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La especulación en el pensamiento político

La filosofía es el campo del pensamiento especulativo. Quienes hacen análisis políticos puros dominantemente son especulativos, por tanto, se mueven en campo de la filosofía y del diletantismo. La ciencia es aquella que racionalmente puede explicar, determinando causas y consecuencias de fenómenos diferentes.

Es cierto que la actividad política surge con el hombre mismo pero los comportamientos políticos de los tiempos actuales que se quieren explicar se pierden en galimatías de quienes intentan hacerlo. Hay la creencia de que la política es un servicio, que implica la búsqueda del interés de los demás. Es por esto que es una característica de todo político, y ante todo si se reclama ser de izquierda y socialista, discursea sobre la exclusión de los pobres. No son los pobres los que reclaman derechos, sino son los políticos que “dicen” representarlos. La pobreza limita la conciencia sobre las razones de su estado y no tienen capacidad de organización ni de protesta.

Alguna vez usted, estimado lector, se preguntó porque los discursos políticos no se abocan a enfrentar el grave problema de la mendicidad. La respuesta  es simple, se trata de un grupo social sin ninguna organización y que no participa en ninguna actividad política. Por tanto es un sector de la sociedad que no interesa a los políticos. A estos interesa los grupos sociales que votan en las elecciones y los discursos van dirigidos precisamente a ellos.

Los “cientistas” políticos que más parecen cuentistas abstractos suponen que la política es la actividad por medio de la cual las sociedades avanzan. Por eso la obsesión por ampliar la participación política de la gente. Creen que cuando más politizada  está la sociedad es mejor.

Los “cuentistas” políticos creen en procesos históricos “racionales”, creen en la racionalidad política que busca el bienestar general, cuando la racionalidad fundamental de la política es conseguir poder, mantenerlo y acrecentarlo. Creen que el avance de la democracia es consecuencia de procesos políticos racionales. Su fe es ciega en el poder de la política, por lo que su divisa es el fortalecimiento del Estado; están a favor de las nacionalizaciones y expropiación de empresas y en contra de las privatizaciones. Cuando más presencia tenga el Estado sobre la actividad económica creen que es mejor.

La solución para los cuentistas políticos de izquierda es politizar a la sociedad, hay que sustituir unas élites por otras, “hay que dar mayor representatividad a la gente”. Si esto se logra avanza la democracia y se resuelven los problemas ¿Cuáles? Producto de esto vendría luego las propuestas de políticas para que los gobiernos implementen. De esta manera se lograría que predomine el interés general por encima de los intereses individuales.

Son amigos de las autonomías porque creen que de esa manera se lleva a cabo la “democracia participativa”. Como se cree que los problemas se resuelven en el mundo de la política, su solución debe promover la participación de todos, cuando la realidad demuestra que cuando esto sucede todos llevan el agua a su molino, generándose el caos. Como el caos no puede ser permanente, en definitiva llega la imposición violenta, abierta o velada,  del que tiene más poder sobre los demás, dando por concluidos los angelicales procesos de democracia participativa.

Para los “cuentistas” bolivianos la democracia estaría en formación y en transformación a partir de tres vertientes que son la democracia representativa, la participativa y la  comunitaria. Esta última se le puede concebir en los inicios de la vida del hombre por necesidad de sobrevivencia.  La democracia es un fenómeno relativamente reciente en la vida de la humanidad. Las sociedades no modernas se caracterizaron por la ausencia del sistema democrático, como sistema político de organización de la sociedad.

La característica central de la democracia como organización es que esta descansa en la elección de sus gobernantes a cargo de los ciudadanos de un país, donde los elegidos no reciben el “poder”, como repetidamente se dice, sino que los ciudadanos les entregan un mandato para gobernar, como muy bien lo dice Jorge Lazarte, y sujeto a leyes y normas aprobadas por la mayoría, pero respetando los derechos de las minorías.

Para impedir que los gobernantes se hagan del “poder” es aconsejable la rotación de las elites gobernantes, que no es lo mismo que los empleados públicos, quienes deberían mantenerse independiente al gobierno que sea elegido, porque se supone que su cargo lo obtuvieron sobre la base del mérito profesional y que, por tanto, tiene la idoneidad para ejercer el cargo técnicamente.

La Paz, enero de 2016

*Profesor emérito de la UMSA, fue Presidente del Banco Central de Bolivia

Economía de Mercado
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Vivito y coleando

Hoy es 31, el último día del año, del 2015, y me pongo a recordar a todos los que se nos fueron, a los cuates, a los ídolos de siempre, lo que dejamos. En fin… tantas cosas ocurren al año, que luego de 365 días, da la sensación que no tuvimos mucho tiempo para regalarles, es hora entonces de ponerse triste, de llorarlos, porque lueguito nomás nos agarra el 2016 y volvemos a empezar, siempre con la constante de no saber qué nos deparará el futuro.

Esta época es de hecho la más fiestera, a ratos todo es trago ¿Pero qué más nos queda? ¿acaso hacernos cortos o hacernos rogar para tomar uno? Yo no me la pienso mucho, porque soy de los convencidos que todo año llega con lo que tiene, con buenas y mala noticias con deseos y frustraciones, triunfos y derrotas, porque de eso se trata la vida, aún lado quedan la consignas exitistas de un mundo feliz y amable consigo mismo. Nada más falso. Este mundo suele ser en más de las veces, cruel e indiferente, por tanto un buen trago en nombre de todas las alegrías pequeñitas o grandes es lo que nos merecemos.

