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Nos unimos o nos hundimos

Empieza a escribirse un nuevo capítulo en la historia de Bolivia. ¿Qué tal si aspiramos a un país donde la pobreza sea cosa del pasado; la ignorancia y el analfabetismo funcional, superados con la buena educación; una mejor calidad de vida, basada en una adecuada alimentación y medicina preventiva; el desempleo atávico y el empleo precario, convertidos en pleno empleo; con oportunidades de progreso absolutamente para todos, y todo ello en un ambiente de legalidad y formalidad?

Es posible hacerlo, muchos países en el mundo están avanzando por la senda del desarrollo combinando políticas sociales con inteligentes políticas públicas que las apuntalan, ya que su sostenibilidad depende de un fuerte respaldo económico.

Todos debiéramos aspirar a forjar un país donde esté garantizada la posibilidad de recibir una moderna educación que prepare a nuestros hijos para lograr una profesión o un oficio que el día de mañana les permita hacer su propia empresa o lograr un trabajo digno y perdurable contemplando todas las prestaciones sociales que la ley manda.

Un país donde prime la libertad y la iniciativa privada, donde no se viva en zozobra y la justicia social esté dada por las oportunidades que el Estado prodigue a todos los ciudadanos. Un país donde la mejor política económica para el empresario sea el dar seguridad jurídica a la inversión, seguridad de mercados para la producción y la seguridad de que las políticas públicas serán las adecuadas para hacer posible lo anterior. Un país donde la mejor política social para el jefe de familia sea garantizarle el acceso a un empleo digno y bien remunerado, en mérito a su alta productividad como mano de obra calificada.

Administrar un país con un frente externo adverso por la recesión y el rebrote del Covid-19, con un frente interno complicado por la recesión de la economía, será difícil. Para superar este contexto, la unidad de todos los bolivianos resulta una condición mínima indispensable.

“Los hermanos sean unidos, porque esa es la ley primera, tengan unión verdadera, en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean, los devoran los de afuera”, dice este pensamiento atribuido a Martín Fierro, que nos viene bien con carácter de advertencia para los difíciles tiempos que nos toca vivir. Si se lo sigue de aquí a unos años podríamos decir: “Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía”. Hagamos bien las cosas para llegar a ser un gran país. De nosotros depende: nos unimos o nos hundimos.
 

Buscando la verdad
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El Beni y uno de los peores años de su historia

El Beni y sus habitantes pasaron por un año atípicamente desgarrador, primero por la violencia provocada y premeditada con anticipación para anular y no reconocer los resultados de las elecciones el 2019, lo cual generó la dolorosa experiencia de exponer lo peor de las personas, trastocar códigos mínimos de respeto y convivencia entre conocidos, amigos y familias de nuestros pueblos, tener vocales procesados a sabiendas que nada tuvieron que ver con el invento de fraude electoral, pues todos los partidos estuvieron hasta el final del cómputo y con su experiencia de años, sabían perfectamente qué mecanismos legales usar para apelar y no lo hicieron, prefirieron la ruptura y el caos.

En este escenario arrinconan a cuanto masista, izquierdista, o ciudadano común encontraron sombreando, pues claro era la primera vez en la historia que eran gobierno nacional. Les tocó a la mala, sin ley, legitimidad ni votos; pero eran gobierno al fin, habían estado sin poder local un tiempo y tenían que aprovechar, saber para qué servía, cómo sabía y por supuesto usarlo. Vaya que lo usaron. Todos tuvieron trabajos pega, fiestas, carros, aviones. Ni cuarentenas o restricciones locales valían para ellos en pandemia, su poder era ilimitado. Esos benianos eran los dueños del país y del gobierno. 

En el MAS-IPSP, en cambio, hubo desconcierto, unos no entendían nada, otros se reacomodaban, otros negociaban, otros delataban, otros se ocultaban, otros expulsaban a sus operadores conocidos en ampliados creyendo que así se los sacaban de encima y asumían ellos sin batallar. Total la fuerza había podido todo lo que ninguna ley respaldaba, era la regla de la nada, tierra de nadie. Hubo peleas, divisiones, reclamos, pero también silencio. Ese silencio que en medio del dolor de la pandemia hizo algo mágico.

