Blog de Gary Rodríguez Álvarez

No hay temor de Dios

Hace poco alguien me pidió que aborde temas candentes de nuestra sociedad -como las violaciones que con pasmosa regularidad se dan de padres a hijos, entre hermanos o familiares cercanos; la muerte en las calles o los atracos hollywoodenses- al mismo tiempo que otro, lanzaba la dramática pregunta -¿qué nos pasa a los bolivianos?- ante los horrorosos sucesos cuya crudeza supera la imaginación, tal el caso de una madre muerta por desnutrición luego que su hijo la tuvo encerrada por años. Añadamos a ello las injusticias que se producen cada día en el país y preguntémonos…¿por qué es que ocurre esto?

Siendo que todo tiene un trasfondo espiritual -en desconocimiento de ello- el intento de solución no atacará la raíz sino solo el síntoma de la enfermedad y el remedio resultará precario.

¿Por qué semejantes niveles de perversión sexual? ¿Qué hace que la inseguridad aumente tanto? ¿Por qué se tiene en poco la vida? ¿Por qué la sensación de que hacer dinero a costa de la corrupción no es algo malo? ¿Dónde ha quedado el amor filial y el amor natural entre hermanos? ¿Por qué el hombre hace cosas hoy cual si la impunidad estuviera de su lado? ¿No existen más los valores morales? ¿No hay conciencia de lo bueno y lo malo? Los valores existen pero como el concepto del bien y el mal se ha relativizado, también la conciencia del hombre al dejar de lado a Dios…¡eso es lo que está pasando!

A diferencia de las leyes y normas humanas, los mandatos y estatutos de Dios son absolutos, inalterables, obligatorios -no se negocian- y entrañan para el hombre una recompensa o castigo.

El problema del hombre es que se alejó de Dios y a muchos “les importa un comino” pues su mente está tomada por el mal, escrito está que esto iba a pasar, que en los últimos tiempos que vivimos -por haberse multiplicado la maldad- el amor de muchos se enfriaría, sin darse cuenta del grave peligro de la condenación de su alma por la eternidad. Por eso es que, unos por tener demasiado y otros por no tener nada, dejan de lado al Creador: no hay temor de Dios.

La ignorancia de la Palabra en unos casos, la negligencia en otros, el amor al dinero -raíz de todos los males- endurecen el corazón del hombre y a partir de ahí cabe todo, el hombre pasa a ser su propio Dios -ocurre con los ciudadanos, ocurre con las autoridades- no importa más la vida, la seguridad, ni la honra, mucho menos el amor, porque Dios está ausente en todos ellos con la natural consecuencia del caos en lo personal, en lo familiar, en la sociedad…

 

Santa Cruz, 10 de enero de 2018

Buscando la verdad
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Acelerar las exportaciones

El 2017 fue un año de recuperación para el comercio exterior boliviano, esa es la buena noticia. La nota poco halagüeña es que tuvimos un nuevo saldo deficitario: los dólares que ganamos por vender cerca de 800 productos al extranjero no alcanzaron para pagar los más de 5.000 productos que trajimos del exterior, así que los dólares que faltaron, algo así como 1.000 millones de dólares, tuvieron que salir de las Reservas Internacionales Netas (RIN) del Banco Central.

Que un país importe no es malo per se, todos los países comercian entre sí vendiendo y comprando según sus capacidades y necesidades. No se trata de satanizar las importaciones especialmente cuando -como en Bolivia- más del 70% de las adquisiciones tienen que ver con bienes de capital y equipos de transporte que aumentan nuestro acervo de activos, así como insumos para producir bienes y servicios para el mercado interno y la exportación.

Ahora, si dentro del total de las importaciones existe una creciente presencia de bienes que el país produce y que incluso antes exportaba, hay que analizar el porqué de tal situación y adoptar políticas hacia una sustitución selectiva para ahorrar divisas, por una parte, y -por otra- para recuperar el mercado interno y crear empleo con la inversión que se dé en función de ello, como la gasolina y los aditivos importados que, Dios mediante, serán reemplazados el año 2018 con bioetanol boliviano -ojalá que luego se hiciera igual en el rubro de alimentos, maderas, textiles, calzados, etc.- porque si queremos mejores días para nuestros hijos entonces debemos cuidar este sector clave, el externo.