Vale la pena echarse a perder en Año Nuevo, porque es probable que el que viene ya nomás nos traiga sus crisis, cambios climáticos, transgénicos, azúcares elevados, dolores de huesos, obesidad grado tres, dietas y ensaladas, en fin toda una serie de penurias en lo que único cierto es que la en la vida, todo lo que comas o bebas, tarde o temprano,  te va a terminar matando y eso es algo que no podemos permitir que suceda, morir sin hacer nada, vivir sin beber, que no es lo mismo que beber hasta morir.

Se acaba entonces el año y empiezan las cuentas. Qué hice en enero, qué me trajo febrero, qué haremos en Semana Santa, hasta que uno se da cuenta que en el país se empieza a trabajar en serio después del seis de agosto, cuando todos los feriados se acaban y esperamos desesperados el descanso de Todos Santos o la fecha cívica de rigor, que a parte del desfile nos permitirá la excusa departamental de meterle un trago a nombre de las viejas calles de nuestro terruño, de los viejos amores, de lo lejanas que están.

Nuestros recuerdos se hallan, en más de las veces, enlazados con la velocidad del tiempo en el que vivimos, los disfrutamos más a medida de que nos hacemos más lentos o, simplemente tengas una pega exigente o relajada o para colmo de los colmos, hayas decidido hacer de tu vida un poncho. En mi caso, este año me tocó vivir sin tiempo, salir temprano y llegar tarde, todo se fue muy rápido, tanto que ya pasando la noche vieja, me tocan nuevas jornadas de laburo extremo, pero que conste no me quejo, por eso a este año lo despido con un buen vino sino es con un Jack Daniels, que sea con un ron añejo de oferta con su cola incluida. Sin embargo, para otros, como algunos cuates cercanos, la vida se les pasa lento, leyendo, escribiendo, enseñando, a ratos apresurados, pero de ahí a perder el aliento en la faena es algo que suele sucederles, sólo en Año Nuevo, cuando combinamos fuerzas por esa bebida que nos libera de la presión que se va.

Bueno, que más nos queda, acompañar el brindis con unos buenos temas, con Caetano Veloso y su Fina Estampa, con una Sodade de Cesaria Evora, evocar las rancheras y boleros de don Pedro Vargas, Pedro Infante y Javier Soliz, darse una vueltita por los ochenta con un Julio Iglesias y Puma en su plenitud, entre el Hey y el Dueño de nada, saltando entre Calamar, Ceratti, Jarabe de Palo hasta un decadente Eros Ramazzoti. Vale la pena, también saltarse a los “rockandroles” con un Bob Dylan, el clásico Cat Stevens, Leonard Cohen o finalmente las más dulces baladas del siempre número uno, Elvis.  Todo me indica que este años, será como el anterior o como los otros, lo único que lo hace diferente esta expectativa por un futuro que nos permita llegar siempre más lejos de lo que se debe y puede. ¡Salud por eso!.

 

 

 

 

Anatomías
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Ya no vuelve Sebastiana

El 21 de mayo de este triste año que se termina, el inescrutable rostro de Sebastiana Kespi volvió a aparecer en la prensa boliviana.

Volvía Sebastiana. La mujer chipaya que con solo diez años de edad protagonizó la película antropológica por excelencia de Bolivia había llegado a La Paz para recibir la medalla al mérito cultural entregada por una comisión de la Cámara de Diputados con un nombre tan largo que pocos pueden recordarlo completo. 

En algunas imágenes, Sebastiana aparece llorando y la prensa oficialista, aquella que pinta de rosado hasta las imágenes más negras de los gobiernos, afirmó que era de “evidente emoción”. El periodista y escritor Alfonso Gumucio Dagron, que habló con la mujer, reveló que lloraba de pena por el destino de su pueblo, el chipaya, que sigue sumido en la extrema pobreza 63 años después del estreno del documental que lo sacó del anonimato.

“Vuelve Sebastiana. No importa cuán dura sea nuestra vida, algún día la luz también brillará para los chipayas. Vuelve sebastiana, a tus espaldas y hacia el porvenir los siglos te están aguardando”, dice parte del libreto de “Vuelve Sebastiana” que fue escrito y grabado por el entrañable Luis Ramiro Beltrán y quizás ese mensaje caló tan hondo en ella que volvió y se quedó en su comunidad hasta envejecer y tener nietos.

Los años pasaron y se grabaron en su rostro pero el porvenir soñado, aquel en el que el pan y la quinua no iban a faltar en la comunidad chipaya, nunca llegó. Por el contrario, los collas —aquellos a los que se llama aymaras— volvieron a hostigarlos, como en el pasado, y los arrinconaron todavía más con el objetivo de copar más tierras para la siembra de la quinua cuyo precio la ha convertido en un motivo de codicia en el altiplano boliviano.

Cuando hizo su famoso documental, Jorge Ruiz no eligió a la comunidad chipaya por casualidad. El antropólogo y etnobotánico canadiense Wade Davis afirma que “un estudio de más de 5.000 culturas en el mundo reconoce a los chipaya como el pueblo más antiguo y aún vivo de América Latina”. Por su parte, el historiador y antropólogo francés Nathan Wachtel agrega que “los chipayas forman parte del último grupo de los urus sobrevivientes hoy”. Por tanto, los urus son los americanos más antiguos y su historia se plasma en su vestimenta en la que el color azul simboliza el agua de la que dependen para vivir.

En marzo de 2013, los urus de Vilañique y Llapallani marcharon a La Paz denunciando que sus tierras eran avasalladas por los aymaras y el lago Poopó se estaba secando. No les hicieron caso. Quizás porque los denunciados eran aymaras o quizás porque los urus son pocos y no representan un buen bolsón votante.

