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Ecuador: Perspectiva petrolera 2015

 

Con premisa de mejorar la producción y volver a atraer capitales externos para reposicionar/mejorar su papel de jugador (todavía marginal) de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), Ecuador enfrentará un año 2015 bastante complicado. Debe optimizar su capacidad de seducción de inversionistas y a la vez modernizar infraestructura y tecnología de exploración/producción/refinación para volver a mover su industria petrolera que, sin lugar a dudas, es la principal generadora de ingresos del país.

Ecuador anhela volver a ritmos de producción de los setenta cuando descubrió que el petróleo sería/es llave de generación de ingresos para reemplazar la agricultura. Tal fue la alegría que el primer barril extraído del Amazonas fue, literalmente, paseado por calles de Quito en marzo 1972, meses antes de que yo naciera, según me cuentan algunos amigos ecuatorianos que conocen muy bien la industria energética ecuatoriana, y tal fue la buena producción y peso geopolítico específico de Ecuador que ingresó a la OPEP en 1973, y en 1979 el ministro ecuatoriano de Energía René Ortiz Durán fue elegido secretario general de ese cártel energético.

La nueva política hidrocarburífera ecuatoriana es “promover la exploración de hidrocarburos para incrementar sus reservas y su explotación racional” y en esa dinámica a lago plazo tienen metas de mejorar producción petrolera fundamentalmente en suroriente.

Vale subrayar que Ecuador estuvo ausente de OPEP por más de 10 años. Se retiró en 1992 (en ese momento producía 300.000 barriles diarios de petróleo, hoy está cerca de 550.000; vean que no hubo mucho incremento desde ese momento hasta hoy). Se retiraron de ese organismo como se puede retirar cualquier persona de un exclusivo club de golf: por impago de cuotas de membresía.

En 2007 el izquierdista jefe del Estado ecuatoriano suscribe el retorno del país a la más capitalista de las organizaciones corporativas del mundo: la OPEP, cuya influencia en el mercado de petróleo incide en reducir/incrementar volúmenes controlando aproximadamente 43% de la producción mundial de petróleo y 75% de las reservas de crudo, siendo esa organización el cartel económico más importante del mercado. Seguramente zanjaron favorablemente el pago de sus deudas de cuotas de membresía. 

En el escenario energético interno Ecuador tiene empresas públicas, operadoras privadas y empresas de servicios petroleros que interactúan bajo influencia de mercados internacionales. Los últimos años se han empeñado en “incrementar la renta petrolera” para financiar un cambio radical de matriz energética utilizando para ello mecanismos tales como asignación de recursos a las empresas públicas que poseen capital estatal con el fin de que incrementen la producción petrolera. Obvio y básico: invertir en infraestructura energética el dinero que representa la venta de petróleo.

Datos de la OPEP reflejan que el valor de exportaciones petroleras ecuatorianas es de aproximadamente 14,103 millones de dólares. Tiene reservas probadas de petróleo de 8,832 millones de barriles y poco gas, comparativamente con Bolivia, está en 6 billones de pies cúbicos pero sus niveles de producción no han mejorado ni en petróleo ni en gas.

El Ecuador es un país de vocación petrolera, genera 75% de su energía por el petróleo.

Por razones de ideología política Ecuador, como Bolivia y Venezuela, redujo la participación de capitales privados en el sector hidrocarburos; además de que en el contexto económico-político que es algo volátil hubo algunas expropiaciones y cambio de contratos con multinacionales exactamente como en Bolivia, lo que genera obvios daños a la imagen país.

La controversia nacional más álgida es la apertura del parque Yasuní para exploración petrolera, que genera líos con grupos indígenas; y en lo internacional/mediático el caso judicial Chevron versus Ecuador, un largo y ampliamente conocido litigio ambiental que deja por los suelos la imagen de la justicia y la integridad de algunas cortes de ese país. Pero eso es otro tema, y muy complicado.

La industria ecuatoriana del petróleo está en plena actividad desde hace más de 25 años habiendo ya declinado varios campos (campos en franco proceso de reducción de volúmenes de producción por su intensiva explotación), de manera que están urgidos de generar nuevos procesos exploratorios/productivos para elevar el ratio de producción/consumo de petróleo; pero irrecusablemente para ello necesitan capitales externos que ayuden a financiar esos proyectos.

Análisis independientes revelan, en la perspectiva económica, para contextualizar, que América Latina, entre 2003-2012, experimentó crecimiento promedio/año de 4%; siendo así las exportaciones de bienes fueron negativas para los países exportadores de hidrocarburos (Bolivia, Colombia, Ecuador y Venezuela: con -4,4%); en ese orden Ecuador y su crecimiento moderado es resultado de la inversión originada desde el sector público, que empujó el sector de la construcción. El PIB petrolero ecuatoriano, motor de la economía nacional, al igual que ocurre en Venezuela y en Bolivia, significa 10% en el PIB total.

La producción de crudo (2007-2012) registra tendencia a la baja; aunque se esperaría que en el quinquenio 2015-2020 mejoren condiciones legales, regulatorias y políticas de apertura a nuevos actores privados principalmente para introducirlos a la industria.

Hay mucho por hacer en Ecuador que debe reconstruir los tejidos público-privados y público-internacionales para volver a vigorizar la industria ecuatoriana que tiene, entre otros objetivos, ser un jugador de importancia en OPEP.

