Blog de Juan José Toro

Cuentitos carnavalescos

Cada vez que se intenta graficar el descuido de los bolivianos en los días del carnaval se echa mano de la versión del presidente Hilarión Daza ocultando la noticia de la invasión de Antofagasta en febrero de 1879.

Este espinoso tema ya fue abordado en más de una ocasión en esta columna y en alguna incluso mereció justificadas refutaciones por parte de historiadores que lo conocen con mayor detalle que la mayoría de los bolivianos.

El detalle es que el cuento del estafeta Gregorio Colque recorriendo a la carrera “76 leguas en seis días” para entregar en mano propia la carta que informaba sobre la invasión y habría sido ocultada por Daza “en su bolsillo” con el fin de no perjudicar las fiestas del carnaval sigue pareciéndome una versión que bien pudieron creer los bolivianos del siglo XIX pero ya resulta anacrónica en nuestros días.

La Cancillería boliviana guarda en sus archivos la documentación diplomática que se salvó de los avatares de nuestra historia. Ahí están las cartas en las que, primero, se advertía al gobierno de Daza sobre los aprestos militares de Chile y las que incluso fueron publicadas por la prensa de entonces con la noticia de la invasión chilena.

Los periódicos de la época publicaron la noticia de la invasión el 28 de febrero de 1789; es decir, 14 días después de sucedida. Aunque en ese año Bolivia todavía no contaba con telégrafo, ¿cómo se explica tanta tardanza?

El 24 de marzo de 2013, el investigador Jaime de la Fuente Patiño arrojó algunas luces en un artículo publicado en Los Tiempos: desempolvó, entre otras cosas, la tesis de Juan Siles Guevara que, basándose en documentos de la Cancillería, reveló que la carta con la noticia de la invasión salió de Tacna recién el 19 de febrero, cuatro días después de ocurrida, y quien la llevó hasta La Paz, haciendo uso de un sistema de correo propio con mulas, fue un hombre identificado como Pedro Ramos.

Pero ni Siles ni De la Fuente justifican el retraso. La carta habría llegado a La Paz el 22 de febrero, en sábado de carnaval, y sólo tuvo difusión masiva el 28. Hubo negligencia pero no hubo estafeta.

¿Hasta dónde llega la responsabilidad de Daza? Esa es una duda que, 136 años después, ya debería de estar despejada del todo.

El problema es que, más allá de los documentos de la Cancillería, las piezas claves del proceso se perdieron en otro febrero, el de 1894, cuando Daza retornó a Bolivia y cometió otro error: anticipar a un periodista, en una entrevista concedida en el hotel Sudamericano de Uyuni, que había llegado con “documentos que oportunamente presentaré (y) vendrán a dar la verdadera luz sobre los acontecimientos de la Guerra del Pacífico y determinarán a los que deben llamarse traidores de la Patria”.

¿Y qué pasó con esos documentos? Desaparecieron la noche del 27 de febrero de 1894, cuando Hilarión Daza fue asesinado por sus propios custodios. Según José V. Ochoa, la orden de matarlo fue impartida por el capitán José María Mangudo y el teniente Manuel Castillo. “Nunca se pidió esclarecer móviles del crimen”, agrega.

Sus asesinos se llevaron su portafolio, con los documentos anunciados, y, en lugar de pedir que se esclarezca el crimen, los bolivianos repetimos en cada carnaval el cuentito del estafeta y la carta escondida.

 

Surazo
imagenblog: 

¿Cuáles ancestros?

Según explican los maestros, a partir de este año se restarán horas a materias fundamentales como Matemática, Física y Química con el objetivo de que los estudiantes aprendan saberes ancestrales en el marco de las bases, fines y objetivos de la educación y la intraculturalidad definidos en la Ley 070 Avelino Siñani – Elizardo Pérez.   

No creo que se les reste horas a esas materias porque eso sería algo obviamente antipedagógico pero sí es seguro de que se ahondará en lo intracultural porque esta es una de las bases del actual gobierno.

Pues bien, dando por hecho que se enseñará saberes ancestrales, la duda que me asalta es cuáles.

“Ancestral” es “perteneciente y relativo a los antepasados” y “tradicional y de origen remoto”. Como se ve, su definición es amplia y no fija una línea de tiempo, un desde y hasta que sería útil para saber cuáles serán los ancestros cuya cultura será estudiada.

