén callejero de su petrodictadura.

Maduro, en casi dos años de gobierno, ha mostrado una incapacidad total para mantener en pie el legado del finado Chávez quien, en realidad, le dejó un país con su economía en ruinas producto de la destrucción de la empresa privada con una hemorragia de expropiaciones.

La grave situación ha empeorado porque los precios del petróleo, su principal materia prima de exportación, bajaron en un año de un promedio de $96 el barril a los actuales $38.67. La escasez de alimentos, medicinas y repuestos mantiene paralizado al país y el descontento es descomunal.

Cabello, acaba de recibir un golpe mortal con la deserción a Estados Unidos de uno de sus hombres de mayor confianza, el capitán de fragata, Leamsy Salazar, ex escolta por 10 años de Chávez. Salazar acusa a Cabello de dirigir en Venezuela el oprobioso “Cartel de los Soles”, la maquinaria narcotraficante de altos jefes militares.

La existencia del Cartel fue denunciada por periodistas y militares desde hace al menos una década. Muchos de ellos están muertos. Chávez se hizo siempre el ciego, quizás porque un hijo suyo (que se cree está actualmente en un proceso de rehabilitación por drogas), supuestamente estaba involucrado en el nefasto negocio.

Siempre ha sido raro que Huguito jamás haya sido promovido por Chávez y siempre fue presentado casi clandestinamente como el “hijo bobo” de la familia. El contraste fue más que evidente por la promoción que hizo el comandante de sus dos hijas, principalmente de María Gabriela, casada con el actual vicepresidente Jorge Arreaza.

El que Cabello sea ahora acusado por su ex hombre fuerte, tampoco es una novedad. Anteriormente lo hicieron (y han buscado refugio también en Estados Unidos) los ex magistrados de la Corte Suprema de Justicia, Luis Velásquez Alvaray y Eladio Aponte, este último fue alto ex jefe de inteligencia militar. Ambos eran muy allegados a Chávez.

Poco antes de que muriera el “comandante eterno”, Walid Mackled, un acaudalado empresario, fue detenido en Colombia y Chávez movió cielo y tierra para que se lo extraditara a Venezuela y no lo capturara la DEA. Lo logró, pero antes de llegar a Caracas, Mackled cantó como un canario.

Involucró a altos jefes militares a los que pagaba ingentes sumas de dinero para conseguir altos cargos, carnets que lo identificaban como miembro del servicio de inteligencia venezolano y como amo y señor de Puerto Cabello desde donde despachaba enormes cantidades de droga al extranjero.

Apenas instalado Maduro en el poder, Mario Silva, vocero de Chávez por años en el Canal estatal de TV, denunció a Cabello y le exigió revelara los orígenes de su cuantiosa fortuna. Parecía que favorecía a Maduro de cualquier plan desestabilizador de Cabello. Silva fue defenestrado hasta el día de hoy.

Cabello fue gobernador del Estado de Miranda y cuando asumió el actual, Henrique Capriles, una auditoria demostró una malversación multimillonaria. Jamás fue enjuiciado. Chávez quizás sabía de las andanzas de su subalterno. Antes de morir lo encaró públicamente por la presentación de un plan de construcción de una carretera de 27 kilómetros a un costo de $72 millones, cuando el gobernador del Estado Lara tenía similar proyecto por solo $40 millones.

Cuando todo hacia suponer que Chávez nombraría como su heredero a Cabello, lo hizo con Maduro. Quizás pensaba en que no quería aparecer en la Historia como el más incapaz de los presidentes de Venezuela. Sea lo que sea, hoy parece que el gobierno chavista “llegó al llegadero”. Amanecerá y veremos.

(*) Hernán Maldonado, periodista, ex UPI; EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de la Agencia de Noticias Fides.

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Bolivia, noticia mundial

A no ser por golpes de Estado, una noticia excepcionalmente rara o alguna calamidad natural de magnitud, rara vez Bolivia es noticia en los principales medios mundiales, de manera que este enero del 2015 es una excepción y quizás por eso pasará a la Historia.