Hablemos de energía
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Preparen, apunten, impriman

Ana V. Zambrana Gamarra

El momento en que la tecnología ha superado la capacidad del hombre de manipularla ha llegado. Esto fue lo que pensé cuando vi por primera vez un video de la impresora en 3D, la cual no es más un proyecto, sino una realidad que se encuentra a la venta en tiendas y en sitios de venta por internet tanto en Europa como en Estados Unidos, y que incluso cuenta con un modelo hecho en Bolivia.

Fascinante tecnología que puede hacer que un diseño en plástico, papel, o incluso materias comestibles se vuelvan palpables, con el limite vasto de nuestra imaginación. La impresora 3D puede fabricar desde prendas de vestir hasta comida, juguetes o incluso armas rociando capas delgadas de plástico hasta convertirlas en alguna forma determinada.

Fabricar mi propia pistola es tan fácil como ordenar una impresora 3D de menos de 700 dólares por internet, y ver unos cuantos tutoriales en youtube de cómo fabricar un arma de fuego sin marcaje y por lo tanto no rastreable. El internet ofrece tutoriales de fabricación de pistolas, como la Libertator Pepperbox que puede disparar hasta cuatro balas y que llegaría a costar $us 9.30 en piezas de plástico para imprimir, o un diseño también popular llamado Reprringer que puede disparar un cartucho de .22 y que cuesta $us 2.41 en plástico[1].

                                                          

Algunos expertos y defensores de las armas legales arguyen que estas armas no son un peligro latente, ya que las armas de plástico se calentarían y romperían por los disparos. ¿Pero no es suficiente un disparo y una sola bala para matar a alguien?

Lo más preocupante no es la cantidad de balas o la resistencia del arma de fuego hecha en casa, sino de las personas que tendrían acceso a esta tecnología. Probablemente familias de ingreso medio, con hijos adolescentes quienes como sabemos son expertos en tecnología e internet. ¿Cómo podría controlarse este acceso? La limitación de la información en el internet, y de los tutoriales de la fabricación de armas, no es una opción, y aunque el gobierno de Estados Unidos ya ha hecho anuncios respecto a esto, sabemos que en el mundo cibernético la información es tan fácil de compartir como de reproducirse sin límite.

La experiencia técnica que se requiere para la fabricación de armas de fuego con una impresora 3D, es mínima. Y como lo había mencionado antes, esta no representa una imposibilidad para un adolescente o incluso un niño que ha crecido manejando aparatos tecnológicos. Es el caso, de Cody Wilson, un futuro abogado de solamente 25 años, quien se ha propuesto fabricar armas de fuego 100% de plástico –lo que las haría indetectables por detectores de metales-, y quien arguye que no es su intención vender su tecnología sino simplemente probar que si es posible, y distribuir la información libremente a través del internet[2].

                                                

Una pistola fabricada en casa es una realidad, y será tan letal como aquellas fabricadas por la industria armamentista, e incluso conllevara un mayor riesgo al no ser rastreable, ni detectable…y peor aún al alcance de cualquier persona con un poco de disposición tecnológica para fabricarla.

La tecnología avanza a velocidades impensadas, y el debate sobre si es más importante controlar la oferta o la demanda de armas pierde cada día vigencia ante una oferta incontrolable que nos hace convencernos aún más de la necesidad de limitar la demanda de armas mediante programas de seguridad enfocados en el establecimiento de una cultura de paz.

No creo que sea impensable en el futuro alarmarnos con una noticia de que un niño disparo a alguien con su regalo de cumpleaños. Pero, por lo pronto, seguiremos pensando en nuevas maneras de revolucionar nuestra tecnología, aunque esta tenga un costo humano.


[1] “The rise of 3D printed guns” Nick Bilton. The New York Times. Ingresado el 24 de septiembre de 2014.

http://www.nytimes.com/2014/08/14/fashion/the-rise-of-3-d-printed-guns.html?_r=1

[2] “3D printing becomes a reality” Michael Bradbury. Ingresado el 24 de septiembre de 2014.

 http://www.realscience.us/2013/03/29/ready-aim-print-3-d-gun-printing-becomes-a-reality/

**Las fotos fueron extraidas del periodico New York Times y de los articulos citados.


Ana V. Zambrana Gamarra

De profesión abogada, con el grado académico de Magister de Artes en Estudios Internacionales de Paz por la Universidad para la Paz por mandato de las Naciones Unidas, ubicada en Costa Rica, trabajo en proyectos de desarrollo comunitario, protección de derechos humanos y acción humanitaria en organizaciones no gubernamentales en Costa de Marfil y Colombia. Delegada de la sociedad civil ante las Naciones Unidas en la Reunión Bienal para tratar el Programa de Acción contra el tráfico de armas. Becada en el programa internacional de liderazgo por la Universidad de Georgetown. Actualmente cursa la certificación internacional de Gestión de Proyectos de la Universidad de Toronto, Canadá y es Coordinadora de Proyectos del Centro de Estudios sobre Justicia y Participación, organización no gubernamental dedicada a la democratización de la justicia, gestión de seguridad, promoción de la cultura de paz y control de armas en la ciudad de La Paz, Bolivia. Twitter: @ani_zg

Justicia y Participación
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¿Divididos y fundidos, pero jamás unidos?

A13 días de las elecciones, la oposición boliviana está en la encrucijada de último momento: hacer caso al pedido de unidad o hundirse en sus mezquindades. Es innegable que la oposición se enfrenta a un Godzila político que no mide principios ni medios para lograr su fin: reproducirse y copar todos los espacios de poder. 

