Blog de Gary Rodríguez Álvarez

Avasallamientos, impunidad, indefensión y sanción social

La inseguridad jurídica y el irrespeto de los derechos de propiedad bajan la inversión, la producción y el empleo, pero, también, aumentan la corrupción, la informalidad y la violencia, me dijo hace años un amigo a quien tengo en alta estima y de quien prefiero guardar su identidad por el tema que paso a abordar. Cualquier parecido con nuestra realidad, es mera coincidencia… 

Este profesional de nacionalidad peruana, que trabajó en organismos de altísimo nivel, me recordó que los avasallamientos en el agro, con diferentes intensidades, se han dado en muchos países como Nicaragua, Venezuela, Zimbawe, Mozambique, Angola, entre otros, y, algo parecido pasó en Perú con la Reforma Agraria del gobierno de Velasco Alvarado (1968-1975), que luego derivó en el traslado de gente del campo a las ciudades. 

Me explicó que a partir de las invasiones de tierras, aparecieron los llamados pueblos jóvenes o barrios marginales en el Perú, con agitadores que si bien se mostraban preocupados por los pobres sin techo, pasaron a ser bandas mafiosas que, en combinación con funcionarios corruptos de los registros públicos de propiedad, identificaban terrenos para su invasión, preparándolo todo meticulosamente con planos, para vender los lotes a los futuros invasores. 

Me refirió que el “pago” incluía el transporte y materiales para la invasión. La mafia proporcionaba matones armados, esteras y palos para construir chozas, así como banderas y camiones para llevar a los invasores a asentarse y tomar posesión. Con el tiempo, esa gente lograba que los políticos les dieran títulos de propiedad, luz y agua, a cambio de votos, y los agitadores se hacían ricos con la venta de tierras invadidas, para lo cual compraban a jueces y políticos. 

Dijo, también, que este delictuoso accionar solamente se limitaba cuando la prensa los identificaba, investigaba y denunciaba, obligando al gobierno, por la presión de los medios de comunicación, a portarse un poco más respetuoso de la propiedad privada, logrando aminorarse las invasiones. Finalmente, lamentó que los delincuentes siempre idean nuevas formas de usurpación, porque “las manzanas podridas, aunque las cambien de canasta, siguen podridas”. 

A estas alturas del relato ¿entendió ya el porqué de tan largo prólogo? Ya sabe, cualquier parecido con nuestra realidad, es pura coincidencia… 

Recuerdo que en 2013 se llegó a tener 117 predios productivos avasallados en el Departamento de Santa Cruz, preocupando no solo al sector agropecuario, agroindustrial y agroexportador -como directamente afectado- sino, también, al propio gobierno, porque ello impediría avanzar con la propuesta de triplicar la producción de alimentos hasta el festejo del Bicentenario de Bolivia en 2025. 

Hecha la investigación del caso, el Gobierno descubrió tráfico de tierras y actuó en consecuencia, con la Ley en la mano, en cumplimiento de su altísima responsabilidad constitucional de garantizar la seguridad jurídica, la protección de la propiedad privada y la seguridad ciudadana, esto es, la integridad de los productores del agro, que, me consta lo que voy a decir ¡cuántas veces con sudor y lágrimas riegan la tierra para que no falte el alimento en nuestras mesas! 

Sin embargo, eso ya es historia. Una vez más, Santa Cruz, que aporta con el 77% al volumen total de alimentos del país y con el 88% a las agroexportaciones que generan los dólares que tanto precisamos, sufre una escalada de violencia con el avasallamiento de tierras productivas por gente organizada, encapuchada y armada. Su modus operandi está filmado, documentado y los delincuentes, identificados. Entonces, salta la pregunta: ¿Y el Estado? 

Es tal la indefensión en la que está hoy el productor del agro cruceño -amenazado, extorsionado, asediado- que, a diferencia del 2013, cuando se creó la Asociación de Productores de Predios Avasallados para defenderlos, no quiere denunciar por temor, de ahí que no se sabe cuántos están en tan triste situación como si no tuvieran ya bastante con la escasez del dólar y el diésel; los insufribles bloqueos; las vicisitudes con los precios; la cruda sequía; las plagas, etc. 

El Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), motivado por el derrumbe de la producción agrícola y la agroexportación, hizo un sondeo sobre el tema para conocer la percepción ciudadana, con respuestas más que contundentes: 

El 99% dijo que el avasallamiento de predios productivos daña al desarrollo del país, que la justicia debe sancionar severamente a los avasalladores y, urgió al Gobierno a tomar medidas contra este delito que afrenta la seguridad jurídica. 

Un 98% opinó que los avasallamientos frenan una mayor inversión privada en el agro y el 97% dijo que ello impide producir y exportar más alimentos. 

Un 83% dijo saber que hay gente armada avasallando impunemente, de ahí que el 89% sentenció que la justicia no defiende al productor: Una grave sanción social que se podría revertir castigando a quienes se ríen de la Ley, haciendo pensar mal, a muchos, sobre el accionar del Estado…

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En medio de tantas preocupaciones, una luz de esperanza…

Se había dicho que el 2024 iba a ser complicado para el país en lo económico, político y social, pero ¿alguien se imaginó por todo lo que íbamos a pasar? Como dije alguna vez, “el largo plazo en Bolivia no existe”, ya que vivimos casi con el Jesús en la boca, sin saber lo que pasará mañana. ¿Es o no es así? 

La economía del país crece menos de lo esperado, la estabilidad de precios parece cosa del pasado, aumenta la conflictividad y el ambiente político se caldea cada vez más, desmejorando el entorno, aumentando la incertidumbre e incidiendo negativamente en quienes toman decisiones, derivando ello en una lamentable baja de la inversión, la producción y el empleo formal. 

En efecto, el Producto Interno Bruto (PIB) que cayó 8,7% por la pandemia, el año 2020; para recuperar recién en 2022 su tamaño del 2019 y crecer al 3,1% en 2023; si bien al primer semestre del 2024 logró un 2,58% de expansión, es imposible que logre la meta oficial del 3,71% hasta fin de año. De hecho, los organismos internacionales no son optimistas: el Banco Mundial dice que crecerá 1,4%; el FMI pronostica 1,6% y, la CEPAL, un 1,7%. 

