Blog de Armando Méndez Morales

Somos mercantilistas

En el siglo XVI se hizo dominante en Europa lo que se vino a denominar la etapa mercantilista de la economía.  Una característica fundamental es la siguiente: En su relacionamiento con el mundo exterior lo importante son las exportaciones y no así las importaciones. Se busca una balanza comercial positiva, es decir hay que exportar más de lo que se importa. ¿Qué se debe hacer con la diferencia? En esos tiempos el medio de pago que regía el comercio internacional era el oro.  Por tanto, lo que debía hacerse era acumular oro.

Se espera que durante el año 2015 el valor de las exportaciones del país caiga. Los primeros datos correspondientes al mes de enero y que se han sido publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) confirman el hecho. El valor total de exportaciones cayó en un significativo 23 por ciento con relación al mes de enero del año anterior. Este hecho tuvo una amplia cobertura por lo medios de comunicación, pero no sucedió lo mismo con la caída del 15 por ciento en importaciones.

Nueve son los productos de exportación, -exceptuando la exportación de oro que se torna dudosa que sea boliviana- y que representan el 90 por ciento del total de exportaciones, para el primer mes de año, Esta concentración estructural de siempre, en pocos productos exportables de la economía boliviana, hace recomendable tener exportaciones mayores a las importaciones, para mantener la diferencia como reserva internacional, la cual pueda financiar las necesarias importaciones que requiere el normal funcionamiento de la economía aunque caigan las exportaciones.

Los nueve  productos aludidos y en orden mayor a menor importancia, para enero y en valor, son: gas, zinc, plata, soya, estaño, plomo, quinua, nueces y combustibles. Todos cayeron, con excepción de la plata, pero la mayor tasa de caída la recibió combustibles con un  81 por ciento. Por supuesto, lo que interesa es la caída del gas que estuvo cerca del 30 por ciento, porque es de lejos el de mayor valor.

Las importaciones cayeron en todos los rubros: “Otros bienes” en 65 %, efectos personales en el 40%, combustibles en el 38 %, bienes de capital en  el 27 %, alimentos y bebidas en el 23 %, suministros industriales en el 8 %,  y “otros bienes de consumo” en el 3%. La excepción son equipos de transporte que se expandieron en un 7 %.

A pesar de la gran caída de exportaciones y de las importaciones, en el mes de enero se mantiene un saldo favorable en la balanza comercial.

La pregunta que es necesario hacerse es: ¿por qué cayeron las importaciones? La primera respuesta es que la actividad exportadora, en Bolivia, también es importadora, de tal manera que si la primera cae, arrastra a la segunda. Otra explicación de la caída de las importaciones indica que es una señal de una menor dinámica de la economía en su conjunto.

Una continua aseveración del gobierno del Presidente Morales es que el buen crecimiento de la economía se debe a la dinámica de la demanda interna, es decir, incremento en el consumo y la inversión tanto privada como pública. Pero lo que no se dice es que gran parte de los bienes que se consumen, y ni que decir de la inversión, tienen un fuerte componente importado. Todas las actividades económicas que se realizan en el país para satisfacer la demanda interna son efectivas gracias a las importaciones.

Por tanto, la caída de las importaciones es una señal también de la pérdida de dinámica de la economía nacional.

El gobierno acaba de indicar que ha revisado sus metas económicas para el año 2015. Ha bajado a un 5 por ciento de crecimiento del PIB, sigue siendo alto. En segundo lugar ha planteado un incremento preocupante del déficit fiscal, al 4,1 por ciento. Esta es una señal de que el gobierno quiere acelerar el gasto público para dinamizar la demanda interna, cuando esto no es aconsejable dado que venimos de una dinámica muy fuerte de este elemento. Con un déficit fiscal menor, en Uruguay, la nueva administración de ese país está buscando disminuirlo, algo que también debería hacerlo el gobierno de Bolivia. Es fácil caer en un gran déficit fiscal, como el país lo hizo durante el año 2014, lo difícil es revertir esta tendencia.

Hay que lamentar también que el gobierno en lugar de apuntalar una menor tasa de inflación para este año, que inicialmente la ubicó en un 5 por ciento, ahora está apuntalando incrementar a un 5,5 %. Estas tasas de inflación son incompatibles con un tipo de cambio fijo al que país hace rato se adhirió. ///

 

*Profesor emérito de la UMSA y Miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas.

 

 

 

 

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Incierta Minería

En pasados días ha presentado el experto en minería, Jorge Espinoza, su tercer libro que lleva el sugestivo título que encabeza y que motiva esta nota de opinión.

Concluye que no hay desarrollo minero, hoy, si no es con la activa participación de la inversión extranjera directa y con la presencia de empresas transnacionales en el campo de la minería. Uno se pregunta ¿por qué? Su respuesta es que la actividad minera moderna requiere de mucho capital, de conocimiento, de investigación y de tecnología, que países como Bolivia no los poseen, para cualquiera de las fases de la cadena productiva (exploración, explotación, concentración, fundición).  

Un elemento adicional, para acudir a la inversión extranjera directa en el campo minero, es que se trata de una actividad económica  muy riesgosa. Así como se gana, también se pierde. Además están presentes las economías de escala. Grandes proyectos mineros son mucho más rentables que los pequeños. Grandes empresas pueden administrar mejor la alta volatilidad que históricamente caracteriza el comportamiento de los precios de la actividad  minera.

Una enseñanza que es válida para cualquier actividad económica de volumen. No se puede ni se debe lanzarse a realizar inversiones en cualquier parte de la cadena de producción minera sin cumplir previamente todas las fases que los expertos en proyectos de inversión las conocen.  Es decir, la realización de estudios a nivel de pre factibilidad, factibilidad y diseño final, con mucha rigurosidad. ¿Que implica esto? Conocimiento

Una enseñaza que comparte es la alarmante declinación de la producción minera en el país por la ausencia de la explotación de nuevas minas que reemplacen a las ya agotadas. Somos un país que no gozamos de la confianza de la inversión extranjera por la ausencia de seguridad jurídica, crónicos problemas sociales, ausencia de política mineras realistas y alta inestabilidad funcionaria en los altos mandos del gobierno, precisamente de quienes deberían ser responsables de elaborar y poner en práctica las política adecuadas.