El pragmatismo azul no tiene límites y ha demostrado que es capaz, sin siquiera ruborizarse, de hacer y decir lo que sea para no ceder espacios que permitan construir una sociedad con instituciones democráticas independientes y modernas.

El pragmatismo político consiste en perder el destino histórico. Los pragmatismos políticos pueden ser de derecha, de centro o de izquierda. Depende de la persona y sus circunstancias.

Haciendo una análisis histórico, el pragmatismo es una escuela filosófica creada en  Estados Unidos  a finales del  siglo XIX por   William James,  Charles Sanders Peirce y  John Dewey. Su concepción básica es que sólo es verdadero aquello que funciona; con esta visión enfocan el mundo real objetivo. Se caracteriza por negar la existencia de verdades absolutas, sostiene que las ideas son provisionales y están sujetas al cambio a través de la investigación futura.

El pragmático  absoluto no es más que un negador de valores morales y el "pragmatismo despiadado” es sinónimo de estratagemas diseñadas e implementadas con la intención de lograr alcanzar objetivos políticos, partidarios o ideológicos, muy alejados de los añorados por la sociedad. 

La ciudadanía con poca frecuencia ha salido beneficiada, al contrario. Aunque cuando lo fue, ha sido de forma incidental o colateral, no deliberada

En este contexto, el actual partido gobernante hace de la democracia del voto manipulado, del control de los órganos públicos y de la chauchita del fisco, los instrumentos para seguir manteniendo una sociedad cargada de complejos y anclada en el pasado, para que sigamos echándole la culpa de nuestros fracasos a todos los que nos rodean y allende los mares. 

Una sociedad que se expresa a través de movimientos sociales corrompidos y prebendalizados donde "don dinero” manda y ordena las instituciones y la vida de las personas.
Ahora bien, ¿cómo sentar las bases para cambiar este proceso corrosivo de la sociedad y sus valores? La esperanza estaba, (¿aún está?), en las elecciones del 12 de octubre, porque se tenía la certeza de que era la oportunidad, no de destruir al contrincante, sino de devolver al país los equilibrios democráticos y el respeto a las personas y las instituciones.

Se planteaba como la gran posibilidad de reconducir al país por la senda de las democracias maduras y de pasar de la chauchita irresponsable a la construcción de un desarrollo económico sostenible, que genere condiciones de vida y empleo dignos.

En este sentido, la ciudadanía, a través de todas las encuestas previas al lanzamiento de las candidaturas, señalaba la necesidad de que la oposición vaya unida y se inicie la construcción de un bipartidismo que nos aleje del montón de siglas que, antes que representar a sectores de la sociedad, representan a caudillos en extinción. Algunas de esas encuestas hasta auguraban victoria opositora en caso de unirse.

Sin embargo, haciendo oídos sordos de aquel clamor, la oposición no se unió y en pleno proceso de campaña proselitista, más bien, anda jibarizando y atomizando su caudal electoral, ante el beneplácito del partido de gobierno, que bien sabe que ese es el mejor favor que le pueden hacer sus,  dizque, enemigos. 

Señores opositores, apropiándome de una propuesta que hizo uno de los actuales candidatos al inicio de la campaña, si no quieren perder soga y cabrito, si no quieren ser tontos útiles en favor de los que dicen combatir, si no lo pudieron hacer antes del proceso electoral, si no quieren recibir el castigo y desprecio de la ciudadanía, urge, hoy, a 13 días de las urnas, que se sienten en una mesa, juntos o por separado, pisando tierra, despojándose de egoísmos, mezquindades caudillistas y pensando en la patria, que es el bien mayor, y decidan apoyar al que más posibilidades tiene de hacerle frente al pragmatismo azul. 

Lo hicieron en Sucre, se unieron en el Beni, ¿por qué no lo podrían hacer ahora? Cínicamente quizá me dirán: soñar y proponer no cuesta nada, pero les aseguro que si no dan ese paso, se habrán fundido y sus sueños y los de Bolivia se convertirán en pesadillas.

Les aseguro que si no dan ese paso, se habrán fundido y sus sueños y los de Bolivia se convertirán en pesadillas.

serotonina
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Cuestión de parrandas

¿Quién no se ha dado alguna vez una buena parranda? Yo lo hice y debo confesar que más de una ocasión ¿quién sabe cuáles son los mecanismos que nos conducen a prolongar la fiesta y la estancia en un estadio de entretenimiento bucólico que incluso nos arrastra a buscar, parafraseando a un poeta, ángeles musulmanes en las azoteas del alma escuchando jazz… más allá de la bohemia, el festejo prolongado se complica, cuando los familiares, ante la ausencia de su ser querido van asumiendo que les ha pasado lo peor?.

Todavía recuerdo el papelón que una muchacha protagonizó hace años en Cochabamba, cuando en un arranque de rebeldía se fue de parranda sin decir nada, su familia y amigos creyeron que la habían secuestrado, convertida en prostituta en un burdel lejano, asesinada, dieron el grito al cielo y se movilizaron buscándola junto con la policía y medios.

A los pocos días apareció la jovenzuela, los policías hablaron con ella, confesó que la noche de copas se convirtió en varios días. La reacción de los familiares se justificaba debido a que en La Llajta semanas antes, se registraron  violentos crímenes contra varias muchachas, por tanto estaba sembrado el temor.