Cuando la propensión a importar en un país se torna alta y las importaciones rebasan a las exportaciones -en primer término- y después crecen a un mayor ritmo que el de las ventas al exterior, la consecuencia natural es un déficit que, si se torna estructural, sin un gran mercado interno que pueda soportar un mayor crecimiento del PIB, puede convertirse en un verdadero dolor de cabeza e -incluso- afectar la estabilidad económica futura.

Ante el indeseado hecho de haber registrado Bolivia en el 2017 un tercer saldo comercial deficitario consecutivo, que desde el 2015 mermó ya más de 3.000 millones de dólares a las RIN, el Presidente del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Reinaldo Díaz, sentenció con claridad meridiana que “es el momento de acelerar las exportaciones”, una sabia recomendación que debieran escuchar los hacedores de las políticas públicas del país...

Santa Cruz, 3 de enero de 2018

Buscando la verdad
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El tiempo pasa inexorablemente

¿En qué momento se nos fue el año? La percepción del transcurrir del tiempo es una de las cosas más subjetivas. ¿Ha escuchado decir -o Ud. mismo dijo alguna vez- que el tiempo pasa cada vez más rápido, que ya no alcanza para nada o -mirando hacia atrás- que no se sintió cómo pasó el año? Lento o rápido, lo cierto es que el tiempo pasará irremediablemente y con él, la vida.

¿Se ha puesto a pensar que desde el mismo instante de su concepción en el vientre materno, el ser humano se encamina hacia la muerte? Con cada segundo, cada minuto, cada hora y cada día que pasa nos acercamos al momento en que tendremos que partir de este mundo, un mundo al que nadie pide venir -Dios lo decide- y del que muchas veces no nos queremos ir.

Ha transcurrido el 2017 y con él adquirimos nuevas experiencias, momentos de felicidad y de tristeza, pero -más allá de todo ello- hay algo que nunca deberíamos ignorar: ¡seguimos vivos! Valorar la vida resultará algo supremamente importante a la hora de evaluar qué hicimos bien o no en la gestión que concluye y, en función de ello, ser equilibrados a fin de no caer en la angustia de no perdonarnos por “lo que pudimos hacer” y no hicimos, así como tampoco, en un frívolo exitismo por lo que logramos siendo que lo aceptemos o no -en función de la eternidad- todo en esta vida es pasajero.

Fue el sabio Salomón -aquel de quien se dice que todo lo supo, que todo lo probó, que todo lo tuvo, que todo lo experimentó, que fue el mayor sabio en la historia y que no habría otro en el futuro como él- que al final de sus días escribió con una suerte de hastío “vanidad de vanidades, todo es vanidad”, vano, efímero y fugaz…

De semejante personaje sabemos que ni la enorme riqueza, ni el vasto conocimiento, ni todo el poder que adquirió y tampoco toda su experiencia acumulada pudieron llenar el vacío interno del que adoleció, siendo una prueba de ello el que tuvo nada más ni nada menos que…¡700 esposas y 300 concubinas!

De Salomón podemos aprender que no es la fama, no es el conocimiento, no es el poder, y mucho menos el dar rienda suelta a las pasiones, lo que llenará el vacío intrínseco que tiene el hombre en su alma. No otra cosa se desprende del hecho que la Biblia relata que quien construyó el más fastuoso Templo a Dios en Jerusalén, al final de sus días terminó condenándose. ¿De qué le sirvió lo bueno de su pasado? ¡De nada!

Considerando la inmortalidad del alma, sabio será quien siempre haga lo bueno y evite lo malo, pues el tiempo pasará inexorablemente…

 

Santa Cruz, 27 de diciembre de 2017

Buscando la verdad
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Exportamos menos, crecemos menos

Mucho se habla de la importancia de exportar, pero ¿está consciente la ciudadanía de ello? Para muchos la exportación parecerá algo distante de su vida, pero ¡nada más lejano de la realidad!

El concepto de exportar trasciende el mero hecho de vender un producto o servicio al extranjero, debería entenderse como la gran posibilidad de integración al inconmensurable mercado mundial con interminables oportunidades para el desarrollo, a través del comercio.

Exportar implica la posibilidad de que una economía crezca mucho más que basándose solo en su mercado interno, especialmente cuando éste es pequeño y de bajo poder adquisitivo como ocurre en Bolivia. ¿Se imaginan qué ocurriría si no exportáramos gas (que producimos por encima de nuestra necesidad), minerales (que casi no industrializamos por falta de siderurgia) o alimentos (que generamos más allá de lo que el mercado interno puede comprar)?

