Blog de Victor Hugo Romero

D10s es Dios

Esta columna en apariencia tiene fecha de caducidad, debido a la final entre Alemania y Argentina en la Copa Mundial Brasil 2014. No sé quién ganará, pero sí estoy seguro de quienes deberían ganar, evidentemente son los argentinos; pero más allá de este deseo, el triunfo argentino está relacionado con la sonrisa de Maradona, que de hecho ya es lo suficiente amplia, al saberse presente en la gran final, para tristeza de la FIFA.

¿Qué representa Maradona para este planeta? ¿Por qué su figura causa tanta admiración y fanatismo al extremo de ser idolatrado como también vilipendiado?. Maradona, Diego, D10s es un fenómeno difícil de explicar, es un ser que ha trascendido dentro y fuera de las canchas, que ha llegado tan lejos, como también ha caído a lo más profundo que podía caer.

Hace un par de años leí un muy interesante ensayo sobre D10s y su impacto, escrito por el siempre genial Juan José Sebrelli, en el que analiza el mito maradoniano y su trascendencia, como parte de la construcción del mito, definiéndolo como un antihéroe, con la capacidad de estar presente en los escenarios futbolísticos, aún si físicamente se halla lejos, la mano de Dios simplemente está ahí.

La figura de Maradona siempre causa polémica, es parte del exclusivo y exquisito grupo de personajes, a los que amas u odias, así de extremo es el sentimiento por el 10, los primeros valoran su carácter sensible, la esencia del error que siempre lo rodeó, su incansable forma de decir las cosas, como diría Calamaro, esa “honestidad brutal” que lo hace incómodo con quienes buscan preservar las formas en el contexto de lo “políticamente correcto”.

El Pibe es incorrecto, ama a su patria, venera a sus viejos, defiende a los más débiles, es amigo de Fidel, cree en la Patria Grande y es capaz de llevar un diamante en uno de sus aretes, cualquiera podría afirmar que es la encarnación del antifútbol, pero en los hechos, con aciertos y desaciertos, terminó convirtiéndose en la voz más humana del fútbol.

Diego dispara, literalmente, a los medios que tanto lo adoran, como lo condenan, parte de su existencia ha sido aprender a convivir con todo el cotilleo que su vida representa mediáticamente. Siendo de lo más genuino, el 10 puede rasgarse las vestiduras frente a las cámaras, llorar amargamente, hablarle a su madre que está en el cielo, como también mostrarle el dedo medio a Grondona y los tentáculos de la AFA. Puede no estar en el Maracaná en el partido final, puede disfrutarlo por la tele y desde su casa, pero también jugará en la cancha, por así que como él tiene grabada en la piel al planeta futbol, los onces jugadores con la albiceleste, lo tienen a él.

Maradona puede ser un ser vulnerable, como también grotesco, romper el molde, gambetearle a la parte más compleja de un sociedad que quiere verlo representar el molde del hombre al que el éxito lo hace crecer antes que enloquecer. El 10 sencillamente es él, con el Che tatuado en su piel y pateando la pelota en Dubai. Cuando la FIFA le cortó las piernas y buscó humillarlo, lo único que consiguió es hacerlo más grande, la transnacional del fútbol censuró a Diego y quiso bajarlo de su pedestal, pero no lo consiguió, El Pibe de Oro siguió creciendo, tanto que ahora su sombra la cubre, en un franco proceso de denuncia a su sistémico accionar, que no sólo mutila la esencia del fútbol, también las aspiraciones de muchos jugadores que al igual que Diego, cometieron el craso error de crecer en cancha y ser “algo más” fuera de ella.

Desde que tengo conciencia sigo a Diego, muchas cosas nos han unido, fortaleciendo una relación de admiración y lealtad a ese ser que entre los muchos y valiosos pecados que ha cometido es decir la verdad y ser imperfecto, de la vuelta olímpica o no el domingo, el mundial y el mundo tendrán siempre un solo campeón, D10s.

Anatomias
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Sobre el arte de no hacer nada

Gracias a una serie de circunstancias familiares tengo la dicha de quedarme unos días en Cochabamba,  huyendo del frío paceño. Esta estancia me da la oportunidad de poner al día pendientes. Más allá de disfrutar el tiempo vacacional con mis hijos, lo aprovecho también para leer y escribir, tomando apunte del pulso citadino cochala, mucho más relajado que el siempre caótico de La Paz.