Varios factores externos inmanejables para el país, entre ellos, un contexto internacional complicado por la menor dinámica económica y comercial derivada de conflagraciones bélicas, procesos inflacionarios y recesivos, y la caída de precios de las materias primas, sumándose a ello el negativo impacto del cambio climático en la producción agrícola nacional, son parte de la explicación del bajo desempeño, aunque, ciertamente, meritorio en medio de tanta turbulencia. 

Sin embargo, han sido factores internos los que impidieron un mayor crecimiento, como los insufribles bloqueos de caminos y carreteras; los avasallamientos a predios productivos, incluso con armas de fuego; la escasez del dólar y la subida de su precio hasta llegar a Bs15.- en su momento; el anormal abastecimiento de combustibles, entre otros más, provocando todo ello una declinación de la actividad económica, en general, sumándose a esto la caída de la producción de hidrocarburos, como reportara recién el Instituto Nacional de Estadística (INE). 

La inflación que en 2023 fue del 2,1%, hasta octubre pasado llegó al 7,26%, el doble de la meta oficial del 3,6% esperada para la gestión en curso, algo que de profundizarse, podría resultar un detonante del descontento social en curso, ya que, como tantas veces se ha dicho, la inflación es un impuesto ciego que castiga a todos, pero mucho más, a quienes ganan poco y tienen ingresos fijos, al deteriorarse su poder adquisitivo frente a la subida generalizada de precios. 

Según el INE, el PIB al primer semestre del 2024 creció gracias a un mayor consumo en el mercado interno (2,52%) y al aporte del gasto público (1,54%), mientras que las caídas en la exportación (3,85%), inversión (8,12%) e importación (21,25%), más bien, le restaron dinamismo. 

Siendo esto así, dado que el mercado interno es limitado en tamaño y poder de compra, la salida a esta situación debería ser la drástica mejora del entorno en cuanto a seguridad jurídica e incentivos para reanimar la inversión privada hacia una mayor producción para la exportación, ya que con ello llegarían más divisas al país para financiar la importación de insumos, bienes de capital y equipos de transporte que tanto necesitamos para producir más ¿no le parece? 

El comercio exterior boliviano, producto de los bajos precios de los principales bienes de exportación, la escasez y consecuente subida del precio del dólar en el país, va camino a una severa contracción en esta gestión, comparativamente a un mal año, como fue el 2023, cuando nuestras ventas externas cayeron 2.800 millones de dólares y las importaciones más de 370 millones. 

Efectivamente, según un último reporte del INE, el valor de las exportaciones bolivianas hasta septiembre cayó 20%, lo que en términos absolutos implica un menor ingreso de divisas por poco más de 1.600 millones de dólares, comparadas a igual período del año 2023. Si a ello sumamos la baja de la importación por más de 1.300 millones, se observa que el comercio exterior global cayó casi 3.000 millones de dólares en los primeros nueve meses del 2024. 

En medio de tantas preocupaciones, surge una luz de esperanza a raíz del reciente anuncio del Ministro de Economía y Finanzas Públicas, Marcelo Montenegro, sobre la posible captación de 5.000 millones de dólares en 2025, gracias a la monetización de reservas de carbono presentes y futuras de Bolivia, al comprometerse nuestro país con mecanismos de certificación vinculados a la reducción de gases de efecto invernadero, monetizando la baja de sus emisiones de carbono, sin que ello implique un endeudamiento para el Estado boliviano. 

De tener éxito tal operación, se daría “un antes y un después” en el país, pues el ingreso de semejante cantidad de divisas, más que duplicaría la exportación de hidrocarburos, ayudando, sobremanera, a apuntalar las Reservas Internacionales Netas de Bolivia. ¡Dios quiera que sea así!

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Mensaje Presidencial, bochorno previo y reflexiones posteriores

Transcurridos cuatro años de gobierno del presidente de Bolivia, Luis Arce Catacora, el último que tiene por delante no se ve auspicioso por los desafíos en materia económica y el imprevisible ambiente político que vive el país. Una muestra de esto último es el triste espectáculo que ciertos legisladores dieron en la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) impidiendo la sesión inaugural de la legislación 2024/2025, en cuyo marco el Primer Mandatario debía brindar su Informe, por lo que se trasladó a la Plaza Murillo donde pronunció luego un furibundo discurso que ha debido llamar la atención a más de uno, sobre todo en el exterior del país (“Tras bochorno en Asamblea, Arce rinde mensaje presidencial de 4 años en plaza Murillo”, OPINIÓN, 8.11.2024) 

Y aunque el Vicepresidente Choquehuanca, en palabras de circunstancia, como Presidente nato de la ALP, pidió “disculpas a la comunidad internacional, a todos los bolivianos, niños, jóvenes, abuelos, ancestros, autoridades militares y policías por la actitud violenta, vergonzosa, bochornosa y antidemocrática que han mostrado esta mañana algunos asambleístas” -como reseña la indicada nota- en honor a la verdad, no es la primera vez que un acto así se da en dicho recinto, devaluando la imagen del país, de un tiempo a esta parte. 

En un escenario supremamente diferente a los de años anteriores, sobre todo a los del auge, cuando se podía hacer gala de rimbombantes indicadores que daban la impresión de que todo iba bien y que las cosas incluso podían mejorar, el Informe del 8 de noviembre de 2024 se dio en medio de uno de los más bajos crecimientos del PIB en dos décadas, con 2,58% al primer semestre, impactado por factores externos e internos; con una escalada del tipo de cambio del 50% en el mercado negro, a consecuencia de la escasez de dólares; una de las inflaciones más altas de los últimos años -del 7,26% hasta octubre- por la subida de costos de producción y precios de bienes importados; y, finalmente, la alta conflictividad signada por bloqueos, preocupaciones, descontento y sectores en emergencia ante la anormalidad del abastecimiento de combustibles en el país. 

¿Dónde están ahora las ONGs que decían “no” a los biocombustibles, “no” a la biotecnología, “no” al agronegocio, “no” a la agroexportación, “no” a la negociación de acuerdos comerciales para abrir grandes mercados externos? 

Del Informe brindado, rescato que el Primer Mandatario rememorara su intención de “reconstruir nuestra Patria”, superar la crisis sanitaria, económica, educativa, política y social post pandemia. Buenas intenciones, todas ellas, por supuesto. 