En este triste 2015 que se termina, el lago Poopó se secó y puso fin al milenario ciclo histórico de los urus, los americanos más antiguos del continente, los qas soñi, los hombres del agua que son el tronco común de chipayas, muratos e irohitos.

Con el Poopó muerto, los urus perdieron su principal sustento y tendrán que quitar el azul de la vestimenta que ellos mismos confeccionan porque ya no hay agua a la que puedan hacer referencia. Con el Poopó muerto, es difícil que la luz brille para los chipayas que, aunque no dependen directamente de él, forman parte de su ecosistema.  Con su enorme medalla que no le sirve para nada, Sebastiana ya no tiene motivo para volver porque, en aquella tierra milenaria que supo derrotar a los siglos, los urus no solo perdieron su pasado y presente sino también su futuro.

 

 

 

 

 

 

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

 

Surazo
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La sacamos barata

Ni el más pesimista de los pesimistas pensó que ocurriera lo que pasó el 2015 con el comercio exterior boliviano, ni el más optimista de los optimistas pudo imaginar que no pasará. Una pena que quienes más cerca estuvieron en su pronóstico fueran los pesimistas, lejísimos de quienes auguraban que éste sería un año sin sobresaltos.

Lo cierto es que el 2015 concluye con el más severo golpe para el sector externo boliviano del que se tenga memoria, con una caída de las exportaciones que superó ya los 3.500 millones de dólares a octubre, bajón que tranquilamente podría llegar a los 4.000 millones hasta fines de año.

Pero hay algo más preocupante aún -el retorno al déficit en la balanza comercial- después de más de una década, superando ya hasta octubre los 400 millones, monto que con toda seguridad crecerá mucho más hasta diciembre. No contar con los sucesivos superávits que vino registrando el país sin parar desde el 2004 mermará las Reservas Internacionales Netas del BCB, lo que sin duda no es un tema menor.

Y si bien la caída de las exportaciones es portentosa -más del 30% en valor y 3% en volumen- producto del agotamiento del superciclo económico de altísimos precios para las materias primas por más de diez años, viendo lo que pasa en el vecindario se podría decir que “la sacamos barata” -aunque- ¡vaya que nos está saliendo caro el ser un país tan dependiente de su sector externo! Y no porque ello sea intrínsecamente malo sino, más bien, porque la caída de las cotizaciones internacionales ha venido a desnudar dos cosas: la extrema vulnerabilidad que supone el hecho que el grueso de la exportación se resuma a muy pocos productos sin valor agregado -gas natural y minerales- y lo terrible de haber dejado de lado la construcción de la competitividad sistémica de nuestro país.

Exportar con altos precios no entraña mayores desafíos, hasta se puede dar el lujo de imponer cupos y restricciones y -pese a ello- crecer. El problema se da cuando las cotizaciones en el mercado mundial caen, entonces se evidencia la incompetitividad de un país -como Bolivia- que estando geográficamente enclaustrado en el centro de Sudamérica detenta sobrecostos que al no ser de ninguna forma atribuibles al sector productivo/exportador privado, deben ser salvados con políticas públicas desde el Estado facilitando antes que perjudicando su loable tarea.

Viendo lo que otros países padecen hoy por sus malas decisiones durante el auge ¡aprendamos de sus errores a fin de no empeorar la situación!

(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional

 

Fuente: “El Deber”

Santa Cruz, 30 de diciembre de 2015

Buscando la verdad
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Un 2015 resumido a la fuerza

La fuerza de las balas. Donde terminó 2014 parecía haber un punto de inflexión. Entonces se hablaba de una película, “La Entrevista”, comedia en la que James Franco y Seth Rogen entrevistaban al nefario Kim Jong-un, el poco tolerante jefe de estado norcoreano que muy suelto de cuerpo, amenazó de muerte a quien se atreva a verla no solo en su suelo, sino en los Estados Unidos. Para los ejecutivos de la Sony quedará si la amenaza fue real o un movimiento táctico de promoción de la película, que no pasó de una regular calificación. Pero ahí donde se comenzó a hablar sobre la libertad de expresión, ocho caricaturistas franceses fueron asesinados el 8 de enero por el mal llamado “Estado Islámico”, que de estado no tiene nada y es lo más antiislámico que existe. La muerte por hacer chistes. El mismo grupo terrorista mató a 130 inocentes e hirió a otros 350 la noche del 13 de noviembre, castigándolos por el solo hecho de vivir en París como parisinos.

La fuerza de la estupidez. “Construiré un muro en la frontera con México y se lo haré pagar a los mexicanos” y otras frases que sería más fácil calificar de demenciales, si no fuera porque lo han catapultado a encabezar las encuestas preelectorales, son las que usa Donald Trump para abrirse camino en las primarias republicanas de EEUU con la intención de alcanzar la Casa Blanca. Este país que suele castigar las actitudes abiertamente racistas, esta vez premia al empresario inmobiliario con un impulso que asusta incluso a la derecha más rancia y conservadora. Detallito: las solicitudes de entrada al infame Ku Klux Klan se han incrementado notoriamente desde la aparición de Trump en la palestra política. Para su descargo, habrá que subrayar lo poco rescatables que son sus contendientes republicanos, entre creacionistas, hijos de inmigrantes que se oponen a la migración y negacionistas del cambio climático. Estados Unidos cierra con oprobio un año en el que ha contabilizado tantas masacres por armas de fuego como días hubo en el calendario, sin intención alguna de establecer controles y regulaciones sobre su gran vicio nacional.