Ni bien se pone el pie fuera de La Paz, el tiempo es otro, más lento, tranquilo y relajado, parece que el reloj (cualquiera sea el lado al que gire) avanza despacio, pareciera que la mañana me dura más y la tarde se extiende soleada y grata, tanto que tipo seis me doy cuenta que he avanzado bastante en mi laburo y me pongo a leer, como si no hubiera hecho nada todo el día.

El miércoles por ejemplo, beneficiado por estas vacaciones virtuales, me fui al centro a realizar un trámite, en busca del mítico certificado de no adeudo. Pese a que la AFP estaba llena y no tener sello, me atendieron rápido, aunque me calificaron peyorativamente como unipersonal, como algo no muy grande, ni valioso. Obtuve la certificación, luego camine hacia al Centro, encontré un tienda de dvd, sólo clásicos, luego de revisar su oferta, de contarle a la dueña lo mal que me trataron en otra tienda de películas en La Recoleta el día anterior, salí de allí con tres películas en la mochila: Sueños (Kurosawa), La Patrulla Perdida (Jhon Ford) y Cocoanuts (Los hermanos Marx).

Puse rumbo a una librería, allí fielmente me pagaron sobre algunos productos míos que vendieron, pesitos que invertí en la revistaría Disneylandia del Cine Avaroa, luego de meditarlo  bastante,  compré una novela gráfica (tapa dura) que cuenta el amargo origen del Pingüino. En la “25” me tomé un jugo de plátano y  en el  Correo,  buscando entre las ofertas en la caseta de don Jorge, descubrí un ejemplar pirata de Bukowski, Mujeres. Libro que sorprendió en su calidad a mi amigo Omar, cuando se lo mostré en su librería, aprovechando los últimos minutos de la mañana, hablamos sobre los descuidos en la edición híbrida que tenía en mis manos, entre impresión y fotocopia.

Hora del almuerzo, la mitad del que me serví suele ser considerado en La Paz, una buena porción, tanto que para mí, pese a mis kilos demás,  me parece demasiado, para suerte mía la digestión es bastante rápida y uno puede estar preparado para el clásico platito de la tarde, que hasta ahora no me he servido, porque espero el Laping de rigor o el kawi de doña Blanquita recordando tiempos de reportero.

Por la tarde hice el laburo de rigor, corregir mi novela, puliendo palabra por palabra, evaluando las escenas y los giros, viendo si son creíbles o no, si están demás o si falta algo que aumentar, el proceso es lento pero seguro. Por la noche, junto con mi hija Isabella (con 15 años ya),  nos fuimos al Encuentro de Escritores en Patiño, escuchamos a Claudia Peña y  José Benavides, hablaron sobre la particular forma que cada uno tiene de escribir, entre la brújula y el mapa, la mía es una combinación de ambas técnicas, espero mucho tiempo pensando y repensando la historia que voy a contar, cuando está lista, hago los esquemas y la fichas, me impongo el horario y escribo medio tiempo, el otro a trabajar, leer y ver mucho cine.

Así se me pasa el tiempo en La Llajta, en La Paz, ya me estaría quejando de lo rápido que transcurre, aquí es otra cosa, quizás por eso me encanta robarle tiempo al tiempo para venirme de vez en cuando, estar con mis padres, visitar a mis amigos, sabiendo muy bien que el tiempo me va a alcanzar, aunque el resto tenga la extraña sensación de que no hago nada. 

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La suerte de Locky

¿Qué demonios tiene dentro de su cabeza? Es la pregunta que me hice cuando me enteré sobre las dramáticas circunstancias de la muerte de Locky, el perro que tuvo la mala suerte de perderse por inmediaciones de la Escuela Militar de Ingeniería paceña; un militar que daba instrucciones decidió que debía “enseñarles” a sus alumnos a matar, destripar perros y untarse el rostro con la sangre del cachorro. Todavía intento comprender qué enseñanza quería transmitir a sus alumnos.