Una política minera adecuada debería comenzar apuntalando el objetivo de atraer inversión en exploración minera, única manera para que luego aparezcan nuevas áreas de explotación. Jorge Espinoza nos dice: “Son los países quienes seducen a los inversionistas y no a la inversa…o se explora o se extinguirá la minería

Destaca el impresionante desarrollo minero en países vecinos  como Chile, Perú y Argentina, lo que ha sido posible por la inversión extranjera directa en proyectos privados. Según Fraser Institute de Canadá, que anualmente califica a los países que atraen la inversión en minería para exploración, Bolivia siempre está entre los últimos.

En Bolivia y en un siglo, -y en los últimos diez años- se ha puesto en marcha sólo dos minas importantes (San Cristóbal y San Bartolomé).

Una particularidad –y la suerte de Patiño- fue encontrar una mina – La Salvadora-  con una increíble ley de mineral de más del 50 por ciento de estaño, lo que le permitió amasar una inmensa fortuna; pero esta es la excepción y no la regla en minería. Ya en 1925 su ley cayó al 6,5 por ciento y estaba en el orden del 1 por ciento cuando se la nacionalizó en 1952. “La complejidad y aleatoriedad  de la minería hace que sean muchos más los que fracasan que los que tienen éxito”, nos dice Espinoza.

Sostiene que Bolivia no fue un país minero, sino que vivía de la minería. En verdad  Bolivia fue un país agrario. A mediados del siglo XX el sector agropecuario contribuía al Producto Interno Bruto con el 33 por ciento (Hoy lo hace sólo con el 13%). La población predominantemente vivía en el campo y muy pobremente. En este escenario, era un privilegio obtener la calidad de obrero en las minas de los denominados “barones del estaño”, porque se trataba de una minoría que en Bolivia ya tenía la suerte de ser asalariado. Pero ¿por qué se dice que Bolivia fue un país minero? Sin duda alguna, su contribución al PIB era importante. Superaba al 15 por ciento. (Hoy está en el orden del 6%).

Bolivia, como cualquier país de la región, ya estaba articulada al comercio internacional, vale decir, requería adquirir bienes para que funcione su economía, lo que implica importar. Pero para poder hacerlo requería contar con divisas que precisamente proveen las exportaciones. ¿Qué es lo que Bolivia exportaba? Minerales. A mediados del siglo XX, el 96 por ciento de lo que se exportaba eran minerales, nos dice Espinoza. Gracias a la minería el país podía financiar las importaciones de bienes para todas sus actividades económicas. Este hecho permitió calificar a Bolivia como un país minero. Hoy la situación cambió, lo fundamental es la exportación del gas.  La importancia de la minería está en el orden del 20 por ciento del total de exportaciones, excluyendo el oro, cuyo valor de exportación es dudoso, como producción boliviana.

 

La Paz, 16 de marzo de 2015

*Profesor emérito de la UMSA y Miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas

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Un subsidio que llega a todos

Un tema que estará continuamente presente durante este año es el camino que seguirá el precio del petróleo, el cual viene cayendo notoriamente desde octubre del año anterior. Si tomamos en cuenta el comportamiento del petróleo denominado Crude Oil West Intermediate, en promedios, se tiene $us 93,1 por bbl para el año 2013. Presentó una  reducción que alcanzó a $us 59,3 la unidad para diciembre del año 2014. Para enero la caída continuó, cerrando en $us 47,3. Los datos para el mes de febrero insinúan una leve recuperación que podría dar como resultado que este mes se tenga un precio del orden de los $us 50. De cualquiera manera el mundo está enfrentado una significativa reducción del precio de este importante energético que tendrá sin duda alguna repercusiones en todo el mundo. Consecuencias negativas para los exportadores de hidrocarburos y positivas para los importadores.

Para el caso de Bolivia, que es un exportador neto de hidrocarburos, porque exporta más de lo que importa en esta materia, recibirá un impacto negativo. Dado que el precio del más importante producto que Bolivia exporta es el gas, cuyo precio está vinculado al precio del petróleo, verá como consecuencia, durante el año 2015, la reducción del valor de sus exportaciones. Esto representará que ingresarán menos divisas al país para financiar sus importaciones. Felizmente, el país goza de un elevado nivel de reservas internacionales, las cuales pueden utilizarse si es que el país cayese, este año, en déficit  comercial, para financiar todas las importaciones que requiera el funcionamiento económico.

Como Bolivia importa hidrocarburos líquidos que los vende en el mercado interno de manera subsidiada, la caída de los precios de hidrocarburos implica que el país gastará menos en la importación de este rubro, razón por la que el subsidio gubernamental total disminuirá.

Una publicación del periódico El Día de Santa Cruz, basado en datos de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), indica que el precio internacional del diesel, hoy, se ubicaría en 0,96 $us. el litro, el mismo que se vende en Bolivia en 0,50 $us, siendo la diferencia el subsidio que lo paga el Estado.

En la medida que ha caído el precio del diesel ha caído la subvención. Este comportamiento puede generar la idea de que sería momento adecuado para reducir el subsidio, aumentando el precio interno del diesel en Bolivia.

Con esta inquietud, la Revista PODER Y PLACER pone a disposición de sus lectores los resultados de una encuesta, técnicamente bien hecha, en las principales cuatro ciudades del país: Santa Cruz, La Paz, El Alto y Cochabamba, acerca de las consecuencias que tiene sobre el país la caída del precio del petróleo y si es momento de eliminar el subsidio interno. Sus respuestas son las siguientes:

La  ciudadanía boliviana cree, en un 58%, que la caída del precio internacional del petróleo afectará al país.  Y es en la ciudad de La Paz donde esta percepción es bastante mayor que en Santa Cruz (69% contra 55%). Esto indica que la población correctamente vislumbra que las exportaciones de gas para el país son altamente significativas.