El paso del Dakar por suelo boliviano puso al país en la portada de las secciones deportivas de los principales diarios del globo y hasta medios como CNN y el New York Times “descubrieron” las maravillas del Salar de Uyuni destacando al mar salino como un lugar turístico digno de ser visitado.

El gobierno de Evo Morales estuvo a un triz de declarar feriado nacional al paso de los raudos bólidos por territorio nacional, sumándose al alborozo nacional por tener como huéspedes a multimillonarios competidores que ponen en alto el poderío de las principales multinacionales.

La baja de la cotización petrolera en casi un 50% en relación a los precios de hace un año, frenó la iniciativa gubernamental, cuando ya la empresa privada levantaba las cejas ante el proyectado jolgorio de un día sin trabajar.

El boliviano Walter Nosiglia ocupó un tercer lugar en la categoría cuatriciclos y el gobierno está a punto de erigirle un monumento nacional. Y es que Bolivia es tan huérfana de triunfos internacionales en materia deportiva que hasta un tercer lugar es un logro “histórico”.

Dado que CNN y el NYT promovieron tan fervorosamente el Salar, quizás el turismo boliviano se beneficiará, aunque son los chilenos los que más lo explotan desde hace años. Por lo pronto habrá que limpiar las 500 toneladas de basura que dejó el paso de la prueba por el idílico lugar.

Lo que nunca se explicará es cómo Morales, que en sus discursos despotrica contra las multinacionales, fue el 1er fanático y apadrinó por 2da vez de la prueba. Obviamente se lo agradecen esos buitres de la banca, el petróleo y la industria automotriz mundial que son fuentes de sus discursos anticapitalistas y antiimperialistas.

Bolivia también fue gran noticia mundial con la célebre foto de Morales disfrazado de emperador inca el día previo a su posesión por un nuevo periodo presidencial. Todo parece explicarse en su empeño en retroceder la historia, como las horas en el reloj del Palacio Legislativo de La Paz.

Humoristas venezolanos inmediatamente dijeron que el “inca” felizmente “no apellida Paz”.

Un día antes de su posesión el autócrata Nicolás Maduro, ante las terribles penurias del pueblo venezolano por alimentos y medicinas, en su informe a la Asamblea Nacional parafraseó al patriarca Abraham al decir “Dios proveerá” (que, mutatis mutandis, equivale a recomendar a sus gentes a que se las arreglen como puedan).

A la manera de consejo y con Maduro a su lado, Morales aseguró que no es Dios, sino el pueblo el que proveerá. La frase de Morales volvió a recorrer el mundo. La jerarquía católica boliviana lo excusó diciendo que su presidente habla sin pensar.

Yo sí creo que piensa (teniendo en cuenta que se declaró alguna vez marxista) y que se expresa con la soberbia de los que se creen inmortales. ¿No hablaban así, por ejemplo, Hugo Chávez y John Lennon? Ya sabemos dónde están. Amén.

(*) Hernán Maldonado, periodista, ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de la ANF de Bolivia.

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Consecuencias de la demagogia

Jamás un país, en ninguna parte del mundo, fue gobernada con la demagogia que marcó a su gobierno el finado Hugo Chávez Frías y las consecuencias las está pagando amargamente hoy día la atribulada Venezuela. La situación es realmente grave.

El rico país petrolero era hasta 1999 el cuarto productor mundial y su vaca de los huevos de oro era la estatal PDVSA que producía unos 3.100.000 barriles de petróleo por día con apenas 40.000 trabajadores. No era un país agrícola o ganadero, pero se autoabastecía de café, plátano, carne, leche, huevos. No había escasez de medicinas ni repuestos.

En Guayana, en manos de inversionistas extranjeros, se producía acero y aluminio de primera para la exportación. El cemento, a cargo de una multinacional mexicana, abastecía inclusive el mercado del Caribe. Nunca había escasez de agua o electricidad.

Chávez, demagogo-populista, destruyó todo eso. ¡Exprópiese, Exprópiese! era la orden que gritaba en sus inacabables cadenas de radio y televisión que por casi 12 años mantuvieron encandiladas a las clases empobrecidas del país, que no se daban cuenta que estaban siendo convertidas en mendicantes. El jarabe de lengua era poderoso soporífero.