Más allá de atentar los derechos de los animales, el salvaje comportamiento del militar es sólo una pequeña muestra a la que puede llegar la humanidad sino se frenan los impulsos más “inhumanos” que  tenemos. Lamentablemente el comportamiento del militar es nomás parte de la cultura violenta que impera dentro del cuartel, sin necesidad de promover la violencia entre conscriptos, suboficiales y oficiales, el verticalismo de la instrucción y esa clásica visión de formar “hombrecitos” implica también el asumir conductas conservadoras, colonialistas y sanguinarias.

Lo que los militares no comprenden y todavía tardarán mucho en hacerlo, es que  estos son otros tiempos, que por muy primitivas sean sus prácticas, ya no es “cool” que sanrifiquen animales como parte de la instrucción, que necesiten demostrarse a sí mismos lo muy “rambos” que son, por mucho que la salvaje tradición que arrastran así lo exija. Si este militar tuvo la audacia de realizar semejante acto frente de sus alumnos, que de alguna manera no pertenecen al ejército sino que estudian para ser ingenieros y que no necesariamente utilizarán uniforme el resto de sus vidas, podríamos inferir que en todos los cuarteles del país también se reproduce este tipo de enseñanza. 

¿Necesita un ingeniero aprender a destripar un perro? No ¿Si es así por qué este militar decidió “dictar” esta clase?, ¿Qué elementos consideró para justificar que sus alumnos vean cómo se destripa a un cuadrúpedo? Es algo que la prensa siempre sensible con los derechos animalísticos no suele preguntar, lo que buscaba el instructor era deshumanizar a su clase, enseñarles a no tener consideración con la vida de la personas, ese cachorro era la representación de una persona dentro de esa aula, simulaba ser un compañero, un amigo, un soldado, un enemigo y que por encima de toda consideración humanista, dentro del contexto de una acto bélico, sobrevivir está primero, aún si esto pasa por matar a una persona o como en este caso, por eliminar de un cachorro, indefenso, inocente y desafortunado.

Al militar en cuestión, no sólo le falla un chip, sino todo el sistema, podríamos afirmar. Si asumimos que el instructor es la representación real de la mentalidad castrense, que él y el resto de los militares viven pensando que están en guerra permanente, que nos ven como enemigos y que estamos en peligro, cada vez que inocentemente pasamos por la puerta de sus cuarteles, que para ellos no somos civiles a los que se debe proteger, ni ciudadanos, simplemente un anónimo animal sin suerte.

Lo más triste de todo esto es constatar que existiendo leyes y normativas, dentro y fuera de los cuarteles, no se hace mucho para evitar que estas prácticas dejen de darse, no sé en qué criterio educativo pasa la justificación militar para que “promueva” la muerte de animales en sus filas, creo que es necesario que se deje de obrar “dientes para afuera” y que se labure dentro como se debe, de forma transparente, porque si parte de esos alumnos no hubieran denunciado lo ocurrido en esa clase, no habría pasado nada y tanto el instructor como los “milicos” no estarían preguntándose  ¿Por qué tanto lío por un perro?

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Factura o muere

En más de una ocasión mi autodidacta ser se ha jactado de no tener título, pero sí de contar con un NIT, tengas cartón o no, en el mundo real lo que pesa y se paga son los impuestos, no se puede existir sin tener los tres últimos números adosados a tu cédula de identidad que definen además la fecha en la que cierras gestión, haces balance, porque si no lo haces simplemente haz muerto.

Las cosas son complicadas a la hora de meterse con los impuestos, es bien facilito sacar un NIT, lo difícil es entender qué hay que hacer después, porque se vienen los formularios y las decenas de normas que empiezan a arrinconarte contra la pared arrepintiéndote a gritos el haber sacado uno. Desde que obtuve mi NIT, si bien pude empezar a hacer negocios, especialmente con el Estado, también comenzó mi calvario, impositiva cruz que me ha traído más de un dolor de cabeza.

