Blog de Victor Hugo Romero

La estrechez

Hace unas semanas escribía sobre la pose exquisita que muchos de nosotros solemos adoptar a la hora de criticar las cosas, similar actitud he notado en el mundillo de críticos que suelen deambular por los “estrechos” pasillos de la cultura.

Le pongo comillas al término estrechos, porque esa estrechez que suele ser definida por la RAE como “escasez de anchura de algo”, es un mal que se contagia muy rápido y que por supuesto ocasiona daños, muchas veces, irreparables en la percepción y criterio de las personas, reduciendo todo lo bueno que uno pudiese hacer a un error insalvable.

La vigésima versión de la Feria del Libro cerró sus puertas y se alista para preparar la siguiente, luego de quince arduos días de trabajo. Lo digo con cierta seguridad, porque al estar mis novelas expuestas allí, estuve presente buen tiempo en ella, a la caza de los tesoros literarios que no siempre pueden comprarse con facilidad y en días “librescos” normales y atendiendo a los lectores que deseaban conocer algo más de mi universo literario.

En este tiempo pude ver cómo organizadores, expositores, escritores se rajaron por ser parte de la Feria y básicamente evitar que nada falle. Desde los stands, pasando por la atención, recibir a los visitantes, participar en las charlas, en las presentaciones de libros y muchos otros eventos que se organizaron alrededor de ella.

Este esfuerzo conjunto puede y con toda normalidad, que tenga sus bemoles, que hayan subidas y bajadas, distintas percepciones, calificaciones y observaciones, pero lo que sí no podemos tolerar es esa pose de estrechez mental a la que me refiero, cuando se critica por criticar, cuando se habla directamente mal de la feria, puesto que este evento en sí mismo, para nuestro país es ya un logro, no reconocerlo es nomás de ciegos.

Es la primera que se realiza en un ambiente ideado para una feria, como lo es el campo Ferial Chuquiago Marka. El año pasado también se realizó, pero estaba recién terminado, de ahí que éste fue su estreno oficial. Construcción que de entrada le dota de la espectacularidad necesaria, además de la comodidad que antes no se tenía y la apertura para que puedan estar presente más expositores de los habituales.

Hoy Bolivia cuenta ya con varias editoriales muy importantes que se preparan para este evento y ofrecen su material al público, no sólo considerando a los autores nacionales consagrados, también a las nuevas generaciones; abren y generan un mercado, en el que el libro de un autor boliviano está siendo no sólo más apreciado también considerado.

Ni qué decir de los libros que nos llegan de afuera, los libreros se esfuerzan por traerlos, aprovechan de las ventajas de importación que genera la Ley del Libro y exponen sus productos, considerando también a todos los tipos de lectores, de ahí que esta versión sea una de las más nutridas. En la FIL La Paz se podía encontrar de todo.

Pero ahí viene la estrechez, la de criticarlo todo, al extremo que se desluzca este esfuerzo, se lo califique de pobre, de lo mismo de siempre, caro y lujoso, se considere a los invitados como un simple relleno, que se desvalorice el esfuerzo literario de los escritores y editores, que se compare la feria con otras del exterior, sabiendo que no tiene ni siquiera sentido hacerlo, porque es nuestra, quizás la más importante del país, tal vez la más grande, hecha por bolivianos para bolivianos. Ese el gran mérito, lo otro, es simplemente “estrechez” de no poder mirar más allá de nuestras narices, sino ombligo.  

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Anatomías
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El factor Unesco

Hace 28 años la UNESCO condenó a Potosí. Temeraria y polémica sentencia que seguro a más de uno inquietara. Sin embargo si planteamos una lectura más amplia a esta oración podremos descubrir que el hecho de haber nombrado a la ciudad de Potosí patrimonio cultural de la humanidad,  significó que se establezca un anclaje colonial que hasta ahora carga negativamente, tal y como lo pudimos ver en los más recientes conflictos alrededor de COMCIPO.

En el escenario de la conflictividad entre COMCIPO y el Gobierno, hemos escuchado una serie de argumentos tanto de ida y de vuelta - más allá de quién tiene o no la razón, del ranking mediático sobre quien venció o perdió-, creo que no se han tocado los temas de fondo. Sostengo, además, que se estaría perdiendo una valiosa oportunidad para sacar a la ciudad de Potosí “hacia adelante”.

