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De tal manera amó Dios al mundo…

¿Cuál es el significado de la Navidad? Para unos, el ansiado día de recibir y dar regalos; para otros, la esperada cena de Nochebuena en familia; para los creyentes, el día en que el Hijo de Dios nació como hombre en el mundo. ¿Qué es la Navidad para Ud.?

El recuento histórico ha develado que diciembre no fue el mes en el que un niño llamado Jesús nació en Belén hace 2014 años. Sin embargo, tal hecho fue tan trascendente que literalmente partió en dos la Historia, al extremo que en el calendario occidental se dice hoy “antes de Cristo” y “después de Cristo”. No podía ser de otra manera porque no fue un serafín, un querubín, un trono, un arcángel o un  simple ángel quien fue enviado desde el Cielo a la Tierra para llevar a cabo la mayor obra de amor de la que se tenga memoria. Quien estaba destinado para quitar el pecado del mundo debía ser alguien muy especial, santo y perfecto: ¡Jesucristo!

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”, dice Juan 3:16, el versículo más importante de la Biblia porque nos revela varias cosas.

Primero, el excelso amor que tiene el Padre por su creación, como para llegar a sacrificar a su único hijo por Ud. y por mí. Segundo, la infalible obediencia de Jesucristo, hasta su cruenta muerte en la cruz. Tercero, la revelación de que la salvación del alma no se logra por obras sino por creer en Jesús. Y, que hay una vida eterna de condenación o gloria. Pero pocos recuerdan esto en Navidad.

Es más, en la generalidad de los casos dicho acontecimiento representa el festejo de un cumpleaños donde el cumpleañero prácticamente está ausente. Además, la mayoría celebra el nacimiento de Jesús sin reparar que esta parte de su vida no fue en verdad la más importante, como de cierto lo fue su muerte y mucho más, su resurrección.

Pocos se dan cuenta que no fue el niño Jesús quien hizo la gran tarea sino más bien Jesús-hombre en el Monte del Calvario: torturado, para darnos la sanidad, por su cuerpo llagado; crucificado -hecho maldito en la cruz- para quitar la maldición de nosotros; muerto, derramando su preciosa sangre para redimirnos; resucitado, para dar vida a quien lo confiese como su Salvador y Señor; y, glorificado, para darnos vida en abundancia en esta tierra.

Si Dios le amó de tal manera que sacrificó a su Hijo para que sufriera lo indecible por Ud. -si aún no lo ha hecho- dígale en esta Navidad: ¡Jesús, te acepto como mi Salvador y Señor!

(*) Pastor del Centro Cristiano Evangélico Casa de Oración

 

Fuente: “El Deber”                                                                                                    

Santa Cruz, 24 de diciembre de 2014

Buscando la Verdad
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Sin paz en la Tierra

Aunque tengas todo el año para pensar en ello, es difícil escribir un artículo en estas fechas. Y es difícil porque, por una parte, la etiqueta, que suele sobreponerse a la ética más de lo que quisiéramos, señala que debemos de hablar de la Navidad y, por ende, de paz en la Tierra para los hombres de buena voluntad.

¿Realmente hay hombres de buena voluntad? ¡Sí! Puede que sean la (s) excepción (es), que es (o son) la (s) que confirma (n) la regla, pero ahí están, escasos pero presentes, dispuestos a renovar nuestra fue en la humanidad.

Los hombres de buena voluntad son los que prodigaron los abrazos más sinceros la medianoche recién pasada. Quizás no dieron regalos pero repartieron buenos deseos. En ocasiones, miraron a los ojos antes de estrecharnos en sus pechos y transmitirnos temporalmente su calor que hizo innecesario el “¡felicidades!” que soltaron junto a nosotros.

¿Y realmente puede haber paz en la Tierra? Ahí las cosas se pueden poner difíciles. Es posible que el primer presidente mulato de Estados Unidos (y que oficialmente oficia de negro) le haya puesto una gota de sebo caliente a la última guerra fría que queda del siglo XX pero no por eso se ha levantado el bloqueo económico a Cuba que, más que asfixiarla económicamente, le insufla tanta dignidad traducida en billetes que la revolución de los Castro sigue vivita y coleando, aún cuando el ícono eterno del Che ya sea más moda mal comprendida que un símbolo de rebeldía.

Es difícil hablar de paz en una tierra (sin mayúscula) que es gobernada por un verdadero originario, a quien sus acólitos no quieren llamar “indio”, que confunde la justicia social con la repartija de recursos públicos y, al hacerlo, malacostumbra a la gente a esperar dádivas en lugar de trabajar para vivir.

