Blog de Hernan Maldonado

Contra la injerencia extranjera

La Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) ha elevado su grito al cielo contra la “injerencia estadounidense en los asuntos internos de Venezuela”, en vísperas de la eventual aprobación por el Congreso norteamericano de sanciones a los violadores de los derechos humanos en el rico país petrolero.

Unasur, que opera como el comité ejecutivo de la más amplia Celac –la supuesta contraparte de la Organización de Estados Americanos—son entes nacidos bajo la inspiración del ya fallecido dictador caribeño Hugo Chávez Frías y sus petrodólares.

Su objetivo básico fue el amparo internacional buscado (y conseguido) por Chávez para que jamás prosperase ningún intento por sacarlo del poder y de mirar siempre al otro lado por todos los abusos contra los derechos humanos de su régimen.

¡Ah! Pero eso sí, Chávez podía inmiscuirse en los asuntos internos del país que le diera la gana para tratar de exportar su “revolución del Socialismo del Siglo XXI”.

De entrada nomás Chávez compró gran parte de la deuda externa argentina y luego descaradamente financió los ajetreos electorales de los Kirchner. Ni qué decir del financiamiento a grupos izquierdistas allí y en otros países.

A Brasil se lo metió en el bolsillo prometiéndole construir refinerías, pero básicamente destruyó el aparato productivo venezolano para que la agroindustria brasileña llenara los mercados hasta con lápices y otros productos que antes eran de producción venezolana.

Lo demás fue mucho más fácil. A Evo Morales, no solo le financió su campaña electoral, sino que apenas elegido y en cadena nacional le obsequió $30 millones. Le envió helicópteros, asesores de todo tipo y fondos con los que los militares fueron virtualmente comprados hasta hoy.

Cuando el gobierno de Morales se tambaleaba, Chávez iracundo amenazó con enviar tropas a Bolivia para defender su gobierno. Parafraseando al Che Guevara dijo que si algo le pasaba a sus aliados en América Latina surgirían, uno, dos o tres Vietnams.

Con sus petrodólares fue el artífice de la reelección del secretario general de la OEA, José Miguel Insulza. El antiguo “pendejo” (Chávez dixit) se convirtió en su marioneta y por eso se prestó a todo cuanto quiso cuando su aliado Manuel Zelaya fue derrocado en Honduras.

Su canciller y actual presidente venezolano, Nicolás Maduro, abiertamente pidió a los militares paraguayos que se alzaran para reponer en su cargo al presidente Fernando Lugo, destituido constitucionalmente por el parlamento de ese país.

Pese a los reclamos del presidente Alvaro Uribe, Chávez amparó en territorio venezolano a grupos guerrilleros de las FARC y varios de sus líderes recibían abierta protección. Nadie protestó cuando el soez militarote empezó a movilizar batallones a la frontera con Colombia.

En Venezuela hizo lo que le vino en gana y abiertamente violó en decenas de ocasiones la Carta Interamericana y nadie abrió la boca. Ordenó a jueces las sentencias que debían imponer (caso de la jueza Maria Afiuni) y vía decretos con fuerza de ley modificó la Carta Magna, burlándose de un referendo que perdió en diciembre del 2007.

Ahora su sucesor desde hace 3 meses manda asesinar a estudiantes, hay casi un centenar de casos documentados de torturados, centenares de presos y alrededor de un millar de heridos y echa el grito al cielo cuando el congreso de Estados Unidos busca sancionar a los violadores de derechos humanos quitándoles sus visas o congelándole sus cuentas.

Maduro y sus capangas acuden a UNASUR y lograr sacarle una protesta contra la “injerencia yanqui”, porque claro a los rojillos de nuevo cuño les gusta vacacionar en el “maldito imperio”, tener cuentas en dólares, propiedades y negocios para darse la gran vida.

Los canallas injerencistas, protestando contra la injerencia extranjera en sus “asuntos internos”. No aclaran que las sanciones son contra individuos perversos y no contra el país. Eso tampoco lo ve la comparsa de los tarifados de la Unasur.

Tierra Lejana
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Venezuela: La lucha cuesta arriba

Los estudiantes venezolanos empiezan su cuarto mes de protestas con muy pocos avances en su lucha por restaurar la democracia en su país y con un panorama incierto. Hasta aquí, el empeño ha costado 42 vidas, 2.385 detenidos, 85 torturados y centenares de heridos.

Los ojos de los demócratas se dirigen al norte. Las dos ramas del congreso de Estados Unidos aspiran a sancionar a dos docenas de violadores de los derechos humanos. No ocurrirá nada grave. Los cubanos desde hace 56 años esperan que los gringos hagan algo.

El régimen de Nicolás Maduro, como prueba de que está firmemente atornillado al poder hace lo que le viene en gana. Ha devaluado de tal manera la moneda que el sueldo mínimo que hasta hace un mes se acercaba a los $300, ahora apenas es una cuarta parte.

Los precios de los artículos de primera necesidad fueron elevados entre un 40 y un 200%. En 1989 un alza de pasajes desencadenó el “caracazo” que causó centenares de muertos y a la postre acabó con el derrocamiento constitucional del presidente Carlos Andrés Pérez. Ahora Maduro autoriza un gran aumento y… nada. La gente está aterrorizada o ¿Chávez los endrogó?

Pocos quieren entender que la lucha es cuesta arriba porque el aparato represivo está digitado por el G2 cubano, considerado por la misma CIA estadounidense como una de las más eficientes del mundo.

Hasta que empezaron las protestas, los venezolanos ignoraban que la policía chavista se había alistado desde hace años para sostener al régimen y no para luchar contra el hampa común que el 2013 asesinó a 24.765 personas.

En estos tres meses de represión, se han visto en las calles de Venezuela modernos equipos antimotines, agentes con uniformes especiales, tanquetas, carros blindados, jaulas para transportar detenidos y ballenas para dispersar a los revoltosos con potentes chorros de agua.

Los millares de agentes nunca se vieron en las calles para luchar contra la delincuencia. Solo se alistaron para mantener al régimen en el poder. Como las Fuerzas Armadas están atomizadas, el verdadero poder lo tienen los matones ideologizados.

El aparato de inteligencia ha penetrado también a la oposición y por eso es que el gobierno se ufana de saber “hasta lo que comen sus adversarios”. La penetración es a todos los niveles. De cuando en cuando aparecen recalcitrantes “opositores” en las filas del régimen.

Estos espías son los que aletargan cualquier intento opositor unificado. Son los quintacolumnistas y están en todas partes. “Patriotas cooperantes”, los llama la dictadura a estos vulgares sapos. Pura técnica del G2. Así es cómo por medio siglo se neutralizó al exilio cubano.

Ahora ocurre en Venezuela. Los estudiantes han encontrado a varios de estos entre sus filas. Muchos han estado incitando a la violencia para que la dictadura justifique la acción de sus esbirros. Otros se dedican a identificar a los líderes de las barricadas para entregarlos a la “justicia”.

La lucha contra la dictadura es difícil, pero lo es mucho más ante el G2 cuya mejor credencial es haber mantenido en el poder a los Castro más de medio siglo sin pan, pero con mucho palo. Amanecerá y veremos.

Tierra Lejana
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