Una de las debilidades de la Historia que se enseña en las escuelas y colegios es que no ahonda en las primeras culturas que poblaron el territorio que hoy es Bolivia. Esa no es falencia de los historiadores ya que estos identificaron, así sea preliminarmente, a esos pueblos con el auxilio de ciencias como la arqueología. Así, se estima que la antigüedad del hombre americano va entre 30.000 a 40.000 años mientras que investigadores como Ramiro Condarco identificaron hasta 17 biotipos de los primitivos pobladores americanos. Roy Querejazu divide a las primeras culturas sudamericanas en cuatro y la más antigua es que la denomina viscachanense I pues se remonta al paleolítico inferior.

Debido a la dinámica de las organizaciones sociales, la aparición de las culturas prehistóricas de Bolivia se complica en su estudio no sólo por su antigüedad sino su variedad. Tiwanaku, que es la cultura más representativa de la historia boliviana, solo aparece, en su fase aldeana, entre 800 y 300 años antes de Cristo y se prolonga, en su fase expansiva, hasta 700 y 1000 después de Cristo.

Por las meras menciones que sus autoridades hacen de ella, es fácil colegir que el actual gobierno tiene preferencia por la cultura denominada inca; es decir, aquella que se expandió desde el Cusco y formó el Tawantinsuyo. El detalle es que, por una parte, el imperio incaico floreció entre los siglos XV y XVI así que es bastante reciente en relación a las culturas previas y, por otra parte, sería un error considerarla como cultura ancestral de Bolivia.

Como se sabe, los incas se expandieron desde Cusco así que, a la luz de la geografía actual, eran peruanos y, si bien llegaron hasta lo que hoy es Bolivia, que fue el Kollasuyo del imperio, lo hicieron bajo la sombra de la invasión militar.

Antes que los ejércitos del inca llegaran a estas tierras y las conquistaran, aquí existían decenas de culturas que, con el paso del tiempo, fueron absorbidas por el gigantesco Tawantinsuyo pero no desaparecieron. Tan solo el “Memorial de Charcas”, fechado en noviembre de 1582, revela que, al momento de la llegada de los incaicos, existían en estas tierras “cuatro grandes naciones o curacazgos andinos: Charcas, Caracara, Los Chuyes y Los Chichas”. El documento, estudiado inicialmente por el peruano Waldemar Espinoza Soriano, refiere también otras culturas como Caracas, Lípez, chiriguanaes, Quillacas, Carangas y Soras.

La pregunta es ¿cuáles serás las culturas ancestrales que se estudien en las escuelas y colegios de Bolivia?

 

Surazo
imagenblog: 

Alcaldesas, alcaldes y periodistas

El diario Los Tiempos fue uno de los pocos medios —si no el único— que reparó en el mal uso que se hace en la denominación de las alcaldesas y alcaldes que desempeñan esos cargos tras la renuncia de los titulares.

Como, al parecer, existen periodistas que no leen periódicos, es preocupante escuchar a diario cómo muchos de ellos siguen llamando “interinos” a las autoridades que fueron designadas por los concejos municipales.

En su uso como sustantivo, interina o interino es la “persona que ejerce un cargo o empleo por ausencia o falta de otro” así que denota temporalidad; es decir, el desempeño de una función hasta el retorno de quien ejerce la titularidad.

Como sabemos, muchos alcaldes o alcaldesas renunciaron a sus cargos para habilitarse como candidatos, ya sea para las elecciones nacionales de octubre pasado o las subnacionales de marzo venidero. Haciendo uso de la atribución número 30 del artículo 16 de la Ley de Gobiernos Autónomos Municipales, los concejos designaron, mediante voto, a su sucesor, no a su interino.

El interinato o interinidad es la consecuencia de un impedimento temporal que la ley ya referida califica simplemente como “ausencia” e incluso la describe en el artículo 11. El titular no puede ejercer el cargo así que el Concejo Municipal designa a uno de sus miembros “para que ejerza la suplencia temporal en caso de ausencia o impedimento el cargo de Alcaldesa o Alcalde”. Esa o ese son, entonces, alcaldesa o alcalde interino y dejarán de serlo cuando retorne el titular.

Lo que está ocurriendo ahora en las alcaldías cuyos titulares renunciaron no es una ausencia temporal sino definitiva. La Ley 0482, a la que recurrimos para esta nota, la califica como “pérdida de mandato” en su artículo 12. Más aún, el numeral III del artículo 10 señala expresamente que “la Alcaldesa o Alcalde, Concejala o Concejal, para desempeñar otras funciones prohibidas en relación a su cargo, deberá presentar su renuncia definitiva e irrevocable al cargo, sin que procedan licencias ni suplencias temporales”.

