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La calle

Mientras los aspirantes a la candidatura presidencial de las diferentes fuerzas políticas avanzan en la búsqueda de aliados y adhesiones, distintos sectores se preparan para salir a las calles en contra del Gobierno al que le exigen la derogación de la disposición adicional séptima de la Ley 1613 que prescribe "I. Con la finalidad de garantizar la disponibilidad y abastecimiento de alimentos esenciales, se faculta a las entidades competentes, activar acciones de control, fiscalización, confiscación y/o decomiso de productos, a los actores de comercialización de alimentos, que almacenen o retengan y/o pretendan encarecer los precios de los mismos. II. Todo actor de la cadena productiva de alimentos esenciales, debe declarar, información de producción, transformación y comercialización, misma que tendrá calidad de declaración jurada y será tratada bajo el principio de confidencialidad, conforme a la reglamentación aprobada por Resolución Biministerial emitida por los Ministerios de Desarrollo Rural y Tierras y de Desarrollo Productivo y Economía Plural”.

La norma aludida se explica por si sola, es abusivamente confiscatoria, afecta a la propiedad privada, a la libertad de trabajo legal, establece procedimientos contrarios a la legítima defensa y a la presunción de inocencia, y subrepticiamente pretende derogar lo prescrito sobre el tema en el Código Penal.

En paralelo la falta de carburantes es pan de cada día por la sencilla razón de que no hay dólares y no hay dólares porque no producimos casi nada y si algunos sectores lo hacen son obstaculizados en su valiosa labor con estos dislates.

En este escenario, los actores políticos se concentran en un proceso electoral lleno de incertidumbres en tanto que varios sectores sociales han decidido salir a las calles con reivindicaciones propias.

Los candidatos y los sectores sociales confrontados al gobierno están divorciados, los primeros han optado por encerrarse en sus pequeños espacios declarándose ajenos a la lucha callejera y los segundos parecen no estar interesados en las veleidades electorales de los aspirantes.

Esta desconexión, le permite al gobierno utilizar el conflicto social para medir sus fuerzas interna y externamente y poner a prueba a sus posibles candidatos que deben ganar sus espacios dando muestras de lealtad con uno u otro sector en la lucha callejera.

La calle, es el lugar donde la acumulación de fuerzas será clave para definir qué candidato logrará un mayor apoyo electoral y quienes quedarán disminuidos y cuando nó aislados. Los aspirantes que no comprendan esta lógica la tienen difícil.

Todos ellos deberían incluir en sus reflexiones que la ciudadanía está sometida a pautas comunicacionales electorales que tratan de inducirla a suponer que la democracia esta incólume, sin embargo, en su cotidiano vivir y contrariamente a

esta incitación, está presente una otra agenda que se esfuerza por recuperar la democracia con la dificultad de que no cuenta con una dirección política que la conduzca a la conquista de la titularidad del poder político.

Las fuerzas políticas están impelidas de construir una conducción política que supere los márgenes escasos de lo electoral, no basta ser candidato, no basta firmar algunos acuerdos, tienen la obligación de formular una estrategia que confluya con la lucha callejera de los sectores sociales.

Será insuficiente que los candidatos efectúen visitas protocolares, realicen apasionadas declaraciones o firmen compromisos, no, no basta, como nunca se requieren soluciones coherentes a los temas en conflicto, los aspirantes tienen que comportarse como si ya fuesen gobierno.

Es importante que denuncien por qué el poder político se niega a dar brazo a torcer, que en el fondo de su decisión está la necesidad de domesticar a los sectores rebeldes por la vía del miedo con la advertencia implícita que luego se extenderá a todo aquel que se ponga al frente.

Los sectores movilizados son el correlato de los movimientos sociales oficialistas sustentadores del autoritarismo, es preciso apuntar que su lucha no es únicamente por sus puntuales intereses, sino que es una forma de defender la democracia frente a las manifestaciones autoritarias.

No debe ignorarse que una fracción del autoritarismo tratará de confundir a la población con anuncios de una movilización conspirativa en su afán de seguir perforando a la democracia con peticiones contrarias a la constitución, las leyes, las opiniones de los organismos internacionales y la voluntad popular expresada en las urnas. Los conspiradores nada tienen que ver con los sectores democráticos movilizados, tienen objetivos absolutamente diferentes, los unos son agua, los otros son aceite.

No puede haber empate, el que triunfe determinará la consolidación de la dictadura o la reconquista de la democracia desde abajo.

El carácter que tenga el proceso electoral está en juego, su viabilidad se definirá en las calles, que es donde deberían estar los candidatos, ya después tendrán la posibilidad de bailar, sonreír, besar wawas y demás demostraciones propias de la farándula electoral, por ahora, la calle los espera.

Desde el Sur
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¿Sabía que Bolivia hace parte del “triángulo alimentario” mundial?

Circula por las redes sociales un interesante reportaje televisivo de Marylin Morales, periodista de Red Uno, sobre un triángulo alimentario en Sudamérica que contempla, nada más y nada menos que a Santa Cruz de la Sierra, São Paulo y Bahía Blanca, como puntos de referencia para la producción de alimentos a fin de satisfacer la insaciable demanda mundial. ¿Conocía Ud. esta visión futurista que data del año 2016? 

En momentos que en Bolivia, día que pasa se caldea más y más el ambiente político en función de las Elecciones Generales del 17 de agosto de 2025, creí pertinente abordar este tema, por dos razones: Primero, porque resulta a todas luces estratégico para el país, desde el punto de vista del desarrollo económico y la autosuficiencia alimentaria a la que deberíamos aspirar, y, segundo, para poner sobre la mesa argumentos contundentes de quienes conocen la vital importancia de la producción agrícola a futuro, asignando a Bolivia en función de ello, un rol gravitante como parte de la solución a la creciente demanda de alimentos en el planeta que, según la FAO, el año 2050 tendrá más de 9.000 millones de bocas por alimentar, frente a la limitada disponibilidad de tierras con vocación productiva, la escasez de agua dulce y el negativo impacto del cambio climático en curso. 

De ahí, la importancia que los políticos deberían dar al “triángulo alimentario del mundo”, concepto evocado en la Jornada Negocios del campo organizada en 2016 por el periódico “La Nación”, en Buenos Aires, en la que los expertos de un panel mencionaron a Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia; São Paulo, en Brasil, y, Bahía Blanca, en Argentina, como los vértices de este triángulo imaginario que, a decir de quienes tienen conocimiento de tan relevante temática, serán determinantes para ampliar la oferta de alimentos a nivel global. 