Pero por otro lado, como se dijo, disminuirá el subsidio estatal para los combustibles que Bolivia importa, por que no los produce. ¿Qué es lo la gente piensa con relación al subsidio? El 60 por ciento se pronuncia por mantener los precios internos actuales. En las cuatro ciudades encuestadas mayoritariamente se han pronunciado en este sentido. Para La Paz se tiene un porcentaje del 64,5 %, le sigue Santa Cruz con un 62,3 %, Cochabamba 56,5 % y El Alto con el 54,5 %. En síntesis, la mayoría del país está de acuerdo con el subsidio, no hay apoyo de la población para eliminar el subsidio. ¿Por qué?

La explicación está que el subsidio beneficia a toda la actividad económica del país. La publicación, ya aludida del Periódico El Día sostiene, con información de la ANH, correspondiente al mes de diciembre del año 2014, que el consumo de diesel, no sólo beneficia a la agroindustria, como suele pensarse, sino que beneficia a una variedad de sectores, siendo el más importante el mismo sector petrolero con un 25 %, seguido por el transporte con 22 %, la construcción con un 15,3 %, electricidad con el 14,8 %, la agricultura con el 14,2 %, la industria con el 6,5 % y la minería con el, 2,6. Esto quiere decir que, en definitiva, los beneficiados son los demandantes de diesel como los demandantes de productos finales, porque pagan precios menores de los que deberían hacerlo, gracias a que tiene un subsidio en un producto vital: “el diesel”. En general, todos se benefician con el subsidio. Podríamos decir que este subsidio, de una u otra manera, llega a todo el país.

 

La Paz, 1º de marzo de 2015  

 

Profesor emérito de la UMSA y Miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas     

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Todos candidatos populistas

En el mes de marzo el país está convocado a elegir más dos mil autoridades departamentales y municipales, entre gobernadores, alcaldes y consejeros tanto departamentales como municipales. Es la expresión del camino estatista que el país viene recorriendo, bajo la creencia de lo que el país requiere siempre es “más Estado”, lo que implica una permanente expansión del gasto público. Según datos que publica el Fondo Monetario Internacional, el gasto del gobierno general  representó, en el año 2010, el 35,5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) y habría subido al 39,3 por ciento el año 2014.

Cuando se leen las diferentes propuestas de los candidatos para gobernadores y para alcaldes se observa que todos ofrecen “el oro y el moro”, bajo el lema socialista de que es función del estado asegurar bienestar desde la cuna hasta la tumba. Para el caso del departamento de La Paz, los candidatos para gobernador y para alcaldes ofrecen para todo gusto; desde generalidades hasta ofrecimientos concretos. Todo esto responde a la Constitución Política del Estado, aprobada por referéndum, por primera vez, que otorga todo tipo de funciones y competencias no sólo al gobierno central, sino también a los departamentales y municipales.

Cuando se observa el comportamiento del gasto público, sin tomar en cuenta el referido a las empresas públicas, se observa una fuerte expansión a todo nivel. En  el periodo 2005-2013 el gasto del gobierno general creció a una tasa anual del 14,6 por ciento, como resultado de un  crecimiento mayor en alcaldías (19,3%) y gobernaciones (18,6%) y menor en gobierno central (14,1%). En otras palabras, el gobierno de Evo Morales fue menos dinámico gastador que las regiones. Así, que cuando se dice que se habría despilfarrado los ingentes recursos con los cuales el país se benefició por el gran ciclo alcista de las materias primas, no sólo lo habría hecho el gobierno central sino también los gobiernos regionales. ¡farrearon todos!

A ninguno de los candidatos, al momento de hacer sus “generosas ofertas electorales”, se les pasa por la mente, que todo eso implica disponer de ingresos. ¿De donde los obtendrán? Eso parece que no les preocupa, ese no es un problema. Da la sensación que los candidatos no tienen las más vaga idea del problema de la escasez, que es el  problema básico que estudia la ciencia económica.

Los “autonomistas”, que son simplemente estatistas regionales, quieren hacer lo mismo que hace el gobierno central, pero con “autonomía”. En sus ofertas electorales no les preocupa para nada que todo lo que ofrecen costará millonadas para lo cual hoy no disponen de los recursos. Por este motivo, es que han resucitado  un viejo planteamiento de la CEPAL: “el pacto fiscal”, por medio del cual quieren aumentar su participación en la recaudación tributaria en desmedro del gobierno central. No se han percatado que mientras los gobiernos departamentales y municipales son superavitarios, no lo es el gobierno central. Por lo que un “pacto fiscal” racional debería traducirse en disminuir los recursos para las regiones en beneficio del gobierno central, por la sencilla razón de que este tiene déficit, lo que le obliga a endeudarse continuamente. ¿Los autonomistas estarían de acuerdo con este “pacto racional”? Por supuesto, que no.

Como el populismo es la ideología generalizada y dominante en Bolivia no es nada difícil imaginarse el camino que recorreremos en los próximos años. Volveremos al  conocido déficit fiscal permanente, el cual vendrá acompañado por el continuo aumento de la deuda pública. Y esto es posible porque gracias a nuestra calificación de país HIPC, (país pobre altamente endeudado) el mundo nos condonó la deuda pública externa, la cual bajó desde un nivel del 99%, con relación al PIB, en 1987 al 15 % el 2007. Y en 1992, la inmensa deuda pública interna que se tenía con el Banco Central de Bolivia, se transformó en bonos de largo plazo, algunos a 99 años.

Por tanto, problemas a corto plazo, para los gobiernos populistas que se instalen en las gobernaciones y en los municipios, así como para el gobierno central, no los hay, estos serán resueltos con endeudamiento público. Si esto mismo lo hacen los países desarrollados; si esto mismo lo hizo América Latina hasta que llegó la crisis de la deuda de los 80, ¿por qué Bolivia no podría volver a un alto endeudamiento externo e interno, y dado que los “criterios técnicos”, como la relación deuda a PIB en Bolivia, hoy, es bajo? Además, el “odiado capitalismo financiero” seguirá otorgando préstamos a Bolivia, claro que cada vez a mayores tasas de interés.