Aunque esta ley no establece el procedimiento expreso para designar a la alcaldesa o alcalde que reemplacen al renunciante, los concejos municipales los eligieron ejerciendo su atribución número 30. Por tanto, las autoridades designadas mediante esta normativa no son interinos sino titulares, con todos los derechos y atribuciones que la ley les reconoce.

Está mal llamarlos interinos, así como está mal seguir llamando “oficiales mayores” a las autoridades que, por imperio de la Ley 0482, ahora son secretarios municipales.

El problema que tenemos, como sociedad, es que muchos periodistas no se actualizan para el buen desempeño de sus funciones. La Ley de Gobiernos Autónomos Municipales es nueva, del 9 de enero de 2014, pero existen otras que, pese a su antigüedad, son sistemáticamente ignoradas.

Ahí está, por ejemplo, el error de seguir llamando “ciudad” a los municipios que, por efecto de la Ley de Participación Popular, extendieron su jurisdicción a localidades del área rural. Aquí no hay disculpa posible porque esta norma fue promulgada hace más de 20 años.

Surazo
imagenblog: 

“Salar de Uyuni”

Ahora que el Rali Dakar 2015 es un recuerdo, dulcificado por el inédito tercer lugar de Walter Nosiglia, tal vez no sea impertinente hacer ciertas puntualizaciones sobre ese fantástico pedazo extraterrestre que fue su centro de atención cuando la competencia pasó por nuestro país.

“Salar de Uyuni” es un denominativo pero no un nombre propio. Se le llama así porque antaño, cuando su principal atractivo era el de ser un centro de producción de sal, la población civil más importante era —y sigue siendo— la ciudad intermedia de Uyuni, actual capital de la provincia Antonio Quijarro del Departamento de Potosí.

El Instituto Geográfico Militar (IGM) me confirmó que no existe un solo instrumento legal que le dé al salar el nombre “de Uyuni”. Su nombre original, con el que figura en los mapas antiguos y que fue recogido al labrar el mapa de ayllus originarios de Potosí es Salar Thunupa.

Pero la verdadera razón por la que el salar es contante motivo de polémica es la jurisdicción. Un simple vistazo a cualquier mapa demuestra que el gigantesco mar blanco no está en la provincia Quijarro y, por tanto, tampoco se encuentra en la jurisdicción de Uyuni. Una de las comunidades que se encuentran a orillas del salar es Colchani y esta sí depende de Uyuni pero, según confirma el IGM, el borde salino constituye la división interprovincial entre Antonio Quijarro y su provincia vecina, Daniel Campos así que, jurisdiccionalmente hablando, tampoco tiene tuición sobre él.

Debido a su gran extensión —más de 10.000 kilómetros cuadrados—, el salar abarca dos provincias potosinas, Daniel Campos y Nor Lípez. Dos de los municipios de Daniel Campos, Llica —su capital— y Tahua —que también está en la orilla—, reclaman tener jurisdicción sobre el denominado “Salar de Uyuni”. A la gente de Uyuni, desde luego, no le gusta polemizar sobre el tema y su actual alcalde, Froilán Condori, incluso me dijo que hacerlo sería “peligroso”.

El razonamiento del alcalde sobre la jurisdicción se basa en la condición de reserva fiscal que tiene el Salar Thunupa. Al ser de propiedad del Estado, es de todos los bolivianos, dice. Ese argumento podría ser “peligroso” a la hora de hablar de las utilidades que genere el salar por la explotación del litio y sus recursos evaporíticos.

No sé si los alcaldes de Llica y Tahua comparten la opinión del de Uyuni. Lo que sí sé es que ambos municipios reclaman, esgrimiendo argumentos jurisdiccionales, sus derechos sobre el “Salar de Uyuni”.

Como fuere, lo cierto es que el denominativo le ha traído grandes beneficios económicos a Uyuni ya que esta ciudad es la que primero se visita, de paso al salar, siempre y cuando se ingrese por Potosí. Llica y Tahua se benefician del flujo turístico de manera secundaria y muchos de sus habitantes creen que las cosas cambiarían si el salar tuviera otro nombre o, por lo menos, si se usara el original.

La polémica parece marginal pero es posible que se recrudezca cuando suba la cantidad de visitantes al salar, que ahora es más conocido que nunca, o cuando las utilidades del litio lleguen a sus niveles más altos. Puede que entonces hablar del tema sea realmente “peligroso”.