Este triángulo alimentario comprendería campos fértiles del Oriente de Bolivia, Paraguay, el Sur de Brasil, el Norte de Argentina y una parte del Uruguay, regiones privilegiadas con grandes extensiones de tierra cultivable y disponibilidad de recursos hídricos. Dicha visión motivó este artículo para que nuestros futuros gobernantes abran los ojos, considerando, además, que tal prognosis quedó corta, ya que Bolivia podría aportar mucho más, como explicaré al final. 

El panel que trató la temática indicada en 2016 estuvo conformado por Ricardo Yapur, CEO de Rizobacter; Gustavo Grobocopatel, presidente de Los Grobo; Ernesto Ambrosetti, Economista Jefe de la Sociedad Rural Argentina; Fernando Zubillaga, Prosecretario de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola, y José Del Rio, adscrito como Moderador por la Secretaría General de “La Nación”. 

Para estos peritos en materia alimentaria, “el futuro de la agricultura del mundo pasa por América del Sur” tomando en cuenta que “Estados Unidos consume todo lo que produce, Europa cada día es más un gran jardín y África, si bien tiene agua y tierra, no tiene todavía muchos elementos que le harían falta para ser un lugar productivo", de ahí que el grupo De Sangosse, empresa francesa multinacional especialista en la protección y nutrición de plantas, semillas y control de plagas, proyectó un triángulo imaginario entre São Paulo, Santa Cruz de la Sierra y Bahía Blanca, “desde donde va a salir la comida del mundo porque hay espacio y una población lo suficientemente educada para entender las nuevas tecnologías”, además de gozar de un activo invalorable, como es la paz, para poder hacerlo. 

Según los expertos, la posibilidad de dar saltos de competitividad del 15% al 20% pasará por mejorar los insumos, con miras a una "agricultura más limpia, con más integración de biológicos" apuntando a bajar la presión de fitosanitarios, insistiendo en la privilegiada posición de Sudamérica para producir alimentos a diferencia de otros Continentes (“Agregar valor: frente al desafío de responder al reto de alimentar al mundo”, La Nación, 16.07.2016). 

Hasta aquí la historia, veamos ahora lo que avanzamos en el país… 

Santa Cruz se ha convertido en el primer productor de alimentos en Bolivia, con el 77% del volumen global y es el primer departamento agroexportador del país, con el 88% del total, cifras elocuentes a la hora de valorar el liderazgo de una región que produce para el mercado interno, sustituye importaciones y genera exportaciones de alimentos, todo ello logrado a pesar de ciertas políticas que impiden un mayor desarrollo agropecuario, agroindustrial y agroexportador: Vamos bien, pero podríamos estar mejor. 

Para concluir: ¿Por qué dije que la proclama de Buenos Aires quedó corta? Porque, si Santa Cruz ha hecho tanto con apenas 3 millones de hectáreas ¿cuánto más podría aportar alimentariamente Bolivia al mundo, de subir la productividad con biotecnología e incorporar 9 millones de hectáreas del Beni, bajo la tríada de “alimentos económicamente viables, ambientalmente sostenibles y socialmente responsables” que promueve el Instituto Boliviano de Comercio Exterior?

Buscando la verdad
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La pequeña burguesía inquieta

Marx, el gran clásico de las teorías revolucionarias, identificó con claridad a la pequeña burguesía. Aquella clase que no puede ser revolucionaria porque tiene que preservar sus intereses privados, es decir sus relaciones de propiedad y de clase social. Esa terrible inestabilidad de esta clase, le hace traidora por esencia. Que por cierto pueden ser también de izquierda; pero sólo para cuidar sus intereses de clase. Fundamentalmente se inclinan a formas fascistoides.

El último proceso de cambio del país nos mostró, entre tantos fenómenos sociales a investigar, que la pequeña burguesía clase mediera, se coló al proceso oportunistamente como en otros procesos revolucionarios. La burocracia es ámbito preferido de esta clase social. Ciertamente que se convierten en revolucionarios radicales. Como en la revolución del 52, fue uno de los obstáculos mayores que frenó el proceso de cambio. Actitudes absolutamente infantiles y totalmente burocráticos, que poco a poco deslucieron lo que las organizaciones sociales y sus bases planteaban al país: cambiar las reglas de juego de la historia y la Nación.

La pequeña burguesía inquieta, de clases medias, gozaron en farras revolucionarias y puestos altos en el Estado. Pero nada hicieron por el país profundo. Los resultados son demasiado evidentes: pobreza y miseria constante. Nuestras instituciones no construyeron políticas de Estado, seguimos siendo un país insostenible en todos los sentidos posibles. Ni siquiera somos autosuficientes en alimentos. Sin embargo, las excusas de la pequeña burguesía inquieta son inmensas, inmensas en su fracaso histórico.

No aportaron ni intelectual ni con las prácticas en las instituciones. Su frivolidad frente a los cambios que los sectores sociales exigen, pasan sólo como anécdotas para estas clases sociales. Y duermen viendo al imperio hasta en sus sueños más pesados. Pues en el fondo están enamorados del imperio: es su excusa perfecta.

Las lecciones que tenemos que sacar son importantes, como la identificación concreta de aquellos personajes de las pequeñas burguesías, y sus características sociales históricas, que en muchos momentos sólo perjudican los avances de los sectores populares y pobres. No para arrinconarlos sino para ayudarles en sus terribles ausencias de bolivianidad, de identidad con el país profundo. Porque siguen siendo nomás clases a medias, sin proyecto de clase y sin capacidad de ver nuestras realidades de manera democrática y recíproca.

Pues ni modo, la pequeña burguesía inquieta no aprende de sus potencialidades, de que sus raíces tienen que ser plantadas en este país. No sólo aprovecharse de los momentos populares, que cierto está bien; pero no quedarse como hijitos de papi, aprovechándose de momentos populares, sólo para seguir acomodados en la burocracia sin profundizar los anhelos de las clases más desfavorecidas.

Estas reflexiones nada tienen que ver con personas de buen corazón, que siempre hay en todas las clases sociales, sino con los comportamientos colectivos, conscientes e inconscientes, de clase social. Como corpus social, como proyecto y trayectoria histórica de clase. Y en el caso de las pequeñas burguesías bolivianas, racistas, pigmentocráticas; aunque radicalizados y supuestamente de izquierda, mantienen nomás ese halo de ascenso burgués en sus formas de adueñarse de espacios institucionales, siendo que las conquistas han sido obra y esfuerzo de los sectores populares. Pues no son muy democráticos en sus actos. Todavía peor: no hay aportes después en los campos intelectuales y de gestión institucional. No tienen capacidad para resolver las demandas del país profundo.