Destaco, también, su desconcierto: “No logramos prever como gobierno que íbamos a tener cuatro años de asedio sistemático, progresivo y permanente desde todos los frentes, como nunca antes se vio en la historia reciente de nuestro país. Incluso, fenómenos climáticos extremos, con influencia permanente del Niño y la Niña, producto de la crisis climática”. 

Y, como parte de la explicación del bajo desempeño económico: Un contexto internacional complejo, con guerras, inflación, deterioro del comercio mundial y agudización del impacto climático. “¿Podíamos evitar esa realidad?”, preguntó, para luego reclamar fuertemente que las mayores adversidades provienen de fuentes internas que quieren hacer naufragar su gobierno, como la Asamblea Legislativa Plurinacional que bloquea toda iniciativa del Ejecutivo; así como, las marchas, bloqueos y paros constantes que, ciertamente, afectan al crecimiento. 

Una vez más, volvió a criticar que, irresponsablemente se desatendió la nacionalización durante más de una década, por “falta de inversión y visión estratégica en el sector energético”; y, un sinceramiento: “No somos ciegos ni indolentes a los problemas que nos aquejan, como por ejemplo la iliquidez temporal del dólar que enfrentamos y la enfrentaremos hasta resolverla; lo mismo en cuanto a la inflación y la normalización del abastecimiento de combustibles”. 

Reconfirmó su convicción de construir más de 170 plantas industriales en el país, y que Bolivia cuenta con un “Modelo Económico Social Comunitario Productivo perfectible (…) tenemos problemas, sí, pero también esperanzas en los pasos que estamos dando hacia nuestra plena independencia económica y soberanía política”, dijo. 

“En agosto del siguiente año, celebraremos un año más de la fundación de nuestra querida Patria Bolivia. Pero no será un año cualquiera, porque cumpliremos 200 años. Por lo que les pido a las bolivianas y los bolivianos, llegar unidos al Bicentenario”, concluyó. ¡Ojalá que así sea! 

En todo caso, para lograrlo se deberá atender las necesidades de la gente, muchas de ellas urgentes y el empresariado privado resultará parte fundamental para alcanzarlo, siempre que se le den las condiciones necesarias para invertir, generar empleos dignos e ingresos para las familias, divisas por exportación para el país y tributos para el Estado, porque, solamente así, volverá la paz social a nuestra amada Bolivia…

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¿Y si hacemos una campaña antibloqueos en Bolivia?

Con lágrimas en los ojos, viendo cómo su capital se iba al tacho, Don Sixto, un productor bananero, tuvo que botar miles y miles de cajas de plátano que iban a ser exportadas a la Argentina, no pudiendo hacerlo debido a los bloqueos. “Me duele, la verdad, tengo rabia, no estoy en contra de nadie, tengo derecho de trabajar, todos tenemos derecho a trabajar”, declaró compungido ante un canal de televisión, descorazonado al ver cómo se perdía el fruto de su esfuerzo productivo en el Chapare, Cochabamba (“Productores lloran y pierden toneladas de banana destinada a la exportación”, Red Uno de Bolivia, 31.10.2024). 

Don Sixto explicó que los bananeros hacen parte de Federaciones sindicales, aportando recursos, pero a la hora nona, las organizaciones que deciden bloquear no toman en cuenta al productor: “Nosotros somos el motor del Trópico de Cochabamba, con la banana de exportación que trabajamos, creamos empleos directos e indirectos”, reclamó, sollozando. 

Este es apenas uno de los incontables casos de pérdidas económicas que una vez más se dan en Bolivia, donde bloqueadores hostiles -incluso armados- aprovechando su ventaja numérica y la belicosidad derivada de la ingesta de alcohol, se dan a la tarea de obstruir el libre tránsito de las carreteras impidiendo utilizar caminos alternativos y desvíos, provocando graves perjuicios a comerciantes, prestadores de servicios y productores de todo porte -como el de las bananas- que, al estar en los medios de transporte detenidos por muchos días a la intemperie se malogran por el calor, sin poder cumplir los estándares de calidad exigidos en el mercado argentino que compra a Bolivia más de 40 millones de dólares anuales de dicho producto. 

Don Sixto implora al gobierno y a las autoridades, dar una solución al conflicto: “De una vez, queremos que se sienten a dialogar, porque ¿quién sufre aquí? El pueblo está sufriendo, no ellos, tal vez ellos tienen el sueldo, el salario, y tranquilos están -reciben- no tienen qué perder”, lamentó al ser entrevistado. 

Pero el negativo impacto no afecta solo a los plátanos, también a los pollos y cerdos que mueren por la alta temperatura, así como a las hortalizas, huevos y otros alimentos perecederos que no llegan a su destino porque a unos cuantos se les ocurre hacerse dueños de los caminos e interrumpirlos a punta de palo, dinamita y hasta fusiles, como fue evidenciado por la prensa nacional. 

¡Ya no es noticia el irrespeto de los bloqueadores a la autoridad! 

Ante cada intento de los policías por imponer el orden, reciben andanadas de piedras y dinamitazos ocasionándoles contusiones y terribles heridas, llegando incluso a hechos tan graves como tomarlos de rehenes (“Tensión y violencia en Bolivia: policías y bloqueadores intercambiaron rehenes tras una jornada de disturbios”, Infobae, 30.10.2024) o, peor aún, atreverse a llegar al asalto de tres cuarteles, con la toma de efectivos del Ejército Nacional (“FFAA informan que en el Chapare hay militares rehenes y que esos actos son traición a la Patria”, Urgente.bo, 1.11.2024). 

Y, si de crímenes que podrían considerarse calamitosos, se trata, ahí está la denuncia de la Ministra de Salud, dando cuenta que los bloqueadores atentaron contra personal médico de urgencia, al tener que parar en diferentes puntos para la reparación de las ambulancias y hacer el cambio de las llantas (“Bloqueos: Ministerio de Salud dice que hallaron clavos en carreteras para evitar que circulen ambulancias”, UNITEL, 24/10/2024). Sin embargo, eso no es todo. 