¿Qué hubiera pasado el 2016 -v.gr.- si Bolivia no hubiera exportado más de 7.000 millones de dólares? ¿Con qué hubiéramos pagado los más de 8.000 de millones de dólares que gastamos para importar más de 5.000 productos? ¡No quiero ni imaginarlo! Hubiera sobrevenido el caos. No solo que la economía boliviana se hubiera desplomado sino que millones de personas que se benefician directa o indirectamente de tal actividad hubieran sufrido severamente, porque las exportaciones son el sueldo del país; el rostro social de las exportaciones, son los empleos.

Exportar, implica invertir para producir por encima de la demanda interna y ocuparse luego de ganar la confianza del comprador extranjero, algo que demanda tiempo y dinero. Conquistar un mercado no es fácil; mantenerse, es difícil; recuperar un mercado perdido, a veces es imposible.

Y esto precisamente es lo que pasa con nuestros productores cañeros y sucroalcoholeros -p. ej.- que después de preparar la tierra, sembrar, fumigar -lidiar con las inclemencias del clima, los bichos, malezas, acreedores, etc.- cosechan la caña, la llevan a los ingenios, acopian el producto industrializado para el mercado interno pero no pueden exportar el excedente, el fruto de su trabajo, perdiendo oportunidades de mercado y clientes que habían ganado con gran esfuerzo, ¿por qué? Por los cupos de exportación que deben tramitar, cuando bueno sería la libre exportación del sobrante, por todo lo ya explicado.

Cuando un país exporta menos crecerá menos también y el ciudadano de a pie -más temprano que tarde, de una forma u otra- sufrirá las consecuencias…

Santa Cruz, 13 de diciembre de 2017

Buscando la verdad
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Un futuro no soñado…

¿Sabe Ud. qué le depara el futuro? Seguro que no, pero de lo que debe estar seguro es que mucho influirá mañana, lo que Ud. haga hoy, bien o mal. Piense en esto: su situación actual era -ni más ni menos- el incierto futuro de ayer; vale decir que, si Ud. está hoy en goce de una buena relación, un excelente trabajo, una mejor posición, es porque en el pasado tomó las decisiones adecuadas para lograrlo. En caso de que su situación actual no sea satisfactoria, piense qué decisiones influyeron para ello.

Igual razonamiento vale para el caso de un país: si lo que vivimos hoy es el resultado de las decisiones pasadas y persisten aún problemas de pobreza, hambre, inseguridad, enfermedad, etc., para que mañana Bolivia esté mejor, es hora de tomar decisiones pragmáticas, valientes, inteligentes y urgentes.

Para evitar lo que suele suceder con las personas a quienes “se les va la vida” en indecisiones o errores, de lo que se lamentan luego, mientras más rápido se tomen medidas para promover la inversión, innovación, productividad y la competitividad sistémica del país -cuyo resultado sean más fuentes de empleo, sostenibles y dignos, para elevar la calidad de vida de la población- mucho mejor.

Día que pasa, día que pesa, porque las políticas públicas a tomar en un momento de desaceleración del crecimiento económico, deberán ser profundas para que Bolivia no retroceda en los avances económicos y sociales que ha logrado.

El sector empresarial privado siempre estará dispuesto a aportar con lo que sabe hacer -arriesgar, invertir, producir para abastecer el mercado interno, exportar y con ello generar empleos e ingresos para los ciudadanos- pero para ello precisa señales, las mejores señales, en términos de: seguridad jurídica; libre exportación de excedentes; frontal combate al contrabando y la informalidad; pleno uso de la biotecnología en el agro; incentivos para la industria; apoyo al sector de la construcción; promoción del turismo receptivo, entre otras cosas.

¿Qué país queremos heredar a nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos?

Si aspiramos a mejores días -como dijo Albert Einstein- no sigamos haciendo lo mismo, corrijamos lo que se hizo mal y hagamos bien, aquello que no se hizo.

Activar megaproyectos como el hub aéreo en Viru Viru, Puerto Busch, Proyecto Rositas, la siderurgia del Mutún y la construcción de supercarreteras, bien podría deparar a Bolivia un futuro no soñado, muy especialmente si el triplicar la producción de alimentos hasta el 2025, se hace realidad…

 

Santa Cruz, 5 de diciembre de 2017

Buscando la verdad
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Se puede y…¡se debe hacer!