En el fondo mantienen la continuidad de las herencias pasadas. Que les dan ventajas en el manejo burocrático sin cambiar absolutamente nada, sino el discurso. Ni qué decir de sus ausencias en la crítica. Sus costumbres totalitarias no han cambiado, el miedo a la crítica es una constante de clase que se mantiene latente a lo largo de todos los tiempos.

Lecciones y aprendizajes. Lecciones de fracasos y sangre que también son parte del patrimonio proletario, popular y obrero. Son parte de nuestra historia. Avanzar en las conquistas de derechos no ha sido precisamente una historia lineal, sino todo lo contrario. Ha sido y sigue siendo una historia de derrotas, de traiciones, de confianzas no recíprocas. Lo mismo que en la experiencia de la revolución del 52, que fue destruida y boicoteada desde adentro por estas mismas clases, no se sacó lecciones que eran necesarias para las experiencias posteriores.

La emancipación del proletariado será obra de ellos mismos. Diríamos también, que la emancipación de las naciones oprimidas será obra de sus propios esfuerzos. Confiar y entregar esfuerzos ganados a otros sectores, pues vemos que no es lo más conveniente si es que se requiere avanzar en serio.

Sistematizar experiencias, ganar aun las derrotas, acumular experiencias a pesar de las duras circunstancias históricas. Siguen siendo constantes a lo largo de la historia de las naciones oprimidas, de los proletarios, de los sectores populares. Esas inmensas mayorías siempre confiadas y entregando sus triunfos a otros sectores; que después deben tragarse la bronca del derroche de los triunfos.

Opinión
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Aranceles cavernarios de la era Trump

La elección del emperador Trump, me recuerda a algunas coyunturas de la historia de Bolivia. Errores que se pagan muy caro después: Hitler, Trump, Banzer, etc. A inicios de los años 70 del anterior siglo, cuando el general del pueblo Torres fue vilipendiado y combatido por la izquierda como reformista, porque en sus métodos de manuales escolares mejor había que hacer la revolución sin los reformistas traidores. Poco tiempo después vino la dictadura de Banzer, no vino la revolución.

En 1985, cuando la recuperación de la democracia de la sangrienta y corrupta dictadura, la izquierda le combatió a muerte a Siles, tachándole de reformista. Huelgas, bloqueos de caminos e incluso golpes de Estado. Renunció Siles y vino con tragedia el neoliberalismo. No vino la revolución. Y lo pobres tuvieron que tragarse hambre y miseria, relocalización de mineros a la calle.

Pues esos errores históricos de percepción de la izquierda boliviana, simplemente nos llevaron a la tragedia y muerte. Increíblemente, por el norte del mundo también la sociedad civil está cometiendo esos errores. La crisis y la corrupción del partido demócrata, comprometido con los genocidas de Israel, ha decepcionado a su sociedad y votaron por el desequilibrado mental Trump. Los resultados ya los estamos viendo por el mundo entero.

Trump no cree ni mucho menos en la democracia. Es admirador de dictadores y autócratas. Le gusta la brutalidad de la política, la fuerza bruta y odia los consensos sociales. Pero, pues, muchas veces los desanimados pueblos ante los errores de los gobernantes, eligen a los supuestos salvadores y sólo tienen peores gobernantes que los anteriores.

En ese gusto por la fuerza bruta impone aranceles realmente anti económicos, por todo el mundo, sólo para demostrar quién es el más fuerte en este mundo. No hay razones racionales para justificar aranceles, en este momento de crisis global de la economía. Los economistas más importantes del mundo así lo corroboran; pero Trump no es precisamente un estadista sino un dictador a nombre de su democracia.

Como en el caso boliviano, de algunas coyunturas de su historia, la sociedad civil de los Estados Unidos, ha confundido totalmente entre el enemigo principal y el enemigo secundario. Ciertamente Trump es el enemigo principal, tan peligroso como Hitler y otros dictadores brutales por el mundo. Pero la desesperación económica y social del pueblo norteamericano, la decepción y la vergüenza de sus clases medias por Biden y sus comportamientos genocidas en Gaza, empujaron a la sociedad civil a buscar a alguien que los salve. Ese alguien está demostrando hoy que es más peligroso que Biden.

Muy difícil los aprendizajes de los pueblos a lo largo del mundo. En nuestro caso también hemos pasado dichas experiencias amargas, pues nunca tuvimos revolución como nos prometieron esos dirigentes irresponsables, sino todo lo contrario. Por el norte también se suceden esos acontecimientos amargos. En los Estados Unidos, votaron por Trump incluso migrantes latinos y pobres. Confundidos política e ideológicamente, como en Bolivia, para obtener dictadores oligarcas que pues les expulsarán de aquellos territorios por la fuerza.

Las experiencias mundiales y nacionales nos enseñan, que sólo la toma de consciencia y la organización nos garantizan la recuperación de lo perdido. En Estados Unidos los pueblos marginales, migrantes, pobres, clases medias conscientes, tienen que volver a reorganizar sus organizaciones sociales, sus colectivos y sindicatos. Son tiempos complejos, de reflujo político e ideológico. Pero si no se responde desde las organizaciones, los peligros se acrecientan con tormentos sobre los más débiles y pobres.

El mundo está entrando en una globalización fascistoide, de visiones totalitarias y de retrocesos absolutos en las conquistas sociales que el mundo ha conseguido, en muchos años de luchas y reclamos. Sin embargo, tenemos que reconocer que han sido errores desde la izquierda los que están permitiendo estos retornos de los sectores conservadores. La corrupción generalizada, la ausencia de ética y moral de muchos dirigentes sociales, la ausencia de consciencia con los mismos pobres, pues nos están conduciendo a vuelcos políticos, donde los mismos pueblos eligen a sus verdugos y matones.

Los acontecimientos mundiales dejan mucho que desear. Las imposiciones arancelarias de los brutales de Trump, no respetan fronteras, culturas o nacionalidades. Se trata de una concentración de poder como nunca antes visto, y de una demostración de poder imperial, que sólo pasaron en momentos donde la modernidad o las básicas formas democráticas no existían en el mundo. Sino sólo las formas cuasi cavernarias de imposición por la fuerza, aun sean destruidos pueblos enteros.

Como corolario y telón de fondo, está en entredicho la civilización occidental. Sus herencias democráticas, políticas, intelectuales, científicas, artísticas y éticas, simplemente se ven devaluadas y en profunda crisis frente a todo el mundo. Ojalá, en estos momentos de crisis, sean las mentes más humanas, espiritualmente más solidarias con todo el mundo, los que se impongan en sus instituciones. Sino pues tendremos muerte y sangre a lo largo del mundo.