En esos 12 años el barril de crudo pasó de $12 hasta $146, en algún momento, lo que disimuló la destrucción del aparato productivo del país, porque la satrapía empezó a importar de todo, favoreciendo a industriales de Argentina, Brasil, Uruguay, Nicaragua, República Dominicana y Colombia, principalmente.

Las mayorías venezolanas pasaron a ser esclavas del voto con dádivas de diverso tipo, misiones, becas, subsidios, tarjetas de alimentos, bonos. La burocracia estatal de 950.000 empleados pasó a 2.5 millones. PDVSA triplicó su plantilla. Ocurrió lo mismo en las expropiadas industrias básicas de Guyana. Hoy se importa cabillas y cemento y el aluminio se produce a pérdida. Y aunque Ud. no lo crea, hasta gasolina llega desde EE.UU.

Chávez fundó un organismo de ahorro para la previsible “época de las vacas flacas” (porque Venezuela ya conoció en los años 70-80 tiempos de bonanza petrolera y de baja de precios), pero pronto, ante la necesidad de comprar votos, esos fondos fueron dilapidados.

Cuando Chávez subió al poder la deuda externa de Venezuela alcanzaba a $34.000 millones. Hoy esa cifra se sextuplicó. Solo a China se le debe $55.000 millones y la semana pasada Maduro fue allí a pedir prestados otros $20.000 millones.

La tragedia se agrava con la súbita baja de los precios del crudo de un promedio de $98 el barril hace un año, a $44 hoy, lo que significa que Venezuela está a un paso de la quiebra.

Venezuela está viviendo estos días las trágicas necesidades que experimentaron los alemanes las semanas siguientes a la conclusión de la II Guerra Mundial. Colas por alimentos en todas las ciudades y pueblos y con los ánimos caldeándose. El régimen adopta la política del avestruz y en lugar de alimentos y medicinas, lo que promete es palo y cárcel.

El vicepresidente Jorge Arreaza, yerno de Chávez, cree que las colas son inspiradas por los opositores (que por cierto, ante la gigantesca crisis tampoco parecen saber qué hacer) y les anunció que “hay muchas celdas vacantes en Ramo Verde”, la prisión militar donde languidecen políticos como Leopoldo López, líder de Voluntad Popular. Ojalá me equivoque, pero pienso que, a menos que haya un milagro, un tsunami amenaza a Venezuela. Amanecerá y veremos.

(*) Hernán Maldonado, periodista, ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF en Bolivia.

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Atentado contra Evo Morales

¿Cuándo se le perdió el respeto a Evo Morales? Cuando él mismo (con sus dichos y hechos) devalúo la imagen presidencial, podría ser la respuesta. Ahora un juez de Cochabamba trata de restaurar el respeto que se merece un primer mandatario nacional.

La noticia, quizás por el feriado navideño, pasó para los medios nacionales bajo la mesa, no así para la prensa internacional que destacó que Morales virtualmente tuvo que huir de una poblada nada menos en un territorio que se considera suyo: El Chapare cochabambino.

Si lo ocurrido hubiera sido en Venezuela, esta es la hora en que los medios oficialistas estarían denunciando a los cuatro vientos un “intento de magnicidio”. En Bolivia, donde el gobierno también es devoto de la hegemonía comunicacional, la sangre no llegó al río. Algo raro.

Morales, autoritario como es, ha decidido nombrar a dedo a los candidatos de su partido para las elecciones regionales (subnacionales, la llaman en Bolivia, aunque la palabra no figura en el diccionario de la Real Academia). Hasta el martes pasado le había ido bien.

Algunas discordias fueron aplastadas por el aparato propagandístico del gobierno, abocado a respaldar los caprichos del mandante, así sea  manoseando inclusive la eventual visita del papa Francisco a Bolivia en 2015, noticia lanzada por Morales y de la que no habla con mucho entusiasmo (porque seguramente no tiene seguridades de un 100 por 100), la Jerarquía Católica.