Lo que los potosinos no están pudiendo traducir es el concepto de desarrollo que plantea el Estado para Bolivia, en un marco integral, del que Potosí es un departamento más de los nueve que conforman el país. Se está planteando, desde hace casi diez años, la evolución progresiva de la economía boliviana y se lo está logrando con éxito, no podemos dejar permitir que se considere a esta visión unilateral, por tanto Potosí es parte vital de un gran engranaje económico. Así lo demuestra que se haya concebido plantear cuatro ejes vitales para el futuro boliviano: minería, energético, hidrocarburífero y agropecuario.  

Potosí está en los dos primeros, además puede estarlo en el cuarto, con la quinua por ejemplo. El resto de los departamentos también participan a partir de su potencialidad, de ahí el carácter integrador del nuevo desarrollo que se está planteando. Este concepto no está siendo asimilado por los movilizados, porque están priorizando otros elementos, por demás cuestionables, con los fines políticos y partidarios que se hallan detrás de la protesta, elevando consignas como el federalismo, postura que en la que el resto del país no está involucrado.

Cuando los potosinos hablan de desarrollo, en realidad están hablando de modernidad, quieren sentirse ciudadanos del mundo, buscan una Potosí contemporánea, metropolitana, incluso cosmopolita. Que tenga todo lo que las ciudades más importantes de Bolivia tienen, un “mega”, un prado, grandes edificios, avenidas de lujo, tecnología de punta, salas de conciertos, grandes festivales… en fin todo lo necesario para fracturar con esa imagen Villa Imperial con su campamento a lado.  De lo que adolece la ciudad potosina es de una falta de planificación, porque la Unesco lo condenó a no tocar nada, a que todo permanezca tal y como está anclado al pasado, a título de preservar, conservar y restaurar. Con los años, el mito que hacía suponer una gran cantidad de ingresos por el título de patrimonio se diluyó en una herencia colonial hoy trastocada en pesadilla.

Decía que los potosinos y el país, están perdiendo una valiosa oportunidad para plantearse cuál es el Potosí que queremos, el que se debe planificar en torno a un gran plan de desarrollo urbano, económico, social y cultural, dejando de lado el paternalismo asistencial estatal al que nos hemos acostumbrado. Ahora sí, con la participación de todas las fuerzas vivas y cívicas, colegios de arquitectos, economistas, empresa privada, el estado, la gobernación, la alcaldía, entre otros, debemos buscar que los potosinos convivan entre el desarrollo y la modernidad, viviendo del pasado y planificando el futuro.

Anatomias
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¿Potosino soy?

Que un departamento o municipio tenga sus demandas es de lo más normal, que éstas sean utilizadas políticamente otra y que se conviertan en pretexto para instaurar un discurso cívico separatista, raya en un franco atentado contra la unidad de la patria.

Vayamos por partes, desde que se iniciaron las protestas cívicas separatistas, el Gobierno del Proceso de Cambio se está desgañitando en dar a conocer todo lo que ha hecho por Potosí en los casi 10 años de Revolución Democrática Cultural, las exigencias de los cívicos son extremas, buscan resultados a la velocidad de un rayo, parafraseando a la Ministra de Comunicación Marianela Paco, no se puede resolver en cinco años la dura explotación que “sufrió” el Cerro Rico en más de 500; pese a esta lucha contra el tiempo se está trabajando a favor del cerro desde hace rato algo que no se informa.

La intención de los cívicos es no solucionar nada, al contrario profundizar la protesta a partir de la violencia, primero las amenazas a través de la prensa, luego las marchas, ahora el paro cívico con bloqueo de la ciudad y carreteras principales (Sucre/Oruro/Tarija). El siguiente paso es la expansión territorial del conflicto a La Paz, luego buscar alianzas con residentes potosinos. En todas estas fases se halla siempre el contenido violento, la búsqueda de los heridos, los muertos con un único objetivo: lograr que su discurso se convierta en un eje que pueda unir a la debilitada oposición. Comparemos este escenario con lo ocurrido con el Golpe Cívico Prefectural orquestado desde Santa Cruz y organizado por la derecha extrema cruceña. El día de mañana, ojalá que no sea así, cuando empiecen a tomar violentamente las instituciones del estado confirmaran sus intenciones.

La tendencia real en Potosí no es apoyar el paro cívico separatista sino federalista,  si dejaran de amedrentar a los potosinos que buscan recuperar su cotidianidad veríamos si realmente el paro es impuesto o se halla legítimamente dado. Los cívicos hablan a nombre de todos los potosinos, no lo creo, muestra de ello es la radicalización de su discurso, su belicosidad lo demuestra, de lo contrario no evitarían el diálogo, no quieren reunirse con los ministros, luego sólo con el presidente, que cuando los convocan exigen reunirse en La Paz.