 

Surazo
imagenblog: 

¿Quiénes son los ignorantes? (Parte II)

Todos los idiomas tienen sus normas aunque no todos tienen una institución que se encargue de vigilar su cumplimiento. El español tiene a la Real Academia Española (RAE) cuya misión principal, según señala el artículo 1 de sus estatutos, es “velar porque los cambios que experimente la Lengua Española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico”.

Entre esos cambios está el permanente uso de anglicismos; es decir, vocablos o giros del idioma inglés que son ineludibles de utilizar debido a la universalización de esa lengua.

Con el fin de evitar que los anglicismos distorsionen el uso adecuado del español, la RAE los adapta a nuestro idioma pero deja siempre librada la posibilidad de utilizarlos aunque distinguiéndolos de las demás palabras mediante el uso de cursivas o comillas.

Empero, en estos tiempos en los que la comunicación vive una revolución tecnológica que, literalmente, avanza segundo a segundo, existen cada vez más palabras técnicas, generalmente en inglés, que muchas veces son difíciles de traducir al español.

Entre los sustantivos más notorios está “WhatsApp” que es una aplicación de mensajería instantánea gratuita para teléfonos móviles. Ante el uso masivo de esa palabra, la Real Academia Española la adaptó a “wasap”, sin “h”, “t”, ni doble “p”, y recomienda su uso en lugar del sustantivo en inglés. La RAE también adaptó el verbo derivado “wasapear”, que significa “intercambiar mensajes por wasap”, y, por si fuera poco, considera admisibles, en español, el uso de “guasap” y “guasapear”.

Las reglas están ahí, existen, pero… desafío a usted, amable lector, a aplicarlas de manera pública o, mejor, en las cada vez más influyentes redes sociales. Escriba wasap o guasapear y verá cómo una andanada de críticas le caen encima sin considerar las normas oficialmente difundidas para el español.

El problema es que la mayoría de los criticones no se toma el tiempo de averiguar la forma en la que podrían utilizarse los anglicismos y se limita a copiarlos —y a veces a mal copiarlos— del inglés. Además de esa inconsciente transgresión idiomática, se atreve a criticar —y a veces hasta a insultar— a quienes intentan emplear bien el idioma.

Tan fuerte es la influencia de los vocablos ingleses en internet que la Fundación del Español Urgente eligió a “selfi” como la palabra del año 2014 recién pasado. Sí. Escribí bien. La RAE adaptó el anglicismo “selfie”, que es la fotografía que se toma uno mismo, como “selfi”, sin la “e” final, y así la incorporó, provisionalmente, al español, pero utilícela usted así y le irá como en la guerra.

Tal vez lo mejor sea emplear las adaptaciones porque, si bien “WhatsApp” tiene un significado muy largo en español, otras bien pueden ser reemplazadas por una sola palabra. Es el caso de “selfie”, precisamente, porque su traducción aproximada, y recomendada para su uso en español, es “autofoto” o “autorretrato”.

Use usted las adaptaciones en las redes sociales y será menos criticado. Palabra de internauta escaldado.

 

 

 

 

Surazo
imagenblog: 

¿Quiénes son los ignorantes? (Parte I)

Existen personas que, por dominar el inglés, advierten inmediatamente cuando alguien o algún medio de comunicación infringen las reglas de ese idioma. Que critiquen ese mal manejo está bien. Después de todo, las normas se hicieron para respetarse y si el que las vulnera es un medio de comunicación, este no estaría cumpliendo su responsabilidad con el idioma y, fundamentalmente, con su público.

Pero resulta que el idioma no es estático y, por ello, está sometido a constantes revisiones. En el caso del español, que es el que los medios que utilizan esa lengua deben respetar, se tiene la suerte de contar con una academia que no sólo vigila su buen uso sino también lo actualiza constantemente.

Si de idiomas extranjeros se trata, priman las traducciones o, en el peor de los casos, las adaptaciones. Por eso es que, por ejemplo, nombres de ciudades que suenan de una forma en su idioma lo hacen de otra al trasladarse al español. Algunos casos ilustrativos son los de London, capital del Reino Unido, que los hispanohablantes escribimos como Londres, o Beijing, cuya adaptación en español es Pekín.

Otro ejemplo de traducciones y adaptaciones es el de los deportes. Son muy raros los medios que utilizan la palabra balompié para referirse al fútbol o baloncesto, en el caso del básquetbol. Ambas palabras —fútbol y básquetbol— han sido adaptadas al español de sus homólogas inglesas “football” y “basquetball”.