(Recordemos que el Papa ni siquiera tiene programado un viaje a Argentina, su país natal, sino hasta el 2016 cuando se celebrará en Tucumán el Congreso Eucarístico Nacional y el Bicentenario de la Independencia Nacional).

El martes pasado Morales acudió al Chapare, cuyos sindicatos de cocaleros lo tienen como su presidente desde hace más de 10 años, para anunciarles los candidatos a las alcaldías lugareñas. Algunos cocaleros se disgustaron con la “dedocracia” y pidieron ser ellos quienes los nombren. Morales fue abucheado y confrontado porque los asambleístas lo veían ahí, no como mandatario nacional, sino como líder sindical.

Ante el alboroto, Morales decidió dejar la reunión, a lo que se opusieron algunos cocaleros que exigieron se le impidiera la salida. Hay versiones de que el vehículo blindado presidencial fue blanco de una serie de objetos lanzados por los asambleístas más enardecidos.

Ahora el juez Leandro Diaz ordenó la detención de los cabecillas de la asonada, Elmer Lizarazu y Herbert Valencia, acusándolos de los delitos de “instigación a delinquir, asociación delictiva, organización criminal, impedir y estorbar el ejercicio de funciones, privación de libertad y atentado contra el Presidente”. Casi nada, pues.

Realmente parece una exageración para lo que simplemente fue una falta de respeto al cargo. ¿Pero quién se los buscó: El Presidente o el líder sindical? Y lo paradójico es que haya ocurrido en una zona de gente incondicional a Morales, tanto que alguna vez él aseguró que las mujeres embarazadas del lugar pintan sus barrigas con el lema: “Evo cumple”. Así nomás son las cosas.

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Venezuela al borde del barranco

La “hegemonía comunicacional”, que le permite al gobierno chavista contar con la mayoría de los medios de comunicación, hace que un visitante desprevenido, con solo llegar a Venezuela, crea que en un abrir y cerrar de ojos se encontrará inmerso en la prosperidad de un país pujante.

Sin embargo, ese visitante, apenas haya dejado el aeropuerto se topará con una realidad angustiante, impropia de un país que hasta ayer nomás era una de las democracias más sólidas y estables del continente y que ahora vuelca su mayor esfuerzo en conseguir artículos básicos de subsistencia.

Lo primero que notará es la acumulación de basura en gran parte de la urbe de 5 millones de habitantes, factor que ha hecho que decenas de miles de venezolanos estén actualmente rezando por no caer víctimas de la malaria, el dengue y la chikungunya, males que ya habían sido erradicados.

Las farmacias no cuentan con medicamentos. Ni siquiera se consigue acetaminofen. La ex esposa de Hugo Chávez, Marisabel Rodríguez, sorprendió estos días clamando por metranidazol a través de tweeter. Si para ella no hay medicinas, ¿qué puede esperar Juan Pueblo?

Reputados economistas advierten que Venezuela está al borde del barranco por la devaluación brutal del bolívar que el pasado fin de semana se cotizaba a 181 por un dólar en los mercados fronterizos, lo que significa que la inflación fácilmente sobrepasa el 70 por ciento a pocas semanas de concluir el 2014.

Por si fuera poco, el barril de petróleo de exportación se cotiza al comenzar esta semana en $54.4, comparado con el promedio de $96 de comienzos de año. Dado que el presupuesto general de la nación se calculó en base a un barril a $60, esos economistas piensan que para abril del 2015 no habrá ni para pagar sueldos.

El gobierno tendría que tomar severas medidas económicas, pero teme el enorme costo político. Por ahora oculta cifras que por ley deben divulgarse inevitablemente. El Banco Central no entregó los informes económicos de octubre y noviembre y desde la semana pasada tampoco publica los viernes el costo del barril de petróleo.

El Congreso de Estados Unidos aprobó sanciones contra medio centenar de altos funcionarios chavistas por abusos contra los derechos humanos en las manifestaciones estudiantiles de enero a junio. Maduro y sus cofrades han emprendió una campaña antiestadounidense afirmando que Washington viola la soberanía venezolana.