El pueblo, las familias, los municipios empezaron a quebrarse con el Covid 19, ahí ya no había pega, poder o gobierno que ayudara, daba lo mismo azul, verde, rosado cuando de plasma, ivermectina u oxígeno se trataba. Nos desgarramos por completo, todos, con las perdidas de vecinos, familia, amigos, el internet no daba para postear por la avalancha de condolencias, las calles sonaban a nada, la muerte nos acechaba. Y ahí renacimos, en el dolor, en la solidaridad, en el miedo a la muerte, como pueblos, como ciudadanos.

Pero, un grupo no lo vio y fue en contraposición lo que destruyó para siempre al primer gobierno beniano de la historia del país, ya ni las botas militares les alcanzan. Enfermaron de poder y de importancia y con ello no vieron lo que en definitiva ha dejado la elección del 19 de octubre de 2020.

Solo basta mirar los votos absolutos del MAS-IPSP y compararlos con sus históricos de elecciones pasadas (alrededor de 4000 votos menos que las elecciones del 2019) para comprender que no les hicieron ni mella esos benianos ahora dueños del poder. Apenas afectaron su votación y por eso hoy mismo ya hablan de unirse para impedir que en las subnacionales, el MAS gane en los pueblos. Perdieron dirán. Pero, vean los números. 

¿Qué pasó y por qué no lo entienden? ¿A qué se debe esta votación? Cada masista en silencio, de duelo por los suyos y los de los otros, con miedo, agarró su polera, su bandera vieja ya que nadie tenía plata, ayudaron al vecino, cocinaron para el que no tenía, dieron sangre, llevaron remedios, apoyaron a los médicos que solidariamente entraban a los barrios, volvieron al pueblo, remendando los huecos, y los sueños.

Gran trabajo compañer@s, todos lo hicieron, tenemos una nueva generación de valiosos líderes que mostraron estar a la altura, lo hicieron con el corazón, y en perspectiva toca esa misma sencillez, eso de estar con el pueblo, eso de no mirar por encima del hombro y sobre todo, trabajar para servir a los demás. Los cambas somos distintos. Esa puede ser nuestra ventaja y no nuestra debilidad ante el poder.

Nuestro pueblo no quiere más odios, quiere trabajo, reconciliación, certezas, paz  aire, comida. No juntuchas de políticos de siempre sacándose la mugre en televisión.
 

Opinión
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Gobernación Beni

18-0: ¿Sadomasoquismo electoral?

Por fin, el Tribunal Supremo Electoral ha publicado los resultados finales del 18 – 0 proclamando ganadora a la formula Arce – Choquehuanca del MAS (55,1%), recordando de taquito (por si acaso), que el poder no es ilimitado. 

Asumiendo esos resultados, pues como Abogado ahora no dispongo de suficientes elementos probatorios que objetivamente me hagan sospechar de algún fraude –más allá de los probados antecedentes del partido ganador- y compartiendo en gran parte los sesudos análisis que explican ese triunfo, la debacle del segundo en liza (28,83%) y el papelón del tercero (14%) que termino no más de tonto útil, encuentro una yapa a esas explicaciones, principalmente desde Chuquisaca (MAS 49,1%; CC 45,95% y CREEMOS 2,24%).

Considérese que independientemente de aquellos resultados del 18- 0, a nuestra historia reciente le es imposible obviar una serie de acontecimientos irrefutables hasta para gran parte de los ganadores como lo prueban sus triunfales discursos por los que en su mayoría intentan separar las aguas de sus hermanos antecesores, tales como el fraude electoral anterior, el ejercicio delincuencial del poder absoluto caracterizado por las masacres de La Calancha, Las Américas, del Oxigeno o los abusos de Chaparina, pasando por la “Doctrina Morales” del meterle no más por encima de sus propias normas y su CPE, incluyendo la prostitución de la administración de justicia mediante sus juristas del horror (“derecho humano” a la relección indefinida; casos 24 de mayo, terrorismos y muchísimos otros más), todo eso sin la menor pretensión de exhaustividad. 

Pese a ese estado del arte que insisto es simplemente referencial, resulta por lo menos sorprendente la nueva victoria electoral con mayoría además y, al menos por el momento, sin sospecha razonable de fraude, por mucho know how que ostente el partido de los ganadores. 