¿Sabía Ud. que por causa de los bloqueos se registran muertes de seres humanos? Lamentablemente, así es. Por lo menos, en octubre de 2024 se han dado tres casos registrados por los medios de comunicación, a saber: En Santa Cruz, la pasajera de un bus obligadamente varado en una carretera, perdió la vida (“Una mujer que llevaba cápsulas de droga en su estómago muere en punto de bloqueo”, Opinión, 31.10.2024); de otra parte, YPFB informó que tres cisternas con combustibles líquidos se accidentaron en La Paz y Potosí, al querer sortear puntos de bloqueo para llegar a su destino, mientras que en Tarija explotó un cisterna, lamentándose la muerte del chófer en el primer caso (“YPFB denuncia que tres cisternas sufrieron accidentes en medio de los bloqueos; hay un fallecido”, Visión 360, 25.10.2024). A las pérdidas económicas se suman las humanas. 

Los bloqueos no hacen, sino, agudizar la crisis económica en curso en Bolivia, con la posibilidad de una masiva quiebra de negocios; más desempleo; profundización del aprieto energético; paralización de actividades; mayor escasez de divisas; falta de alimentos; descapitalización de empresas; más pobreza por la inflación; salida de capitales y, lo peor, un posible estallido social. 

¡Qué lástima que la “cultura del bloqueo” se imponga en el país, pues con ello perdemos todos! ¿Quién pagará los más de 1.500 millones de pérdidas cuantificadas? 

¿Y si hacemos una campaña anti-bloqueos en Bolivia? ¿Apoyaría Ud. esta iniciativa? Hágamelo saber…

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Cualquiera sea el motivo y cualquiera sea el bloqueador…

¿Está Ud. de acuerdo que en una familia los hermanos hablen de sus aspiraciones y discutan sus diferencias, pero que no se agredan para solucionar un conflicto o imponer una pretensión, pues ello consagraría la “ley del más fuerte”? ¿Quiénes deben evitar que se produzca tal exceso? Naturalmente, los padres, en especial, el padre de familia, cumpliendo y haciendo cumplir ciertas normas de conducta a fin de vivir en paz. Exactamente igual debe ser a nivel de un país. 

El derecho a protestar no debería equivaler a bloquear, aunque no se lo entiende así. Se puede reclamar, ningún problema con ello, pero este acto debe ser pacífico y respetuoso de las normas de conducta social establecidas para garantizar la pacífica convivencia entre ricos y pobres, blancos y cobrizos, moros y cristianos, citadinos y campesinos, etc., ya que ante la ley todos somos iguales, y, cuando la ley es pareja, nadie se queja. 

El derecho a la protesta tiene que ver con la libre expresión cuyo ejercicio está estipulado en la Constitución Política del Estado (CPE) en sus Arts. 21 y 106; pero, la Carta Magna garantiza también otros derechos ciudadanos como la libre circulación, en su Art. 21, y el derecho al trabajo, en el Art. 46, de ahí que, si de la protesta no se pasa a la propuesta, sino más bien a acciones que implican violencia, como el bloquear, se incumple tal requisito. 

Imposible hablar de un “bloqueo pacífico” cuando se impide el libre tránsito y, al valerse de piedras, ramas, tierra y otros, para cortar una calle, un camino, una carretera, etc., se provoca toda clase de pérdidas, violentando así el derecho inalienable de los ciudadanos a vivir en paz, a circular con seguridad y a trabajar para poder ganarse el pan de cada día. 

¿Se imagina que en una familia un hermano bloquee “pacíficamente” la salida del dormitorio de su hermano, impidiéndole ir a estudiar o trabajar? ¿Que una hermana decida bloquear el refrigerador, provocando que sus hermanos sufran de hambre? Peor aún… ¿Qué si un hermano cierra con llave la puerta de entrada para que los demás no puedan ingresar y deban estar a la intemperie día y noche? ¿Qué pasaría, si una hermana decide apoderarse del botiquín para que sus hermanos no puedan tomar sus medicinas? ¿No romperían tales actitudes las normas familiares y provocarían duras reacciones de los afectados? Si los padres no imponen el orden a tiempo, el enfrentamiento entre hermanos será inevitable, e incluso los propios padres podrían ser afrentados por los infractores. 

Lo mismo pasa en un país donde unos pocos bloqueadores perjudican a muchísima gente. 

¿Cuántos bloqueadores hay en los puntos de conflicto? Que yo sepa, no son millones, ni cientos de miles quienes participan, no llegan a decenas de miles, ni siquiera son cientos o decenas los bloqueadores en un solo punto; en realidad, no pasan de unos cuantos que en muchos casos son obligados y en otros pagados; que, por consiga o por estar alcoholizados, sus códigos de conducta no condicen con el del ciudadano de a pie, por lo que, en su ignorancia o temeridad, son aviesos y violentos en su accionar, frente a la pacífica población que lo único que desea es vivir en paz, trabajar y progresar. 

El problema es que -ante la permisividad o inefectividad de quienes solemnemente juraron cumplir y hacer cumplir las leyes, al asumir las altas responsabilidades de administrar el Estado y velar por el cumplimiento de las garantías constitucionales- de prolongarse los bloqueos, ante la profundización de los daños, los conflictos puedan degenerar, como ocurre en una familia donde los afectados se defienden ante una agresión, y se haga justicia por mano propia, y sobrevenga el caos. 

El Código Penal boliviano prevé cárcel de dos a ocho años para quien impidiere, perturbare o pusiere en peligro la seguridad o la regularidad de los transportes públicos, eso dice la norma para la pacífica convivencia, pero cuando la autoridad no actúa, la permisividad promueve una indeseada “cultura del bloqueo”, donde prima la “ley del más fuerte”. 

Los productores agropecuarios, madereros, industriales, exportadores, importadores, transportistas, comerciantes, prestadores de servicios, entre otros, lo único que demandan es seguridad jurídica y paz social para invertir, producir, comerciar, exportar, importar, recibir turistas, prestar servicios, para con ello generar empleos e ingresos para las familias, y divisas e impuestos para el Estado. ¿Será que eso es pedir demasiado? 

En una reciente conferencia de prensa, el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) reiteró su pública posición de que “todo bloqueo, cualquiera sea el motivo y cualquiera sea el bloqueador, literalmente, bloquea la posibilidad de un mayor desarrollo del país” y quien sufre las consecuencias es el ciudadano de a pie, por la imposibilidad de parar una crisis en curso; la afectación a una mayor recuperación económica, y el deterioro de la imagen-país, al mostrar que aquí se impone la razón de la fuerza, en vez de la fuerza de la razón.

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¡Los Premios Nobel de Economía 2024 nos dieron la razón!