La fuerza de una imagen. El cuerpo de Aylan Kurdi, de 3 años, yace sin vida en una playa de Turquía. Ya no es uno más de los miles que el Mediterráneo se ha tragado. Se ha vuelto el símbolo del mayor éxodo humano en Europa desde el fin de la segunda gran guerra. Se ha vuelto el espejo en el que la raza humana no quiere mirarse: la vergüenza de que dejemos morir a un niño, a un pueblo, negándole el muy humano derecho de escapar de donde su vida corre peligro. 18 mil voces ya sin voz reclaman el fin de una guerra que nadie tiene la decisión de acabar.

La fuerza de la razón. Por 14 votos a 2, el Tribunal Internacional de La Haya dice “sí, hay asuntos pendientes entre Chile y Bolivia, sí, me declaro competente para tratarlos”. El país festeja aunque no sabe exactamente qué festejar. Se alegra con mesura, pero se alegra. Nuestro emisario es invitado a hablar del tema en la televisión chilena y hace una defensa que más parece una goleada, un manejo conceptual brillante que reafirma la fuerza de una idea tan simple como difícil de llevar a cabo: queremos volver a nuestra cualidad marítima. Queremos hacerlo dialogando.

Hallamos fuerza en muchas cosas de la naturaleza, en la misma naturaleza humana cuando se propone alcanzar grandes metas. Omito en estas líneas muchos eventos y acontecimientos relevantes del año que termina pero anoto los que a este servidor le han marcado con energía propia. Que ese mismo impulso nos lleve a conducir los destinos de 2016 con fuerza pero con sabiduría.

Interjecciones
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Evaluando el 2015 con Madiba

Uno empieza el año pensando que será largo y sin darse cuenta ya está escribiendo la evaluación del mismo. Para hacer esta rememoración, utilizaré algunos de los principios que Nelson Mandela (Madiba) dejó como legados de su liderazgo.

1. “Objetividad en el actuar, nunca dejes una idea al aire, piensa, analiza, aterriza y ejecuta”. Debido a la polarización y a la lógica amigo-enemigo en que estamos enfrascados los bolivianos, se hace muy difícil actuar con total objetividad. Las circunstancias, signadas por la indefensión institucional, llevan y hasta obligan a poner la cara en favor o en contra de algo. Cada vez son menos, los dedos de una mano sobran, las instituciones que protejan al ciudadano que se anima a expresar su punto de vista disidente. La judicialización es una espada de Damocles. De tal manera que todos aquellos que se animan a hacer opinión pública deben moverse entre decir tantas generalidades que no dicen nada o indagar con más incisión. Los primeros tienen espacios de sobra. Los segundos, como Amalia Pando, no les quedan otra que dejar la pega y tomar posición. Mantener la objetividad en una sociedad sin instituciones creíbles, fuertes y autónomas es muy, muy difícil. En todo caso, esto de tomar posición sobre un tema o problemática que afecta a la sociedad en su conjunto no debería ser tomado como falta de objetividad, sino como la opción por la búsqueda del bien común. Es tan importante tomar partido por el combate a la pobreza como por la calidad de la democracia. La objetividad no quiere decir “amarillismo”, acomodadizo facilón y conservante de mi pega y privilegios. La indiferencia y el “hacerse los locos” ante determinados temas es una irresponsabilidad personal injustificable. En todo caso lo que sí se debe tomar en cuenta son las formas de hacerlo, porque queriendo combatir la indiferencia y la apatía tendemos a convertirnos en intolerantes activistas de un credo o una fe casi religiosa. 

2. “No creer en la inmediatez, los objetivos se dan a largo plazo”. El día a día nos agobia tanto que por solo ver los arboles no vemos el bosque. Todo es urgente, todo es para hoy. Nos falta pensar, planificar y actuar a largo plazo. Esta es una carencia personal y colectiva que frustra muchas acciones individuales y sociales. La mentalidad extractivista y feudal forma parte de nuestra matriz histórica porque guía nuestro accionar marcado por el ganar y disfrutar hoy, porque el futuro es incierto: “y si mañana me muero?” es la demoledora contrapregunta del minero cuando le reprochas porqué tira sus ganancias en fiestas y bienes suntuarios no básicos.

 3. “Primero mi pueblo, después los demás”. En alguna ocasión Mandela comentó lo siguiente: “Los verdaderos líderes deben estar dispuestos a sacrificarlo todo por la libertad de su pueblo”. Aquí lléganos al punto de preguntarnos si los bolivianos tenemos un objetivo común que nos una y que sea nuestro norte. Yo creo que no, a excepción del tema de la reivindicación marítima y la selección de futbol, y este es nuestro talón de Aquiles. Todos estamos de acuerdo en generalidades irrefutables como luchar contra pobreza, construir una sociedad más justa, más democrática, más inclusiva, más desarrollada económicamente, etc. Donde fallamos es en el aterrizaje y en las formas de cómo lograrlo. La sobre ideologización y la fuerte tendencia autoritaria presentes en todos nuestros ámbitos de la vida privada y colectiva, nos lleva querer siempre imponer nuestro punto de vista como el único verdadero en contra de los otros. La intolerancia ideológica es una barrera mental que impide la búsqueda de soluciones y acuerdos para problemas comunes.