Está claro que el contexto de inseguridad ciudadana en el que vivimos ahora, ha cambiado el curso de las “parrandas”. No es tan sencillo echarse a perder, sin provocar un susto a los suyos o perderse al punto de no poder volver a casa, debido a que ya no es seguro tomarse unos tragos y extender la jarana sin evitar que con ella también lleguen las consecuencias, que suelen ser evocadas por nuestras madres: atracos, robos, peleas y demás conflictos que podrían atentar contra nuestra existencia. En defensa de la bohemia podríamos señalar que todo depende con quién, cómo y dónde uno decida perder la cabeza, que esos peligros siempre estuvieron presentes a lo largo de nuestra historia y que a ratos son inevitables, cosa del destino.

La situación cambia, cuando las parrandas son ahora tema de sobre exposición mediática, ante la ausencia del ser querido, la desconfianza en la policía, la justicia y el resto del sistema, que primero te pide publicar la foto del desaparecido en la paredes y luego de las 72 horas de rigor recién buscarlo, te obliga a acudir a la televisión y redes sociales para enfrentar la negligente actitud de los uniformados, involucrar a la sociedad en la búsqueda, que en la más reciente época, es por demás efectiva y sensible, puesto que con un click está asumiendo un rol más comprometido y no indiferente, entendiendo que encontrar a esa persona no sólo es librarla de un destino fatal también de luchar contra la trata y tráfico de personas que tanto daño está hace y que sí existe en el país.

El problema con estos notables casos de parranda es que están banalizando esta lucha y compromiso contra la trata. La sociedad podría no tomar en serio las futuras denuncias y alertas, al contrario dejaría pasar la oportunidad de salvar a una persona en peligro, es en este punto en el que las autoridades deben actuar con seriedad e informar qué realmente pasó, dejando claras las cosas, emitiendo mensajes positivos y agradeciendo a las personas su preocupación, también su actitud comprometida y no cómo lo están haciendo ahora, manteniendo reserva, prolongando el misterio, promoviendo la indiferencia.

Los familiares de los “parranderos” también tienen la obligación de informar lo que ha pasado respetando su privacidad, agradeciendo y pidiendo disculpas si es necesario, ellos han establecido el puente directo con la sociedad, no pueden dejarlo fracturado, porque la cadena de favores quedaría  inconclusa. La próxima vez, cuando se grite que el lobo viene es probable que no se tome en cuenta la alerta y sea demasiado tarde para reaccionar. Ya no se puede farrear como antes, sin que corras el riesgo de salir en la tele o Facebook, qué tiempos aquellos, qué papelones los de ahora, un trago te puede hacer famoso, pero no necesariamente por haber hecho algo “bueno” o por estar arrastrándote por la calles, junto a las mejores mentes de tu generación,  en busca de una iluminada dosis de sabiduría… o algo así.

 

 

 

Anatomias
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Más deuda hoy, crisis para el futuro

Noticia de estos días es la pretensión del gobierno del Presidente  Morales de endeudar al Estado Boliviano con el exterior por un monto de 3,600 millones de dólares. Tres mil millones, él quisiera que provengan de China y 600 del Banco Interamericano de Desarrollo.

Para fines de mayo la deuda pública externa, según el Banco Central de Bolivia, alcanza a $us. 5,309 millones de dólares, a lo que habría que añadirle $us. 3,330 millones, que es el monto que ya han comprometido desembolsarle a Bolivia –pero todavía no lo han hecho- tanto los organismos internacionales de financiamiento como gobiernos. De este monto por desembolsar, el 73 por ciento corresponde a organismos internacionales y el 27 por ciento a gobiernos. Si se suma el monto señalado al saldo de la deuda, querría decir que el país enfrentaría para el futuro ya una deuda pública externa del orden de los 8,639 millones de dólares, sin considerar los 3,600 que ahora se pretende.

Pero la deuda pública actual no es sólo externa, también es interna. Según información del Ministerio de Hacienda y Economía la deuda que mantiene el Tesoro General del Estado alcanza a $us. 4,700 millones de dólares, para fines del año 2013, a lo cual habría que sumarle la deuda que mantiene el Banco Central de Bolivia por sus “operaciones de mercado abierto” que no es otra cosa que la colocación de bonos, a tasas de interés atractivas, con objeto de retirar dinero de la economía. Este monto prácticamente era inexistente a principios del presente siglo. Para fines de agosto del presente año alcanza a $us. 3,347 millones de dólares.

Sumando todos los conceptos anteriores, -sin tomar en cuenta la pretensión de 3,600 millones- se podría concluir que el Estado Boliviano se mueve hacia una deuda pública total del orden de los 16,686 millones de dólares, monto nada despreciable, monto que hubiese sido mucho mayor si es que no consideramos las varias condonaciones de deuda externa con la que el país se benefició en el pasado.

La primera condonación se dio ya a fines de los años ochenta y principios de los años noventa por un monto del orden de los 1,000 millones de dólares y que provino de la banca privada internacional, luego vinieron otras condonaciones de gobiernos como de EE.UU., Japón y Alemania. Pero lo más reciente es la condonación que nos otorgaron lo organismos internacionales, como el Banco Mundial, el BID y el Fondo Monetario Internacional, condonación que se hizo efectiva, precisamente, en los primeros años del gobierno del Presidente Morales y por un monto del orden de los 3,200 millones de dólares.

La pregunta que corresponde hacerse es ¿por qué se condonó la deuda a Bolivia? La respuesta es simple, no la pudo honrar.