Es difícil hablar de paz en una tierra (sin mayúscula) que es gobernada por un verdadero originario, a quien sus acólitos no quieren llamar “indio”, que confunde la justicia estatal con la venganza y utiliza el Poder Judicial (ahora llamado apropiadamente “órgano”) para castigar al que piensa diferente.

Sí. Es difícil hablar de paz en la Tierra y en la tierra (sin mayúscula) para los hombres de buena voluntad porque la historia ha probado, al igual que los hechos que se suceden día tras día, hora tras hora, minuto tras minuto, segundo tras segundo, que los hombres de buena voluntad pueblan la Tierra y la tierra (sin mayúscula) pero no la gobiernan.

Los que gobiernan la Tierra y la tierra (sin mayúscula) son los hombres de mala voluntad, los malos, los perversos, aquellos que son capaces de torcer todo un sistema judicial para sentar la mano a los disidentes, a los enemigos y a los que piensan diferente. Aquellas almas ruines que ni siquiera tienen empacho en enrostrar su enfermedad a un enemigo y exponerlo ante su sociedad.

Paz, entonces, en la Tierra y en la tierra (sin mayúscula) a los hombres de buena voluntad, los que no gobiernan, y elevemos una oración al Creador recién nacido para que un día no sólo traiga paz sino también luz a los hombres de mala voluntad, aquellos que, por razones que nunca termino de entender, son los que nos gobiernan.

 

 

  

Surazo
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Precios del petróleo y producción del gas natural en Bolivia

En un artículo publicado en Bolivia y Estados Unidos (EEUU) hace poco más de dos meses, argumenté que habían al menos tres razones  para pensar que la baja del precio del petróleo no era circunstancial, sino permanente. Estos planteamientos se referían a que:

(i) La actual deflación en China aumentaría la desaceleración de su economía, junto con la decisión del gobierno chino de introducir vehículos eléctricos en su parque automotor para paliar los altos niveles de contaminación ambiental y polución del aire, derivarían en una menor demanda y precio del combustible fósil;

(ii)  el boom del gas de esquisto en EEUU habría conducido a una caída en el precio del petróleo por efecto de un aumento de la producción del mismo ya sea porque un ascenso de este tipo de producción de gas resulta al mismo tiempo en un incremento de petróleo de esquisto o debido a que una parte importante del exceso del gas de esquisto se convierte en diésel, reduciendo la demanda y las importaciones de petróleo de EEUU; y

(iii) el agravamiento del cambio climático habría apurado la sustitución del petróleo por energías renovables y no renovables alternativas y la electrificación de la industria automotriz en el mundo que estaría comenzando a reflejarse en una disminución de la demanda de diésel y gasolina.

Un mes y medio más tarde, mi contribución fue complementada por un artículo difundido el primer día de diciembre de este año por el Washington Post de EEUU como sigue. En primer lugar, se añadió a mi explicación una causa inmediata relacionada con la decisión a finales de noviembre de este año de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) de no reducir su producción de petróleo para mantener su cuota parte en el mercado, que dio lugar a una caída aún mayor del precio del energético.   

En segundo lugar, a la posible disminución de la demanda china se agregó evidencia sobre una reciente caída del consumo de petróleo en Europa y Japón; con información proveniente de la Administradora de Información Energética (EIA, en inglés), se informó que en la actualidad y gracias a la revolución del petróleo de esquisto, EEUU estaba produciendo dos veces más petróleo que hace unos diez años y que otros países (Canadá, Rusia y Siria) habían empezado a producir más petróleo, lo que habría influido en los precios; y se reforzó mi argumento acerca de la electrificación de la industria automotriz global con datos (también provenientes de la EIA) sobre el uso de menos combustible en vehículos en EEUU en 2014 respecto a 2008.   

La reacción del gobierno no se dejó esperar. De inicio, las autoridades del área económica y YPFB minimizaron la caída de los precios internacionales del petróleo, insistiendo en que se trataba de un fenómeno coyuntural. Luego, sostuvieron que, aun si así sucediera, la economía estaba blindada para enfrentar la crisis. Por último, como ninguna de estas posiciones pareció muy convincente en la opinión pública, el presidente del Estado se vio obligado a salir al paso para reconocer el fin de la bonanza e instar a debatir sobre la economía.

Al parecer, esta última intervención del primer mandatario de Bolivia no fue del agrado del ministro de Economía y Finanzas Públicas quien en un reportaje publicado ayer por  Página Siete intentó retomar el control de la situación. Veamos a continuación lo que dijo el ministro.