En la misma lógica se hallan sus demandas, a un principio fueron seis, ahora son 26, mañana seguramente no sólo podrían incrementarse sino acentuar su inviabilidad, con la intención de no resolver nada, en este contexto aún si el gobierno del Presidente Evo hubiese atendido todas sus demandas, de qué sirve explicarlas si los informes no sirven a los ojos federalistas, todo lo construido es inútil. Así no se puede negociar.   

La lógica confrontacional del discurso de los cívicos es bien sencilla, calificar a todos de mentirosos: el gobierno miente, el estado miente, a Evo le mienten. Se empoderan como los únicos dueños de la verdad. Discurso que construye la absurda falacia del federalismo, que busca recuperar el discurso separatista, intentando hacerle creer a los potosinos que así estarán mejor, cuando en realidad nunca estuvieron tan bien como hoy. Atrás queda el discurso trasnochado y hasta romántico que le cobra al país lo mucho que le dio en más de 500 años de explotación.  

En las redes señalan que Potosí ahora habla en serio, por lo expuesto creo que no, porque los únicos datos serios son las cifras del gobierno de la Revolución Democrática Cultural, son las que claramente demuestran que se hizo más en casi 10 años que décadas de neoliberalismo y colonialismo.

 

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Mamani Ventura

Toda obra creativa tendrá siempre una misma manera de empezar, con un espacio en blanco. Para el artista que le está dando forma es un proceso maravilloso, porque en ella se conjuga lo místico y lo divino,  lo pagano y lo material, un periodo que puede durar mucho tiempo o simplemente unos segundos, proceso creativo que transforma al artista en un semidiós, en una deidad del momento y que luego de haber acabado, cuál dios eterno solo le resta esperar, a que lo mundano del tiempo juzgue, si lo hecho o no, es trascendente.

Conclusiones a las que llegué luego de reflexionar sobre el  trabajo de Rosmery Mamani Ventura, que acaba de exponer en la Galería Mérida Romero en La Paz. La temática de sus cuadros me impactó y cuestionó sobre la esencia de lo que es ser arte y artista, dilema que arrastran las artes desde que se preguntaron cuál es el límite entre los dos protagonistas principales de un acto creativo.

No es fácil encontrarse con la obra de Mamani Ventura, es complejo; exige deshacerse de clichés artísticos, sociales y políticos, porque no sólo retrata la realidad, obliga al espectador a reconocer “algo” con lo que normalmente convivimos y que muchas de las veces negamos como individuos y sociedad. Cada cuadro nos cuestiona sobre lo que es y no es real en nuestras vidas, propone la existencia desde un plano sublime y a la vez subliminal, los rostros que observamos, los rastros de su existencia, nos plantea si son ellos o nosotros los que en realidad estamos en exposición, la tela se convierte en un espejo que podría estar separando no sólo dos particulares maneras de ver el mundo, dos universos: el primero  en el que el todo se halla tal y como debiera estar, mientras que el segundo el todo necesariamente tiene que girar en el sentido contrario a esas manecillas que suelen recordarnos siempre nuestra mortalidad.

Pareciera que Rosmery nos pregunta  a qué dimensión paralela pertenecemos, si  somos capaces de sentir la intensidad existencial de la gente que retrata, aquella que es libre para cuestionarnos desde el lienzo, si su mundo o el nuestro es más palpable:  la resignación de un anciano que agacha la mirada, el rostro de un hombre que observa al cielo, la mirada de un ser que contempla la universalidad de su naturaleza, la curiosidad de un niño por ver qué existe más allá del marco de su retrato o la belleza de una mujer que no deja de recordarnos que la perfección es sólo un mito. Si estas obras fuesen perfectas, aún tendríamos la chance para cuestionar si precisamente el tiempo podrá con ellas o se dejaran desvanecer en la bruma surrealista de ese entorno que amenaza con desaparecerlos.

Luz, sombra, color, realidad y efecto son los componentes principales en la vida, sino obra de Mamani Ventura, así lo/la dibujan sus cuadros, lo cuentan a quienes los visitan y se dejan llevar por esa magia que nos deja caer en un vacío pictórico, es algo así como una larga y delicada caída, que en el ímpetu de su propuesta nos dan no un baño, sino un lluvia de realidad, exquisita y fina, que se deja sentir  con toda la fuerza que un ser puede contener en sí mismo cuando se enfrenta contra la adversidad que significa ser parte de un mundo que se goza siendo material y que en la impostura se dice espiritual.