El medio millar de medios oficialistas, entre diarios, radios y televisoras, le hace creer a los venezolanos que las sanciones (mayormente la cancelación de visas de entrada a Estados Unidos) son contra el país y la angustia de los sancionados es de tal tamaño que han resuelto aferrarse al poder a como dé lugar.

El propio Maduro anunció que ni aunque lo derroquen saldrán libres los presos políticos, en tácita admisión de que la justicia venezolana es manipulada desde el palacio presidencial.

El oficialismo está obligando a los 2.5 millones de empleados públicos a salir a las calles a defender la revolución, mientras otros millones luchan diariamente por conseguir un pollo, un litro de aceite o un kilo de harina, arroz, café… O duermen días en colas para adquirir repuestos para sus vehículos.

No se necesita mucho esfuerzo para ver que negros nubarrones se ciernen sobre el inmediato futuro de la otrora próspera Venezuela. Amanecerá y veremos.

(*) Hernán Maldonado, periodista, ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.

 

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Los abusos electorales en Bolivia

En las elecciones presidenciales de 1956, el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) era el partido mayoritario en Bolivia y navegaba en la cresta de la ola de la popularidad, apenas perturbado por los esfuerzos de la opositora Falange Socialista Boliviana (FSB).

Para los falangistas era cuesta arriba tratar de llevar su mensaje a los distritos rurales controlados por el movimientismo. Los falangistas que osaban internarse en el campo eran despedidos apaleados y con sus papeletas y pancartas azules destrozadas.

Pese a la adversidad, el partido de Oscar Unzaga de la Vega creía que podría arrebatarle una buena tajada de la votación al oficialismo, especialmente en las ciudades donde la clase media y el estudiantado apoyaban a FSB y su mensaje nacionalista, contrario al populista filocomunista del MNR de esos tiempos.

Los resultados de esas elecciones fueron “sorprendentes” porque en ciudades como Trinidad, FSB consiguió CERO votos, lo que quería decir que ni siquiera los aspirantes a diputados y senadores opositores por ese departamento del Beni habían votado por si mismos ¿?

Eso que era común en aquellos años no era otra cosa que la exageración de los abusos electorales que siempre se han producido en Bolivia, con rarísimas excepciones.

En los comicios de 1978 el oficialismo proclamó el resonante triunfo de su candidato Juan Pereda Asbún inflando de tal modo el padrón electoral que el fraude era indisimulable al punto que el triunfador duró en el cargo solo unos cuantos meses.

Después, con el advenimiento de la democracia, en Bolivia logró conformarse un árbitro electoral con personalidades independientes confiables que le dieron lustre a la institución, al punto que opositores accedieron al poder sin mayor problema.

Evo Morales se benefició de esa Corte Electoral y su triunfo en los comicios de 2005 estuvo fuera de toda duda. Lamentablemente la tendencia fue desvirtuada por el régimen que aspira a quedarse en el poder por 500 años y ahora para las elecciones del 12 de octubre, los vicios de antaño han regresado con fuerza.

El Poder Judicial, manipulado desde el Ejecutivo produjo una sentencia autorizando la candidatura de Morales, pese a que la Constitución la prohíbe expresamente. Morales argumenta que su primera elección no cuenta porque no acabó su primer periodo dado que se aprobó una nueva Carta Magna estableciendo una sola reelección.

Ahora, como en los años del MNR de los 50, se incentiva el “voto comunal” en el campo, es decir que los indígenas deberán votar por el candidato que les señale su dirigente. Ya es oficial, además, el “voto asistido”, de tan funestos resultados en la Venezuela chavista. Comandos oficialistas “vigilan” el voto para que el ciudadano “no se equivoque”.

Los partidos opositores, que acuden con cuatro candidatos, de ninguna manera podrán tener testigos en todas las mesas electorales, algo que –como en Venezuela--  favorecerá al oficialismo.

Morales ha usado y abusado del erario nacional para apabullar al país con una descomunal propaganda electoral sin que el árbitro electoral haya podido impedirlo. Hace una semana fueron vistos militares cargando propaganda oficialista en camiones desde el Palacio de gobierno.