En los primeros años de la década de los años ochenta, previo al devastador periodo hiperinflacionario, el país ingresó en default con la banca privada internacional, luego de que en los bonancibles años del primer gobierno de Hugo Banzer el país lograse “grado de inversión”, por lo que en esos años el país se endeudó.

Luego nuestras relaciones comerciales con el mundo siempre eran deficitarias – no como ahora que son superavitarias- por lo que no tenía capacidad de pago. Esto llevó a los gobiernos extranjeros a condonarnos la deuda.

Finalmente, para fines de la de la década de los años noventa Bolivia ingresó al denominado grupo, nada halagador, de los diez ochos países HIPC (Países pobres altamente endeudados), 14 del Africa, tres de Centro América y el único de Sud América, Bolivia, por lo que se benefició con la condonación de la deuda con organismos internacionales, y por el monto ya indicado, $us. 3,200 millones.

La experiencia vivida debería ser una enseñanza para el gobierno de Bolivia. No debemos endeudarnos. Más aún si durante estos años Bolivia pasó de ser un país deficitario en sus relaciones económicas internacionales a superavitario. Antes importábamos más de lo que exportamos, ahora es lo contrario, exportamos más de lo que importamos.

En los años noventa el endeudamiento con el exterior se justificaba,  porque era la única manera de financiar las imprescindibles importaciones para que funcione toda nuestra actividad económica, y, de esta manera, seguir creciendo, aunque modestamente. Ahora la situación es diferente, con lo que exportamos perfectamente podemos financiar nuestras importaciones.

A la situación descrita hay que añadir algo que permanentemente el gobierno del presidente Morales repite: la continua presencia de superávit fiscal, vale decir, la situación por la que el sector público tiene ingresos mayores a sus gastos, situación que no amerita endeudamiento público. Este se justifica cuando hay déficit, es decir, cuando los ingresos públicos son menores a los gastos. La única manera de que esto suceda es con deuda.

¿Queremos, de ahora en adelante, un gasto público por encima a los ingresos? ¿Se quiere repetir el desastroso pasado? Parece que no recordamos la “década pérdida” que sufrió América Latina en los años 80, precisamente por la crisis de la deuda. No estamos informados que el principal problema de los países desarrollados, hoy, es el endeudamiento público, en particular en los países de la Unión Europea.

La Paz, 28 de septiembre de 2014

 

Profesor Emérito de la UMSA y Miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas

 

 

 

Economía de Mercado
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Santa Cruz, bendita tierra de Dios

Llegué por primera vez a Santa Cruz en brazos. La segunda vez, de cuatro años. Vine con mi mamá Emma para reunirnos con mi papá Héctor que, buscando mejores días para nosotros y dos hermanas más -Mirtha y Susana- se vio forzado a dejarnos en Cochabamba y migrar por motivo de trabajo.

De aquella breve visita a la Santa Cruz de antaño -pese a haberlo hecho a tan corta edad- evoco vívidamente su cielo celeste y sus calles con lodo ¡en pleno centro de la ciudad!

Recuerdo que cuando nos sentamos a descansar con mi mamá en la Plaza 24 de Septiembre -preocupada ella por muchas cosas seguramente, siendo que había venido a ver la posibilidad de que toda nuestra familia se viniera a vivir aquí- me aferré con fuerza a su brazo, asustado, porque al fijar mi vista en la Catedral, con el paso de las nubes por el cielo, parecía que caía sobre mí. Haga la prueba ¡se ve así!

Más allá de la anécdota, guardo lindos recuerdos de mi segunda visita a Santa Cruz: mucho verde, hermosas flores, lindos animalitos ¡hasta una urina conocí! Sin embargo, como reza el adagio,  “la tercera fue la vencida” y a Dios doy gracias que fue así.

El 15 de enero de 1969 cuatro collingas llegamos a Santa Cruz de la Sierra como migrantes internos para radicar ya, sin dudas o temores en nuestro corazón, con la certeza de estar en la tierra prometida -el tiempo nos dio la razón- en la tierra que fluye leche y la miel.

No fue fácil acostumbrarse al principio, lo digo con sinceridad, pero con el tiempo aprendí a entender al cruceño en su idiosincrasia, así como a admirar su entereza para defender sus irrenunciables ideales de progreso y libertad.

Con el pasar de los años aprendí a amar a esta tierra...¡cómo no hacerlo, si me permitió lograr muchas cosas, al mismo tiempo que realizarme también como persona! En verdad, Santa Cruz es la tierra de las oportunidades, tanto para “hacer” como para “ser”, lo primero tiene que ver con lo material, lo segundo con lo trascendental.

En estas Fiestas Septembrinas rindo un homenaje a la tierra donde nació Karina, mi hermana cambita; donde me casé con Jannet -paceña- quien me dio dos hijos cruceños, Christian y Miguel; a la tierra donde conocí a Dios…

¡Cómo no amar a esta generosa Santa Cruz, tantas veces incomprendida e injustamente atacada! ¡A esta tierra que no se rinde ante la crisis y que nunca lo hará ante la adversidad!

Gracias Santa Cruz por ser parte de tu historia. En este día te bendigo y declaro que, por designio de Dios, ¡tus mejores días aún están por venir!