Mamani Ventura, es el arte que no se ve.

 

 

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La exquisitez

Los bolivianos tenemos dos características que casi siempre complotan contra nuestro desarrollo, somos cortoplacistas y de memoria corta, elementos que han provocamos que metamos la pata. Inútilmente la alcaldía paceña, se ha enfrascado en un debate de mirada corta, al plantear “objeciones” disfrazadas de “regulación” a la construcción de la Línea Blanca de Mi Teleférico, aduciendo argumentos desde urbanísticos y hasta de invasión a la privacidad.

Hablan que el trazado de la mentada línea destruirá el pasaje urbano miraflorino, que años atrás fue diseñado para que tenga puntos estratégicos de apertura visual y recreativa, también se menciona el tema patrimonial, puesto que en la Plaza Villarroel, en el museo que tiene al medio, se hallan murales de Solón Romero y Alandia Pantoja,  hasta aquí podríamos darles la razón, pero no es así, se trata de una impostura.

La alcaldía de La Paz, con el apoyo del desvencijado Colegio de Arquitectos paceño, cual Quijote y Sancho Panza se enfrentan a los molinos de viento, sólo que en esta ocasión no se trata de gigantes que atacan a los hidalgos caballeros, sino obras de necesidad para una La Paz cada vez más asfixiada, que no encuentra más soluciones a los problemas de “transitabilidad” por los aires. Con las nuevas líneas del teleférico mucha gente podrá trasladarse de un punto a otro sin necesidad de ser maltratado.

Podría uno tragarse el cuento visual y patrimonial si las acciones municipales de la alcaldía revillista fueran ciertas, los hechos demuestran que el paisaje urbano no está entre sus prioridades reales,  hay muchos lugares del centro paceño, sin ir muy lejos que se están cayendo a pedazos, bellas edificaciones que valen la pena cuidar, pero no, se hallan sin fachada, se llenan de letreros, no se restaura los colores originales de los muros, se caen a pedazos para convertirse en bloques de cemento sin gusto y grotescos. La alcaldía no está allí.

Defienden a la Plaza Villarroel, que no es otra cosa que un gigante bar, es área insegura, no hay buena iluminación, algunos lugares son mingitorios y basureros al paso, ni qué decir de la Parque Triangular convertido en una gran cevichería al aire libre, en el que los niños tiene jugar en medio de las vendedoras, los helados de canela y  del “popó” de las miraflorinas mascotas. Este es el verdadero paisaje que defiende el municipio. Las dos estaciones del teleférico evidentemente que cambiarían este descuidado escenario.

El propio Emilio Villanueva, uno de los arquitectos que diseño el barrio miraflorino, se enfrentó a mantener las cosas como están, ya sea por añoranza o capricho o a cambiar y plantear una obra que responda a las necesidades de la gente, lo hizo cuando tuvo que derrumbar y adaptar su propia obra, para emplazar sobre ella lo que ahora es la Universidad Mayor de San Andrés, el Monoblock, creando así un estilo arquitectónico andino que ha resuelto la vida de miles de universitarios. 

Este debate no es nuevo, es más viejo de lo que pensamos, casi siempre ha ganado la modernidad, porque entendemos que por encima de la exquisitez de los que priorizan la banalidad de la estética, se hallan las necesidades reales de la gente, de los que  viven a pie y cotidianamente luchan por llegar a sus pegas, regresar a sus casas rápido, que los traten como personas,  no como ganado, por “arriba" de todo esto no está lo exquisito. Lo que la alcaldía paceña está haciendo es condenarnos una vez más al minibús y lo que es peor, no se dado cuenta que La Paz está cambiando. 

 

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Qué demonios

Desde hace varias semanas,  voy leyendo una serie de noticias por demás bizarras, que en los Simpson se predijo la corrupción en la FIFA, que Famly Guy vaticinó que el padrastro de las Kardashian se transformaría en mujer, ante tanta coincidencia llego a la conclusión que ver estos “dibujos” es la clave que necesitamos para entender el mundo sino la parodia de sociedad en la que nos hemos convertido.

No deja estar de estar en el trasfondo social el actual rol de los medios de comunicación, en su contenido informativo podemos encontrar noticias que en sí mismas pareciera que son una parodia real de nuestra cotidianidad sin necesidad de animarla o trasladarla a un escenario del teatro popular. Son noticias que se traducen en una alerta de lo mal que estamos, lo triste es que no se busca ver más allá del simple hecho, sino que se goza en dar vueltas sobre un mismo eje noticioso: lo inusual.