Una simple revisión a los diarios de todo el mundo permitirá comprobar que balompié está prácticamente en desuso y la palabra fútbol, ya totalmente admitida por la Real Academia Española (RAE) e incluida en sus diccionarios, se usa plenamente, incluso en titulares de portadas.

Como el mundo sabe, en estos días se corre en ciertas regiones de Argentina, Chile y Bolivia el rali Dakar, una competencia de velocidad a campo través que originalmente se corría desde París, la capital de Francia, hasta Dakar, la de Senegal.

Esta competencia data de 1978 y, de entonces al presente, la RAE tuvo el tiempo suficiente para adaptar al idioma español el anglicismo “rally” o “rallye” que su diccionario define como “competición deportiva de resistencia, de automóviles o motocicletas, celebrada fuera de pista y generalmente por etapas”.

La palabra “rally” está incorporada en el Diccionario de la Real Academia Española pero es identificada como voz inglesa. Como siempre que se trata de un anglicismo oficialmente aceptado en español, la RAE dice que se puede usar pero escribiéndola en cursivas (rally) o entre comillas (“rally”). No obstante, la academia adaptó la voz inglesa “rally” a “rali”, sin una “l” y cambiando la “y” por “i” y, cuando algo así ocurre, recomienda utilizar preferentemente la adaptación.

Debido a que el rali Dakar pasa por territorio potosino, el diario “El Potosí” optó, ya en enero de 2014, utilizar la adaptación de la RAE pero el hacerlo acarreó una serie de críticas expresadas mayoritariamente en las redes sociales.

El periódico se vio obligado a publicar diariamente y en recuadro las razones por las que usa la palabra “rali” en lugar de “rally” pero las críticas no cesan y son muchas las personas que hablan de ignorancia en el manejo del idioma. Tras las explicaciones, cabe preguntarse dónde está la ignorancia. Por lo menos en este caso, no está en la redacción de “El Potosí”.

 

 

 

 

 

 

 

    

 

 

 

 

 

 

 

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

 

 

 

 

 

www.columnistas.net

 

 

Surazo
imagenblog: 

Sin paz en la Tierra

Aunque tengas todo el año para pensar en ello, es difícil escribir un artículo en estas fechas. Y es difícil porque, por una parte, la etiqueta, que suele sobreponerse a la ética más de lo que quisiéramos, señala que debemos de hablar de la Navidad y, por ende, de paz en la Tierra para los hombres de buena voluntad.

¿Realmente hay hombres de buena voluntad? ¡Sí! Puede que sean la (s) excepción (es), que es (o son) la (s) que confirma (n) la regla, pero ahí están, escasos pero presentes, dispuestos a renovar nuestra fue en la humanidad.

Los hombres de buena voluntad son los que prodigaron los abrazos más sinceros la medianoche recién pasada. Quizás no dieron regalos pero repartieron buenos deseos. En ocasiones, miraron a los ojos antes de estrecharnos en sus pechos y transmitirnos temporalmente su calor que hizo innecesario el “¡felicidades!” que soltaron junto a nosotros.

¿Y realmente puede haber paz en la Tierra? Ahí las cosas se pueden poner difíciles. Es posible que el primer presidente mulato de Estados Unidos (y que oficialmente oficia de negro) le haya puesto una gota de sebo caliente a la última guerra fría que queda del siglo XX pero no por eso se ha levantado el bloqueo económico a Cuba que, más que asfixiarla económicamente, le insufla tanta dignidad traducida en billetes que la revolución de los Castro sigue vivita y coleando, aún cuando el ícono eterno del Che ya sea más moda mal comprendida que un símbolo de rebeldía.

Es difícil hablar de paz en una tierra (sin mayúscula) que es gobernada por un verdadero originario, a quien sus acólitos no quieren llamar “indio”, que confunde la justicia social con la repartija de recursos públicos y, al hacerlo, malacostumbra a la gente a esperar dádivas en lugar de trabajar para vivir.

Es difícil hablar de paz en una tierra (sin mayúscula) que es gobernada por un verdadero originario, a quien sus acólitos no quieren llamar “indio”, que confunde la justicia estatal con la venganza y utiliza el Poder Judicial (ahora llamado apropiadamente “órgano”) para castigar al que piensa diferente.