4. “Nada es blanco o negro. Siempre hay distintas formas para solucionar el problema, lo importante no es hallar una respuesta, sino encontrar la mejor”. Cuando se tiene objetivos comunes por el bien del pueblo, ésta es la mejor recomendación. No se trata de tener la solución, sino de encontrar la mejor. Y para ello debemos partir del principio que todo problema tiene diferentes aristas y, por lo tanto diferentes formas de entender y encontrar soluciones. Lo que quizá para mí es un problema complicado, para otros es más bien algo simple y de fácil solución. Esto amerita por supuesto dejar la sobre ideologización e intolerancia.  

5. “Mantén a tus amigos cerca… a tus enemigos más. Era un estratega nato, sabía que para poder derrotar a su enemigo, la mejor forma de hacerlo era conocerlo, mejor de lo que cualquier persona pudiera hacerlo”. Pues en esto vamos igual de mal. No nos gusta oírnos porque estamos seguros que nuestros prejuicios ideologizados nos pintan en genio y figura a las personas. Es un pecado ver dialogar a un masista con un opositor y al revés también. La ideología, en estos términos, no es una forma de pensar y ver el mundo, sino una forma de seleccionar, de segregar. Por lo tanto no es ideología, es un dogma. Y son estos dogmas los que nos impiden dialogar entre diversos, encontrar soluciones entre todos, para todos.

Como se verá, quedan para el 2016 los desafíos que no pudimos cumplir o cumplimos en parte este 2015 que, en lo personal, me ayudó mucho a cuestionar mi forma de pensar y actuar en relación a los otros y a acercarme cada vez más al pensamiento mandeliano de Madiba. Me despido hasta el lunes 11 de enero. Feliz año 2016.

Ivan Arias Duran

Ciudadano de la Republica Plurinacionla de Bolivia

Serotonina
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2016: año complicado para Venezuela y Bolivia

Las noticias sobre el precio del crudo siguen negativas.

Será, entonces, un año 2016 bastante duro para economías-energéticas: las que dependen del petróleo o gas vendido como materia prima.

El precio del barril “light sweet crude” (WTI, de referencia para establecer los precios del gas natural de Bolivia, por ejemplo) “cerró” al 22.12 (para ser comercializado en enero) a 34,74 USD; el barril Brent (referente europeo para la “canasta” venezolana) quedó en 36,35 USD; su menor valor en 9 y 11 años, respectivamente.

La reducción de precios del petróleo –que ya analizamos a profundidad en otras columnas- fue por la mucha oferta (de Arabia que siguió produciendo sin importarte el costo de producción ni la eventual reducción de sus abultadas reservas de dólares en bancos internacionales); la aparición en el escenario de negocios del ya famoso shale-oil y shale-gas (petróleo/gas extraído de reservas y formaciones no-convencionales a los actuales); la inversión poderosa de Estados Unidos en éste último tiempo en shale y la continua puesta en mercado de petróleo de parte de OPEP (pese a los ruegos de Venezuela de recortar las cuotas de producción).

Ello afectó al precio del gas natural boliviano: cayeron a 4,8 USD/millón BTU (unidad térmica británica) para el contrato con Argentina y a 4,3 USD/millón BTU para el contrato con Brasil (que además vence el 2019). El precio al Brasil estuvo por encima de los USD 12 en 2012. Eran buenas épocas.

Y afectó a Venezuela: barril a precio USD 29.29 al 22.12 (estando el WTI a 36).

En Bolivia, además de ese escenario externo, se tiene que las reservas internacionales netas (RIN) se redujeron más de USD 1.726 millones del total que llegó a sumar USD 15.123 millones. Las RIN estuvieron en alza entre 2006-2014 durante el boom de los buenos precios del barril de petróleo.

Bajaron los precios del petróleo y consecuentemente bajaron los ingresos de Bolivia y las reservas RIN. Tomando datos del estatal INE (Instituto de estadística) se tiene que los ingresos por venta de hidrocarburos (de gas, concretamente) bajaron en un monto de USD 3.443,6 millones (casi 40% menos que el año de buenos precios del petróleo).

No olvidemos que 65 dólares ingresados a Bolivia de cada 100 son gracias a la actividad de hidrocarburos.

En Venezuela la cosa es más compleja: de 100 dólares ingresados 95 son generados por la industria petrolera.

Los contratos establecen la actualización trimestral de precios del gas boliviano que viene a re-emplazar una “canasta” de fuels cuyos precios, lógicamente, están “de la mano” del barril/petróleo WTI.

A precio de barril de USD 100 (junio 2014) a menos de USD 35 (diciembre 2015) se tiene precios de gas muy bajos: para los contratos a Brasil (GSA) variable de 24 MMmcd (millón de metro cúbico/día) hasta 30,08 MMmcd; y para la termoeléctrica de Cuiabá (2.2 MMmcd) con vigencia hasta agosto 2016, éste último.

Ahora, naturalmente, como nadie tiene una “bola de cristal” es posible que para 2016 los precios del petróleo vayan en alza, no se si hasta su nivel de 2014, pero en alza para apenas mejorar economías de países extractivistas como Bolivia o Venezuela. Ideal sería que ambos países hayan desarrollado, con tanto ingreso, una industria de agregados de petróleo y gas.

El caso venezolano se pinta complicado: Venezuela necesitaría un precio de barril/petróleo a mínimo de USD 50, menos de eso es casi un desastre.
Habrá una brecha de ingresos/gastos tan grandes que no habrá como financiar esa diferencia, de continuar los precios actuales y de continuar Venezuela siendo mal dirigida.