Noticias sobre cómo unos niños jugaron a secuestrar a su amigo y lo mataron, cómo un sujeto planificó usar a su novia para matar a sus hermanas en busca de la herencia familiar, la triste historia de una niña que encontró a su mascota perdida cocinada y lista para servirse en restaurante, la historia de éxito de una pareja de fisiculturistas que en el colegio sufrieron bulling, el amor de la ex de Ronaldo con Blatter o las extrañas muestras de afecto del propio Ronaldo a un amigo con tan buen físico como él (vea las fotos), son informaciones que encontramos en cada segundo de navegación por las redes y que luego las vemos en la tele o escuchamos en la radio. Confirmando así que si estamos practicando con más intensidad la vieja máxima para descubrir – o convertir - qué es o noticia o no: “Si un perro muerde a un hombre…”

Insistimos en mantener una mirada compasiva sobre el hecho y no en tratar de informar/comprender por qué se están dando estos hechos y cuáles los motivos que lo provocan, si lo hacemos le ponemos el mote de informe especial, noticia a profundidad y hasta reportaje, creyendo que la simple entrevista a un experto sobre el tema nos va a revelar lo que nuestros ojos no pueden ver, lo más patético en todo este tratamiento informativo es que prevalece una postura conservadora que todavía entiende a la sociedad como un perfecto reflejo de la Familia Ingalls o de la Familia Coca Cola, aquella que muy feliz se sienta en la mesa a compartir su almuerzo con una gaseosa como eje de bienestar. En los hechos, las familias ya ni siquiera se ven a la hora de almorzar, no todas están completas, algunas son disgregadas, otras son parches, al estilo de los tuyos, los míos y los nuestros, es más ya no beben gas carbónico, sino agua porque y si hay pollo es porque es un día especial.  Estas familias reales, no están en las noticias.

Hace poco en el auditorio de Los Tiempos se llevó adelante un encuentro en el que sí se habló de periodismo, leía las conclusiones a las que llegaron en el muro de una amiga, me llamaron la atención los siguientes puntos: Establecer que los que enseñan periodismo deben ser periodistas, promover una posición más crítica hacia medios y universidades a fin de que la sociedad sea menos permisiva con la mediocridad,  esforzarse en mejorar el estándar de calidad en formación, necesidad de especializar periodistas en las universidades. Deduzco que en las carreras de comunicación no se está enseñando periodismo. Que reconozcamos nuestros males es un avance, que llegue a los noticieros otra. Mientras tanto Homero Simpson seguirá siendo nomás un referente.

 

 

 

 

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La batalla de Enrique

Enrique Salazar, el conductor del Que No Me Pierda, fue el encargado de echar por la borda todos los argumentos sobre los intentos de coartar la libertad de expresión desde el Estado. La reacción desmedida que tuvo contra la Ministra de Comunicación, Marianela Paco, es un franco reflejo del exceso, sino libertinaje de expresión que campea en el país.

Diseccionando lo ocurrido en dicho programa confirma el triste nivel en el que se halla gran parte de la televisión nacional, no generalizo porque existen afortunadamente espacios en los que sí se ejerce un periodismo responsable. No sólo se promueve, sino que se consolida una visión conservadora, colonialista, discriminatoria y hasta de odio, si es que no es “racismo” desde el ejercicio periodístico.

Salazar en primer lugar maltrató a su invitada, no respetó la norma básica de este género, el diálogo, la batalla de ideas, se dedicó prepotentemente a gritar, a no permitir retruque alguno y buscó imponer su verdad, como si en ese espacio estuviese prohibida la disidencia o que alguien piense lo contrario a Enrique, quien se ubica en un plano de “Homo Superior” cuando afirma que: “Usted no me va a enseñar a hacer comunicación, ¿Cuándo hizo periodismo? ¿Cuándo fue eficiente usted en el periodismo? Así que no me venga a pasar clases a mí de qué tengo que comunicar y cómo comunicarlo”.

¿Qué se cree Salazar? ¿Un referente? Con esa actitud de hecho no lo será nunca, porque además perfila su espíritu conservador, sino colonial, cuando se queda sin argumento esa impotencia provoca que apele a su supuesta superioridad académica cuando señala: “Que le vaya bien, lea en la noche, va a tener tiempito, va a entrar con mejor a los medios de comunicación y a la reunión con el Presidente Evo Morales”. Todo un exceso. A mí me sucedió algo similar, cuando discutía con una vecina sobre lo peligrosos que pueden ser sus perros ante los niños dentro del ascensor, por mucho que considerara que “no muerden”, al final la señora me mandó a que vaya estudiar a la universidad ¿Discriminación o racismo encubierto?.