La Paz, 16 de febrero de 2015

 

*Profesor emérito de la UMSA y Miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas

 

 

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Populismo y Estatismo

Dos excelentes artículos de opinión sobre el populismo inspiran esta columna. El primero, de Iván Arias, titulado: ¿De seguro ganador a casi perdedor?, y, el segundo, de Gary Rodríguez, titulado: “Macroeconomía del Populismo”.

Iván Arias, compartiendo ideas con Diego Ayo, dice que las características del populismo son: despreciar el orden legal y domesticar a las instituciones de la democracia liberal; exaltar al líder carismático; aplicar el discurso y medidas para preservar el poder y la hegemonía política sin medir costos; culpar a otros de sus fracasos; alentar el odio de clases; movilizar permanentemente a los grupos sociales; utilizar discrecionalmente los fondos públicos para congraciarse con las masas, odia la fiscalización y busca reproducirse en el poder indefinidamente.

La pregunta que conviene hacerse es ¿Por qué aparece y se afianza el populismo? Sus orígenes se remontan al marxismo y a las diferentes corrientes socialistas. El populismo en sus diferentes variantes ha estado presente en el mundo durante el siglo XX y ha retornado con fuerza,  en el siglo XXI, en algunos países de América Latina. No es exagerado decir que la región es la cuna del populismo.

El marxismo y el socialismo prometen construir la sociedad ideal, entendida esta no sólo como aquella que elimina el problema económico básico de la escasez sino también la desigualdad económica, mediante la activa participación del estado para manipular a los mercados en el papel de asignadores eficientes de recursos escasos. Supone que la producción de bienes y de servicios puede decidirse en magnas asambleas de los movimientos sociales y por consenso. Como esto no es posible, porque la actividad económica es una continua y permanente actividad de intereses contrapuestos, que requiere decisiones rápidas, de millones de personas que continuamente están votando en los mercados a favor de sus preferencias, son sustituidas por un grupo de burócratas del estado que toman las decisiones con la venia del caudillo, con la venia de alguien que concentra el poder político.

En la realidad, los poderes económicos privados paulatinamente rodean al caudillo y a la burocracia “planificadora” de la economía, para imponer sus intereses y desarrollar lo que se puede denominar el “capitalismo corrupto de amigos”. El populismo tiene su origen en la asignación desmedida de funciones y competencias que se le otorga al estado en desmedro de los mercados libres.

En este escenario, lo que sostiene Gary Rodríguez nos permite aclarar el papel concreto del populismo en la macroeconomía, que comienza con la nacionalización de empresas y la toma de instituciones. Se lo puede graficar en cuatro momentos: El día del júbilo, el día de la saturación, el día del descontrol y el día de la crisis. En el primer día viene el auge, momento en que se imponen incrementos salariales por decreto, se otorgan subsidios y se aumenta la inversión pública, con lo que crece el Producto Interno Bruto (PIB). En el segundo día viene el rezago cambiario y, con ello, el aumento de las importaciones junto al control de precios pero la economía sigue creciendo. ¡Viene la saturación! La etapa que sigue es la del descontrol con el déficit fiscal, caída de las reservas internacionales y el aumento de la deuda pública. Finalmente, caen las exportaciones y las inversiones, caen los salarios reales por la inflación, cae el PIB y sube el tipo de cambio. ¡Vino la crisis!

A lo acertadamente señalado por Gary Rodríguez, añadiría que otros rasgos del populismo, en el área de la economía, es la creación de empresas estatales más allá de las privadas estatizadas, el control cambiario y la asignación preferencial de divisas para realizar importaciones que así lo ve por conveniente el estado, ya sea en la etapa inicial del proceso o siguiente, pero con seguridad en el periodo de la crisis, con la falsa creencia de que ésta es la manera de enfrentar la insuficiencia de divisas. El resultado es peor que la enfermedad. Otras típicas medidas populistas son: el control de las tasas de interés y la asignación del crédito bancario a los sectores económicos que así ve por conveniente el “plan” estatal, las cuotas de exportación bajo el argumento de que primero se debe satisfacer el mercado interno. Hoy, el ejemplo mayúsculo del populismo en sus cuatro fases es Venezuela.

El populismo es un hecho político motivado por la toma de funciones y competencias por parte del estado en el área económica, y que se basan en el pensamiento, mal comprendido, de Keynes, y en la corriente estructuralista, que hasta ahora sigue dominando el pensamiento económico de la CEPAL.

Si se quiere eliminar el populismo de la vida de las naciones, hay un solo camino: reducir drásticamente el papel y el rol del estado sobre la economía. Hay que impulsar el planteamiento liberal del gobierno limitado a pocas funciones. Cuando esto suceda ya no se verá esta pelea desmedida entre los políticos para la toma del “poder”, porque entonces lo que se entregará a los políticos, cuando ganen elecciones, será el derecho de “gobernar” pero no el derecho de ejercer el poder, como acertadamente sustenta Jorge Lazarte.

 

La Paz, 31 de enero de 2015

 

“Profesor emérito de la UMSA y Miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas

 

 

 

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Viene el tiempo de la austeridad

La economía boliviana ha cerrado bien el año 2014. Las estimaciones señalan que el crecimiento del PIB superó el 5 por ciento, con lo que se tiene un crecimiento acumulado anual, en el segundo periodo de gobierno del Presidente Morales, del 5,3 por ciento, un buen indicador para las características estructurales de nuestra economía. Esta situación se explica por las altas exportaciones que el país realizó lo que le permitió financiar todas las importaciones que requiere la actividad económica. Jugó también un rol importante el alto gasto público.

La tasa de inflación medida por el Indice de Precios al Consumidor (IPC) da un indicador del 5,2 por ciento para el año 2014, menor al observado para el año 2013 que fue del 6,5 por ciento. En los nueves años de gobierno del Presidente Morales se tiene una tasa acumulada anual también de este mismo orden.