El Gobierno Municipal de Santa Cruz de la Sierra, la ciudad más cosmopolita y poblada de Bolivia -para muchos la “cara bonita” del país- la que hasta hace poco no pasaba de 50.000 habitantes pero que en breve tendrá 2 millones; la “ciudad que enamora”, que en tiempo récord cambió urbanísticamente de dimensión -a doce anillos de circunvalación por la imparable migración interna y por tener el mayor parque automotor del país- enfrenta hoy una crisis de crecimiento cuyo inevitable dolor implicará mejores días para la capital siempre que se deje trabajar y cumplir con su misión y visión, a la autoridad edilicia.

Frente al caos vehicular y la contaminación derivada de toneladas de basura que producen tres mercados insertos en el centro de la ciudad -Abasto, La Ramada y Los Pozos- con cientos de camiones que cada día llegan con alimentos, además de comerciantes minoristas y ambulantes, la Alcaldía Municipal concibió un Plan de Reordenamiento de Mercados que la ciudadanía respalda, pero que una fracción de comerciantes rechaza, recurriendo incluso al chantaje político contra las autoridades.

Resulta censurable, además, que a falta de argumentos en contra del traslado de los comerciantes del Mercado de Abasto, a un monumental Mercado Municipal Mayorista construido al efecto, han recurrido a manifestaciones, al agravio y la violencia en contra de 9 funcionarios municipales…¡como si no fuera para su propio provecho!

¿Cómo rechazar una inversión de 20 millones de dólares en el más portentoso Mercado Municipal Mayorista del país -de 120.000 m2- con 500 puestos para el comercio mayorista; 500 espacios para carga/descarga; 150 dormitorios para camiones; cámara frigorífica; laboratorio; 12 baterías de baños, duchas incluidas; área de residuos sólidos; oficinas; comedor; doble vía para los accesos (8vo. y 9no. Anillo); canales de drenaje; iluminación y arborización? ¿Cómo entender que lo rechacen, cuando su uso será totalmente gratis para ellos?

Ing. Percy Fernández, Alcalde Municipal; Arq. Angélica Sosa, Presidenta del Concejo Municipal de Santa Cruz de la Sierra, va para ustedes este pensamiento que el escritor, filósofo y político británico Edmund Burke acuñó 3 siglos atrás, que siempre me alienta a enfrentar toda oposición y seguir adelante:

“Quienes emprenden grandes obras de utilidad pública tienen que estar a prueba de las dilaciones más fatigosas, las desilusiones más penosas, los insultos más ofensivos y, lo que es peor aún, los juicios presuntuosos de los ignorantes”

 

Santa Cruz, 29 de noviembre de 2017

Buscando la verdad
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Foto: El Día

¿Qué sabe de los “millennials”?

Se los llama la Generación Y, sucesora de la Generación X (de 1960 a 1980, en la que nací yo), que precedió a la Generación Baby Boom, posterior a la Segunda Guerra Mundial (en la que nacieron mis papás); se les dice millennials -mileniales, en español- a los nacidos entre el primer quinquenio de los ´80 hasta inicios del 2000 (Wikipedia.org), lapso durante el cual ¡nacieron mis dos hijos!

A diferencia de la vaga delimitación temporal donde hay consenso es en que los millennials son jóvenes versátiles al cambio gracias a que la tecnología, la información y la comunicación que están de su lado, al extremo que el teléfono inteligente (smartphone) casi hace parte de su cuerpo en función de las redes sociales; son profesionalmente bien formados y prefieren trabajar en lo que les gusta, antes que en algo fijo.

Se dice de que son muy críticos -exigentes- que reclaman autodeterminarse y el ser escuchados sin importar su edad o experiencia, y la socióloga Kathleen Shaputis los llamó la Generación Peter Pan por su tendencia a retrasar su paso de jóvenes a adultos, y su apego a vivir por más tiempo en la casa paterna (ibidem).

Nacieron en tiempos de prosperidad -lo tuvieron todo fácil- de ahí su propensión a ser egocéntricos e irreverentes en el trabajo, como se lee en “Millennials: la generación malcriada que quiere cambiar al mundo” (www.abc.es).

Pero, “los millennials también tienen virtudes a explotar y enriquecer: aman la naturaleza, rechazan las injusticias y la corrupción, respetan el medio ambiente, son solidarios cuando se los convoca en redes, son más ejecutores que planificadores. Hay que ir por lo positivo, aún hay esperanza para el futuro”, dice en su defensa Fernando López, CEO de la prestigiosa LOLA GROUP, instando a tomar en cuenta esto a fin de aprovechar el enorme potencial que ellos poseen.