Sí. Es difícil hablar de paz en la Tierra y en la tierra (sin mayúscula) para los hombres de buena voluntad porque la historia ha probado, al igual que los hechos que se suceden día tras día, hora tras hora, minuto tras minuto, segundo tras segundo, que los hombres de buena voluntad pueblan la Tierra y la tierra (sin mayúscula) pero no la gobiernan.

Los que gobiernan la Tierra y la tierra (sin mayúscula) son los hombres de mala voluntad, los malos, los perversos, aquellos que son capaces de torcer todo un sistema judicial para sentar la mano a los disidentes, a los enemigos y a los que piensan diferente. Aquellas almas ruines que ni siquiera tienen empacho en enrostrar su enfermedad a un enemigo y exponerlo ante su sociedad.

Paz, entonces, en la Tierra y en la tierra (sin mayúscula) a los hombres de buena voluntad, los que no gobiernan, y elevemos una oración al Creador recién nacido para que un día no sólo traiga paz sino también luz a los hombres de mala voluntad, aquellos que, por razones que nunca termino de entender, son los que nos gobiernan.

 

 

  

Surazo
imagenblog: 

Periodistas ignorantes

Los hay, desde luego, como en todo sector, pero el problema es que, al ser el periodismo una actividad pública, que está a la vista de todos, la ignorancia suele ser más notoria.

Salta a la vista en las pantallas de televisión, cuando alguna que otra barbaridad se desliza en el generador de caracteres, o en las páginas de los periódicos donde, por más esfuerzo que hagamos, siempre salta un error que se queda impreso para siempre.

Con cierta indulgencia, los errores de tipo, y hasta los ortográficos, podrían considerarse de forma pero en lo que no hay perdón posible es en los errores de fondo. Estos se hacen evidentes cuando algún periodista toca temas que necesitan un contexto histórico y es cuando salta su ignorancia. En teoría, un periodista debería tener conocimientos básicos de historia, mas aún de la nacional, pero si usted observa su desenvolvimiento ante los micrófonos se va a dar cuenta que cada vez son menos los que tienen alguna ilustración.

Es todavía más triste cuando ni siquiera es necesario un contexto histórico sino simplemente de situación. Ahí está, por ejemplo, el caso de las mujeres del norte potosino que, con los hijos literalmente colgando, se trasladan a las capitales de Departamento a pedir limosna en los días precios a la Navidad.

Hasta hace poco, la mendicidad navideña era resultado de la pobreza que todavía lacera al norte de Potosí y sur de Oruro. Fue la miseria la que empujó a esas mujeres a estirar la mano en las ciudades y, por eso mismo, tanto las autoridades nacionales como las regionales asumieron medidas para mitigarla.

Hoy en día es posible apreciar alguna que otra inversión en esas zonas. Se llevó electrificación, algo de riego, se construyeron escuelas, postas sanitarias y, aunque no hacían falta, también aparecieron campos de fútbol.

La intervención estatal ya se percibe en esas zonas pero las madres siguen dejando sus pueblos en las navidades para mendigar en las ciudades. ¿Cuál puede ser la razón? Entre las respuestas que ensayan los sociólogos está la costumbre, aquella que se impuso en las comunidades que ya encuentran rutinario viajar a las ciudades a mendigar, pero también está la del “rentismo”; es decir, aquella actitud por la que una o más personas prefieren esperar sentados a que el alimento les caiga de algún lado en lugar de realizar algún esfuerzo para conseguirlo.

Los bonos que el actual Gobierno ha impuesto más por razones electorales que de justicia social fomentan esa práctica. También en las comunidades del norte potosino y el sur orureño se paga el Juancito Pinto, el bono Juana Azurduy de Padilla y, eventualmente, hasta se entrega vituallas para paliar los efectos de los desastres naturales.

La mentalidad de esa gente ya está condicionada a recibir algo a cambio de nada. Para cambiarla, no es suficiente pagar bonos ni seguir repartiendo monedas a título de asistencia.

Si los periodistas que tocan este tema se preocuparan un poco por el contexto no sólo dejarían de decir babosadas sino, de paso, distinguirían bien a las mujeres potosinas, que son todas las originarias de un Departamento de 118.218 kilómetros cuadrados, de las nortepotosinas, que son las que nacieron en una región con historia propia.

 

 

 

 

 

 

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

 

 

Surazo
imagenblog: 

El Periódico Digital OXIGENO.BO, es desarrollado y administrado por Gen Film & Crossmedia Ltda. Teléfono: 591-2-2911653. Correo: info@gen.com.bo