Con menos de USD 50 Venezuela no podrá crecer –menos su industria de exploración y producción petrolera- porque no habrá posibilidad alguna de expansión de inversiones.
Barclays espera que en 2016 el precio del petróleo Brent se ubique en 63 USD/barril de manera que la “canasta” petrolera venezolana estaría a 55 USD/barril; así y todo habrá déficit de aproximadamente 20 mil millones USD que tendrán que ser cubiertos seguramente con financiamiento de China o de alguien que siga dándole "oxígeno" al actual esquema político venezolano.Obviamente marchándose los actuales administradores la cosa mejoraría.

A ello sumar el pago de la deuda, cubrir los bonos de la petrolera estatal y una reducción de importaciones en donde los privados serán los más golpeados.

En todo caso en ambos países se requieren medidas de ajuste y nuevas personas que entiendan de economía. Y de hidrocarburos. Dejando de lado la improvisación. El gran problema es que no hay economistas (con alta y probada capacitación) al mando de confeccionar presupuestos, recortar el gasto fiscal, evitar el despilfarro y actuar con prudencia ante la desmejora de los ingresos por venta de gas y petróleo. Ni tampoco hay estrategas en políticas energéticas.

El tema político interno en ambos países, y la nueva ola en la región con la batuta de un muy serio y modernizador Mauricio Macri, también van a pesar a tiempo de la evaluación.

Lo que si requieren ambos países, con economías encadenadas a la energía, es una verdadera #ReformaEnergética con promoción a ultranza de la libre iniciativa y de la inversión privada, dándoles las comodidades fiscales, legales y regulatorias respectivas, dejando de ser estados “trampa” para ser estados de atracción de capitales. ///

Hablemos de energía
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Bolivia: El despotismo busca borrar huellas

Evo Morales se ufanó el sábado ante sus huestes cocaleras del Chapare de haber borrado del mapa boliviano a los partidos políticos de diversa ideología. ¡Han desaparecido el MNR, ADN, UCS, NFR, MIR! Hay “cero partidos neoliberales”, dijo eufórico el caudillo.

Lo que no dijo es que a los principales dirigentes de esos partidos los mantiene en el exilio, presos o perseguidos, mientras busca afanosamente que el pueblo boliviano le autorice, en un referendo a celebrarse en febrero, a modificar la Constitución y optar por un nuevo periodo.

Si no ha pasado ni un año desde las recientes elecciones y faltan más de 4 para las del 2019, ¿por qué el apuro del régimen por buscar la tercera reelección de Morales?

La explicación es que Morales ha durado en el cargo mientras Bolivia recibió como nunca millones de dólares por la venta de materias primas, cuyos precios se elevaron hasta las nubes por las compras de China e India, principalmente, y del gas exportado a Brasil y Argentina.

La época de la bonanza está acabándose y ya la mina de Huanuni piensa despedir a miles de trabajadores porque la libra fina de estaño, por ejemplo, se cotiza a $7, mientras los costos de producción son de $8. El régimen está, pues, curándose en salud.

Pero lo más importante para los déspotas que hoy gobiernan Bolivia es asegurarse la continuidad en el gobierno para que no prosperen investigaciones de una corrupción brutal, como la del Fondo Indígena, donde sus allegados se apropiaron de $650 millones. Hasta ahora solo ratoncitos han caído presos, pero las ratas principales andan impunes.

Pero no es solo eso, sino que temen ser enjuiciados por atroces crímenes cometidos por sus huestes, pero orquestados por el G2 cubano y la embajada venezolana en La Paz, como el vil asesinato  del mercenario boliviano-croata Eduardo Rozsa Flores y sus acompañantes el 2009 en el Hotel Las Américas de Santa Cruz.

El colega Carlos Valverde Bravo, con la sutileza de un orfebre, en su libro “Maten a Rozsa”, demuestra fotocopias de los pasajes pagados por la embajada venezolana para el traslado dentro del país del “héroe de los Balcanes”. Nunca Rozsa supo de las intenciones del G2 y el chavismo para utilizarlo, ni cómo sirvió de tonto útil para algunos extremistas cruceños.

Lo cierto es que llegado el momento, Rozsa y sus acompañantes fueron acribillados en la madrugada del 16 de abril del 2009. Estaban en calzoncillos. Muy difícil que terroristas atacaran a los policías desde sus camas de un hotel. Los circuitos cerrados de TV fueron desconectados por los asaltantes.

Si sobrevivía Rozsa se hubiera sabido quién lo contrató desde hace dos años, por lo menos, para una supuesta “defensa de Santa Cruz”. Cuando aún no se habían enfriado los cadáveres, desde Venezuela Morales anunció el “éxito” de la operación que evitó su “magnicidio”.

Un atentado dinamitero a la casa del cardenal Julio Terrazas (recientemente fallecido), fue la excusa para matar al grupo, pero lo más importante, Cuba y Venezuela desbarataron cualquier resistencia de Santa Cruz, la rica región oriental, al gobierno de Evo, aliado de los Castro y Hugo Chávez.

Decenas de dirigentes políticos, empresariales, cívicos fueron aprendidos, perseguidos o exiliados. Lo que empezó con la masacre de El Porvenir, en Pando, se extendió a Beni, Santa Cruz, Tarija, Cochabamba y Chuquisaca. Allí acabó la resistencia de la “media luna” y el despotismo empezó a marchar a paso de ganso.

(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.

 

Tierra Lejana
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Svetlana Aleksijevitj habla del “hombre rojo"

La ganadora del Premio Nobel de Literatura 2015, la escritora y periodista bielorusa Svetlana Aleksijevitj, dio su discurso el lunes 7 de este mes a las 17:30 (hora sueca). Era una tarde fría y oscura típica del invierno estocolmense, soplaba el viento algo fuerte. Y entre las callejuelas de la ciudad vieja alrededor del majestuoso edificio de la Bolsa, donde se encuentra la Academia Sueca, se percibía un ambiente navideño.