Si bien la excepción hace a la regla, preocupa que haya jóvenes que ni estudian ni trabajan (Ninis) y otros que siendo profesionales y trabajando, no ayudan a sus padres.

¿Cómo educamos a nuestros hijos? ¿Les damos tiempo o cosas a cambio? ¿Qué hacemos frente a la absorbente tecnología? ¿Tienen límites de horario? ¿Qué de sus responsabilidades en casa? ¿Nos importan tanto como para disciplinarlos, así nos duela?

Si una situación indeseada se origina en casa, la solución está en casa también. Dios dice que si nos volvemos a Él, Él se volverá a nosotros. Hay que implantar la Palabra de Dios en el corazón de los millennials para que ellos y sus generaciones, no sufran...

 

Santa Cruz, 15 de noviembre de 2017

Buscando la verdad
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Crecimiento, segundo aguinaldo y exportaciones

Imposible no escribir nuevamente sobre la economía boliviana luego de una avalancha de noticias en relación al tema, todas girando en torno a una variable que, pese a su altísima gravitación para el crecimiento del PIB, no ha merecido la mejor de las atenciones: el comercio exterior.

“BBC subraya claves del éxito económico de Bolivia, país que más crece en América del Sur”; “Banco Mundial: demanda interna en Bolivia es insuficiente”; “La economía creció 3,94%; no habrá doble aguinaldo este año”; “Empresarios piden medidas para evitar la desaceleración”; “Empresas de Bolivia están aliviadas por no pagar el doble aguinaldo de Navidad”; “Banco Mundial prevé alza de precios de las materias primas para 2018”; “Empresarios esperan que en 2018 mejore el crecimiento económico por el precio del petróleo”; “Con base en el dinamismo externo, Bolivia proyecta mayor crecimiento para 2018” y “Bolivia registró un déficit comercial saludable a septiembre de este año”.

Por donde se mire, todas las notas abordan directa o implícitamente un aspecto clave -las exportaciones- para explicar la expansión económica por más de una década, como destacó la BBC de Londres; o, lo dicho por el Banco Mundial -que la demanda interna es importante pero no suficiente para un crecimiento sostenido- así como su pronóstico que el 2018 nos podrá ir mejor, porque las materias primas que exportamos podrán subir de precio; igualmente, para explicar por qué el crecimiento interanual del 3,94% no llegó a superar el 4,5% para gatillar el pago de un segundo aguinaldo este año; o, el reiterado clamor empresarial de apuntalar la exportación, para crear empleos perdurables; así como la mirada puesta en el sector externo, por mejores días en el 2018; y, el déficit comercial a septiembre, de casi 900 millones de dólares.

El hecho que Bolivia haya crecido como lo hizo desde el 2004 -por más del 4% anual (excepto el 2009), incluso del 5% y 6% (año 2013)- tuvo que ver con la demanda interna, es cierto, pero también con los ingentes superávits comerciales que acumularon 17.000 millones de dólares del 2004 al 2014 gracias a las colosales exportaciones que siempre superaron a las importaciones, hasta el año 2014. Pero esto cambió y en menos de tres años el déficit suma 3.000 millones jalando el PIB hacia abajo, ya que las importaciones superan a las exportaciones.

La pregunta del millón es…¿por qué no hacemos lo que sabemos hacer bien -producir con biotecnología para exportar más alimentos- y con ello crecer al 7%?

Santa Cruz, 8 de noviembre de 2017

Buscando la verdad
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Bolivia: ¡Corazón de América del Sur!

Un importante acto se desarrolló el 12 de octubre de 2017 ante una nutrida concurrencia en predios de Fexpocruz, en Santa Cruz de la Sierra, al que habiendo asistido me permite relatar lo observado. Del lanzamiento oficial de la nueva Marca País “Bolivia Corazón del Sur”, confieso -honestamente- que no tuvo nada que envidiar a otros de similar naturaleza que vi en el extranjero.