El ministro criticó duramente “los análisis pesimistas sobre el descenso de cotizaciones del energético como si fueran algo nuevo”, señalando que en 2008 el precio del combustible fósil declinó de 140 dólares el barril a 30 dólares el barril, “una caída mucho más pronunciada que la de las últimas semanas”, agregando que “una cosa es ver el precio, pero no sólo se puede ver esto, sino hay que ver el volumen”, a tiempo de sostener que en  el Ministerio de Economía han sido conservadores tanto en precio como en volumen, pero que “la economía puede producir y exportar más volumen  y es lo que compensaría una caída en el precio del petróleo”.  

Es cierto que en julio de 2008 la cotización del barril del petróleo alcanzó los 145,15 dólares y en diciembre de ese año cayó a 30,28 dólares. Sin embargo, el ministro se olvidó de decir que al año siguiente el crecimiento del PIB se desplomó de 6,15% a 3,36%. Por tanto, tiene razón el ministro al decir que este descenso no es nada nuevo, pero sería bueno también que reconociera el efecto que esta caída podría tener sobre el crecimiento del país.

Es más, el ministro se olvida de un detalle fundamental: Que la producción de los hidrocarburos en Bolivia está en manos de empresas extranjeras y que es posible comprobar con datos referidos al período 2001-2014 que hay una correlación altamente positiva (0,88) entre el precio internacional del petróleo (WTI) y el volumen de producción promedio de gas natural en nuestro país. Es decir que, normalmente, el volumen de producción de gas natural subirá sólo cuando aumente el precio internacional del petróleo. En consecuencia, resulta muy improbable que ante una tendencia de precios hacia la baja, los operadores transnacionales se interesen en incrementar los volúmenes de producción y menos aún si no existe el mercado ni la infraestructura productiva para ese incremento de producción.

 

 

* Analista de la economía de la energía

 

minergia
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Atentado contra Evo Morales

¿Cuándo se le perdió el respeto a Evo Morales? Cuando él mismo (con sus dichos y hechos) devalúo la imagen presidencial, podría ser la respuesta. Ahora un juez de Cochabamba trata de restaurar el respeto que se merece un primer mandatario nacional.

La noticia, quizás por el feriado navideño, pasó para los medios nacionales bajo la mesa, no así para la prensa internacional que destacó que Morales virtualmente tuvo que huir de una poblada nada menos en un territorio que se considera suyo: El Chapare cochabambino.

Si lo ocurrido hubiera sido en Venezuela, esta es la hora en que los medios oficialistas estarían denunciando a los cuatro vientos un “intento de magnicidio”. En Bolivia, donde el gobierno también es devoto de la hegemonía comunicacional, la sangre no llegó al río. Algo raro.

Morales, autoritario como es, ha decidido nombrar a dedo a los candidatos de su partido para las elecciones regionales (subnacionales, la llaman en Bolivia, aunque la palabra no figura en el diccionario de la Real Academia). Hasta el martes pasado le había ido bien.

Algunas discordias fueron aplastadas por el aparato propagandístico del gobierno, abocado a respaldar los caprichos del mandante, así sea  manoseando inclusive la eventual visita del papa Francisco a Bolivia en 2015, noticia lanzada por Morales y de la que no habla con mucho entusiasmo (porque seguramente no tiene seguridades de un 100 por 100), la Jerarquía Católica.

(Recordemos que el Papa ni siquiera tiene programado un viaje a Argentina, su país natal, sino hasta el 2016 cuando se celebrará en Tucumán el Congreso Eucarístico Nacional y el Bicentenario de la Independencia Nacional).

El martes pasado Morales acudió al Chapare, cuyos sindicatos de cocaleros lo tienen como su presidente desde hace más de 10 años, para anunciarles los candidatos a las alcaldías lugareñas. Algunos cocaleros se disgustaron con la “dedocracia” y pidieron ser ellos quienes los nombren. Morales fue abucheado y confrontado porque los asambleístas lo veían ahí, no como mandatario nacional, sino como líder sindical.

Ante el alboroto, Morales decidió dejar la reunión, a lo que se opusieron algunos cocaleros que exigieron se le impidiera la salida. Hay versiones de que el vehículo blindado presidencial fue blanco de una serie de objetos lanzados por los asambleístas más enardecidos.

Ahora el juez Leandro Diaz ordenó la detención de los cabecillas de la asonada, Elmer Lizarazu y Herbert Valencia, acusándolos de los delitos de “instigación a delinquir, asociación delictiva, organización criminal, impedir y estorbar el ejercicio de funciones, privación de libertad y atentado contra el Presidente”. Casi nada, pues.