La actitud discriminadora de Salazar se refuerza mucho más cuando afirma que: “Yo no quisiera que mi hijo vaya al cuartel y sea panadero, respetando a los panaderos”. Una bonita forma de validar la discriminación encubierta en una acción disimulada. Podríamos entonces afirmar que “con las disculpas de los perros, ese animal es todo un perro”.  Pero no se detiene ahí, cuando califica al país como “pichicatero”: “Si hacemos pichicata en todas partes y está focalizada en una sola zona…”, luego en distintos momentos se pregunta: ¿Qué se produce en el Chapare?, ¿Qué se produce en Yapacani? Todos los que viven en esas zonas a sus ojos son pichicateros, no existiendo otro tipo de “desarrollo” en la zona.

La mirada de Salazar niega también el nuevo rol de las Fuerzas Armadas, quizás quiere recuperar aquella deformación a la que los sometió la dictadura y el neoliberalismo, cuando el pueblo era el enemigo interno. Este periodista no concibe esa nueva relación, cuando el uniforme reconoce que lo está usando una persona que a su vez representa al pueblo. Para Salazar, los soldados tienen que estar en la frontera, no luchar contra quienes sí quieren dañar al pueblo, puedo inferir que es capaz de justificar que baleen a los panaderos movilizados, en vez de hacer el pan que las familias necesitan. Olvida que ahora los soldados se tecnifican en los cuarteles, que hacen carreteras, luchan contra las inundaciones, auxilian a la gente, pagan el Juancito Pinto.

¿Será posible que los círculos periodísticos, medios de comunicación y demás instancias censuren a Enrique Salazar? Si son verdaderos defensores de la libertad de expresión y autocríticos tendrían que reconocer los excesos de este conductor, que más allá de su histrionismo protagonizó un acto de discriminación. Todo indica que no. Hasta donde he podido ver, los medios están resaltando la confrontación, debatimos sobre la forma y no el fondo, porque los periodistas somos el sector al que menos le gusta mirarse al espejo.

 

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La tinellización

Semanas atrás un compañero periodista en medio de una debate político/periodístico se preguntaba si a la dulcera de la esquina le importaba saber cuántas “Cumbres de las Américas se han dado o si era importante que en la última haya habido o no declaración final”,  esa pregunta o si se quiere sentencia, me dejó pensando en la audiencia, en la pastillera porque a partir de esa lógica estaría nomás condena ver el show de Marcelo Tinelli todo el día.

Podríamos  considerar entonces que la lógica del camarada prácticamente ya se ha impuesto en la gran mayoría de los contenidos de los medios de comunicación, con solo hacer zapping nos podemos dar cuenta de qué clase de televisión, radio o prensa escrita estamos consumiendo, todo responde a la misma tendencia, a una visión “tinéllica” de los medios.

Desde que Marcelo Tinelli apareció en la tele, lo hizo primero en la radio, planteo un eje comunicacional diseñado para adormecer la conciencia crítica de la audiencia, nos presenta un amplia gama para divertirnos, pasarla bien y dejar de pensar, consigue que nos colguemos sobre cómo le va a uno u a otro personaje farandulero en su esfuerzo por ganar y no es que ShowMatch sea el creador de esta tendencia, se trata de una manera precisa de hacer comunicación en el mundo, el entretenimiento como concepto por encima de la información y la educación.

Esta manera de eliminar una visión crítica  provoca que la gente entienda y acepte a estos personajes como referente de lo que debe ser y hacer la sociedad, imponiendo no sólo modelos de conducta, culturales y de razonamiento, que tienen como objetivo banalizar toda percepción crítica de la realidad, asignando una manera de pensar en base al uno más uno es dos y en la que no se acepta ningún análisis e interpretación. Hace tiempo en Argentina se le daba a Marcelo Tinelli un importante premio cultural, no faltaron las críticas a este acto, que se lo haya hecho implica cuán de importante se considera la emisión de estos contenidos porque reemplazan espacios realmente culturales que suelen exigirle a la audiencia mayor concentración y razonamiento, a contra ruta de los otros, que simplemente piden predisposición para burlarse de los otros y de nosotros mismos.