Con el NIT a cuestas, sin saber muy bien en qué rollo me metía, las pasé de Caín, para empezar me tocó vivir la transición de lo manual a lo digital. Todo un lío, con la tarjeta Galileo y sus claves. Pese a que iba cumpliendo con la ayuda de una asistente, los problemas con el SIN no dejaban de tocar a mi puerta. En una ocasión se me venció el talonario de facturas y tenía la prisa por emitir una factura, fui a Impuestos a pedir uno nuevo, la mujer de la ventanilla me preguntó mi dirección, le dije ingenuamente que era la misma de siempre, en segundos la mirada de la funcionaria se clavó en mí y me acusó de mentiroso, me contó que el inspector había ido a mi casa y no la encontró, tuve que confesar que me había trasladado de casa, media cuadra más arriba, detalle que no valió, porque me llegó la primera condena, una multa en UFVs que no dejaban de crecer y pagué rapidemente, obteniendo las facturas días después. Lo que debería importarles es que se pague, se viva donde se viva, no dejo de sentirme robado.

En otra ocasión, me llegó una más dura que casi me deja en quiebra, detectaron cinco años después, tres pinches facturas truchas que habíamos descargado. De hecho, no sabíamos que eran falsas, así que se nos vino la segunda condena, otra multa en UFVs, que pagamos sin derecho a explicación alguna, porque así la norma lo establecía, lo triste fue que la multa empezó a correr desde que la factura entró al sistema, se imaginarán el monto, como consuelo nos dijeron que teníamos un descuento, no en todo, sólo en los intereses anuales, o sea que casi nada.  El tercer coleron se dio cuando detectaron que debíamos un balance, revisamos y los teníamos todos, fuimos a reclamar, nos explicaron que debíamos haber presentado el primero con cierre en marzo y no en junio, así que teníamos en deuda uno de tres meses. Aparte de la multa en UFVs, pagamos a la contadora un nuevo balance y se arregló el lío mágica y económicamente.

Ahora estamos, mi asistente y yo, un poco asustados, porque los Fundempresa nos han dicho que debíamos haberles avisado que cambiamos de rubro y que les debemos un balance, pese a que en el SIN todo está bien. Quién sabe si nos están choreando o ya tenemos la multa de UFVS, encima se nos extravió un papelito, revisamos toda la “home-office” y nada, tengo dos hipótesis: no nos lo dieron en su momento  o se perdió nomás, de todas maneras me preparo para preguntar: ¿Cuántos ¡”#$%&/ Ufvs debo? Con tanto gasto, pareciera que trabajo para pagar impuestos y no para mis hijos, será por eso que cada fin de mes me sueño con el régimen simplificado, a ratos la ley no es para todos igual. ///

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¿El rey ha muerto?

El Rey está de moda, nunca antes lo había estado tanto. Todos hablan de la corona española, recuerdan lo bueno y lo malo de este polémico personaje histórico, que supo o no tomar las decisiones correctas, también salen a la luz los oscuros papelitos de su vida, se hacen recuentos, se improvisan documentales, desde que anunció su abdicación fue tapa en todo el mundo. Los diarios del mundo lo pusieron en primera plana, su posada fotografía junto a Mariano Rajoy salió en todo lado, tanto que el contenido de esa abdicación fue tuiteado miles de veces, siendo la pregunta ¿Por qué el planeta se vuelve loco con este tipo de noticias?

Tengo una hipótesis, al mundo le encanta las telenovelas y una sucesión del trono, es parte del imaginario colectivo del síndrome Disney que arrastramos desde hace más de quinientos años. Soñamos con ver y vivir ese tipo de escenas, que nos llevan a mundos de fantasía en donde los problemas se resuelven con ayuda de la magia, hechizo o  con la maternal presencia de una hada madrina.  Casi siempre nuestra sociedad responde a esos estímulos cursilescos y conservadores, en los que el bien tiene  que sobre ponerse sobre el mal y reordenando lo políticamente correcto.  De hecho hay sociedades, no todas por supuesto, como la española, la inglesa, que ingresan en niveles de locura y fanatismo alrededor de sus reyes, coleccionándolo todo, recuerdo los muchos “recuerditos” que se produjeron cuando hace poco se casó uno de los príncipes de Inglaterra.