Para mucha gente el indicador de la inflación medido por el IPC, no es creíble. ¿Por qué? Lo que la gente no se percata es que este índice es un promedio que mide el comportamiento de precios de 364 bienes y servicios en las nueve ciudades capitales del país, para lo que El Alto y La Paz se consideran como una sola ciudad. Si se toma en cuenta sólo el rubro de alimentos la inflación, a nivel nacional, fue del 6,9 por ciento, para el año 2014, mayor que para el conjunto de rubros.

Lo que no se destaca es que hay una gran varianza de comportamiento en los precios que observa el INE, mensualmente. Así por ejemplo, para La Paz, en el rubro de alimentos, el precio de la papaya aumentó un 63 por ciento si se compara el precio vigente a diciembre de 2014 con el vigente a diciembre de 2013. Contrariamente la lechuga había caído en una proporción similar, en el mismo periodo. El segundo producto más inflacionario había sido la carne de cerdo con un 13 por ciento y el segundo más negativo había sido la uva con el 35 por ciento. Pero el promedio anual, que se obtiene de los datos que publica el INE,  para el rubro de alimentos en La Paz fue de sólo del 3,2 por ciento anual. La gran interrogante que queda es: ¿por qué se genera esta elevada variabilidad de precios?  

Tres años antes, a que comenzará su primer periodo de gobierno, el Presidente Morales, se inició un proceso económico inédito, el superávit en nuestras relaciones comerciales con el mundo. Con un modesto uno por ciento del PIB durante el año 2003, subió los siguientes años hasta alcanzar al 12 por ciento, su cenit en los años 2006, 2007 y 2008. En los siguientes años fue cayendo y, es posible, que el 2014 hubiese cerrado con un superávit menor al dos por ciento.

Pero no sólo el país presentó superávit comercial sino también en sus movimientos de capital. Durante estos años ingresaron capitales ya sea en la forma de inversiones como también en la forma de endeudamiento público. Por ambos lados se produjo lo que se denomina superávit en balanza de pagos. ¿Qué se hizo con este superávit? Se acumuló en el Banco Central bajo la forma de reservas internacionales y que están el orden del 45 por ciento del PIB.

Un segundo hecho inédito es la presencia de superávit en las cuentas del sector público. Una característica anterior era el continuo déficit fiscal, lo que conllevaba a un necesario endeudamiento. Desde el año 2006 hasta el año 2013 se tuvo superávit fiscal global. Pero este superávit se generó en las cuentas de los gobiernos departamentales y municipales, pero no del gobierno central. El año 2014, ya lo anunció el gobierno, se ha tenido un déficit global.

Otro hecho para destacar desde el año 2003 es que el sector privado ahorra más allá de lo que invierte.

Lo señalado se traduce en fortalezas que le pueden permitir bandear la significativa caída de ingresos por exportación que se espera acontezca este año, principalmente por las exportaciones de gas. Esto traerá como consecuencia importante la caída de ingresos fiscales, dado que el Estado absorbe un monto muy alto de la renta petrolera. Como existen reservas internacionales y ahorro público se puede mantener la dinámica de las importaciones, para que la economía siga expandiéndose por el esfuerzo privado. Esto implica un prudente gasto público, principalmente en inversión.

Pero para que la economía del país no tenga a futuro serios problemas tiene que disminuir la dinámica de crecimiento, impulsada por el gasto fiscal, que manifiesta la economía boliviana. Esto implica que llegó el tiempo de la austeridad fiscal y el tiempo de dar mucha confianza al sector privado para que continúe con la dinámica de expansión sostenida demostrada en estos años. Esto significa no más controles de precios, no más cuotas de exportación y, sobre todo, ninguna prohibición a las importaciones.

La Paz, 19 de enero de 2015

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*Profesor emérito de la UMSA y Miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas.

 

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Cuba, realidad y discurso

La noticia internacional del mes de diciembre de 2014, sin duda alguna, ha sido la declaración de los presidentes, Obama de EEUU y Castro de Cuba, para reanudar relaciones diplomáticas, luego de haberlas roto hace 54 años. Obviamente que el país más beneficiado será Cuba, por ser una pequeña economía. No está todavía levantado el bloqueo comercial, que se mantiene, aunque relajado, entre esos dos países, porque esa decisión corresponde al Congreso estadounidense.

Es aplaudidle la decisión asumida por el Presidente Ovada, porque implica reconocer que se deben respetar a todos los países independientemente de sus sistemas políticos y de sus ideologías. EE.UU. no puede imponer a los demás la democracia liberal, como sistema político, si es que este no es producto de la evolución de cada sociedad.

Cuba nunca habría hecho alarde sobre el bloqueo comercial que le impuso EE.UU. vale decir, prohibición de mantener relaciones de exportación y de importación entre ambos países, y de los costos que le significa, si Cuba no hubiese estado tan cerca de EEUU, tan cerca de la primera potencia económica mundial. Cualquiera que hace negocios con ese gran país gana, como los que hacen negocios hoy con China, también ganan porque es la segunda potencia económica del mundo.

Hay poca información estadística sobre lo que le sucede en Cuba. La CEPAL publica alguna a partir del año 1992. La desaparición de la URSS le significó una catástrofe económica durante esa década, porque se terminó el sustento económico que recibía. En los últimos años su comportamiento, visto como crecimiento del PIB, no supera al 3 por ciento anual. Para el año que terminó se estima que tuvo un crecimiento del orden del uno por ciento. Por otras fuentes, se concluye que el PIB per cápita de Cuba para el año 1960 era igual al promedio regional. Para el año 2010 cae al 55 por ciento

En cuanto a su comercio hay información insuficiente que publica la CEPAL. Con esta se llega a la conclusión de que mantiene un enorme déficit comercial, ¡importa bienes más del doble de lo que exporta! Otra información reciente, encontrada en Internet, indica que el año 2013 Cuba tuvo un déficit comercial del orden de los 7,600 millones de dólares, situación permanentemente deficitaria que se observa desde el año 1999. Recordemos que hace poco Rusia le condonó una deuda por ¡35 mil millones de dólares!, un monto mayor al PIB de Bolivia del año 2014.