Música, danzas, videos y mucho colorido, consagraron el marco en el que -con la presencia del Primer Mandatario, el Vicepresidente del Estado, la Ministra de Comunicación, la Presidenta del Concejo Municipal, el Presidente de la CEPB y la Vicepresidenta de la FEPSC- se informó, cómo se construyó la iconografía de la nueva Marca País, de la cual -en lo personal- el lema es lo más significativo para ubicar a Bolivia en el mundo. Lo digo, porque ¿cuánta gente en el exterior cree que estamos en el África, tal vez porque Bolivia suena parecido a Namibia?

De la deslumbrante presentación presenciada entendí el enorme esfuerzo que implicó el construir la nueva Marca País -durante dos años- con la compañía especializada Future Brand, sobre la base de un estudio de percepción de extranjeros naturalizados y connacionales para diseñar el isologotipo -injustamente criticado por algunos- que aglutine los pilares de inversión, producción-exportación, cultura-turismo y relaciones internacionales, con los colores y tejidos de los pisos ecológicos de los Andes, altiplano, valles y amazonia.

Desarrollar una marca de identidad para un país tan diverso como el nuestro, no es tan sencillo como se cree, aunque resulta extremadamente importante hacerlo, muy especialmente cuando somos el corazón de América del Sur, y…¡aquí se dio en el clavo!

El corazón es un órgano vital que representa la vida, y como reparte vida a los órganos de un cuerpo, es lo que se quiere proyectar: posicionar a Bolivia en Sudamérica como el eje distribuidor natural de pasajeros, energía, bienes y servicios, a través de la inversión, la producción, el comercio exterior y el turismo. Por eso el Presidente de la CEPB expresó su total apoyo a nombre del empresariado.

Ahora -como dijo la Ministra de Comunicación, Gisela López- lo que procede es desarrollar políticas públicas para que este esfuerzo promocional se traduzca en mejores días para los bolivianos. ¡Lo podemos y debemos hacer! El hecho que Bolivia acaba de ser catalogada como el Mejor Destino Cultural de América del Sur por la prestigiosa World Travel Awards, nos debe animar a ello.

 

Santa Cruz, 25 de octubre de 2017

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Desafío para la soya boliviana

Si hay un sector productivo que brilla con luz propia en Bolivia, es el del complejo oleoproteico de la soya (grano, aceites, torta, harina integral, lecitina) al haber logrado el autoabastecimiento del país ahorrando divisas por sustitución de importaciones de aceites y grasas animales y vegetales, además de generar divisas por la exportación de excedentes -mil millones de dólares en promedio en los últimos 5 años- con un increíble efecto multiplicador por la agregación de valor y generación de empleo. ¡Esto es soberanía alimentaria!

Pero, tan linda historia del “grano de oro” podría dar un giro inesperado…

Las exportaciones de soya y derivados -que tienen en el mercado andino su principal destino- enfrentarán desde el 2018 el desafío de tener que competir en desigualdad de condiciones frente al Mercosur cuando Colombia, Perú y Ecuador consagren el libre comercio con dicho bloque acabando con la protección arancelaria que favorecía a Bolivia, lo que podrá implicar una potencial pérdida para su competitividad agroexportadora.

Como decía con bronca un buen amigo mío, “mientras en Paraguay cosechan 10 millones toneladas de soya gracias a su inversión en tecnología y desarrollo agrícola, en Bolivia la producción se estanca en alrededor de 3 millones y se sigue discutiendo lo que el mundo hace décadas no objeta más: la biotecnología y sus beneficios. Mientras Argentina trabaja para bajar los costos en la Hidrovía Paraguay-Paraná, en Bolivia se sigue dudando sobre los beneficios de Puerto Busch. Mientras Uruguay exporta la mayoría de su soya en grano -porque casi no tiene industria- en Bolivia seguimos increíblemente trabados con los cupos de exportación”. Lamentablemente, es nuestra realidad…

Bueno sería que para que la historia de nuestro grano de oro tenga un final feliz -y no languidezca como la producción del algodón en el país- el sector público se prodigue en buenas políticas públicas que alienten una mayor productividad, v.gr., autorizando nuevos eventos biotecnológicos para semillas que resistan el ataque de insectos, stress hídrico, etc., así como para forjar la competitividad sistémica del país y consagrar la libre exportación de excedentes.

Deseable sería también crear una Bolsa de Productos Agropecuarios para que de una forma moderna y profesional se transparente el mercado, la formación de precios disponibles y futuros. Con ello el invertir, producir y -garantizado el mercado interno- exportar más, no sería algo tan difícil y dramático en este país…

(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional

Santa Cruz, 11 de octubre de 2017

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