Opinión
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Bicentenario: sin estrategias de Estado

Al parecer el Estado seguirá nomás siendo un jugador importante en este siglo. Inventado desde la modernidad y el capitalismo por los europeos, allá en el siglo XVI. Después copiado o impuesto en sus distintos moldes y creatividades en distintos lugares del mundo. En nuestro caso, impuesto en 1825 todavía en sus cimientos de los Estados europeos, con las ideas de la ilustración expuestas por Bolívar. Ese Estado inicial, en todo caso, ya nació sin estrategias claras de sobrevivencia, de integración entre distintos y de proyecciones como país.

Estamos entendiendo como estrategias que nuestros objetivos y metas de Nación, no han sido diseñadas ni siquiera a mediano plazo. Prácticamente todo el siglo XIX ha sido un desorden, lleno de golpes de Estado entre ignorantes militares y caudillos civiles, para tener el Estado y robar todo lo necesario. En el XX cambió algo por la revolución de 1952, que permitió a Bolivia al menos entrar al siglo XX, en sentido de modernidad, nacionalización de recursos estratégicos como parte de una estrategia de desarrollo desde el Estado.

Sin embargo, seguimos siendo un país insostenible, desordenado, caótico, corrupto porque no se respeta absolutamente nada y nuestro sistema judicial es el peor de todo el mundo. Pues no hay norma ni ley alguna que se respete, desde las altas cúpulas del Estado y la sociedad. En definitiva, un país sin estrategias de Estado en absolutamente nada.

Por mucho que le pongan perfumes, los escritores del sistema, cosméticos modernos o postmodernos, el país no cuenta con instituciones sólidas, sin tradiciones sostenibles en el largo plazo.

Esa realidad ha producido un país con imaginarios de piratas, es decir de que los más fuertes (en la política y la economía) o maleantes sean los que más aprovechen las circunstancias. No los bolivianos o bolivianas con sentido de país, de patria y Nación, no los bolivianos honestos. Increíblemente, hoy como en 1825 seguimos con los mismos dilemas: Qué país queremos?

Aquí no hay diferencia alguna entre clases altas o bajas. En ambas capas sociales, nos consta, hay maleantes e ignorantes que sólo se aprovechan para sí de las distintas coyunturas. Aunque, de estas terribles circunstancias del desorden pierden siempre los más pobres y marginados. Eso también es una constatación en nuestra desordenada historia.

Necesitamos con suma urgencia, a propósito del Bicentenario, pensar por fin en estrategias de Estado. En los elementos necesarios que nos permitan articular, profesionales y de liderazgos, estrategias conjuntas no sólo para resolver la miseria y pobreza constantes, sino y sobre todo la sostenibilidad del país. Estamos conscientes, a estas alturas del partido, que no podemos más conjugar impunidad y desorden total, con básicas formas de convivencia colectiva en función de normas y leyes que se cumplan; que se respeten en el largo aliento de la sostenibilidad.

El mundo y países incluso de nuestra región, ya están en esa tarea monumental de reordenar sus Estados hacia el siglo XXI y los desafíos que eso conlleva. Nosotros nos movemos en la mediocridad total, quizás inconsciente, de la lentitud, de la burocracia tercermundista en los papeleos al infinito, del mal trato al ciudadano cotidiano, de la impunidad patrimonialista destruyendo todo tejido institucional del Estado. En definitiva, en las cavernas mentales sin siquiera considerar algo de modernidad (en sentido mental).

Pues que el Bicentenario no sea sólo la pugna entre quiénes están de acuerdo en sus festejos; y quiénes no están de acuerdo, sino en cómo dibujamos por fin un país real y para todos. Más allá de las trifulcas típicamente bolivianas, pensemos en la posibilidad de consensos sociales, para lanzarnos a unos 50 años por delante; pero sostenible y con políticas de Estado en todos los campos posibles de nuestros desafíos.

Las resistencias a los cambios siempre han devenido de grupos, desde la colonia, que no desean mover sus intereses, que no desean perder sus privilegios ganados en medio de las circunstancias de injusticias. O de grupos corporativos que no quieren Estado, sino republiquetas al margen del Estado para seguir delinquiendo. Son experiencias de estos dos siglos. En definitiva, grupos o castas al margen de la ley.

Necesitamos con urgencia un país sostenible, con estrategias de Estado, manejado por las mejores personas y mentes de nuestra Patria. Los discursos y la ideología no son suficientes para ordenar y gestionar un país. El desorden y la impunidad de la ausencia de instituciones y leyes, nos retroceden a las cavernas de la miseria y la pobreza. Condenando a las nuevas generaciones a la politiquería callejera, ignorante y brutal, donde el más maleante y pendejo se adueña de las circunstancias y las coyunturas políticas.

Ojalá el Bicentenario sea una pequeña oportunidad más, para tomar consciencia de nuevos consensos sociales, con nueva gente, y dibujar por fin un país sostenible, por fin soberano, por fin al menos con Estado moderno. Por fin con estrategias de Estado. En fin, en fin.

Opinión
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El padrino

El padrinazgo tiene una larga data, se encuentra en diversos campos desde el religioso, la función pública, la mafia, el deporte, el narcotráfico, etc. en esencia es una protección que una persona presta a otra. Es una institución presente en todas las actividades del ser humano.

En el pasado el padrino era la persona cuya autoridad moral era el fundamento del establecimiento de esta relación, con el transcurrir del tiempo empezó a tener motivaciones de orden material, vale decir obtener algún beneficio tangible no siempre vinculado con una custodia moral.

Todos tenemos un padrino de bautizo, de bachillerato, de matrimonio, de casi todo, la lista es larguísima. Unos asumen el padrinazgo con una encomiable responsabilidad, otros porque tienen algún interés subyacente enmascarado en una aparente bondad.

La política no podía ser la excepción, también existen los padrinos, nadie llega donde esta si no ha sido apadrinado por alguien. Es una relación alejada del parentesco espiritual, su justificativo es más prosaico, es el puro interés de la obtención de algún beneficio mundano.

El padrinazgo político es una especie de gancho con el de arriba para llegar a ser parte en el ejercicio del poder, el conocimiento, la experiencia, el esfuerzo, la dedicación, la convicción quedaron atrás, es para los sonsos. Una vez asignados los papeles de padrino y ahijado, el de abajo busca al de arriba para ser beneficiado, el de arriba recurre al de abajo para ser apoyado en sus pretensiones, así se establece una fuerte relación de interdependencia en la que se deben producir demostraciones que pongan de manifiesto ese vinculo.

El padrino político, para ser tal, tiene que transmitir el mensaje de que su desinteresada función es por amor a la patria o movido por alguna causa noble, así evita suspicacias molestosas.