La ideología marxista tiene preferencia por la producción de bienes, lo que denomina “sector productivo”. Paradójicamente Cuba se ha ido especializando en la exportación de servicios. En 1990 el nueve por ciento de lo que vendía al exterior eran servicios, para el año 2007 se había incrementado al 69 por ciento. Los servicios –principalmente de médicos- atenúan su déficit en sus relaciones comerciales con el mundo.

Las principales exportaciones de bienes de Cuba son: medicamentos, (que comenzó el año 2003) y los tradicionales azúcar y puros, lo que representa el 53 por ciento de sus bajas exportaciones. Tiene dos tipos de cambio oficiales: el de siempre, que dice que un peso cubano es igual a un dólar, y el CUC (convertible en divisas) que tiene una relación de 24 pesos cubanos por un dólar. El salario promedio mensual en el sector público es de 466 pesos cubanos, que convertidos a CUC representa 20 dólares americanos.

La existencia de estos dos tipos de cambio trae problemas al momento de cuantificar el PIB de ese país. Sucede que se está contabilizando a un tipo de cambio de un peso cubano igual a un dólar. Cuando se sincere el tipo de cambio en Cuba, el válido será el CUC, con lo cual se desplomará su PIB medido en dólares y también su PIB per cápita en dólares.

El año 1962, Fidel Castro decía: “En diez años tendremos un nivel superior de vida al de EE.UU. Nos convertiremos en el país más prospero de América que alcanzará el nivel de vida más alto que ningún otro del mundo. Esto será así porque en lugar de invertir nuestras energías en producir armas lo haremos en producir riqueza, en hacer escuelas, en establecer industrias y en poner a producir nuestros campos”.

Si la revolución cubana hubiese sido consecuente con su discurso marxista de la explotación del capitalismo, del imperialismo de Lenín, como fase superior del capitalismo, y de las románticas ideas del juvenil Galeano, expresadas en su conocida obra: “Las venas abiertas de América Latina”, debía haberse autoimpuesto el bloqueo económico con los EE.UU., para de esta manera impedir que ese coloso siguiera “explotando” a la isla. Recordemos que el marxismo, en cualquiera de sus expresiones mencionadas, considera que los países ricos explotan a los países pobres en sus relaciones comerciales. Venden todo caro y compran barato. Se llevan el “excedente”.

Pero la realidad es otra, gracias al comercio internacional todos ganan, como sucede con el comercio al interior de un país. En Cuba se impuso la realidad ante el mero discurso marxista; se dieron cuenta que no tener un comercio normal con EE.UU. les perjudica enormemente en sus aspiraciones de avance económico. Por esta razón, hace rato que han invocado al bloqueo norteamericano como causa de su atraso económico, en contradicción con su pregonada ideología marxista.

La Paz, 5 de enero de 2015

 

*Profesor emérito de la UMSA y Miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas.

 

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El fundamental sentido de la vida

La sobrevivencia es un hecho natural en toda especie animal. El hombre manifiesta también esta característica. En su largo caminar superó la etapa del salvajismo, tiempo en el cual compartía las mismas características que los animales, para sobrevivir. Debía extraer su alimento, a como de lugar, de lo que la naturaleza le proveía y debía matar a los animales para comer su carne, y utilizar sus pieles para cubrir su cuerpo.

Entre las tribus era normal el despojo de unos por otros. El fuerte arrebataba violentamente al débil lo que poseía, hasta que llegó un momento; un salto en la historia, en que ese hombre primitivo introdujo el trueque. “Te doy mi cabrita muerta si tú me das tres hachas de piedra”. Había surgido el trueque, había surgido el mercado. En un principio este esfuerzo se traducía en producir directamente lo que se requería.

El resultado del esfuerzo y del trabajo, que era la cabrita muerta, se intercambiaba con el resultado del esfuerzo de quien había construido las hachas de piedra. Desde que el hombre es hombre, alguien ha tenido que producir, lo que necesitaba, para su subsistencia, por lo que surgió el trabajo, como la fundamental actividad del hombre, que no es más que el esfuerzo que debe desarrollar la persona humana para obtener lo que requiere para su subsistencia. Esto explica porque los primeros pensadores sobre economía destacaron al factor trabajo para explicar la creación de las mercancías, denominadas así a los bienes producidos, porque precisamente estos se podían mercadear. Sobre este hecho se desarrolló lo que en economía se conoce como la “teoría del valor trabajo” de Smith y Ricardo, distorsionada, luego, por Marx.

Sin embargo, hay que destacar también que para producir algo el hombre empezó a utilizar su inteligencia, aprendió a pensar, que es el atributo que lo diferencia de las otras especies naturales. De esta  manera surgió la ciencia, la misma que aplicada a la actividad económica dio lugar a lo que se conoce como la tecnología, el fundamental factor de producción, hoy, creador de riqueza.

Pero en el largo camino del avance de la humanidad no todos trabajaban en el sentido económico. Claro que hacían actividades, se dedicaban a la política, a la guerra, al arte, a la filosofía. Esta gente obtenía ingresos, no como producto de su trabajo, sino por otras razones que les permitía obtener los bienes para satisfacer necesidades. Provenían, de la explotación de tierras, que se habían apropiado violentamente con la venia del poder político de su tiempo; tierras que eran trabajadas, ya sea por esclavos o por ciervos que no recibían remuneración por dicho esfuerzo. La otra fuente de ingresos era el estado, quién tempranamente impuso la recaudación de impuestos, precisamente a quienes producían los bienes y servicios. Parte de lo producido por cierta gente era apropiado por los estados, quienes pagaban con dichos recursos los “servicios” de la nobleza, la aristocracia, el ejército y la burocracia estatal.

Si el primario, fundamental sentido de la vida, es el quehacer económico, qué mejor que este sea consecuencia de una decisión personal. La persona humana debe ser libre para abocarse a la actividad económica que mejor vea conveniente. Como es inteligente elegirá aquello para lo que es más apto, y, por tanto, más productivo. A esto se denomina “economía libre de mercado”, que lentamente se impone en el mundo.