No se imaginan la satisfacción con la que escribo esta columna, en momentos cuando aún hay quienes pretenden tapar el sol con un dedo, para negar lo que la evidencia histórica y estadística confirma, que el Modelo de Desarrollo Cruceño existe, y es exitoso. 

La Real Academia de las Ciencias de Suecia, que cada año otorga el más preciado galardón internacional distinguiendo a los que sobresalen por su contribución a la Humanidad con investigaciones o descubrimientos, acaba de premiar a tres destacados economistas: James A. Robinson de la Universidad de Chicago y a Daron Acemoglu y Simon Johnson del Instituto Tecnológico de Massachusetts. 

El Premio Nobel de Economía 2024 fue adjudicado a estos profesionales, por demostrar con sus estudios, cómo es que se forman las instituciones y cómo la calidad de éstas afectan a la prosperidad, ayudando a comprender por qué algunas naciones prosperan y otras no, para lo cual idearon dos categorías de instituciones, las inclusivas y las extractivas, como constatación de sus estudios teóricos y empíricos. 

Su tesis, sustentada en evidencias históricas y estadísticas, da cuenta que las instituciones inclusivas hacen progresar a la población que goza de éstas, mientras que otras quedan atrapadas en la pobreza con un bajo crecimiento por su instituciones extractivas. Según los autores, las instituciones inclusivas acarrean beneficios de largo plazo para todos, pero las instituciones extractivas sólo devengan beneficios de corto plazo para quienes están cerca del poder, por lo que no hacen mejoras a favor de la población. 

Esta es la brillante explicación del por qué algunos países son ricos y otros pobres, sustentado en sus libros “Por qué fracasan los países” (Acemoglu y Robinson) sobre los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza, y la obra “Poder y progreso” (Acemoglu y Johnson) que aborda la interminable aspiración por la tecnología y la prosperidad. 

“Reducir las enormes diferencias de ingresos entre países es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo. Los galardonados han demostrado la importancia de las instituciones sociales para lograrlo”, dijo Jakob Svensson, Presidente del Comité del Premio de Ciencias Económicas en una nota de prensa oficial (“Ellos nos han ayudado a comprender las diferencias de la prosperidad entre las naciones”, www.nobelprize.org, 14.10.2024) 

Demostrar la positiva relación entre la calidad de las instituciones sociales y la prosperidad de los países es algo inédito, como también ha sido su gran aporte al conocimiento, el relacionar el crecimiento económico con la calidad de las instituciones políticas. 

Uno de los mejores ejemplos de los investigadores tiene que ver con un estudio comparativo que hicieron con la ciudad de Nogales que, por razones históricas de redefinición de límites, acabó divida en dos: La ciudad de Nogales, en Sonora, México, y la ciudad de Nogales, en Arizona, Estados Unidos, ambas con similitudes culturales y geográficas, pero, por alguna razón, la Nogales del Norte es más próspera que la Nogales del Sur, pese a estar una frente a otra. La diferencia que marcó la diferencia fue la calidad de las instituciones en cada ciudad, en función de propiciar posibilidades de educación, trabajo y la mejora de ingresos. 

Pero… ¿Por qué mi alegría con esta columna? Porque, como economista, me siendo satisfecho por el descubrimiento de los Premios Nobel 2024, ya que lo mismo dijimos en 2021 los autores del libro “Modelo de Desarrollo Cruceño: Factores y valores que explican su éxito”. 

Está fresco aún en mi memoria el recuerdo de las noches de discusión, en agosto de 2021, con los coautores del libro Carlos Hugo Barbery Alpire, Pablo Mendieta Ossio, Oscar Soruco López y mi persona, acompañados de una gran profesional, la Ing. María Esther Peña Cuéllar, que nos ayudó con la revisión de la obra y las conclusiones, discutiendo el rol que tuvieron las instituciones para el vertiginoso desarrollo de Santa Cruz. 

Justamente, Pablo acaba de escribir una desafiante columna que les invito a leer, la tituló, “Por qué fracasa Bolivia (y no Santa Cruz)”, a propósito del Premio Nobel de Economía 2024 (“EL DEBER”, 17.10.2024). 

Y es que, si se cambia los términos que usan los galardonados, de “países” por “regiones”, confirmamos que un factor clave para el desarrollo de Santa Cruz han sido sus instituciones que apuntalaron el espíritu empresarial cruceño desde hace más de 100 años, bajo la forma de Cámaras, Asociaciones, Federaciones, Cooperativas, Comités, etc., con la mira puesta en el desarrollo, frente a una lacerante realidad como sentenció la historiadora Paula Peña Hasbún, en el referido libro: 

“Sin el Estado, a pesar del Estado, contra el Estado y en escasas ocasiones con el Estado, la sociedad cruceña ha construido su presente y planifica su futuro” 

La institucionalidad inclusiva cruceña ha sido, es, y seguirá siendo uno de los cinco factores fundamentales del exitoso Modelo de Desarrollo Cruceño. ¡Los Premios Nobel de Economía 2024 nos dieron la razón!

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Cuando Dios hace posible, lo increíble…

Toda carrera, por más larga que sea la competencia, empieza con un primer paso al que le suceden muchos, que, sumados uno tras otro, al final, puede implicar llegar airoso a la meta. De igual manera, el logro más grande en la vida no se da de la noche a la mañana, lleva tiempo, y suele iniciar con una idea que se convertirá en un sueño que se hará realidad, no sin antes vencer dificultades, lo que dará mayor valor a lo que se consiga. 

Desde hace años, muchos, muchísimos años, soñaba contar a Bolivia una bella historia, sin embargo, no estaba capacitado para ello. Primero, porque no era escritor para armar correctamente la narrativa; segundo, tampoco era un historiador para contar hitos desconocidos para mí; tercero, no era sociólogo o sicólogo para hablar sobre el comportamiento social; cuarto, como economista tampoco tenía la especialidad ni la experiencia necesaria para ello; y, quinto, no tenía el respaldo espiritual suficiente para entender al ser humano. 

Carente de tantas cosas, pude darme por vencido, pero no fue así, decidí dar mis primeros pasos con la mira puesta en cumplir mi objetivo. 