El momento ideal del padrinazgo político es el proceso electoral, todos se mueven febrilmente para lograr el aval de sus candidaturas en diferentes espacios, buscan recursos que los sustenten, forman grupos de apoyo o firman sendos acuerdos con aquellos ya constituídos, con lo que se ponen en la vitrina de la competencia.

Como no hay partidos políticos estructurados que sean la base de su accionar, alguien tiene que ayudar, sea con declaraciones favorables, con dinero o generando simpatías o antipatias en la ciudadania. El vehiculo ideal para dicha tarea son los sondeos de opinión o las encuestas, es ahi donde se define quien será candidato, afectando la voluntad del ciudadano que es bombardeado con datos que terminan vulnerando su libre elección, máxime cuando no hay causas sino mesías.

El sondeo o la encuesta de ser un valioso instrumento de indagación para la toma de decisiones se ha convertido en un medio, en algunos casos, para manipular la voluntad ciudadana, los responsables de elaborarlos y ejecutarlos incorporan preguntas que les interesan a sus financiadores no lo que realmente busca el ciudadano, configurando de esta forma escenarios con tendencias predefinidas.

El candidato en lugar de debatir causas efectúa esfuerzos por ser parte de las encuestas, su misión se tribializa al extremo, debe someterse a las lineas impuestas que aparentan una supuesta neutralidad política.

Las encuestas recientes, en los hechos, cumplen con varios objetivos preestablecidos, primero fija en la mente de la población que el proceso electoral no tiene dificultades por lo tanto se llevará a cabo en términos de normalidad; segundo, al no haber afectación de la democracia, la lucha política es únicamente electoral y hace olvidar la crisis generalizada por la que atravesamos; tercero, posiciona a mesías al margen de las causas; cuarto, favorecen a posibles candidatos, que, parece, están en el deseo del financiador de las encuestas y no en la realidad; quinto, el financiador se visibiliza como un benefactor sin mostrar la razón de su desprendimiento.

No es creíble, que aquel que pone recursos económicos en la política lo haga desinteresadamente, por supuesto que quiere ser factor decisorio e influir luego en los posibles ganadores, por eso en las encuestas aparecen los que él decide, para no equivocarse apunta a varios candidatos en las preferencias ciudadanas. Son padrinazgos no pedidos sino impuestos y gane quien gane tendrá que pagar una abultada cuenta con pedidos vinculados al interés del bondadoso aportante.

Marcelo Quiroga Santa Cruz, afirmaba que la dependencia económica genera inevitablemente una dependencia política. Cuánta razón tenía.

El padrino tradicional ha dejado de ser una figura moral para convertirse en un personaje que quiere hacer negocios, para ello invierte, visibiliza a los que él cree conveniente y obliga a los excluidos a someterse a su voluntad con la promesa de ponerlos en la encuesta.

Habrá que esperar que los candidatos operen con ética, sin ataduras impertinentes y que cualquier favor que reciban lo evalúen, pregúntense por dónde viene la mano y operen en sus campañas sin subterfugios de ninguna naturaleza.

No olviden que “cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía”

Desde el Sur
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La redundancia de la Ley y el control de convencionalidad

Entre los muchos conflictos que enfrenta el país, el referido a la incautación y confiscación de alimentos a los productores y gremiales es un claro ejemplo de argumentación y convencionalidad. El Gobierno ofrece aclarar cualquier duda en la reglamentación de la norma y los sectores afectados exigen la derogación de la misma. Ninguna de las soluciones propuestas parece ser posible y el diálogo está estancado, de manera que es previsible un conflicto que tiene origen en la desconfianza en las instituciones, entre ellas el Tribunal Constitucional Plurinacional. Aquí propongo tres consideraciones para el análisis:

  1. Los artículos 321 numeral 3; 159 numeral 6; 172 numeral 11 y 158 en los numerales 8 11 de la Constitución Política del Estado (CPE) le dan al Presidente del Estado y a la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) la atribución de preparar, aprobar y modificar la Ley del Presupuesto General del Estado (PGE). El numeral 11 regula este procedimiento con mayor precisión: “Aprobar el PGE presentado por el Órgano Ejecutivo. Recibido el proyecto de Ley, éste deberá ser considerado en la (ALP) dentro del término de sesenta días. En caso de no ser aprobado en este plazo, el proyecto se dará por aprobado”.

El texto constitucional obliga a que el Ejecutivo inicie el tratamiento de una ley presupuestaria y a que la misma pase, necesariamente, a la Cámara de Diputados y luego al Senado para su tratamiento y aprobación. Se trata de un proceso de cooperación y coordinación en el marco del artículo 12 de la CPE.

Cuando el proceso no culmina exitosamente en la ALP, se trata de una ley no aprobada por la Asamblea, sino por fuerza de la Constitución y, en este caso, su modificación, derogación o abrogación unilateral por parte de la misma no es constitucional. Necesariamente, una Ley del presupuesto reformulado o cualquier otra reforma de la ley especial de aprobación del PGE debería ser generada por el Órgano Ejecutivo y aprobada por la ALP.

  1. Como la ALP no aprobó el proyecto de Ley del PGE enviado por el Ejecutivo, el presidente Luis Arce promulgó la norma bajo el número de Ley 1613, el 1 de enero de 2025. En su texto se incluye la disposición adicional séptima, que dice: “Con la finalidad de garantizar la disponibilidad y abastecimiento de alimentos esenciales, se faculta a las entidades competentes activar acciones de control, fiscalización, confiscación y/o decomiso de productos a los actores de comercialización de alimentos que almacenen o retengan y/o pretendan encarecer los precios de los mismos”.

Esta disposición adicional no es necesaria. Veamos: ¿cuáles son las entidades competentes? ¿Todas esas entidades pueden activar acciones de confiscación o decomiso? El Gobierno sostiene que la asignación de facultades para activar acciones de confiscación y decomiso se dan en el marco de las leyes y normas que regulan a las entidades competentes. Esta explicación determina que esta norma es redundante e innecesaria, porque existen normas previas que facultan a las autoridades a realizar esas acciones y no se estarían ampliando las mismas a otras instancias de control o fiscalización que no están facultadas a confiscar o decomisar.

  1. Ahora, es necesario dejar establecido que la figura de la confiscación y el decomiso solo pueden aplicarse si se comete un delito (el agio está sancionado por el artículo 226 del Código Penal y sanciona el alza de precios mediante mecanismos fraudulentos). Quien activa la confiscación y el posterior decomiso del producto, al tratarse de un delito, es el Ministerio Público, por mandato de los artículos 12 numeral 10 y  40 numeral 14 de su Ley Orgánica y las normas conexas que regulan la labor de la Policía y la Ley 1970. No puede ser ejecutada por otra vía que no sea la regulada por un proceso penal, con control judicial y aplicación por parte de un fiscal.