Esta manera de entender a la comunicación masiva se ha impuesto en nuestro país, ajenos a todo debate crítico de la realidad política, social o económica, nos han condenado la obligatoriedad de consumir a Tinelli travestido en un concurso de imitación, en otro para bailar en la que te hacen famoso o usan a los “famosos” como excusa para hacerte creer que detrás de estas propuestas existe un corazón solidario que piensa en los pobres y en los niños. Hace poco en una red utilizaban de rating a los gordos y a los niños, a sus necesidades y ansiedades.

A este triste panorama se suman los muchos programas de entretenimiento que surgen como plaga por todo lado y a toda hora, no sólo el formato Tinelli se ha reproducido también muchos se han transformados en Tinellis, convencidos que con solo hablar chistoso, reflexionar convencionalmente, reproducir valores conservadores, fortalecer la mirada colonial regando de ironías su performance, es más que suficiente para liderar el rating y convertirse en parte de la farándula que tiene como propósito sembrar superficialidad. Se añade también una mirada sensacionalista de la noticia, en base a la transmisión continua de una dialéctica del miedo que tiene como propósito aterrorizar a las audiencias.

En el marco del 10 de mayo, del día del periodista, vale preguntarse si estamos dispuestos, los periodistas y los medios de comunicación a plantear una propuesta inteligente a las audiencias, que implique el reto de crecer en contenidos, de madurar en conceptos que nos ayuden a entender nuestra realidad o simplemente estamos diseñando espacios para que los y las bolivianas tengamos que resignarnos a consumismo el Tinellismo como si se tratara de una biblia comunicacional a la que no podemos cuestionar porque el rating y la banalidad venden.

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Juego de tronos para Felipe

Fue todo un mensaje el regalo que Pablo Iglesias, líder de Podemos, le hizo al españolísimo Rey Felipe VI, la colección de la exitosa serie Juego de Tronos. La foto que retrata el momento es por demás interesante, un rey alto,  y pulcramente vestido y que mira desde arriba, recibe la caja con las cuatro temporadas en alta definición de un líder político en camisa, sin corbata y una larga melena, en el espacio del Parlamento Europeo. El monarca sonreía diplomáticamente, mientras que el político tenía en el rostro una sonrisa franca y burlona.

La foto se viralizó en segundos, también se hizo noticia, la acción política de Pablo Iglesias  impactó en toda Europa e incrementó las ventas de la serie, por lo que significa y representa. Sin ánimo de comparar, en el mundo político se han hecho muchos regalos entre presidentes,  por ejemplo el que le hizo Chávez a Bush, cuando le obsequió las Venas Abiertas de América Latina de Galeano, o el que Evo le hizo a Condoleezza Rise, cuando le dio un charango boliviano que luego abandonó.

Juego de Tronos, es una serie de alto impacto, que narra la caída y sobrevivencia de una casta familiar que se halla en el poder desde hace años, esta lucha es parte de otra más grande en la que otros reinos también están detrás del anhelado trono, para ello juegan políticamente y mueven sus fichas buscando obtener triunfos en una guerra constante de posicionamientos y búsqueda del poder, no importante cuán grande o chiquito sea, lo valioso aquí es tener uno, porque de ello depende la vida misma, siempre efímera y fugaz.

La narrativa creada por George R.R. Martin es una versión descarnada de lo que en su momento significó la Trilogía del Señor de los Anillos, salvando las distancias, recupera ese universo y lo plantea en un escenario propio para adultos, para aquellos que suelen comprender nuestra realidad en un escenario distinto, desde una óptica y perspectiva de alto vuelo, en este mundo la realidad convive con la fantasía.

Que Felipe VI se siente a ver Juego de Tronos y empiece a comparar las tramas de esta seria con la suya propia, que implique a su real familia, para luego proyectarse en el continente europeo comparando su reinado con otras monarquías ya es un hecho, que vea a sus súbditos pobres y harapientos viviendo de los favores de la realeza es algo, al menos el obsequio de Pablo Iglesias lo incomodará unos días sino unas horas, si es que decidió como Condolezza dejarlo olvidado o se lo pasó a un agradecido funcionario que sí lo disfrutará.

El box de Juego de Tronos es para los revoltosos el mejor regalo que podía dársele a un rey, a ver si así se ubica que en este mundo ya no es querido más allá de las revistas y medios rosa, que se dedican a cubrir la superficialidad de una familia que ha perdido vigencia y glamur, prensa banal que fomenta la idolatría a un pueblo que está cansado de ver cómo otros viven con la riqueza que por derecho les pertenece.

Volviendo a la serie, su impacto cultural y ahora también político, puede llegar a considerarse como una lección magistral de cómo están las cosas en el mundo, cómo se maneja el poder y qué aspectos debemos cambiar, sino aprender.   No por nada se afirma que el mejor cine está en la televisión y que las buenas historias son para nosotros espacios ideales para entender cómo está el planeta y en qué devaneos anda más allá de las páginas sociales y de cotilleo.