Debo confesar que muchísimas veces lo intenté infructuosamente, es cierto, porque, probablemente no había llegado el tiempo para hacerlo. Así como un niño, empecé a caminar, caí muchas veces, pero Dios siempre me levantó y persistí en el gran deseo de, un día, alcanzar la meta. De que hubo sinsabores en el proceso, por supuesto que sí, pero era más mi deseo de relatar lo hecho por Santa Cruz en beneficio de Bolivia, que no decliné. 

Y así, paso a paso, fui conociendo vivencialmente aspectos intrínsecos de la realidad cruceña, consustanciándome al máximo de su visión y su sentir, sumando hermosas y dolorosas experiencias, también, hasta que finalmente llegó el momento de pasar del dicho al hecho, para lo que sumé capacidades con tres entrañables amigos a quienes convencí de que escribiéramos algo diferente sobre Santa Cruz, cada uno contribuyendo desde su formación y experiencia. Y así fue. 

El 22 de septiembre de 2021, un día inolvidable, la gloriosa Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos de Santa Cruz (SEGH-SC), la mismísima institución que emitió el Memorándum de 1904, esta vez, conjuntamente el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), en su calidad de coeditores, pusieron en circulación el inédito libro titulado “Modelo de Desarrollo Cruceño: Factores y valores que explican su éxito” escrito por los economistas Carlos Hugo Barbery Alpire, Gary Antonio Rodríguez Álvarez y Pablo Mendieta Ossio, con el sociólogo Óscar Soruco López (Tumpa). A la primera edición impresa se debió sumar muy rápido una segunda por la alta demanda de la obra. Sin embargo, esa no fue la mejor parte de la historia. Lo mejor, vendría después… 

Conferencias, exposiciones, coloquios y muchos artículos de opinión derivaron de esta contribución teórica que con un lenguaje sencillo, destaca entre otras obras por el tratamiento holístico de la temática, que trasciende lo económico y productivo, y está respaldada por una profusión de datos y cifras que dan pie a la explicación de los 5 factores y 5 valores en los que se sustenta el Modelo de Desarrollo Cruceño. Fue de esta manera que la sucesión de pequeños pasos a lo largo del tiempo culminó con la feliz llegada a la meta. Pero, hay un evento mayor aún que motivó la presente columna, un hito histórico. 

Así como el paso a paso, que dio lugar a la conceptualización del Modelo de Desarrollo Cruceño, como una narrativa de un caso de éxito perfectamente demostrable en tiempo y espacio, aunque no necesariamente replicable por razones objetivas, de igual manera, paso a paso se construyó un récord en cuanto a la cantidad de personas que tuvieron acceso al libro, no solo en físico -que superó los 4.000 ejemplares- sino, también, a la obra en formato digital, muy de moda en nuestros días. ¿Qué fue exactamente lo que pasó? ¡¡¡Dios hizo posible, lo increíble!!! 

A tres años vista de su lanzamiento, el libro “Modelo de Desarrollo Cruceño: Factores y valores que explican su éxito” logró superar la inédita cifra de 1.000.000 de ejemplares digitales descargados gratuitamente por Internet, algo sin parangón en Bolivia, según dicen quienes saben de literatura e historia en el país. 

Y, como toda buena obra tiene su recompensa, dos Reconocimientos públicos fueron anunciados para el 16 de octubre de 2024. El primero, de forma conjunta entre la SEGH-SC y el IBCE, a favor de los coautores del libro por el abordaje histórico, filosófico, socioeconómico, sicológico y espiritual que realizaron; y, el segundo, de parte del Museo de Historia de Santa Cruz, al IBCE y a la SEGH-SC, por el acierto de la obra, por superar el millón de descargas gratuitas vía Internet, y por contribuir al debate en torno al Modelo de Desarrollo Cruceño y a las reflexiones sobre el mismo. 

El libro impreso puede solicitarse a través del portal del IBCE (www.ibce.org.bo), la versión digital se la puede descargar gratis desde: https://bit.ly/3CjmFOr

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Incendios forestales en Bolivia: Prevenir, gestionar y sancionar

Millones de árboles calcinados, millones de animales carbonizados, millones de hectáreas de vegetación quemada y millones de personas impactadas por la humareda, es el resultado de los incendios forestales en Bolivia. Camino al cuarto mes desde el inicio del mayor desastre ambiental en la historia del país, la prensa sigue reportando escenas de dolor inimaginables. No solo en Santa Cruz hay incendios, también en Beni, La Paz, Cochabamba, Tarija, Pando y Chuquisaca, aunque la región cruceña es el epicentro. ¿Se pudo evitar esta catástrofe? La respuesta es, sí. 

Conversando con el Emb. Jaume Segura, Jefe de la Delegación de la Unión Europea (UE) en Bolivia, en su visita al Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) el 27 de septiembre pasado, a tiempo de coincidir con su preocupación por el daño a la naturaleza y el medio ambiente, aproveché para agradecerle la ayuda de la UE con los Bomberos FAST que llegaron de España, quienes -azorados- declararon que luego de más de tres meses de incendios, estos eran incontrolables debido a la tardanza en la intervención de los focos de calor, los pocos recursos para combatirlos, la inaccesibilidad a ciertas zonas, la falta de lluvias, la sequía y los vientos que avivan el fuego. 

Me permití aclarar, también, que el Modelo de Desarrollo Cruceño que defiende el IBCE, como económicamente viable, ambientalmente sostenible y socialmente responsable, nada tiene que ver con tal calamidad y le anuncié que escribiría esta columna para desvirtuar la desatinada acusación contra nuestros agricultores y ganaderos, recurriendo para ello al Ing. Alejandro Díaz Salek, ex Presidente de la Confederación de Ganaderos de Bolivia (CONGABOL) y de la Federación de Ganaderos de Santa Cruz (FEGASACRUZ), en su condición de productor, conocedor de la temática y defensor de la legalidad, de quien recibí estos sesudos conceptos: 

Primero: Los gremios productivos jamás van a alentar la producción en áreas protegidas, al enmarcar su actividad en las zonas permitidas por ley. 

Segundo: Los productores respetan el período de veda de la “quema controlada” que establece la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT) para usar el fuego como herramienta de manejo en la limpieza de rastrojos de desmonte y/o para realizar quemas prescritas en pastizales naturales. 

Tercero: El sector urge que se castigue a los pirómanos: Muchos andan impunes luego de realizar tales atentados contra la propiedad privada y bienes colectivos. 