Realmente parece una exageración para lo que simplemente fue una falta de respeto al cargo. ¿Pero quién se los buscó: El Presidente o el líder sindical? Y lo paradójico es que haya ocurrido en una zona de gente incondicional a Morales, tanto que alguna vez él aseguró que las mujeres embarazadas del lugar pintan sus barrigas con el lema: “Evo cumple”. Así nomás son las cosas.

Tierra Lejana
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Cine político a la boliviana

Todo indica que el oficialista hará uso de su derecho humano de pegarse un tiro en el pie izquierdo con tal de seguir ganando elecciones y que el opositor acabará bebiendo arsénico por el placer de verse morir con estilo. (Vaya al baño mientras explotan las pipocas, acomode sus posaderas porque, sea western o de terror, la película suceso de taquilla en los últimos diez años está por comenzar).

A los semicalvos del MAS no se les mueve un pelo, ni siquiera con el desplome del precio del petróleo. No tienen empacho estos actores de medio pelo a la hora de decir que la coyuntura no afectará a gobernaciones, municipios y universidades.

A los guillotinados de la oposición —como al piojo tuerto—, ni ese contexto les sirve para atender el clamor de renovación de un importante segmento del electorado (el 38,97 % de los votos válidos en las últimas elecciones no fueron para Evo Morales).

Ni con la mejor fotografía el más pintado de los modistos de la política podría advertir elegancia en el corte ramplón del oficialista tipo; ni qué decir de tonos pasteles en la otrora materia gris del opositor común. Allá van, uno y otro, rumbo al cadalso de la crítica, su pasatiempo favorito en esta modestísima saga. (¿Ya se sentó?).

La lógica es actuar como sea porque de lo contrario, ¡pamplinas!, “me quedo fuera de la película”. Y ahora que los actores principales han demostrado ser bastante malos, todo el mundo quiere ser galán de cine, sabiendo además que, de última, se necesitan miles de extras para curules que se llenarán como cerveza en embotelladora.

Con el ritmo endemoniado de esta clase de producciones, de más está pedir expectativas al público: la cartelera no variará un ápice, y eso que la figura del opositor tendrá esta vez algo más de protagonismo frente a la del oficialista, un acaparador consuetudinario y nada de esmero al hablar, un rústico ajustado —bah— al canon de “belleza” que es tendencia en la política moderna de alpaca y corral.

A tres meses del gran estreno de la nueva cinta de la “saga”, el pistolero del MAS saca lustre a las botas para rodar la chispeante escena del tiro en su pie izquierdo; ríe, el oficialista siempre ríe. No muy distinta es la postura del opositor: aunque revuelve ansiosamente el vaso de agua con el que pasará el veneno mortal, parece tener conciencia de su destino y, aun así, ríe. El opositor ríe también.

Las mismas balas, el mismo tóxico, el mismo cine, la misma película, los mismos papeles, los mismos actores y, por ende, los mismos rostros, las mismas risas, los mismos dientes frente a la misma cámara de los últimos diez mismos esplendorosos años; digan si no merecemos el “Oscar al Mejor Tropiezo con la Misma Piedra”… Prevalece la mediocridad del guion, la escasa calidad de la propuesta, el mensaje vacuo, la incapacidad actoral, el timo, la falsa promesa de buena película que, para colmo, estamos obligados a ver porque —so pena electoral— no podremos realizar transacciones bancarias. Así nomás es la democracia del cine político boliviano. (¿Sigue usted ahí? Respire, coma las pipocas).

El final lo conocemos todos: no será feliz. Pero eso es lo que precisamente nos encanta: “vivir la experiencia”, como dirían el promotor de turismo aventura. Nada nos gusta más que esta película, verla una y otra vez, tropezar con las mismas risas cepilladas convenientemente para la escena que sabemos que vendrá y que nos apasiona porque nada, nada nos satisface tanto como el western, como la película de terror. Saber que si no andaremos cojos por un disparo en el pie izquierdo, de todas formas moriremos, eso sí, con estilo. Algunos, a esto, le llaman idiosincrasia.

Dársena de papel
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El pesebre espera la vida

Estos días, hay preocupación por poner un pesebre, sea en casa, en la oficina, en las plazas, etc.  La mayoría de los diseños son muy parecidos al que había diseñado San Francisco de Asís, por los años 1223, justo en un pueblito llamado Greccio, en Italia.  La historia dice, que San Francisco Asís quería que la gente entienda el Evangelio de San Lucas, que nos cuenta, cómo nació Jesús. El hizo, lo que hoy llamamos el pesebre viviente, es decir una dramatización, tuvo un grato efecto. Desde entonces en muchas partes del mundo,  hacer un pesebre, se hizo parte de la tradición cristiana.