(*) Economista, Magíster en Comercio Internacional

Fuente: “El Deber”

Santa Cruz, 24 de septiembre de 2014

Buscando la Verdad
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Cerati, eutanasia y la tristeza y la alegría de morir

Despertamos y, pasado el temblor, la ruina queda; es ese el sacudón del desconcierto. Cerati partió definitivamente y volvió a patear el tablero dejando un recital de sensaciones encontradas, de dolor y alivio, de tristeza y alegría. No hubo milagro. Tarda en llegar pero, al final, ¿hay recompensa?

Los ídolos tarde o temprano se convierten en leyendas; él era ya eso, un personaje de culto que sin embargo tasa más en la bolsa de valores humanos ahora, después de muerto o, mejor dicho, después de haber vivido. Me avergüenza pensar en que hacía falta que se vaya nomás para, entonces sí, reconocerlo inmenso.

Para quienes lo amamos desde la pasión de la música que entra por los oídos y adormece el alma recordarlo, como se hace con los recuerdos burdos, agusanados, que sabemos que no volverán a ser, conmueve hasta la médula… Sus canciones, animales, útiles para usarlas en la cabeza como un revólver. Su estampa, primero el flaco pelilargo, estéticamente horrible, a tono con la época; después la personalidad de la voz, y la embriagadora guitarra con pedalera en tres líneas, parte de sus aproximaciones al sonido electrónico. Su completitud, su “arquitectura”, como la describió el genio de Charly García; era “elegante”, dijo de él, atildado, el Grillo Villegas.

Caen algunos fácilmente en el recuerdo de sus melodías, de su música más ligera y no está mal; en eso debe consistir el éxito. Él ofrecía un plus, como agudo, como perfeccionista, como experimental, siempre buscando no repetir mil veces las mismas cosas.

Soda Stereo perdió la voz pero no la cadencia, el temple de la banda que marcó los pasos del rock y el pop contemporáneos en nuestro idioma. Charly Alberti y Zeta Bosio son también grandes, lo mismo que los cuartos del trío, Tweety González, Daniel Melero y mi preferido, Fabián Vön Quintiero, entre otros que aportaron desde los teclados en un grupo visualmente hecho para la guitarra, la batería y el bajo.

Él trasciende lo generacional. Fuera de las recurrencias, el maestro Cerati deja no solamente sus éxitos y sus canciones menos conocidas —como siempre, las mejores—. Con discreción, entre caníbales, deja planchada sobre su ataúd una controversia, la de la eutanasia, habiéndose muerto bastante antes de que lo declararan oficialmente no vivo.

Nadie se atrevería a celebrar la muerte de un ser querido. A no ser que morir significara descansar, librarse de un sufrimiento inhumano. A no ser que vivir fuese simplemente no estar muerto; “y sin embargo, lates”, ¿no? ¿Habrá modos de “alegrarse” (así, casi con felicidad) por la muerte de alguien muy querido, muy admirado, que no vivía sin haberse muerto? Podemos entender que tarda en llegar, pero, al final, ¿hay recompensa?

Queda en la retina su sinfónico en el Avenida. Su unplugged para MTV. Su “Ruido Blanco” en vivo. Más atrás todavía, su aparición ante el gran público rompiendo esquemas (yo vi a los Soda por primera vez creo que en “Mesa de Noticias”, del gordo Mesa y Gianni Lunadei, allá por el 85-86: eran un perfecto desastre visual, una sobredosis de TV. Después salté a rabiar con ellos, varias veces, en el Delmi salteño).

Queda el consuelo de que los inolvidables no mueren nunca. Quedan sus discos, todos guardados en la memoria real —y caduca, de cuando uno la traía incorporada y no hacía falta comprarla por gigas en la calle—. Su impagable dúo con la Negra Sosa (¿y pedimos recompensa?). Su madre, que sabe bien cómo —al final, al final— su hijo perdió una batalla mientras nosotros, pasado el temblor, nos quedamos en la ruina por el desconcierto. Algo así como aliviados con la pena de saberlo muerto.

Dársena de papel
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Desquiciante

Perder toda la base de seguridad, esa parece ser una de las cualidades de los tiempos que nos tocan vivir.

Lo que para un sector de la población son delitos, personas que son directamente afectadas por realidades como los montones de desapariciones, los feminicidios, la violencia hacia un conjunto de sectores como las mujeres, las niñas, los niños, los adultos mayores, las personas con capacidades diferentes, las clases medias, los karas y otros grupos poblacionales. Otras personas, autoridades entre ellas, perciben los mismos hechos como actos privados, lecturas partidarias, exageraciones, excepciones.

Algunas personas perciben la explotación del Salar de Uyuni como la inminente amenaza de producción de cordilleras de lodo tóxico, hidróxido de magnesio, con sus consecuentes efectos negativos en la salud física y social de los entornos en los que acontecería dicha explotación. Otras la perciben como una oportunidad irrenunciable de desarrollo local, regional y nacional.

Mientras unas autoridades presentan a un cadáver como la prueba irrefutable de la muerte de un asesino y se aprestan a extinguir el caso en el que éste último era el acusado, otras denuncian la manipulación judicial del mismo caso y la continuidad de la existencia del mismo acusado.

Mientras un sector de nuestra población encuentra que vivimos bien, otro encuentra que nunca habíamos vivido peor.

Una parte de nuestra población cree firmemente que nuestras leyes son las más incluyentes, no sólo de la región, sino tal vez del mundo. La otra parte de la población siente que esas leyes no han llegado a las calles, a las casas, a los mercados, a las instituciones, a las empresas.