Cuarto: Rechazan ser juzgados, con la carga de la prueba de ser inocentes, para evitar multas irracionales que inviabilizan la sostenibilidad económica de la producción, p. ej., cuando el fuego de un tercero invade su predio productivo. 

Quinto: Los productores legalmente establecidos exigen a todos los niveles del Estado, sobre todo al Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) y a la ABT, el desalojo de los avasalladores de áreas protegidas y predios privados afectados por ser el germen de los fuegos que afectan la vida de los bolivianos y la seguridad jurídica de la producción. 

Sexto: Demandan que el resguardo de las áreas protegidas sea una tarea del sector público (en todos sus niveles) con los productores privados, y que haya más presupuesto para no mantener las áreas protegidas desguarnecidas. 

Séptimo: Para restablecer la cordura en el manejo del tema agrario, el Estado no debe entorpecer el funcionamiento de las Comisiones Agrarias Departamentales. 

Con tal aclaración, mal hacen los que interesada, antojadiza, oportunista o destructivamente aprovechan la situación para denigrar la forma de ver y hacer las cosas en el bastión de la economía nacional, cuando los más preocupados por la escalada de los incendios forestales son los productores damnificados por la pérdida de infraestructura, maquinaria, equipos y pasturas para alimentar a sus animales. 

El Informe “La verdad de la tenencia de la tierra y los incendios” de la Cámara Agropecuaria del Oriente (12.09.24) dio cuenta que el 79% de los focos de calor en Santa Cruz estaban en tierras fiscales y otras áreas, y sólo un 20% en predios agropecuarios, de ahí que se deduce que, mientras la tierra sea una mercancía política para repartirla casi gratis entre los partidarios, los incendios seguirán: “Nadie quema lo que le da el sustento de vida, solamente, quien recibe la dotación de una tierra fiscal que no va a trabajar en agricultura o ganadería y que va a usufructuar de la misma, luego del chaqueo y la quema, para comercializarla y volver a recibir otra dotación y, así, en un círculo vicioso, las veces que sea posible” (Abog. Hans Hartmann Rivera, expresidente IBCE). 

¿Qué hacer? Tres simples acciones, en un sistema integrado donde, más allá de todo cálculo político, funcionen los tres niveles de gobierno en: Prevención, educación y capacitación, para evitar incendios; gestión de contención, bajo el concepto de alerta temprana y, sanción a los culpables que agredan a la naturaleza burlando las normas. Clarísimo ¿verdad?

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“Un colla me dijo que el Modelo de Desarrollo Cruceño no existe”

“Te vas a enojar de lo que te voy a decir”, me advirtió. “Te aseguro que no”, le respondí. “Te repito, te vas a enojar”, insistió. “Adelante, ya verás que no”, le reiteré. Entonces, vino el sablazo: “El modelo de desarrollo cruceño no existe, querido Garycito”, lo dijo con un tono de cariño al final, para suavizar el golpe. Conociéndome como me conozco, especialmente cuando de Santa Cruz se trata, respiré profundo, conté hasta 20 en alemán (para serenarme más) y, con tranquilidad, le respondí: “¿De eso me debía enojar?”. Silencio sepulcral… 

Ante el mutis de mi interlocutor, le inquirí: “¿Te puedo hacer ahora yo, unas preguntitas?”. “Claro que sí, pero ya sabes, no hay modelo cruceño. De que Santa Cruz crece, que hace bien las cosas, que son corajudos, que se caen y levantan, sí, es verdad, pero, de ahí a que eso es porque hay un modelo de desarrollo, no, hermanito”, insistió. 

“A ver”, le dije, respóndeme lo siguiente: “¿Es verdad que todos los Departamentos del país tienen -unos más y otros menos- acceso a recursos naturales, mano de obra, recursos financieros y tecnología?”. Dijo que sí. “Ok, entonces, como nada se hace de manera espontánea ¿dirías que para que esos factores se conjuguen en buena forma para producir bienes y servicios para el país, para exportar y sustituir importaciones, son importantes las instituciones?”. “Claro”, me respondió (porque él es muy institucionalista). 

Prosigo: “¿Estás de acuerdo que un entorno donde prima la libertad para decidir por uno mismo, sin tener que depender del Estado; donde hay un espíritu emprendedor que impulsa a la gente no solo a hacer, sino a ser; que le da coraje para competir en el mercado; que la orienta a la asociatividad y la solidaridad, y al imparable deseo de trascender por su propio esfuerzo productivo, del barrio a la ciudad, de la ciudad al Departamento, del Departamento al país y del país al mundo?”. “¡Pero, claro!”, me dijo (porque él pertenece al mundo empresarial). 

“Entonces… ¿te gusta esto?”, le pregunté. “Definitivamente”, respondió. “Esto se llama… Modelo de Desarrollo Cruceño”, le dije. “Acabo de explicarte los 5 factores productivos y los 5 valores que lo sustentan”, añadí. Confieso que me sorprendió su reacción: 

“Gary, Gary, Gary… No, pues ¡así es otra cosa! ¿Sabes? Harta gente ha descargado tu libro del IBCE y la Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos de Santa Cruz sobre el Modelo de Desarrollo Cruceño, pero, querido hermano, te aseguro que mejor lo entenderían, así como me has explicado, sencillito, en facilito, deberías escribir una columna y titularla ´Un colla me dijo que el Modelo de Desarrollo Cruceño no existe´, te autorizo”, y se mató de risa… 

Esta anécdota se dio, al conversar con un gran profesional, alguien a quien admiro desde hace muchísimos años por su integridad, idoneidad, sobre todo, por su honestidad intelectual. Cada vez que hablamos aprendo algo nuevo de quien fue una alta Autoridad de Estado en los difíciles tiempos post hiperinflación; además, Gerente General de marras en la prestigiosa Cámara Nacional de Industrias (CNI); Asesor General de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia, hasta hace poco y, actualmente, Director de la CNI, a quien tanto quiere. Hablo de un gran amigo, el Ing. Gerardo Velasco Téllez, radicado en La Paz. 