La Corte Electoral, ante pruebas irrefutables, admitió que hay centenares de “votantes” habilitados, pese a estar en los cementerios. Lo más grave, agitadores oficialistas han prometido latigazos a los indígenas que no voten por Morales… La propaganda oficial reza: “Bolivia, con Evo, avanza”.

(*) Hernán Maldonado, periodista, ex UPI, EFE, dpa, CNN, el Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de la ANF de Bolivia.

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Venezuela: El “golpe” esperado

Allá por los comienzos de la década de los 90, ante lo que se estimaba era el agotamiento del bipartidismo vigente desde hacía 40 años y en medio de una creciente corrupción, el venezolano promedio pensaba que lo que el país necesitaba era la “mano militar”.

Un oscuro teniente coronel encabezó los cruentos golpes de Estado del 4 de febrero y 27 de noviembre de 1992. Su fracaso lo llevó a la cárcel pero en poco tiempo fue indultado por el presidente Rafael Caldera. Como las condiciones de Venezuela no mejoraron, el país volvió sus ojos a Hugo Chávez Frías.

Lo que no consiguió con las armas, Chávez lo logró por la vía electoral aprovechando el desgaste del bipartidismo socialdemócrata y demócratacristiano y en 1999 se encaramó en el poder prometiendo reencausar la democracia.

Lo que hizo en realidad en casi 14 años de gobierno, hasta su muerte el 2013, fue destruir lo que quedaba de democracia al instalar en Venezuela un régimen populista-militarista de tendencia comunista, abrazado a sus mentores ideológicos Fidel y Raúl Castro.

No solo destruyó la democracia, sino la economía del país convirtiendo a millones de venezolanos pobres en mendigos, en esclavos del voto a cambio de becas, dádivas, limosnas, prebendas fruto de los multimillonarios ingresos petroleros. En 1999 el barril de crudo se vendía a $12, a su muerte había ascendido a más de $100.

Botó la casa por la ventana y hoy sus herederos confrontan deudas multimil-millonarias que mantienen al país abatido en medio de una atroz falta de medicinas, alimentos e insumos para las escuálidas industrias que aún existen en manos privadas y que escaparon a las expropiaciones sin ton ni son.

El desespero es tal que vuelve a escucharse el clamor por un cambio. Leopoldo Castillo, ex presentador de TV sostiene que ya hasta se banaliza el término “Golpe de Estado” que se escucha como clamor en las colas que los venezolanos hacen todos los días en busca de artículos de primera necesidad.

Clamor contra el monopolio de la información, la politización de la justicia, la prostitución de los otros poderes públicos y la tremenda inseguridad que ha causado en estos tres quinquenios alrededor de 200.000 muertes por asesinatos. La protesta por la infraestructura destruida, por el sufrimiento de no encontrar medicinas contra el dengue y otras enfermedades que hace años ya habían sido erradicadas en Venezuela.

¿Un gobierno militar? Pero si la mayoría de los cargos públicos en Venezuela desde la época de Chávez están en manos de militares. Más de la mitad de las 23 gobernaciones están a cargo de generales o coroneles. Otro tanto ocurre en los 37 ministerios y 110 viceministerios.

Además el alto mando se proclama “socialista, chavista y antimperialista” y en la Escuela Naval su estandarte de guerra tiene la efigie de Chávez.

El embajador Diego Arria, ex alto funcionario de Naciones Unidas, cree que hay que tener esperanzas en el sector institucionalista de las fuerzas armadas, pero el más importante grupo opositor enrolado con Henrique Capriles no cree en soluciones de fuerza y apuesta a esperar a un cambio que se produciría electoralmente.

Los estudiantes, que por cinco meses batallaron en las calles contra la dictadura, junto con el encarcelado líder Leopoldo López y la ex diputada María Corina Machado, creen que “La Salida” no puede esperar hasta el 2019 y que Nicolás Maduro y sus incapaces deben irse antes porque el país no aguanta más. ¿Lo lograrán?

(*) Hernán Maldonado, periodista, ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia. 

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