Pero es necesario tomar en cuenta algunos detalles. Yo siempre pienso en lo que mi profesor de Biblia, el ilustre Dr. Oscar Uzin, nos decía; Muchos confunden al momento de armar el pesebre, mesclamos a los pastorcitos y magos, cuando los contextos son diferentes. Los pastorcitos, que nos habla San Lucas, son los vecinos de los alrededores de Belén. Mientras que los Magos, que nos habla San Mateo, son de Oriente. Este detalle nos ayuda a entender la importancia de este acontecimiento. San Lucas nos enfatiza que el Salvador nació entre los pobres y San Mateo, nos dice que su mensaje llegó a los confines de la tierra. Por lo tanto el nacimiento de Jesús irrumpe los pueblos, inclusive en Oriente, que fue sorpresa, inclusive de las autoridades de su tiempo.

En cada tiempo los pesebres tienen una simbología muy propia de los contextos históricos, sociales y geográficos. Decir que, el Salvador nace en medio de nuestros pueblos, es suficiente para diseñar y organizar como lo queremos recordar a Dios, que se hace historia en donde tú habitas.

El pesebre es la construcción visual, de cómo Dios se ha encarnado en el pueblo, cómo Dios se hace humano en nuestra realidad, pero no para ser admirado, sino para decir, cómo  Dios hoy mira mi realidad y la realidad de nuestros pueblos. El pesebre pone en contexto nuestra esperanza de que Dios se ponga delante nosotros, para hacer que nuestra historia marque su sentido de liberación y de cambio permanente.

En cada cultura se fueron enfatizando algunos elementos. Muchas veces estamos condicionados por la comprensión de Dios, de la imagen que tenemos de Dios. Frente a algunas confusiones, será necesario contemplar, a cada uno de las personas que son testigo de la revelación. Por ejemplo mirar a María que su “sí” permitió que la historia de la salvación se cumpla. Dios cumple su palabra y se hace hombre, por su “sí” de María. Otro personaje es José que acepta la condición en la que nacerá el Salvador. El recibió la revelación y se hace obediente para aceptar al Mesías el Señor. Pero el personaje principal es el niño Jesús, recién nacido, nuestro Salvador que desde pequeño ya será marginado, excluido, no tendrá donde nacer, o también pronto será perseguido.

Jesús, que significa, el Salvador, es Dios hecho carne, se hace uno de nosotros, se hace parte de un pueblo. Nace entre los pobres y su primera cuna es la de cualquier pobre de su tiempo. Aunque hay un gran detalle que marca toda diferencia, aún en su tiempo, los niños nacían en mejores condiciones, no en un potrero. Esto hace que el punto de partida de la historia de la salvación sea en medio de la pobreza extrema, de la exclusión y marginamiento. Dios se hace hombre y pobre para dignificar al pobre y al excluido.

Por eso todos los pesebres expresan la Buena Noticia en muchos sentidos. Porque Dios cumple su palabra al dignificar a la humanidad y Dios está con nosotros, hecho carne.

Al contemplar los pesebres hoy, debemos de asumir algunas realidades de este misterio de nuestra fe. Asumir, al igual que María y José de ser obedientes para aceptar la voluntad de Dios.  Porque Dios sigue naciendo en medio de nuestros pueblos, sique dándonos esperanza, para construir valores en la familia y en medio de la sociedad.

No permitamos que nos saquen a Dios de nuestras vidas, no permitamos que saquen a Jesús del Pesebre. Es que, si Dios es el centro de este evento salvífico, dejemos de mirar y empecemos actuar.

(*)Es misionero y comunicador social.

 

Palabra y Vida
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Periodistas ignorantes

Los hay, desde luego, como en todo sector, pero el problema es que, al ser el periodismo una actividad pública, que está a la vista de todos, la ignorancia suele ser más notoria.

Salta a la vista en las pantallas de televisión, cuando alguna que otra barbaridad se desliza en el generador de caracteres, o en las páginas de los periódicos donde, por más esfuerzo que hagamos, siempre salta un error que se queda impreso para siempre.

Con cierta indulgencia, los errores de tipo, y hasta los ortográficos, podrían considerarse de forma pero en lo que no hay perdón posible es en los errores de fondo. Estos se hacen evidentes cuando algún periodista toca temas que necesitan un contexto histórico y es cuando salta su ignorancia. En teoría, un periodista debería tener conocimientos básicos de historia, mas aún de la nacional, pero si usted observa su desenvolvimiento ante los micrófonos se va a dar cuenta que cada vez son menos los que tienen alguna ilustración.