Llegué al local media hora antes para coger un buen puesto. A unos 30 metros del recinto habían dos vehiculos policiales. Me acerqué a la puerta de entrada, me identifiqué y subi las gradas hacia la guardarropía. Me saqué la chaqueta e inmediatamente me advirtieron que no podía entrar con el pequeño maletín de cuero que llevaba. Ya van muchísimos años que asisto a este solemne acto, y nunca ocurrió algo parecido anteriormente. En fin, saqué el contenido del maletín: mi cámara fotográfica, un cuaderno y un bolígrafo. Y me marché al famoso salón, en donde un nutrido público esperaba a la galardonada con el Premio. Me instalé en un lugar relativamente cerca de la tarima, ahí sentado conversaba con un amigo. De pronto entraron los miembros de la Academia Sueca, se sentaron en sus respectivas sillas y un silencio absoluto se apoderó del salón. Sara Danius, la flamante secretaria de la Academia, se dirigió hacia la tarima, y desde allí dijo: “Señoras y señores, bienvenidos a la Academia Sueca. Hace exactamente dos meses, en este salón, se reunieron muchos periodistas para saber quién iba a ganar el Premio Nobel de Literatura. Ese día cuando mencioné la palabra Bielorusia, muchos aplaudieron y exclamaron de felicidad. Deseaban saber más sobre Svetlana Aleksijevitj, y me preguntaban muchas cosas. Al cabo de casi tres horas, cuando terminó el acto, me di cuenta que esas preguntas involucraban, de alguna manera, al hombre rojo y a las subidas y caídas del hombre soviético. El imperio del hombre rojo se ha terminado. El gran experimento, que duró siete décadas, se fue al tacho. Y el hombre rojo se ha sustituido, gradualmente, con otro hombre que aún no sabemos como se llama. Aleksijevitj ha conversado con muchas personas para escuchar sus historias. Se trata de gente que no hubiera existido en la historia, si Aleksijevitj no hubiera escrito sobre ellos, sobre esas mujeres que lucharon en la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué sabíamos de ellas?”. Y así continuó Danius durante unos 20 minutos. En realidad, me sorprendió un poco esa larga introducción, ya que los anteriores secretarios no hablaban más de 10 minutos.

Cuando Aleksijevitj tomó posición en el lugar indicado, empezó su discurso en ruso diciendo: “No estoy sola en esta tarima. A mi alrededor hay voces, cientos de voces que siempre están conmigo desde mi niñez. Yo vivía en una aldea y, a nosotros los niños, nos gustaba jugar, pero en las tardes nos jalaban como con un imán hacia los sillones donde estaban sentadas las viejas cansadas, y se reunían cerca de sus casas o cabañas. Ninguna de ellas tenía marido, padre o hermanos. No habían hombres en la aldea después de la guerra, me acuerdo bien”.

El público trataba de seguirla leyendo el folleto que habían repartido al principio, pero me di cuenta que mucha gente eligió escuchar las palabras que salían de su boca. El discurso de Aleksijevitj estaba compuesto de diferentes partes: voces que narran historias, las experiencias y entrevistas que hizo entre los años 1980-1985 y 1989-1997.

La primera voz que se manifiesta es un soldado que, en plena guerra, pide la mano a una mujer que también luchaba en la guerra y que, en cierto modo, se había olvidado de ser mujer. Cuando conversa con su admirador le dice: “... primero tienes que hacerme mujer, regalarme flores, decirme palabras cariñosas y cuando toques las fibras de mi ser, haré coser un vestido de novia”.

La segunda voz se trata de Chernóbil. Una mujer cuenta: "vivíamos cerca del reactor nuclear en Chernóbil, allí trabajaba como panadera. Mi esposo era bombero, y recién nos habíamos casado. Acostumbrabamos a pasear de la mano. Justo ese día que explotó el reactor, mi esposo estaba trabajano de turno en la estación de bomberos. Y cuando tocó la alarma, partieron allí los que estaban de turno. Se fueron en camisas y con ropa normal y corriente. Toda la noche trabajaron tratando de apagar el incendio. Y con esas dosis de radiactividad a la que fueron expuestos, no se puede sobrevivir. Al día siguiente por la mañana los enviaron, en avión, a Moscú. Yo viajé para visitarlo, y cuando estaba en el hospital me dijeron que se encontraba en una caja especial. Me preguntaron ¿Qué vas hacer allí? Lo amo, les dije. Ya no es una persona a la que se puede amar, me contestaron”.

La tercera voz describe a un niño que mató a un alemán cuando tenía 10 años: "... aquel alemán estaba echado en el suelo herido. Me habían dicho que le quite la pistola. Entonces corrí hacia él, pero el alemán cogió la pistola con las dos manos y apuntó contra mi rostro. Pero no fue él, que alcanzó primero, fui yo. No me asusté de heberlo matado".

La escritora bielorusa habló de una manera contundente, y creo que ante sus palabras todos quedan consternados. Cuando por ejemplo dice: "´... he vivído en un país, en donde desde que eramos pequeños nos enseñaron a matar. Nos decían, el hombre existe para arder y para sacrificarse. Crecimos entre verdugos y víctimas. Nuestros padres vivían con temor, por eso no nos contaban todo. Hace 20 años depedimos al imperio rojo con maldiciones y lágrimas. Hoy tenemos una nueva generación que tiene otra visión del mundo, pero muchos jovenes leen nuevamente a Marx y a Lenin. No existe el imperio rojo, pero el hombre rojo aún está presente. Hay muchos idealistas y románticos. Hoy en día, a esos, se los llama: románticos de la esclavitud o esclavos de la utopia. La gente quiso establecer el reino de los cielos en la Tierra, el paraíso terrenal. Y al final sólo quedó un mar de sangre y millones de vidas destrozadas por nada".