Me animé a escribir esta columna para referirme otra vez al Modelo de Desarrollo Cruceño por la conversación relatada y por una entrevista que, sobre el tema, le hicieron a Jaime Dunn De Ávila, Analista Financiero, en el programa “Fuego Cruzado” del Canal RTP, en La Paz -sede actual de sus funciones- justo el día de la Efeméride de Santa Cruz (24.09.2024). Fue una delicia oír al economista experto en el Mercado de Valores, con una trayectoria internacional como operador de la Bolsa de New York y NASD, ante la pregunta de “qué hacía Santa Cruz para crecer tanto a pesar de tantas complicaciones”. Dunn respondió: 

“Me quiero remitir a una explicación que le escuché dar a un querido amigo, Gary Rodríguez, del IBCE (…) él decía: En el país todos tenemos las mismas reglas, como para hacer una torta; tenemos la misma receta, tenemos el agua, tenemos la harina, tenemos la vainilla, tenemos el chocolate, tenemos el azúcar, tenemos el horno. Tú puedes tener tres cocineros y la torta va a salir de tres sabores diferentes (…) eso te lleva al llamado modelo, más que un modelo económico, un “Modelo de Desarrollo Cruceño”, diría yo. No solamente es tener los ingredientes, es tener la forma, el conocimiento, las ganas, la actitud y la cultura para poder mezclar esos ingredientes de tal manera que tenga un resultado que, por supuesto, es diferente a otras regiones. ¿Por qué? Porque, el modelo de desarrollo de Santa Cruz no solo son factores de producción, factores económicos, sino, hay temas culturales, temas sociales y costumbres que vienen desde 1561”. Y, concluyó: “No se puede entender a Santa Cruz sin toda esa institucionalidad que han logrado fuera del Estado”. Maravillosamente cierto ¿verdad?

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Cifras del exitoso Modelo de Desarrollo Cruceño

Llega septiembre -el mes de la primavera, del amor, de Santa Cruz- resultando imposible no referirse a la Efeméride Departamental de una región que, no con poco esfuerzo, en apenas 70 años ha pasado a tener un protagonismo sin parangón a escala nacional, gracias a la particular forma de ver y hacer las cosas de sus habitantes.​ 

Cuando en Bolivia se lamentan los dolorosos y condenables incendios forestales que afectan principalmente a la región cruceña; en momentos en que abundan las malas noticias de marchas, contramarchas, bloqueos y enfrentamientos motivados por intereses políticos en el Occidente del país; cuando la inflación no para de subir, mientras aumenta el desempleo y baja la actividad económica, toda información positiva que surja, puede ayudar a generar la gran esperanza de que las cosas pueden cambiar para bien. 

Este es el caso de una última publicación del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) que da cuenta que el Departamento de Santa Cruz, pese a las adversidades, sigue sumando hitos históricos, superando sus propios récords. Las cifras que contiene muestran el avance de la región, confirmando que el Modelo de Desarrollo Cruceño existe, funciona y es exitoso. 

Las estadísticas de su gravitación en el quehacer económico del país son irrefutables a la luz de lo recientemente reportado por los datos oficiales para el 2023, año en que también hubo incendios, bloqueos, marchas, bajos precios internacionales, sequía, escasez de dólares, anormalidad en la provisión de combustibles, entre otros problemas. 

Lo increíble es que la región, pese a todos los infortunios que debió sortear, sumó nuevos hitos trascendentales, aquí van algunos de ellos. 

Récord del Producto Interno Bruto (PIB) cruceño, por 14.314 millones de dólares; récord de aporte al PIB nacional con 31,5% y del 47% sobre el PIB agropecuario; récord del PIB per cápita con 4.105 dólares. 

Récord de producción de alimentos con 77% del total nacional; récords en el hato bovino con casi 5 millones de cabezas, en porcinos con 1,1 millones, en aves de postura con casi 3,6 millones y aves parrilleras con más de 172 millones de cabezas. 

Récord en producción de carne de aves parrilleras por 292.444 toneladas, en carne de res con 178.581 toneladas y de cerdo con 53.582 toneladas y récord en producción de cueros bovinos con 862.000 unidades. 

El PIB de Santa Cruz subió 3,7% en 2023, superando al crecimiento del 3,1% en Bolivia, por eso se dice que Santa Cruz es la locomotora de la economía del país. Este crecimiento se da gracias a la iniciativa privada, en especial, de la agropecuaria (20%) y la industria (15%) en torno a quienes giran las finanzas, transporte, comercio y servicios. 

Un sector definitivamente importante en lo que hace al funcionamiento del Modelo de Desarrollo Cruceño son las exportaciones, aportando Santa Cruz un 31% a las ventas globales, marcando un nuevo récord con 81% de participación en las Exportaciones No Tradicionales con la venta de 3,7 millones de toneladas de productos agropecuarios. 

En lo que hace a la producción agrícola, Santa Cruz significó el 77% del volumen total de alimentos producidos en Bolivia, generando el 100% del girasol; 99% del sorgo; 96% de la soya; 95% de la caña de azúcar; 74% del arroz; 72% del trigo; 59% del maíz y 33% de las hortalizas. 

En cuanto a la producción pecuaria, su aporte fue del 55% en carne bovina; 54% en carne de pollo; 53% en leche; 52% en huevo y 42% en carne de cerdo. 

Algo importante: Santa Cruz contribuyó a las exportaciones agropecuarias del 2023 con el 100% de la carne bovina y derivados; 100% del azúcar; 98% de la soya y del girasol; 96% del frejol; 95% de la chía y del sésamo; 94% del alcohol; 92% del maní y hortalizas; 84% de la leche y 80% de los cueros y sus manufacturas. 

De esta manera, Santa Cruz no solo garantiza la “seguridad alimentaria” del país, sino que genera abundantes excedentes logrando la “soberanía alimentaria” de Bolivia a través de la exportación de excedentes, con un nuevo récord de aporte del 88% a las ventas de alimentos y bienes agropecuarios. 

Alguien dirá que tal relación de datos es economicista, por tanto, aquí va la respuesta: Santa Cruz destaca, además, en el campo social. Según datos disponibles del 2022, la pobreza extrema en Bolivia era del 12,5% y en Santa Cruz del 5,4%; la pobreza moderada del 37,7% en Bolivia y en la región del 26,6%; el Índice de Gini en Bolivia del 0,43 y en Santa Cruz del 0,40 mostrando una mejor distribución del ingreso. 

Por todo esto y muchísimo más, deberíamos alegrarnos, ya que pese a todas las externalidades negativas, las vicisitudes políticas y las manifiestas restricciones a su progreso, Santa Cruz avanza y no solo en su beneficio, sino, del país todo.

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