Es todavía más triste cuando ni siquiera es necesario un contexto histórico sino simplemente de situación. Ahí está, por ejemplo, el caso de las mujeres del norte potosino que, con los hijos literalmente colgando, se trasladan a las capitales de Departamento a pedir limosna en los días precios a la Navidad.

Hasta hace poco, la mendicidad navideña era resultado de la pobreza que todavía lacera al norte de Potosí y sur de Oruro. Fue la miseria la que empujó a esas mujeres a estirar la mano en las ciudades y, por eso mismo, tanto las autoridades nacionales como las regionales asumieron medidas para mitigarla.

Hoy en día es posible apreciar alguna que otra inversión en esas zonas. Se llevó electrificación, algo de riego, se construyeron escuelas, postas sanitarias y, aunque no hacían falta, también aparecieron campos de fútbol.

La intervención estatal ya se percibe en esas zonas pero las madres siguen dejando sus pueblos en las navidades para mendigar en las ciudades. ¿Cuál puede ser la razón? Entre las respuestas que ensayan los sociólogos está la costumbre, aquella que se impuso en las comunidades que ya encuentran rutinario viajar a las ciudades a mendigar, pero también está la del “rentismo”; es decir, aquella actitud por la que una o más personas prefieren esperar sentados a que el alimento les caiga de algún lado en lugar de realizar algún esfuerzo para conseguirlo.

Los bonos que el actual Gobierno ha impuesto más por razones electorales que de justicia social fomentan esa práctica. También en las comunidades del norte potosino y el sur orureño se paga el Juancito Pinto, el bono Juana Azurduy de Padilla y, eventualmente, hasta se entrega vituallas para paliar los efectos de los desastres naturales.

La mentalidad de esa gente ya está condicionada a recibir algo a cambio de nada. Para cambiarla, no es suficiente pagar bonos ni seguir repartiendo monedas a título de asistencia.

Si los periodistas que tocan este tema se preocuparan un poco por el contexto no sólo dejarían de decir babosadas sino, de paso, distinguirían bien a las mujeres potosinas, que son todas las originarias de un Departamento de 118.218 kilómetros cuadrados, de las nortepotosinas, que son las que nacieron en una región con historia propia.

 

 

 

 

 

 

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

 

 

Surazo
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El fundamental sentido de la vida

La sobrevivencia es un hecho natural en toda especie animal. El hombre manifiesta también esta característica. En su largo caminar superó la etapa del salvajismo, tiempo en el cual compartía las mismas características que los animales, para sobrevivir. Debía extraer su alimento, a como de lugar, de lo que la naturaleza le proveía y debía matar a los animales para comer su carne, y utilizar sus pieles para cubrir su cuerpo.

Entre las tribus era normal el despojo de unos por otros. El fuerte arrebataba violentamente al débil lo que poseía, hasta que llegó un momento; un salto en la historia, en que ese hombre primitivo introdujo el trueque. “Te doy mi cabrita muerta si tú me das tres hachas de piedra”. Había surgido el trueque, había surgido el mercado. En un principio este esfuerzo se traducía en producir directamente lo que se requería.

El resultado del esfuerzo y del trabajo, que era la cabrita muerta, se intercambiaba con el resultado del esfuerzo de quien había construido las hachas de piedra. Desde que el hombre es hombre, alguien ha tenido que producir, lo que necesitaba, para su subsistencia, por lo que surgió el trabajo, como la fundamental actividad del hombre, que no es más que el esfuerzo que debe desarrollar la persona humana para obtener lo que requiere para su subsistencia. Esto explica porque los primeros pensadores sobre economía destacaron al factor trabajo para explicar la creación de las mercancías, denominadas así a los bienes producidos, porque precisamente estos se podían mercadear. Sobre este hecho se desarrolló lo que en economía se conoce como la “teoría del valor trabajo” de Smith y Ricardo, distorsionada, luego, por Marx.

Sin embargo, hay que destacar también que para producir algo el hombre empezó a utilizar su inteligencia, aprendió a pensar, que es el atributo que lo diferencia de las otras especies naturales. De esta  manera surgió la ciencia, la misma que aplicada a la actividad económica dio lugar a lo que se conoce como la tecnología, el fundamental factor de producción, hoy, creador de riqueza.