En ese sentido y a la luz del resultante votante promedio que le habría nuevamente confiado la administración del estado a esa fórmula por si fuera poco de forma mayoritaria (55,1%), pienso si es que no estaremos ante un caso de sadomasoquismo electoral. 

Según cualquier diccionario elemental y extrapolando hacia lo electoral, esa desviación consiste en disfrutar causando y recibiendo, humillación y dolor: ¿No es que el partido triunfador le ha causado al ciudadano incluyendo gran parte de sus votantes, principalmente humillación y dolor? ¿Acaso no les ha utilizado sistemáticamente como carne de cañón para marchas, bloqueos y khaleaduras enviándoles obligatoriamente a participar incluso a riesgo de su integridad? ¿No les obligó aportar mensualmente con parte de su sueldo y esfuerzo, al partido? ¿No condicionó la adjudicación de obras y/o sus pagos, a los quinziños? ¿No usó la administración pública como si fuera de su propiedad, incluyendo sus conciencias y dignidad? ¿No les obligaban los jefes de personal u otros funestos personajillos a publicar loas diarias a su jefazo en las RRSS, en contra de su conciencia y dignidad? ¿No prostituyeron a la administración de justicia hasta degradarla como su patio trasero? ¿La Fiscalía como su lavandería y/o anexo al Ministerio del Interior o al gabinete jurídico? ¿La policía y las FFAA no se dedicaron a atarles los huatos, gritando encima consignas de algún asesino que antes combatieron? ¿No les hacían disfrazar grotescamente según la ocasión? ¿Será una suerte del tradicional: “Me pega porque me quiere”?

Podría intentar resumir toda aquella situación brevemente descrita a través del vaciamiento total de la institucionalidad de un estado contemporáneo medianamente “civilizado” y, en el plano individual, por el uso bastardo de la dignidad de los ciudadanos incluyendo hasta sus simpatizantes, huyendo de aquella famosísima fórmula que impide usar al ser humano como objeto o medio para algún fin. MAISTRE sentenció: “Cada pueblo tiene el gobierno que se merece”.   

PAREMIOLOCOGI@
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El fantasma de la devaluación

Una nueva administración gubernamental habrá en el país y es de esperar que sea para bien de todos los bolivianos, pensando en el futuro de nuestros hijos.

El trabajo será arduo porque el escenario económico mundial no es el más auspicioso debido al negativo impacto del Coronavirus y su rebrote actual.

De otra parte, está la álgida situación económica, política y social en Bolivia, a lo que habrá que sumar las exageradas expectativas de una parte de la población que quiere revivir los mejores tiempos de la bonanza mundial que ya acabó; y, las negativas expectativas en otros, sobre el derrotero del nuevo gobierno.

Muchos están preocupados por su salud (Covid-19), por recuperar su empleo perdido -o conservar su fuente de ingresos- pero si hay algo que inquieta a todos, es que pueda haber una devaluación porque ello afectaría su poder adquisitivo.

La gente se acostumbró al tipo de cambio fijo desde fines del año 2011, dando lugar a una estabilidad económica respaldada por las Reservas Internacionales Netas (RIN) que crecieron a niveles históricos, gracias a las ingentes cantidades de dólares que entraron al país durante el auge mundial a partir de las exportaciones, las remesas de nuestros compatriotas, la colocación de bonos en el exterior y la inversión extranjera. Pero, eso ya es historia…

El nuevo gobierno se enfrenta a dos camisas de fuerza: el precio artificialmente bajo de los combustibles (que debemos importar y subvencionar) y un dólar artificialmente barato (Boliviano sobrevaluado). A fines del 2010 se intentó subir el precio del diésel y la gasolina, pero fue tal el reclamo en las calles, porque “todo empezó a subir”, que el gobierno debió dar marcha atrás con su medida. Igual podría pasar con una devaluación: habría inflación y la gente se enojaría.

El problema es que si continúa el drenaje de divisas del país por diferentes causas (importaciones, desinversión extranjera, pago de la deuda externa, etc.), y los países más importantes para el comercio exterior boliviano siguen devaluando o depreciando sus monedas, nuestras RIN podrían bajar a un nivel tan bajo, que resultaría humanamente imposible impedir, que el dólar suba.