Mientras la movilización de una parte de la comunidad logra que un candidato se vea obligado a renunciar por denuncias que se han hecho por golpear a su esposa, muchos otros igual o mayormente denunciados, algunos incluso condenados por golpear, toquetear, acosar y denigrar a mujeres, además de estafar, coaccionar, agredir y hacer apología de delitos en contra de ambos sexos, no logran provocar el mismo nivel de movilizaciones o las movilizaciones que se desarrollan a razón de sus actos no encuentran eco y languidecen entre la indiferencia y el cansancio.

Mientras que para unos tener un satélite, teleféricos, más caminos asfaltados, computadoras en los colegios, más leche en el estómago, 2 ó 3 bonos solidarios o ser la sede de encuentros internacionales es expresión de que Bolivia cambia para bien, otros perciben que la calidad de la educación, de la atención en salud, del transporte, del acceso a justicia o la inseguridad generalizada expresan que Bolivia cambió para peor.

Mientras que unos perciben que cada vez votamos más y que por ello vivimos el gobierno del pueblo, otros piensan que el voto del pueblo se encuentra prisionero de la desinformación, de la prebenda, de la propaganda, del sindicato, de la asociación o del partido.

Hay algunos que tienen clarísimo dónde está la izquierda y dónde está la derecha y cuál es el debido hacer de la izquierda y cuál el debido hacer de la derecha. Claro que mientras se mueven, muchas veces en sentidos encontrados, su derecha o su izquierda es sólo eso, la suya, que se mueve por todos lados y apuntando a las mismas prácticas, acompañando su movimiento.

El  Estado parece tener fondos para doble aguinaldo, bonos, pasajes, viáticos, servicios de té, chalecos, uniformes y autos oficiales para algunos. Ese mismo Estado tiene alcancías famélicas ante pedidos de rentistas, adultos mayores, personas con capacidades diferentes, implementación de leyes y dispositivos para luchar contra la discriminación, la violencia y el delito.

¿Es que la realidad es una y es otra?; ¿Son sólo las percepciones las que son diferentes?; ¿Es que unas y unos vivimos una realidad y otras y otros lo diferente? ¿Qué ocurre con nuestra construcción de identidad y de país con realidades / percepciones contradictorias y excluyentes entre sí?

Para la generación adulta esta situación provoca cuestionar, movilizarse, indignarse, denunciar y/o frustrarse. Para el proceso de formación de la infancia, de la adolescencia y de la juventud es desquiciante. La situación, sea que se trate de realidades o percepciones tan contradictorias, expresa que los valores que hemos interiorizado y con los que actuamos son unos y son otros en el mismo espacio, al mismo tiempo y en circunstancias diferentes. Se están formando ellas y ellos sin una base estable de seguridad, los ejemplos que les damos son unos y son otros. Les estamos mostrando como verde un día el blanco, otro el plomo, otro el negro y así, cada día diferente tono. Así, no hay representación de valor social que sea lo mínimamente estable como para ser saludablemente interiorizada.

En tiempos de elecciones, cuando abundan regalos, ofertas, promesas y fotos, recuerden ustedes que nuestras decisiones de hoy constituyen las oportunidades de desarrollo para quienes, mañana, tomarán las decisiones que nos tocará vivir cuando estemos en condiciones similares en dependencia de la que ellas y ellos viven ahora: Las niñas, los niños y los adolescentes no votan, y muchos sacan provecho de las ilusiones y el inicio de experiencia de las y los jóvenes. Procuremos decidir como adultos responsables.

Miradas Inclusivas
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El Abra, fiesta bailable

“Gran celebración a nuestra Señora de Urkupiña en el Recinto Productivo de El Abra, te invitamos a ser parte de esta celebración religiosa, el sábado con las vísperas, el domingo con la ceremonia eucarística seguida de la procesión y entrada folclórica con las siguientes fraternidades: Caporales, tinkus, morenada, negritos, antawara, pujllay. Artistas invitados: La Re-pandilla, Grupo KLB, Nítido, Mariachi Diamante y muchos otros más. Platos a servirse: Pique macho, lechón, pollo al horno, lapin. Transporte: Trufi N (cartel verde), trufi 233 (El Abra) pasan a dos cuadras (km 4 a Sacaba entrando por Quintanilla dos cuadras al sur). No faltes te esperamos”.

Así reza, más o menos, el afiche promocional  de cualquier evento. Si uno no está al tanto, podría llegar a creer que se trata de una fiesta bailable cualquiera, en una OTB más, en el que se beberá, comerá y bailará prácticamente hasta el amanecer, además la invitación es para dos días, un mini preste, sin embargo lo que llaman Recinto Productivo no es otra cosa que la Cárcel de Máxima Seguridad de El Abra y que en su tiempo fue de las que mejor se acomodaba en diseño a los requerimientos para un penal en el que deberían recluir a los más peligrosos delincuentes, no sólo de Cochabamba también del país,  además que dentro sí se cumplirían con el régimen que toda penitenciaría exige y no como en las otras, la emulación de una pequeña ciudad en la que si uno no cae en cuenta que está encerrado, puede existir fingiendo que está de visita en una aldea propia del universo de Mad Max.

Para que la fiesta de “Urkupiñita” haya terminado en masacre (cuatro muertos, once heridos), tuvieron que pasar muchas cosas previas que estaban fuera de toda norma y lógica. Por ejemplo, la simple difusión del afiche, es ya una llamada de atención sobre lo que no debe ocurrir en un penal de máxima seguridad, allí no se permiten fiestas, tampoco se le cambia el nombre a la penitenciaría, es más no debería estar permitido ni siquiera el ingreso de grupo musical alguno, menos de un mariachi, tampoco invitar a propios y extraños, ese cartel revela que El Abra era todo menos una cárcel.