Pero para que este comportamiento económico socialmente sea eficiente se requiere que esté presente la “libre competencia”. Es decir, toda persona tiene el derecho de hacer lo mismo que hace otro u ofrecer algo diferente, sí así lo prefiere. La experiencia nos demuestra que hay tendencia a diferenciar lo que se ofrece. En la medida que aumenta la competencia, los precios reales de todo lo que se oferta baja. Gana el demandante.

En la modernidad la mayoría de la gente ofrece su capacidad de trabajo, que es muy variada. Por esta razón hay grandes diferencias salariales. Los que componen la oferta de trabajo no solo son los trabajadores en general, sino también son los gerentes y los empresarios. Los gerentes ofrecen capacidad de liderazgo y los empresarios capacidad de innovación. Ambos están continuamente pensando en lo que requiere la gente para satisfacer sus demandas.

Algo que constantemente observo en la vida cotidiana, cuando camino por las calles, es ver a los maestros y ayudantes de las construcciones, al modesto lustrabotas, al que lava autos en las calles, aquel que ofrece cuidar su vehículo cuando usted estaciona en calles muy concurridas, aquellas personas que pululan por todas partes en sus puestos callejeros de ventas, ya sean en los denominados “mercados” o en las calles, aquellos abundantes artesanos con sus pequeños talleres, todos ellos tienen la grandeza de sustentar su vida en el fundamental sentido de la vida: la actividad económica.

La Paz, 21 de diciembre de 2014

*Profesor emérito de la UMSA y Miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas.

Economía de Mercado
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Adecuada desaceleración de la economía boliviana

Durante el año 2013 la economía boliviana presentó una sorprendente tasa de crecimiento de la economía. Un 6,8 por ciento, la más alta en treinta ocho años. En 1974 la economía había crecido a una tasa del 7,3 por ciento. El año 2013 la tasa de inflación medida por el comportamiento del Indice de Precios al Consumidor (IPC) cerró con un incremento del 6,5 por ciento, la cuarta más alta de Sudamérica, indicio de sobrecalentamiento de la economía.

Para el año 2014 el gobierno pronosticó una tasa de crecimiento anual del PIB del 5,7 por ciento con una tasa de inflación del 5,5 por ciento. Con datos procesados por el Instituto Nacional de Estadística, se observa que para el primer semestre del año la tasa anual cayó al 6 por ciento y al 5,8 por ciento hasta agosto. La CEPAL proyectó para Bolivia un crecimiento del 5,5 por ciento, pero el Fondo Monetario Internacional, en su reciente informe correspondiente al mes de octubre, estima un crecimiento del 5,2 por ciento, cuando para América Latina se estima un crecimiento de sólo el 1,1 por ciento.

El elevado crecimiento de la economía durante el año 2013 encuentra, en gran medida, su explicación en el elevado gasto público que realizó el gobierno, con un 21 por ciento más en relación con el año 2012. Si bien redujo el ritmo durante el año 2014, con un estimado anual del orden del  18 por ciento, continua siendo elevado, aunque la tasa de inflación anual que se tiene hasta el mes de noviembre está en el orden del 4,4 por ciento, es posible que cierre el año con un  cinco por ciento, por debajo, en buena hora, a lo esperado por el gobierno

El crecimiento de la economía boliviana durante estos últimos nueve años se explica por  tres razones fundamentales: Altas exportaciones, altas importaciones y alto gasto público. Aun más llamativo es el comportamiento de la inversión pública.

Mientras en el periodo 1999-2005 anualmente, en promedio, se invertían 581 millones de dólares, durante los dos gobiernos del Presidente Morales se subió a un promedio cercano a los 2,000 millones de dólares. Y esto fue posible porque el gobierno como nunca dispuso de elevados ingresos fiscales provenientes de la renta petrolera. Para el año 2015 está presupuestando efectuar una inversión pública de ¡6,179 millones de dólares!

De manera inédita el país pasó de ser un país crónicamente deficitario en sus relaciones comerciales con el mundo a una situación superavitaria. Esta es la principal explicación para otro hecho, también inédito en la economía boliviana, como son las elevadas reservas internacionales. En la región es el país que más reservas tiene si se relaciona con el PIB.

Este contexto fue acompañado por un periodo de clara alza de los precios de los commodities seguida por otro ya de declinación. Los precios de las materias primas tuvieron una expansión hasta el año 2011, pero a partir del año siguiente comenzó su declive. A esto se denomina la conclusión del “gran ciclo alcista de las materias primas”. Sin embargo, el país siguió su sendero de crecimiento.

El año que está por concluir se ha caracterizado por una continua caída de los precios de las materias primas. Hasta fines del mes de noviembre el precio de los minerales estaba por debajo al promedio prevaleciente el año 2013. El petróleo, también cayó, de un promedio de $us. 98 bbl (WTI) en 2013 cae a 84 para octubre de este año y siguió cayendo en el mes de noviembre, hasta ubicarse en 76. En lo que se refiere a la soya se tiene el siguiente panorama: Para el año 2013 alcanzó el precio más alto, en promedio $us. 672/mt. Cae a $us. 447 en Noviembre de este año.

El escenario que se ve venir es uno en que el valor de las exportaciones caerá principalmente por la caída del precio del gas. Esto se traducirá en una disminución de los ingresos fiscales que debería llevar a una reducción también de los gastos fiscales.

Si el ambiente de negocios privados en el país se mantiene positivo, se podría sostener una tasa de crecimiento del orden del 5 por ciento anual, que se la debe calificar de muy buena.

Inadecuadamente el gobierno está buscando una tasa de crecimiento del 5,9 por ciento, impulsando el gasto fiscal, sin percatarse que la tasa de crecimiento adecuada y sostenida puede estar en el orden del 5 por ciento, no más. Esto será posible si se conserva el crecimiento de las importaciones, lo cual puede ser posible, aunque caigan las exportaciones, porque se tienen reservas internacionales, las cuales deben ser utilizadas, pero con prudencia.