Pero en el largo camino del avance de la humanidad no todos trabajaban en el sentido económico. Claro que hacían actividades, se dedicaban a la política, a la guerra, al arte, a la filosofía. Esta gente obtenía ingresos, no como producto de su trabajo, sino por otras razones que les permitía obtener los bienes para satisfacer necesidades. Provenían, de la explotación de tierras, que se habían apropiado violentamente con la venia del poder político de su tiempo; tierras que eran trabajadas, ya sea por esclavos o por ciervos que no recibían remuneración por dicho esfuerzo. La otra fuente de ingresos era el estado, quién tempranamente impuso la recaudación de impuestos, precisamente a quienes producían los bienes y servicios. Parte de lo producido por cierta gente era apropiado por los estados, quienes pagaban con dichos recursos los “servicios” de la nobleza, la aristocracia, el ejército y la burocracia estatal.

Si el primario, fundamental sentido de la vida, es el quehacer económico, qué mejor que este sea consecuencia de una decisión personal. La persona humana debe ser libre para abocarse a la actividad económica que mejor vea conveniente. Como es inteligente elegirá aquello para lo que es más apto, y, por tanto, más productivo. A esto se denomina “economía libre de mercado”, que lentamente se impone en el mundo.

Pero para que este comportamiento económico socialmente sea eficiente se requiere que esté presente la “libre competencia”. Es decir, toda persona tiene el derecho de hacer lo mismo que hace otro u ofrecer algo diferente, sí así lo prefiere. La experiencia nos demuestra que hay tendencia a diferenciar lo que se ofrece. En la medida que aumenta la competencia, los precios reales de todo lo que se oferta baja. Gana el demandante.

En la modernidad la mayoría de la gente ofrece su capacidad de trabajo, que es muy variada. Por esta razón hay grandes diferencias salariales. Los que componen la oferta de trabajo no solo son los trabajadores en general, sino también son los gerentes y los empresarios. Los gerentes ofrecen capacidad de liderazgo y los empresarios capacidad de innovación. Ambos están continuamente pensando en lo que requiere la gente para satisfacer sus demandas.

Algo que constantemente observo en la vida cotidiana, cuando camino por las calles, es ver a los maestros y ayudantes de las construcciones, al modesto lustrabotas, al que lava autos en las calles, aquel que ofrece cuidar su vehículo cuando usted estaciona en calles muy concurridas, aquellas personas que pululan por todas partes en sus puestos callejeros de ventas, ya sean en los denominados “mercados” o en las calles, aquellos abundantes artesanos con sus pequeños talleres, todos ellos tienen la grandeza de sustentar su vida en el fundamental sentido de la vida: la actividad económica.

La Paz, 21 de diciembre de 2014

*Profesor emérito de la UMSA y Miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas.

Economía de Mercado
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Prólogo del poemario Réquiem por un mundo desfallecido

 

   Prólogo del poemario de Javier Claure Covarrubias.

                                                                                   

 

                                                                                                         PARA ROMPER EL SILENCIO…

Van estas palabras, porque no siempre se lee poemas de alguien que sueña con tener el universo en las manos y  nos entrega --por tercera vez-- su voz, su reclamo por la vida; nos dice lo que es y lo que siente; luego, forzado a confesarse afirma: “Yo no soy de medias tintas”, para  recordarnos el momento que  fue compartido con los de su generación y con los gemidos de su madre, allá, en su natal Oruro, ese crudo invierno de 1961, cuando en los patios y las calles habían calentado la noche anterior, con fogatas.   

                      “Réquiem por un mundo desfallecido” viene después de “Preámbulos y ausencias”, poemario publicado en Oruro, el 2004, y luego “Extraño oficio”, el 2010, en Estocolmo, donde todavía reside el poeta. Aquí no vamos a entretenernos con sus fantasmas; pero sí descubrir lo que nos ofrece, como prolongación de su oficio; desde luego, prácticamente no hay nada que explicar en los 22 poemas de este libro, pero sí mucho que sentir. Leyéndolo nos damos cuenta de que algunas ausencias  se hacen fructíferas, aunque para ello se debe llenar ese vacío cantando penas y alegrías. Son sentires que sobrevuelan el mundo desde una ventana con alas de golondrina, en el día y, de búho, por la noche. Cómo pesa la vida en la distancia, pues, de cualquier modo, los retazos con que el poeta compone su trayecto, mostrándonos sus escenarios, son suficiente motivo para animarnos a seguir sus recuerdos.