   

 

 

 

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UN y el síndrome del colgamiento

Más de un ingenuo habrá calificado de absurda la posición del gobierno boliviano al censurar las palabras de Doria Medina, cuando señalaba que en El Alto querían colgar al Presidente Evo como a Villarroel, repasando los hechos históricos, especialmente desde la mirada de los “vencidos”, nos podemos dar cuenta que la situación no es tan metafórica como lo señala el exministro neoliberal.

Para tristeza de los bolivianos y de las nuevas generaciones, aún son mínimas los intentos del Estado boliviano, que buscan enseñar la historia con otros ojos, con una mirada descolonizada principalmente, debido a que la manera en la que nos la cuentan, no es precisamente justa, equilibrada, sino tergiversada, manipulada y hasta sesgada, nos relatan una historia incompleta, siempre desde el punto de vista del ganador, del poder y vale aclarar que el poder lo detentaron los oligarcas, los ricos, los empresarios y los políticos, representados por una casta/élite que consideraba a Bolivia como su finca, en la que los pobres no tenían otro derecho y obligación que seguir enriqueciéndolos, esos millonarios en su mayoría fueron los que escribieron la historia según lo demandaba su conveniencia política y social.

Cuando Doria Medina habla de Gualberto Villarroel, no pondera los hechos de su gobierno, se refiere estrictamente a su muerte, reproduciendo una consigna social que a lo largo del tiempo se fue asimilando a una sentencia de castigo para aquel sujeto/presidente que no hizo bien las cosas, con el tiempo la historia republicana sentenció a los malos gobernantes como Villarroeles y además utilizó lo sucedido como un recurso extremo de amenaza, no en el sentido del “si no haces bien las cosas”, sino en la lógica del “tienes que hacer las cosas como nosotros queremos que las hagas”, para Samuel “El Presidente colgado” era “malo”.

Villarroel en su gobierno hizo muchas cosas que a la larga le costaron la vida, que vistos con ojos del siglo 21, son de los más normales y que en su tiempo fueron condenados, Ergo, es una mirada republicana que Doria Medina quiere ahora reproducir. Gualberto Villarroel fue un héroe de la Guerra del Chaco, en su gobierno permitió a las mujeres votar, abolió la mita y el pongueaje, desde aquel “fatídico momento” los ricos se vieron obligados a pagar a la servidumbre, también convocó al primer Congreso Indígena en La Paz, esta ciudad en la que los indios debían cambiar por la calle junto a los animales, se llenó de campesinos para afrenta de los únicos seres humanos que sí podían hacerlo por la acera, en su condición de sociedad.

Por si fuera poco, se negó regalar nuestros recursos, el estaño a los gringos, porque un país pobre no debería hacerlo, los norteamericanos ante tanto avance político y social no quisieron reconocer su gobierno, era imposible en la década de los cuarenta considerar a los indios sujetos con alma y menos con derechos. La oligarquía minera que se vía afectada por estas medidas, tejió una guerra mediática en contra del presidente, construyeron protestas sociales que lo obligaban a asumir medidas radicales contra la gente, se dice que Villarroel señaló que “no era enemigo de los ricos, pero sí más amigo de los pobres”, desde su visión entendió que el país no podía crecer si no aceptaba a los indios como parte estructural de Bolivia.

Si hacemos las comparaciones con los “hechos del sujeto histórico” que significa Evo Morales, encontramos que los logros políticos, económicos y sociales logrados en el Proceso de Cambio y ahora en la ruta del socialismo comunitario, responden estrictamente a la demanda de las necesidad de los “vencidos”, de aquellos a los que la historia eliminó de sus registró y si los citó, los consideró siempre como una masa amorfa, sin criterio y ni derechos.

Doria Medina, representa para esa vieja historia y la actual, la misma oligarquía que estuvo y está en contra de los avances, que rechaza la incorporación de los sectores olvidados y postergados, que no está de acuerdo con una Bolivia digna y soberana, que proyecta un rechazo a todo logro social, económico y político en el que no se considera la inclusión de los pobres, que en la actualidad no son otra cosas que los indios, la indiada que hoy nos gobierna, razón por la que Samuel y compañía llegan a convertirse en la reencarnación de la rosca minera que colgó a Vilarroel, que busca castigar a Evo y que entiende a todo cambio digno de ser quemado. ///

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