¿Por qué nos gusta? La respuesta más sencilla podría estar relacionada a la remota esperanza de reproducir algo de esa vida real en nuestras vida, sentirnos príncipes y princesas, reyes y reinas, con todo el poder y protocolo que implica; me ha tocado ver a muchas personas, solazarse al reproducir y ejecutar ceremonias casi reales alrededor de autoridades poco “reales”, será el poder eventual el que el busca se impongan estas actitudes o la búsqueda insaciable de seguridad laboral, sin embargo es en el amor y nuestras relaciones cuando más requerimos a la realeza, las enamoradas empiezan a cantar el estribillo aquel que dice: Eres tú mi príncipe azul que yo soñé… y la Cenicienta se pone a bailar con un búho y unos pajaritos proyectándose su felicidad al castillo que muy pocos de nosotros podrá tener, siendo el arte de enamorar el único recurso que nos queda, actuando como un príncipe, aunque ni carruaje tengamos.

Otras de esas fábulas que nos gustaría se reprodujesen es con el Príncipe y el mendigo, cuando el pobre ocupa el lugar del rico y desde allí propone una reinado más “humanista”, paradojas de la vida real, que a ratos asumimos que se están dando, cuando la prensa arropa actores mediáticos sean políticos, artísticos o sociales y les otorga ese rango, obsequiándoles los quince minutos de fama que los dejarán colgados existencialmente, con sólo ver un noticiero nos daremos cuenta de estos extremos de ensoñación. En Bolivia, no tenemos reyes, ni reinas, ni jet set, tenemos una prensa rosa de lo más trucha, que cubre noticias también truchas de una clase social económica empoderada, sin estatus, style y ni abolengo, somos tan humanos que  creemos que posar a lado de un “famoso” de la tele local, implica ser reconocido por una casta banal y superficial. Así estamos con noticias sobre reyes, preguntándonos si valen la pena mantenerlos vigentes, encima de nuestras cabezas o dentro de nuestros imaginarios personales, pero como dijera Segismundo: la vida es sueño y los sueños, sueños son. ///

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El cubo

Uno puede heredar muchas “cosas” en la vida, desde valores hasta plata, su valía depende muchas veces del punto de vista con los que sea vista la herencia y recibida, en lo que va de mi vida hasta el momento he recibido una que no he olvidado y que la practico casi todos los días, cada movimiento lo tengo grabado en la memoria y creo que es una de las herencias que más aprecio, me la transmitió mi tío Jhonny, murió muy joven, con cáncer, pero se dio tiempo para enseñarme a armar el cubo de Rubik y eso no lo olvidaré nunca.

El otro día me conecté y noté en Google, el homenaje que le hacían al cubo de Ernő Rubik por sus cuarenta años de vida, sentí añoranza, levanté mi vista al librero y vi los cubos que a lo largo de los años he ido juntando, desde piratas hasta originales, toda una pasión por el más extraño de los rompecabezas que he tenido. Mi primer cubo de tres hileras lo obtuve en los 80, era imposible armarlo, simplemente me divertía armando una cara, cualquiera, a la vez veía con atención cómo en el resto del mundo lo armaban hasta con los pies y en minutos. Recuerdo un programa ¡Esto es increíble! Desde el que mostraban como el planeta giraba alrededor de un cubo.

En unas vacaciones que pasé en Sucre, al pasear por el mercado campesino, vi varios cubos a la venta y me compré uno, en la casa de mi abuelastra (abuela/madrastra) intentaba armarlo, cuando llegó mi tío Jhonny, me preguntó si sabía armarlo, le respondí que no. Se sentó y con mucha paciencia empezó a enseñarme, nivel por nivel, considerando la ubicación de las caras. Me explicó que logró deducir el método estudiando cómo se movían las fichas después de cada movimiento y su traslación en los coloridos lados del cubo, anotando cada paso en su libreta. Al final comprendí como se hacía y desde la década de los noventa lo armo casi todos los días.  

Hace poco, en la casa de mi Tía Eli, mi sobrina Johana sacó los suyos, le habían enseñado en el colegio, cosa buena, nos pusimos a resolverlos, competimos, debo reconocer que me dejé ganar, valió la pena ver su alegría en la victoria. Intercambiamos métodos de armado, no hay uno solo, sino varios, lo que se valora en ellos es el tiempo que te consumen en resolver el método, hace poco unos científicos, anunciaron haberlo resuelto en 20 movimientos, en 1974 eran 52. Terminamos también compartiendo los juegos geométricos que lográbamos al combinar las seis caras y jugando con sus colores, les expliqué que a mí me gustaba ajedrezar el cubo de manera que cada dos caras sean iguales. Mi primo expresó su asombro al ver lo “ociosos” que éramos, no podía comprender que más allá de resolverlo, jugábamos con la solución, intentando sacarle el jugo al rompecabezas, para rayarlo un poco más le conté que tengo uno especial, eléctrico, que funciona con juegos de luces por caras que mi hermana me trajo de Portugal y que vi una vez uno digital, carísimo.