En este punto, el Gobierno sostiene que un Decreto Supremo reglamentario a la Ley es la solución para despejar cualquier duda en la aplicación de la norma y la misma disposición séptima señala la obligación de aprobar una norma que reglamente estos aspectos: “Todo actor de la cadena productiva de alimentos esenciales debe declarar información de producción, transformación y comercialización, misma que tendrá calidad de declaración jurada y será tratada bajo el principio de confidencialidad, conforme a la reglamentación aprobada por Resolución Biministerial emitida por los ministerios de Desarrollo Rural y Tierras y de Desarrollo Productivo y Economía Plural”.

Esa Resolución Biministerial incorpora a todos los actores de la cadena productiva, incluidos, por supuesto, los gremiales no registrados e informales. De alguna forma, este sistema de información de la cadena productiva protegería a los actores de acciones penales por agio y posibles confiscaciones. Ese modelo se trata bajo el principio de confidencialidad por lo que la transparencia y la arbitrariedad representan un riesgo posible.

El proyecto de Ley del PGE es parte de las acciones que relacionan a los órganos del Estado y limitan la arbitrariedad. La ALP puede, en los 60 días, modificar el proyecto de Ley, suprimir o cambiar el contenido. Vencido ese plazo, ya no puede cambiar la norma y claramente la propuesta de derogar ese artículo sería inconstitucional porque afecta el alcance definido por el articulo 158 numeral 11 de la CPE. Una interpretación contraria, como la planteada por el diputado Carlos Alarcón, de Comunidad Ciudadana, que propone la derogación de la disposición adicional séptima, generaría un precedente inconstitucional. 

El proyecto de Ley del PGE fue aprobado con fuerza de ley, por lo tanto, no puede ser modificado o derogado por el Ejecutivo, ni por el Legislativo. Su valor normativo se encuentra en tres hechos: i) que sea remitido con anticipación de 60 días;  ii) que la ALP no sancione el proyecto de Ley en ese plazo; y iii) que el Presidente promulgue la ley y esta sea publicada en la Gaceta Oficial.  En todos estos pasos rige un mandato constitucional y, por lo tanto, su expulsión del ordenamiento jurídico solo puede darse por control de constitucionalidad o convencionalidad.

El control de constitucionalidad ante el actual Tribunal Constitucional Plurinacional, que enfrenta un cuestionamiento en su legitimidad, podría ser rechazado por el origen de su mandato. En cuyo caso, el control de convencionalidad, que se ha consolidado en el denominado “Caso Petrocontratos” como posibilidad de ser ejercido por otros órganos del Estado, en aplicación de la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, permitiría al Ejecutivo realizar este control de convencionalidad, derogando el artículo 7 de las disposiciones adicionales de la Ley 1613. Esta vía es innovadora y soluciona un problema real para el presidente Arce.

La cuestión es que existe una movilización del sector productivo y gremial que cuestiona la posibilidad de que la confiscación y el decomiso sean ejercidos por otras autoridades diferentes al Ministerio Público, además está la falta de transparencia del sistema de control de la producción,  transformación y comercialización de alimentos; y un Decreto Supremo constituiría un acto político de gobierno, de control de convencionalidad, fundado en el artículo 21 numerales 1 y 2 del Pacto de San José de Costa Rica.

La previsible y masiva movilización de sectores productivos y gremiales, en un momento en el que es necesario cuidar la economía y el acceso a los alimentos esenciales, requiere soluciones reales. Ni la negociación con los amigos, ni el enfrentamiento con opositores dan solución a un problema creado por la poca claridad de la disposición adicional séptima de la Ley 1613 del PGE.  Esa norma no es necesaria, porque las atribuciones de las autoridades competentes están determinadas por leyes vigentes y porque la información de producción, transformación y comercialización de los sectores formales ya es presentada ante diferentes órganos del Estado. Es poco probable que los sectores informales presenten una declaración jurada de su información de comercialización de alimentos esenciales. En un año electoral, no es necesario generar conflictos por errores normativos y redundancia inconvencional.

Opinión
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La pobreza como ingrediente político

Recuerdo bien todavía de alumno en un colegio de curas, cuando los teólogos de la Liberación allá en los años 70 y 80, romantizaban la pobreza con los argumentos de que también se era feliz. Ejemplos varios, incluso de la vida de Jesús como un hombre feliz en medio de la pobreza y la miseria. Los ambientes de la cooperación en aquellos años, tenían los mismos tufos románticos con mezcla de ideología de izquierda. Pues ser pobre era de por sí tener carnet de militancia en la felicidad, como en la lucha contra el sistema y además tener ganado el cielo de por sí.

Hay pobres para todo gusto, y para todos en la política. Porque los pobres sobran en sociedades del tercer mundo. Producto de los modelos económicos que no tienen capacidad de solución; pero que utilizan muy bien a los pobres en sus intereses sectarios. De hecho, los pobres son los que dan su propia vida en las calles, en las balaceras de los distintos gobiernos y signos ideológicos.

Lamentablemente esas visiones románticas sobre la pobreza, más que ayudar a resolver los indignos problemas de la pobreza, sólo encubren inconscientemente las terribles injusticias cotidianas del sistema, que tienen lógicas perversas y totalmente crueles.

La pobreza no es romántica. Es injusta porque es producto de un sistema concreto injusto. La privación de todos los elementales derechos, desde la comida, cotidianamente pues no tiene nada que ver con visiones románticas. Precisamente ante la ausencia de soluciones, de todos los temas estructurales para millones de habitantes, han producido revoluciones y revueltas violentas por todo el mundo. Y si el sistema no entiende de estos elementales derechos, seguiremos teniendo revoluciones y revueltas en todo el mundo.

Por lo visto, en las actuales circunstancias del mundo cuando las élites del norte siguen ciegas ante estos temas, simplemente están sembrando otros procesos sociales violentos. Los ricos, que son productos anti éticos desde siempre, no están comprendiendo las dimensiones de la vida humana. Esa ceguera es también parte de la violencia del sistema en contra de los pobres y marginados.

Volviendo allá a los años 70 y 80, teníamos la mezcla ideológica de que la revolución estaba a la vuelta de la esquina, y que las condiciones subjetivas estaban siempre en favor de los pobres. Simplemente había que esperar el momento adecuado e ideal. El telón de fondo: la romantización de la pobreza. Para entrar al cielo mejor era ser pobre. Para hacer la revolución mejor era ser pobre, de por sí estaba la presencia de la consciencia revolucionaria.