El sentido común no dice que para que se haya permitido la simple realización de la fiestecita ya estaba vulnerando la normativa que en un principio los propios policías de la penitenciaría debían alertar y por supuesto impedir, de igual manera cualquier autoridad judicial, de la gobernación o municipalidad que hay visto el afiche tendría que haberse dado cuenta que algo andaba mal, también los de la “Defensoría” que suelen actuar bien tarde y burocráticamente, ni qué decir de los periodistas que por falta de olfato no detectaron el afiche que de hecho hubiera sido una “buena” nota. Lo cierto es que nadie no hizo nada, tampoco dijo nada y la fiesta se llevó adelante con toda normalidad.

Con los muertos en la morgue, los heridos en el Viedma, la reacción siempre tardía pretende investigar y descubrir lo que pasó, convirtiendo a la fiesta bailable en una fiesta de disfraces, en la que todos se proponen fingir un rol, buscando la verdad de los hechos, acaso hacer justicia de manera tragicómica y por demás insensible, cuando en los hechos no va a pasar nada, descubrirán que el autor intelectual, no es el crimen organizado que rige en el país, sino un reo del El Abra que había sido todavía más malo que el Tancara, al cual condenarán más años y probablemente le salven la vida llevándolo a otra cárcel de supuesta máxima seguridad. Tiempo después todo volverá a ser normal, lo reos continuará fingiendo que su cárcel es una aldea cualquiera, que los policías están para cuidarlos y que al año, en la misma fecha, luego del homenaje póstumo a las víctimas fatales, el afiche volverá a imprimirse con la esperanza de que no faltes a la cita.

 

 

 

Anatomias
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Venezuela: El “golpe” esperado

Allá por los comienzos de la década de los 90, ante lo que se estimaba era el agotamiento del bipartidismo vigente desde hacía 40 años y en medio de una creciente corrupción, el venezolano promedio pensaba que lo que el país necesitaba era la “mano militar”.

Un oscuro teniente coronel encabezó los cruentos golpes de Estado del 4 de febrero y 27 de noviembre de 1992. Su fracaso lo llevó a la cárcel pero en poco tiempo fue indultado por el presidente Rafael Caldera. Como las condiciones de Venezuela no mejoraron, el país volvió sus ojos a Hugo Chávez Frías.

Lo que no consiguió con las armas, Chávez lo logró por la vía electoral aprovechando el desgaste del bipartidismo socialdemócrata y demócratacristiano y en 1999 se encaramó en el poder prometiendo reencausar la democracia.

Lo que hizo en realidad en casi 14 años de gobierno, hasta su muerte el 2013, fue destruir lo que quedaba de democracia al instalar en Venezuela un régimen populista-militarista de tendencia comunista, abrazado a sus mentores ideológicos Fidel y Raúl Castro.

No solo destruyó la democracia, sino la economía del país convirtiendo a millones de venezolanos pobres en mendigos, en esclavos del voto a cambio de becas, dádivas, limosnas, prebendas fruto de los multimillonarios ingresos petroleros. En 1999 el barril de crudo se vendía a $12, a su muerte había ascendido a más de $100.

Botó la casa por la ventana y hoy sus herederos confrontan deudas multimil-millonarias que mantienen al país abatido en medio de una atroz falta de medicinas, alimentos e insumos para las escuálidas industrias que aún existen en manos privadas y que escaparon a las expropiaciones sin ton ni son.

El desespero es tal que vuelve a escucharse el clamor por un cambio. Leopoldo Castillo, ex presentador de TV sostiene que ya hasta se banaliza el término “Golpe de Estado” que se escucha como clamor en las colas que los venezolanos hacen todos los días en busca de artículos de primera necesidad.

Clamor contra el monopolio de la información, la politización de la justicia, la prostitución de los otros poderes públicos y la tremenda inseguridad que ha causado en estos tres quinquenios alrededor de 200.000 muertes por asesinatos. La protesta por la infraestructura destruida, por el sufrimiento de no encontrar medicinas contra el dengue y otras enfermedades que hace años ya habían sido erradicadas en Venezuela.

¿Un gobierno militar? Pero si la mayoría de los cargos públicos en Venezuela desde la época de Chávez están en manos de militares. Más de la mitad de las 23 gobernaciones están a cargo de generales o coroneles. Otro tanto ocurre en los 37 ministerios y 110 viceministerios.

Además el alto mando se proclama “socialista, chavista y antimperialista” y en la Escuela Naval su estandarte de guerra tiene la efigie de Chávez.

El embajador Diego Arria, ex alto funcionario de Naciones Unidas, cree que hay que tener esperanzas en el sector institucionalista de las fuerzas armadas, pero el más importante grupo opositor enrolado con Henrique Capriles no cree en soluciones de fuerza y apuesta a esperar a un cambio que se produciría electoralmente.

Los estudiantes, que por cinco meses batallaron en las calles contra la dictadura, junto con el encarcelado líder Leopoldo López y la ex diputada María Corina Machado, creen que “La Salida” no puede esperar hasta el 2019 y que Nicolás Maduro y sus incapaces deben irse antes porque el país no aguanta más. ¿Lo lograrán?

(*) Hernán Maldonado, periodista, ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia. 

Tierra Lejana
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