                      Claure Covarrubias se muestra como un poeta limítrofe entre la lógica y el ensueño; entonces, es lógico, sobre todo cuando razona sentencioso sobre lo finito e infinito; su ensueño, en cambio, es reminiscente de su andar, al descubrir, el desconcierto de saber que el hambre y la miseria continúan en las calles y no solo del África, donde se aventuró a mirar la vida profunda; entonces, también sintió cuánto le duele la historia de su país, consolándose con el recuerdo de los héroes que dejaron huella, como: Eduardo Abaroa y Genoveva Ríos; y así va más allá o, si se quiere, se sitúa en el fondo de una llaga que no puede cicatrizar, mientras Palestina continúe crucificada.

                      Analizando los versos de este poeta, comprendemos por qué, un singular creador como Borges, concebía la literatura como: “un arte donde la mayor intensidad se alcanza con la menor cantidad posible de recursos”. Claure no es retórico; al contrario, es directo y sensible en el entretejido de sus versos; de ahí que su palabra –labrada con el llanto de las palliris o la sonrisa del Tío de la mina— nos brota, confesional y enérgica, para concluir con su “Adiós”, que seguros estamos no será definitivo, siempre que podamos leerlo.

                                                                     Adolfo Cáceres Romero

* Este poemario fue presentado el 6 de diciembre, 2014, en Estocolmo (Suecia).

 

Palabras de fuego
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Un libro para regalar

Acabo de regresar de Venezuela. En el corto tiempo que tuve para dar unas vueltas por esa Caracas que respira Chávez, me fui de librería en librería, al final me traje tantos libros que dejé parte de mi ropa, pues no todo entraba en mi maleta. Al pasar por la aduana, su sistema aleatorio me derivó a revisión, la muchacha que chequeó mi valija, al ver que sólo una delgada chompa cubría los libros que estaban dentro me miró con desdén y decepcionada me dio la orden del “pase nomás”.

Comentando lo ocurrido con mis compañeros de viaje, uno de ellos me aclaró que la funcionaria esperaba encontrar equipos electrónicos, debido a que la mayoría, cuando sale de viaje se trae celulares, tablets, cámaras fotográficas y demás variantes tecnológicas, lo paradójico fue que miembros de la delegación boliviana que participamos en el Décimo encuentro de la Red de Intelectuales por la Defensa de la Humanidad nos trajimos sólo libros.

Parecía que participábamos de una cacería libresca, puesto que en Venezuela las leyes de promoción de la lectura hacen que los libros sean  realmente accesibles, con precios bajos, incluyendo los importados y ni qué decir de los producidos por la Fundación Editorial El Perro y la rana del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, cualquier oportunidad para salir a dar una caminata por las caraqueñas calles, terminaba inevitablemente haciendo paradas en una librería y comprando libros.

Una de las paradas que hicimos fue en Librerías del Sur, impresionante librería que es parte de una red que tiene como propósito ofrecer no sólo literatura a sus lectores, también política, contando con un inmenso catálogo, con una colección de poesía y narrativa de autores latinoamericanos, ni hablar de la siempre vigente Biblioteca Ayacucho. La otras librerías, contaban con fondos editoriales igual de sabrosos, siendo la constante los precios bajos, de acuerdo al bolsillo boliviano que en éste rubro salía con ventaja, los diez o doce libros originales que me compré, con un costo aproximado de veinte dólares, en Bolivia implica la adquisición de al menos dos, un grueso y otro delgado para ser más gráfico, si de piratas hablamos unos cinco, mal impresos y comprimidos.

En lo que respecta a nuestro territorio, los libros siguen siendo inaccesibles, por mucha Ley de Libro que tengamos, los costos son elevados, por si fuera poco, la mayoría de los títulos que se traen son comerciales, quiere decir que se acomodan a la exigencia del lector por una lectura rápida y ligera, el mercado libresco está saturado de títulos de autoayuda, para adolescentes o los clásicos de siempre. Los realmente buenos, los que exigen un poco más de razonamiento, llegan pero muy pocos, unos cuantos ejemplares que además cuestan un ojo de la cara. Esfuerzos como la colección de las 15 novelas fundamentales o de los 200 títulos de la flamante Biblioteca Bicentenario son políticas dignas de aplaudirse.

Las razones de este soliloquio alrededor del libro se justifica cuando en estos tiempos de consumismo navideño se sugiere regalar un libro, original o pirata, pero que no sea de los facilones, sino de los exigentes, porque además no sólo promoverá el hábito a la lectura, también le hará bien a un mercado que ante la demanda buscará bajar sus precios, los estantes están llenos de las obras de Patrick Modiano (Nobel francés 2014), de Tolkien y sus aventuras, la más reciente de Milan Kundera, las crónica sobre el mundo de la droga de Saviano y demás títulos, autores que prometen historias y no consuelos. 

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