Factura o muere
En más de una ocasión mi autodidacta ser se ha jactado de no tener título, pero sí de contar con un NIT, tengas cartón o no, en el mundo real lo que pesa y se paga son los impuestos, no se puede existir sin tener los tres últimos números adosados a tu cédula de identidad que definen además la fecha en la que cierras gestión, haces balance, porque si no lo haces simplemente haz muerto.
En más de una ocasión mi autodidacta ser se ha jactado de no tener título, pero sí de contar con un NIT, tengas cartón o no, en el mundo real lo que pesa y se paga son los impuestos, no se puede existir sin tener los tres últimos números adosados a tu cédula de identidad que definen además la fecha en la que cierras gestión, haces balance, porque si no lo haces simplemente haz muerto.
Las cosas son complicadas a la hora de meterse con los impuestos, es bien facilito sacar un NIT, lo difícil es entender qué hay que hacer después, porque se vienen los formularios y las decenas de normas que empiezan a arrinconarte contra la pared arrepintiéndote a gritos el haber sacado uno. Desde que obtuve mi NIT, si bien pude empezar a hacer negocios, especialmente con el Estado, también comenzó mi calvario, impositiva cruz que me ha traído más de un dolor de cabeza.
Con el NIT a cuestas, sin saber muy bien en qué rollo me metía, las pasé de Caín, para empezar me tocó vivir la transición de lo manual a lo digital. Todo un lío, con la tarjeta Galileo y sus claves. Pese a que iba cumpliendo con la ayuda de una asistente, los problemas con el SIN no dejaban de tocar a mi puerta. En una ocasión se me venció el talonario de facturas y tenía la prisa por emitir una factura, fui a Impuestos a pedir uno nuevo, la mujer de la ventanilla me preguntó mi dirección, le dije ingenuamente que era la misma de siempre, en segundos la mirada de la funcionaria se clavó en mí y me acusó de mentiroso, me contó que el inspector había ido a mi casa y no la encontró, tuve que confesar que me había trasladado de casa, media cuadra más arriba, detalle que no valió, porque me llegó la primera condena, una multa en UFVs que no dejaban de crecer y pagué rapidemente, obteniendo las facturas días después. Lo que debería importarles es que se pague, se viva donde se viva, no dejo de sentirme robado.
En otra ocasión, me llegó una más dura que casi me deja en quiebra, detectaron cinco años después, tres pinches facturas truchas que habíamos descargado. De hecho, no sabíamos que eran falsas, así que se nos vino la segunda condena, otra multa en UFVs, que pagamos sin derecho a explicación alguna, porque así la norma lo establecía, lo triste fue que la multa empezó a correr desde que la factura entró al sistema, se imaginarán el monto, como consuelo nos dijeron que teníamos un descuento, no en todo, sólo en los intereses anuales, o sea que casi nada. El tercer coleron se dio cuando detectaron que debíamos un balance, revisamos y los teníamos todos, fuimos a reclamar, nos explicaron que debíamos haber presentado el primero con cierre en marzo y no en junio, así que teníamos en deuda uno de tres meses. Aparte de la multa en UFVs, pagamos a la contadora un nuevo balance y se arregló el lío mágica y económicamente.
Ahora estamos, mi asistente y yo, un poco asustados, porque los Fundempresa nos han dicho que debíamos haberles avisado que cambiamos de rubro y que les debemos un balance, pese a que en el SIN todo está bien. Quién sabe si nos están choreando o ya tenemos la multa de UFVS, encima se nos extravió un papelito, revisamos toda la “home-office” y nada, tengo dos hipótesis: no nos lo dieron en su momento o se perdió nomás, de todas maneras me preparo para preguntar: ¿Cuántos ¡”#$%&/ Ufvs debo? Con tanto gasto, pareciera que trabajo para pagar impuestos y no para mis hijos, será por eso que cada fin de mes me sueño con el régimen simplificado, a ratos la ley no es para todos igual. ///