Los años y la experiencia no han sido muy benignas con el mundo pobre. Si bien hemos tenido avances interesantes, no se han resuelto de manera estructural nuestros problemas económicos. Las políticas de moda, desde las modas ideológicas no son sostenibles. Son parches momentáneos que sólo dan un respiro de algunos años; pero las raíces de la pobreza siguen nomás presentes.

La pobreza es ausencia total de oportunidades. Desde las estructurales como son vivienda, educación, salud y trabajo, hasta las cotidianas en la alimentación, recreación y posibilidades de soñar en una vida mejor. Esa mezcla compleja de todas las ausencias, moldea una manera de ver la vida en millones de seres humanos. Seres humanos al margen de toda posibilidad de ser parte de los sueños de una Nación, de un colectivo o de una comunidad.

No creo que se pueda ser feliz en medio de semejantes carencias. Indignas carencias que pueden ser resueltas, considerando las capacidades de los gobernantes, su formación ética, y su consciencia real de la situación social. Ya sabemos que los discursos no son reales, sino instrumentos de encubrimiento de las mentiras y engaños políticos.

Las fiestas y el folklor son maneras de disimular tragedias cotidianas, cuando las necesidades estructurales no están resueltas. Son momentos de oasis interesantes nada más. A pesar de su magnificencia y belleza, desde lo estético, las fiestas son desahogos momentáneos ante la pobreza y la miseria generalizada.

Es también cierto que la pobreza contempla ingredientes colaterales preocupantes. La ignorancia, la delincuencia, la ausencia de valores básicos, y por supuesto la violencia como potencialidad en la sociedad. Circunstancias terribles que pueden desencadenar reacciones incontrolables, de factores totalitarios como la policía o sectores reaccionarios de capas sociales pudientes.

En suma, la pobreza y miseria no son para nada situaciones románticas. Errores de percepción que se propagaron en las iglesias, sean católicas o no, allá en los años 70 y 80. Como en sectores de la izquierda boliviana incrustada en la cooperación internacional.

En suma, la pobreza y miseria de nuestro país: mental y económica, debería alertarnos con más rigurosidad para pensar y repensar soluciones sostenibles, reales, posibles en el tiempo, para construir un país más justo. Donde en la medida de lo posible, todos tengamos oportunidades para desarrollar nuestros espíritus de crear, de soñar y de aportar a los demás más riqueza material. Porque la pobreza no es una situación romántica, sino todo lo contrario.

Opinión
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Bolivia ante el nuevo escenario mundial

Ante la poca visión estratégica de la derecha y la izquierda, porque son hermanos gemelos en el fondo, tenemos que remontarnos a quiénes sí piensan el país desde nuestros propios intereses: el cuidar nuestros recursos naturales, desde la fortaleza de sus recursos humanos hoy totalmente abandonados y descuidados por nuestras instituciones. Vivimos momentos cruciales y probablemente de profundas restauraciones imperiales señoriales, que nos pilla en momentos totalmente sin estrategias de defensa o sobrevivencia.

No hay tiempo para lamentos o seudo análisis de coyunturas trasnochadas, que algunos pensantes de la izquierda oligárquica están haciendo. Siempre en sus sueños tontos (desde sus comodidades burocráticas) de que vendrán tiempos mejores. Sucede que los tiempos ya nos han superado y pisado, sin que estos trasnochados hayan hecho algo por el pueblo y las masas.

Sólo nos queda, en las bases, seguir fortaleciendo nuestras organizaciones, que son la garantía ante todos los tiempos de la historia, sean estos buenos y malos. Esa es la experiencia que nos queda ante los engaños y burocracias oportunistas de siempre. Sabemos que al final la vida depende de nosotros mismos, desde hace siglos.

Los poderes mundiales se están reorganizando para contra atacar. Quieren desmontar toda posibilidad de pensar distinto, de luchar por la justicia social y los derechos humanos más básicos. Las oligarquías del norte no están disimulando en esas tropelías, lo están afirmando en todos los medios de comunicación. Pues, como en otros tiempos oscuros requerimos estar atentos y con nuestras organizaciones en pie de defensa.

Mientras los poderes del norte se ponen de acuerdo en sus intereses globales, en Bolivia nos encontramos en guerras intestinas, cavernarias, sectarias, caudillistas, ignorantes totalmente respecto de nuestros propios intereses. Demostrando abiertamente nuestras pobrezas mentales, espirituales y dirigenciales. Somos nomás como nos dicen desde los centros del poder: periferia de la periferia tercermundista.

Pero tenemos la urgente necesidad, al menos desde los instintos de sobrevivencia, de pensar nuestros destinos colectivos. Seguimos en los desafíos de hacer mejor la vida de los bolivianos, que seguimos sin oportunidades laborales, sin oportunidades de negocios dignos, sólo estamos con negocios de pobreza y sobrevivencia económica, llamada informalidad.

Vivimos de fracasos en fracasos, los pobres y los marginados son lo más constante en nuestra historia. Si algo se avanza gracias a los pobres de nuestra sociedad, retrocedemos con más fuerza por la inconsciencia de los dirigentes. No podemos seguir con ese ritmo impune de no avanzar y seguir siendo el furgón de cola de todos los países del mundo.

Ya es tonto y estúpido echar la culpa de nuestros errores internos al imperio. Aquellos que están en esas visiones escolares y de manual universitario del siglo XX, son los más peligrosos para el país. Si bien los temas externos son importantes, y siempre lo serán, nuestros problemas internos son lo más importante. No podemos articular hasta estos tiempos, estrategias de Estado realmente propias, genuinas, bolivianas. Dependemos de los vientos que soplan en el exterior, como si eso fuera el sentido de nuestra existencia. El sentido de nuestra existencia somos nosotros mismos.

Las excusas tontas de que todos los males se deben al imperio, son excusas de inutilidad y falta de capacidad de nuestras propias fuerzas. Lo que nos enseña la experiencia de estos últimos años, es que tenemos que depender de lo mejor de nuestros recursos humanos. Los que no tienen formación técnica o profesional, simplemente no tienen idea de los complejos temas de gestión en nuestras instituciones. Y pues los resultados que tenemos en general son catastróficos, corruptos, y destructivos de nuestras instituciones.

El azar, la magia, el cobijarse en colectivos sindicales no son suficientes cuando se trata de gestiones complejas institucionales. Eso requiere de tratamientos científicos, profesionales y demasiado responsables: ética y técnicamente. Requiere del trabajo en equipo de gente altamente entrenada, con capacidades extremas de manejos en gestiones de Estado o gestiones privadas. Para nada es suficiente sólo el discurso revolucionario o comprometido, cuando de gestiones se trata, cuando de manejos de la economía de todos se trata.