La pasión por este tipo de rompecabezas exige un sentimiento especial y además espacial, la capacidad de imaginar el mundo y adelantarse a él, a predecir los movimientos e intentar dominarlos con un factor de anticipación, es algo así como vivir en permanente ventaja. Los que logramos armar el cubo sentimos una muy especial e incomparable sensación de triunfo, además de hacernos creer que somos invencibles. Regreso a mis cubos y levanto el 4x4x4, conocido como La Venganza de Rubik, tiene cuatro hileras y desde hace cinco años que intento resolverlo todos los días, hace poco lanzaron uno de nueve, espero llegar a tenerlo también y la vida para resolverlo. 

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Divagaciones alrededor de un piercing

Qué difícil es crecer. Qué difíciles que son los adolescentes de estos tiempos. Supongo también que nosotros en su momento también lo fuimos,  siempre complicados, confundidos, exigiendo ser comprendidos, sin saber muy bien qué queríamos hacer o deseábamos. En esencia, ser adolescente es como haberse convertido en un extraño y surrealista sándwich emocional entre la pubertad y la juventud, muy difícil de saborear y de tragar.

Cada época tuvo su gusto. En la mía, mi condición de punk se expresaba en el corte mohicano, siempre tan difícil de aceptar, rapado a los costados. Mi dilema era ser crespo, no me iba bien el corte, tanto que mis compañeros de la “u” me pusieron de apodo “Hammer”,  porque me parecía más al rapero que alguno de los integrantes de los Sex Pistols o al de Robert Smith, estoy a un año y medio de cumplir cuarenta y todavía mis amigos más cercanos me llaman así. Llevo mi sobrenombre con orgullo porque representa una época que disfruté mucho en mi locura contestaría, la que sólo yo entendía. Sin embargo hoy ese corte está de moda y es mucho más aceptado que antes. Lo impusieron las superestrellas del balompié, que han ido modificando el corte, pero mantienen su esencia. El otro día fuimos con mi hijo al peluquero y después de mucha insistencia logramos que se corte a lo mohicano; viejo yo, le pedí también al peluquero que me haga uno igual, la respuesta fue contundente: “Señor es corte de jóvenes”. Pese a ello insistí, obtuve como premio un corte similar al de Ronaldo, más recatado, no como el de la tapa de un disco de The Exploited.

Los tiempos cambian y también las tendencias. Ahora los retos para los adolescentes son distintos, atrapados en el consumo cultural, influenciados más por la televisión que por la radio, buscan definir su personalidad asimilando tendencias tan distintas a las nuestras, como los piercings. Los aretes han pasado a la historia, ahora los chicos usan esas extrañas formas y otras más raras. Mi hija ya tiene uno, pese a mi resistencia, que llama la atención sobre su labio superior, a ratos parece ser un curioso lunar, pero si se ve con detalle, tiene esa forma puntiaguda coronada con negro que refleja una posición, una identidad difícil de sobrellevar.

No voy a negar que estoy en pugna con mi pequeña, no por qué lleve uno, sino porque lo use en el colegio, que no acepta ese tipo de accesorios, que rompe con la pulcritud del uniforme escolar, el clásico pantalón azul, polera blanca, chompa azul, sin piercing. Como es de suponer, el hecho de que lo use le ha significado que pierda puntos en conducta, en la casilla del “ser”, según la nueva currícula educativa. Intentando hablar con ella, busqué proponer un punto intermedio, que lo use  fuera de clases. Como adultos, parece comprensible, pero como “chango” qué sentido tiene usar uno si no se está en clases, en definitiva no es lo mismo, pero a la hora de respetar las “normas” y “reglamentos”, habría que hacerlo, porque el piercing en el curso no va, las nuevas convenciones legales sobre los derechos de los niños, niñas y adolescentes priman se respeten sus tendencias y decisiones, de hecho los colegios deberían ser más liberales y no tan conservadores.