Sin lugar a dudas que la autora de “La guerra no tiene nombre de mujer”, ha sabido escuchar historias que le han perseguido durante 40 años. De ese modo se convirtió en la voz de los sin voces. Son precisamente esas voces clamorosas las que le sirvieron para incursionar en una literatura de no ficción, creando así un nuevo género literario. El sufrimiento, el desamor, la muerte, la lucha de los soldados y de las mujeres rusas en la Segunda Guerra Mundial, la exploción nuclear en Chernóbil, la guerra de Afganistán y las vivencias en el comunismo soviético son temáticas de mucha importancia en su obra. Svetlana Aleksijevitj es una mujer de mucho coraje, porque escribe y habla sobre acontecimientos que muchos desearían enterrarlos bajo mil metros. Después de haber conocido que el Premio Nobel de Literatura recayó en su persona, la entrevistaron en Minsk, capital de Bielorusia, en donde dijo: “... respeto el mundo ruso de la literatura y la ciencia, pero no el mundo ruso de Stalin y de Putin”. Palabras de mucha valentía, tomando en cuenta el destino que sufrió la periodista rusa Anna Politkóvskaya. Como buena conocedora de la verdad, es una voz crítica ante los sistemas totalitarios. Quizá por eso fue acosada por el régimen del presidente bielorruso, Aleksander Lukashenko.También fue culpada por mostrar a la antigua Unión Soviética de una manera “poco heroica”. Pero muy lejos de todo tipo de acusaciones, sus libros son de denuncia por encima del poder. Son libros que forman parte de un gran mural, en donde cada centímetro cuadrado está cubierto por historias verídicas que sacan lágrimas a cualquier ser humano.

Palabras de fuego
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Sin paz ni amor

Por su esencia, las familias que deseen reunirse en la Nochebuena tendrán paz y amor por el solo hecho de estar juntas. Lamentablemente, esos sentimientos no pueden extenderse a un país que termina el año más dañado que cuando comenzó.

Sí. Hay estabilidad económica y los reportes del FMI y el Celam dan cuenta que el desempeño de Bolivia fue mejor que el de la mayoría de los países de la región, incluido el gigante Brasil, pero ni siquiera ese indicador positivo nos permite hablar de paz y amor cuando el ambiente en el que vivimos está repleto de violencia y odio.

Culpar al Gobierno es hacerle el juego a la escuálida oposición que se frota las manos creyendo que el declive en el apoyo al MAS permitirá un relevo del poder a mediano plazo. Si hablamos de violencia, esa que es ejercida contra la mujer y cuyo rostro más deleznable se mostró en el caso del suspendido presidente de la Asamblea Legislativa Departamental de La Paz, es justo recordar que denuncias de esa naturaleza también afectaron a los opositores.

La violencia contra la mujer no tiene ideología y se manifiesta de igual forma entre oficialistas y opositores. Ni siquiera una ley de avanzada, y a veces hasta radical, como la 348, puede cambiar la mentalidad de un país machista en el que todavía se cree que la mujer debe vivir bajo la tutela del varón, aunque eso signifique soportar maltratos y humillaciones.

En estos días previos a la Navidad conocí un caso de esos, el de una mujer que vivió 24 años bajo el mando de un hombre golpeador que no le dejaba trabajar ni salir a la calle. En un aparente intento de tenerla encadenada al hogar, procreó seis hijos con ella. Ahora, cuando, cansada de los golpes, decidió dejar al marido, no faltan parientes que le aconsejan volver con él, para no quedarse sola con tantos hijos. Esa es, más o menos, la misma mentalidad que hizo que la mujer golpeada por el asambleísta paceño vuelva con él de manera pública.

Entonces, no puede haber paz en un país tan afectado por la violencia que el 80 por ciento de sus víctimas mujeres desisten de sus denuncias cuando se atrevieron a presentarlas ante las autoridades. ¿Y la violencia invisible, aquella que no se denuncia?

El otro factor de malestar es el odio, opuesto al amor que debería primar en estas fechas.

Aunque nos duela, debemos reconocer que en el país existe una ola de odio motivada principalmente por un Gobierno cuyas principales figuras más parecen vengadores de agravios del pasado.

El odio se percibe cuando nuestros gobernantes aprovechan los micrófonos para denostar a la oposición, insultarla y llenarla de calificativos. Y se percibe cuando se pasa de las acciones a los hechos y se persigue al que piensa distinto y hasta se lo encarcela. Ese odio se advirtió hace años, cuando el presidente Evo Morales maltrató públicamente a un periodista del diario La Prensa por una nota que se había publicado en ese medio y no le gustó al Gobierno. En las fotos del incidente se puede ver el odio en los ojos del jefe de Estado mientras miraba al informador que, para colmo, ni siquiera era el autor de la nota.

Pero la oposición no está lejos de esas acciones porque, aprovechando la impunidad de las redes sociales, también se dedica a destilar odio no solo criticando la gestión de Gobierno sino recurriendo al insulto, a la descalificación y al racismo.

Por ello, es probable que tengamos paz y amor en nuestras familias pero será difícil encontrarlos afuera.

 

 

 

 

 

 

 

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

 

 

 

 

  

 

  

Surazo
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