En definitiva, mirar el país profundo tiene que ver con mirar inclusivamente a todas las clases sociales, como a todas las naciones que habitamos este territorio. Pero desde la mirada de inclusión económica, no sólo discursiva y politiquera. Porque no podemos romantizar la pobreza, como hacen ciertos sectores acomodados o burocráticos del Estado. La pobreza es mala en sí misma, y cruel en la sobrevivencia cotidiana.

En definitiva, los actuales acontecimientos mundiales nos encuentran en una situación preocupante por lo menos. Sin definiciones estratégicas, sin miradas coherentes para los desafíos mundiales. Sin equipos bolivianos de alta competencia en todos los campos posibles, necesarios para cuidar nuestros intereses. Somos campeones para pelearnos y hundirnos entre nosotros mismos, en el mundo de la inmunda burocracia tercermundista.

Los nuevos escenarios de la coyuntura mundial, serán un examen más para la sobrevivencia de nuestro país. Que por ahora sigue siendo de sobrevivencia pobre y miserable, periférica y sin posibilidades de expresarnos desde lo económico o político. Veremos si lo más patriótico sale a relucir estos años, porque necesitamos con urgencia ordenar nuestra patria, nuestra nación por el bien de todos, y de las generaciones venideras.

Opinión
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El emperador Trump inicia el declive del imperio

Toda la parafernalia y propaganda mundial de los medios de incomunicación, muestran al emperador como el salvador del sistema. Ni el derrumbe del muro de Berlín ha sido tan sonado y preocupante para el mundo. El retroceso del mundo es evidente, en derechos humanos, en derechos sociales, en conquistas mundiales de solidaridad y reciprocidad internacional. Definitivamente son momentos de retroceso en todo el sentido de la expresión.

Avances de la ultraderecha por todas partes, como resultados de profundos errores económicos, éticos y morales de las llamadas izquierdas. Sean éstas liberales o radicales. Hoy estamos nomás en coyunturas de restauración colonial y señorial, la política simplemente es un instrumento al servicio de lo señorial colonial.

Su majestad Donald Trump quiere un retorno al pasado, mentalidad incluida. Por él sería incluso prudente regresar al esclavismo. Pero hay cosas que no podrá, aun su enorme poder militar y económico. El mundo ha cambiado estos últimos treinta años, con poderes que han crecido poniendo un equilibrio al poder unipolar. China, India, Brasil y otros países tienen el poder de influir en las últimas decisiones mundiales.

Por lo que vemos serán nomás años de tremendos problemas mundiales. Este retroceso afectará sobre todo, como siempre, a los más pobres del mundo. Eso supone, por otro lado, el fortalecimiento de radicalismos ideológicos, pues son excusas para los otros extremos. De todo eso el mundo tiene sobrada experiencia.

Decíamos que el mundo ha cambiado. Por lo que a su majestad Trump no le será tan fácil domesticar al mundo, arrodillarlo para favorecer a sus huestes norteamericanas. Intentará, como lo está haciendo, meter miedo por todo el mundo. Al parecer lo ha logrado con algunas regiones, como Europa, que son dóciles y sirvientes de esas políticas norteamericanas. Los chantajes están en la mesa y veremos hasta dónde aguantan los señoriales de Europa.

La historia nos ha enseñado que la resistencia a estas locuras, tienen sus secretos que se deben fortalecer. Organizarnos, estudiar muy bien los fenómenos políticos e ideológicos, ser constantes en la organización y fortalecimiento de las movilizaciones. Sin esas condiciones subjetivas simplemente seremos derrotados por la actual restauración señorial colonial.

Las cualidades de los pueblos dependen de sus propias raíces culturales, sociales y políticas colectivas, para contrarrestar arremetidas poderosas y despiadadas. Hoy las oligarquías financieras y tecnológicas tienen herramientas de domesticación muy poderosas: medios de incomunicación, redes sociales, y demás posibilidades robóticas que están a su disposición y están utilizando para sus fines bestiales del mercado total.

Lamentablemente en Bolivia no estamos en condiciones subjetivas positivas, para contrarrestas esta restauración mundial. Estamos fracturados y divididos por todos lados, por lo que posiblemente seamos una presa muy fácil para los sirvientes de la restauración imperial. Para los imitadores baratos y payasos de los Milei o los Trump, que por supuesto aprovecharán con todo esta coyuntura a su favor.

En las estrategias de resistencia, acudamos a fortalecer nuestras experiencias pasadas; pero con ganancias precisamente de la experiencia. Que sea también una excusa para la crítica interna, esa que en serio nos permita corregir los terribles errores cometidos en estos años. Errores que han sido sumatoria mundial para todo lo que está sucediendo hoy en día. Consideremos que esta tragedia sólo golpea a los más hambrientos, a los marginados de siempre de las historias de nuestros países.

Si algo aprendemos, como pueblos y colectivos, de la experiencia y la historia pues debilitaremos al imperio y sus portadores. Así, será el declive por fin de los imperiales para dar lugar a un mundo algo más humano, algo más democrático y justo. Los pueblos considerados bárbaros y salvajes, por quiénes están allá en los salones del poder imperial, seremos dueños de nuestros destinos si es que aprendemos de nuestras derrotas. Y no habrá muro alguno para detener el curso de la historia por la conquista de la justicia.

Cierto que muchos dirigentes del llamado tercer mundo no están a la altura de las circunstancias. Eso lo vemos en nuestro propio país. Miopes y torpes, hasta insolentes y estúpidos, ni siquiera conocen lo que sucede más allá de sus narices. Esa torpeza destructiva sólo nos debilita como país y nación, frente a corrientes poderosas que tienen todo a su favor.

La resurrección de los imperios, de sus reyes impunes, de oligarquías tecnológicas con capacidades de dominio impresionantes, son los desafíos que tenemos que afrontar como pueblos y naciones. Aquellos imperios del siglo XVI o XIX, son una caricatura frente a los que hoy levantan cabeza, gracias a artefactos sofisticados como las armas de destrucción masiva, que tienen como telón de fondo a todas las ciencias de punta que sólo ellos manejan sus secretos. Ese es el grado de peligrosidad de los imperios actuales, que asumen reinados ante los fracasos de los demás sistemas políticos.

Sólo nuestras organizaciones de base, sociales y colectivas, si es que toman consciencia de estas nuevas coyunturas, nos permitirán resistir como Naciones y Nación. Eso es dotarnos de las mejores estrategias de Estado para defender lo nuestro, con los mejores profesionales, técnicos y totalmente conscientes de las situaciones actuales. Lo contrario, pues continuaremos nomás de pobres, miserables, tercermundistas y capos para bloquearnos entre nosotros mismos. En fin.

                                                                                       La Paz, 21 de enero de 2025

 

 

 

Opinión
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