Pero reglas son reglas, no están hechas para romperse, porque con ellas también llegan las sanciones. Todavía no hemos encontrado una solución que nos conduzca a un trato coherente entre el colegio y mi hija, pero con los años que tengo encima, puedo afirmar una sola cosa, que sigo siendo punk, con terno, buzo, jean, camisa. Mi naturaleza es algo que no podré perder fácilmente, pero si tengo algo claro en esta vida, aunque lo haya hecho alguna vez, nunca más usaré corbata porque ya tengo la edad para hacerlo. 

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El complot

Hasta el momento mucho se ha dicho y poco se ha hecho contra Percy Fernández, desde que lo vi por primera vez en “acción”, siempre me pregunté por qué rayos nadie lo pone en su lugar, al contrario, lo celebran como si se tratará de una héroe al que hay que admirar, cuando en los hechos se tiene que censurar y aclarar que la única parte humana que aquí complota contra Percy, es su propia mano.

Si asumimos que la sociedad es el “estado de las apariencias”, cuando ocurren este tipo de hechos, como el protagonizado por el alcalde cruceño, se genera un momento precioso para ver y entender cómo es realmente por dentro, en el caso de Fernández es de lo más obtusa que puede haber: conservadora, clasista, machista, patriarcal, colonialista y demás consideraciones negativas.

El punto en cuestión es qué se hace para ponerle un alto a las nocivas actuaciones de Percy, en el plano legal se puede presentar una demanda por acoso sexual de parte de los afectados, en el político se lo puede afectar dependiendo de qué lado de la balanza uno se encuentre, si se es opositor u oficialista, el primero podría disparar con toda la artillería, mientras que el segundo medirá los cálculos políticos para ver cuánto se puede hacer y según la tendencia social gatillar a discreción o con disimulo, como para mantener el fondo si afectar demasiado la forma.

Socialmente se pueden hacer muchas cosas más, pero hay que tener mayor conciencia, voluntad, activismo y consecuencia para hacerlo, por ejemplo, asumiendo un rol de defensa de la mujer y el oficio, los periodistas (convocados a todas sus agrupaciones, filiales y demás organizaciones) podrían dejar de cubrir las noticias que genere la alcaldía cruceña 24, 48, sino 72 horas, exigiendo disculpas sinceras o simplemente enviando un mensaje claro sobre el respeto a la dignidad de las personas está por encima de cualquier consideración política y/o profesional. 

Si esto no fuera suficiente también podrían solicitar a los distintos medios de comunicación que asignen periodistas varones para la cobertura noticiosa de la alcaldía, de esa forma se enviaría también una muy buena señal  a las autoridades en cuestión, no sólo a Percy, también a todo su séquito que cree ser parte de una extrañísima conspiración política en su contra, como lo es enviarle mujeres hermosas para tentar al alcalde. Tamaña estupidez. 

Los medios de comunicación también deberían ponerla bien en claro, asumiendo el comportamiento marquetinero en el que ahora transitan, proyectando a sus conductores y periodistas al estatus de estrellas sociales, no sólo tienen el deber, también la obligación de tomar una posición al respecto, obrando en defensa de sus trabajadores (conste que no me refiero como reporteros), asumiendo el carácter empresarial con el que se manejan hoy las teles, periódicos y radios en estos tiempos.

Las organizaciones de defensa de los derechos humanos, especialmente de la mujer,  podrían también realizar distintos actos de censura, sin ir muy lejos plantones frente a la alcaldía, perseguirlo en todos sus actos públicos y protestar pacíficamente con carteles y arengas en contra de su machismo, no dejar de recordarle un momento que por muy buena autoridad que sea, tiene que saber respetar la dignidad de las personas y especialmente de las mujeres, logrando que además su comportamiento trascienda como un positivo ejemplo en la institución que dirige, en suma muchas cosas sí se pueden hacer, desde toda óptica, plano y consideración, sin embargo la pregunta del millón es por qué no lo hacen, mucho más si contamos que lo ocurrido con la periodista es la quinta vez que Percy hace de las suyas públicamente ¿Por qué esperamos tanto para reaccionar?

de Percy
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