La Paz, 7 de diciembre de 2014

 

*Profesor Emérito de la UMSA y Miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas.

 

Economía de Mercado
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¿Deuda publica, crisis en el futuro? Sí

El Viceministro del Tesoro y Crédito Publico, refuta mi artículo titulado: “Más deuda hoy, crisis para el futuro”, por medio de su opinión titulada: ¿Deuda significa crisis? Su respuesta está en el contenido de su artículo. Es no.

Comienzo reiterando que el monto de la deuda pública externa, hoy, no es un peligro para la estabilidad económica del país, más si la relacionamos con el PIB. Son 5,309 millones de dólares, hasta el 31 de mayo del año en curso, cuando para diciembre del año 2005 era de 4,492 millones. Si comparamos ambas cifras con relación al PIB correspondiente se tiene que la deuda externa pública ha disminuido al 17 por ciento del PIB, cuando para el año 2005 superaba el 50 por ciento.

A pesar de que el país desde el año 2006 continuó incrementando la deuda pública externa, su saldo disminuyó, primero, a $us. 3,192 millones de dólares para fines del mes de julio del año 2006 y, luego, a $us. 2,056 millones para fines de junio del año 2007, no porque se la hubiese pagado, sino porque fue consecuencia de las últimas condonaciones efectivas que el país recibió de sus acreedores. Por tanto, de un saldo de deuda externa de $us 2,056 millones se ha incrementado a  $us 5,309, lo que representa un aumento del 158 por ciento.

Si al saldo de la deuda externa de $us. 5,309 millones le sumamos los saldos por desembolsar de $us. 3,300 millones y le añadimos la pretensión de endeudar en $us. 3,600 más de deuda, que pretende el gobierno boliviano obtener de China y del BID, daría una deuda total externa del orden de los $us. 12,209 millones. Sería un incremento alto de deuda: Ciento treinta por ciento más.

Me llamó la atención, su observación de que no se pueda sumar el saldo de la deuda externa de $us 5,309, (saldo de la deuda efectivamente desembolsada) con los 3,300 millones de dólares, (saldo por desembolsar), para tener una idea de la tendencia sobre el saldo actual de la deuda. Cuando se haga efectivo esos desembolsos, -que ya están comprometidos- la deuda llegaría a $us. 8,609 millones de dólares, suponiendo que no se pagase nada de deuda. En la realidad, continuamente el gobierno está pagando y recibiendo nueva deuda.

Supóngase que una empresa cualquiera tiene una línea de crédito con un banco por 1,000, pero se le ha desembolsado 600. En esta situación el saldo de su deuda efectiva es sólo de 600. ($us 5,309 para Bolivia) Pero cuando el banco le desembolse los 400 restantes, y suponiendo que no amortizara  nada de los 600 otorgados antes, el saldo de su deuda pasaría a ser de 1,000. ($us 8,609 para Bolivia)  

Con relación a la deuda interna del TGN hubiese sido adecuado que el Viceministro precise que el monto al cual él se refiere, que es de 4,064 millones de dólares, no contempla la “deuda garantizada” por el TGN, -633 millones de dólares- con lo cual, el monto llega a lo que yo destaqué, que es de 4,700 millones, suma que está registrada como TOTAL GENERAL en 32,735 millones de bolivianos para el año 2013, -que convertida en dólares da 4,703 millones- en la página Web del Ministerio de Economía y Finanzas, Viceministerio del Tesoro y Crédito Público, en su pestaña denominada: “Crédito Público”, “Deuda interna” y en su primer registro titulado: “Saldo de la deuda interna del TGN (1998-2013)”.

Habría sido una adecuada aclaración al dato sobre deuda interna, que yo aludí en el artículo señalando, decir que se estaba incluyendo una deuda no efectiva. Se convertiría en deuda efectiva si es que los prestamos garantizado por el TGN, no se honrasen por los prestatarios en el momento debido. Mientras tanto, sólo es una contingencia. En lugar de aclarar el Viceministro lo antedicho, textualmente me descalifica diciendo que: “de manera discrecional aumentó el saldo de la deuda pública interna del TGN (en) alrededor de 600 millones de dólares”, cuando este dato está (en bolivianos) en los registros estadísticos oficiales como parte de la deuda total del TGN.

Es aconsejable que el Viceministro, en aras de dar una mayor y mejor información al público, nos diga a quienes el TGN otorga garantías para la obtención de préstamos internos.

Lo fiscal es algo fundamental para la macroeconomía de cualquier país. Lo deseable es el equilibrio fiscal, que los gastos (corriente y  de capital) sean iguales a los ingresos fiscales (sin deuda). Es decir, los ingresos deben superar a sus gastos corrientes. Esto implica que todo gobierno debe ahorrar parte de sus ingresos, lo que se denomina ahorro público, para financiar sus gastos de capital. El ahorro público debe financiar a la inversión  pública. Como las economías son cíclicas, se considera que en épocas de recesión económica el Estado debería invertir más allá de sus propios recursos, generando déficit y con ello deuda pública, porque de esa manera se cree que se puede combatir eficazmente a la recesión económica. La realidad enseña que, independientemente al ciclo económico, los gobiernos crónicamente caen en déficit fiscal y, de esta manera, aumentan la deuda.

La mayoría de los países no pueden mantener el denominado equilibrio fiscal, aunque hay acuerdos en esa línea. Por ejemplo, la Unión Europea, con el Tratado de Mastricht, determina que ningún país miembro supere un nivel de deuda pública a PIB del 60 por ciento. Los europeos no han podido hacer realidad esto, incumplen desde hace rato, y, hoy, el dramático problema que tienen es precisamente su enorme deuda pública. A esta situación no llegaron de la noche a la mañana, sino poco a poco. Y hoy tienen que hacer drásticos ajustes fiscales; aumentar impuestos y bajar gastos, tarea titánica y de difícil aceptación social. Esto trae consigo crisis económica.

La Paz, 12 de octubre de 2014

*Profesor Emérito de la UMSA y Miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas.

 

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Economía de Mercado
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