¿Qué hacer frente a este brete? Para no endeudarse más, innecesariamente, habría que apostar por las exportaciones no tradicionales (de bienes y servicios con rápida capacidad de reacción); sustituir importaciones (en sectores donde seamos competitivos) y atraer inversión (dando seguridad e incentivos). No hay secreto, así de facilito…
 

Buscando la verdad
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El recuento de los daños

Ya se sabe que llegamos a las elecciones presidenciales divididos en dos bloques: masismo vs. antimasismo. Luego, por tanto, las variables que agregaban y movilizaban no eran dictadura-democracia, es decir, no era una discusión de principista.

Cuando se habla de masismo vs. antimasismo, nos estamos refiriendo a la identidad política, esta es una primera pista crucial para entender el escenario de las candidaturas. A continuación, primero, evidenciamos a estos dos bloques, en clave cuantitativa a través de las encuestas electorales para saber cuánto del electorado estaba contenido en qué bando. Para luego puntualizar algunos aspectos cualitativos de la última semana antes del día de las elecciones.

Las encuestas se acercaron a precisar hasta el final los conglomerados duros que tenían masistas y antimasistas. Al mismo tiempo, nos decían que había entre un 20 y 23 por ciento que se dividían entre votantes que ocultaban sus votos y otros tantos que no sabían por quién votar. Se entiende que el votante “oculto” es aquel que está en oposición al Gobierno de turno y a la corriente política dominante en el espacio geográfico en el que vive, como las encuestas eran levantadas en gran medida en centros urbanos en los que el antimasismo era relevante, entonces se planteó la hipótesis que ese voto le pertenecía en mayor proporción al MAS; en cambio, el voto “indeciso”, era aquel que estaba más ubicado en el antimasismo, y por lo mismo reclamaba dos cosas a sus candidatos: quién de ellos representaría más fielmente esa identidad antimasista, y cuál de ellos le otorgaría certeza respecto a la crisis económica que llevamos viviendo.

Así, llegamos a la última semana antes de la elección, aquí los candidatos del MAS se dedicaron a difundir dos mensajes principalmente; el primero, relacionado con una lectura autocrítica interna respecto de Evo y su círculo más cercano, este mensaje claramente no era para capturar votos del otro frente, sino que era para buscar terminar de convencer a aquella persona que había dejado de votar al MAS desde el 2014. El segundo mensaje, que puede revisarse en el último spot publicitario antes del silencio electoral era apelar a un voto con esperanza y con alegría, para que los problemas que tenemos sean solucionados. En conclusión: se apelaba a movilizar sentimientos positivos.

En esa misma última semana antes de la elección, en el antimasismo identificamos los siguientes mensajes: Carlos Mesa repetía la triada: catorce años, corrupción, y fraude; mientras el electorado como dijimos antes estaba buscando respuestas a la economía, Mesa se dedicaba a responder con esa triada, entonces no había lugar a conexión entre el candidato y el electorado. Segundo, los días jueves, viernes y sábado previos a la elección se dedicaron a romper el silencio electoral en redes sociales e internet para acusar a Camacho de ser el que podría estar permitiendo un retorno del MAS con su candidatura. En esa lucha encarnizada entre mesistas y camachistas y el diálogo sin conexión al que nos referimos antes, entonces el electorado vio con malos ojos el hecho de que ahí no había posibilidades reales de administración del poder ni de una convivencia política. En conclusión: se apelaba a movilizar sentimientos negativos.

Por eso nos encontramos con los datos de votación favorable al MAS, porque alguien había hecho la tarea y se había dado cuenta de la transformación concreta del país y sus actuales preocupaciones. Finalmente, por la demora de los resultados de boca de urna, en la madrugada del lunes, Bolivia recibió la noticia de que había salido de la unidad de terapia intensiva de la política y que pasaba ahora a sala de recuperación, antes de que tengamos el alta es necesario que esa otra parte que reclama porque no cree en los resultados, procese la posibilidad de que quizá en su caso se trate de un problema de perspectiva de los hechos, y es que no debemos confundir que las aspiraciones individuales se tengan que materializar pase lo que pase, o hasta las últimas consecuencias, en el resultado nacional.

Mientras tanto, el masismo debería seguir entendiendo que tiene en los centros urbanos gente con capacidad de movilización y que no es un fenómeno pasajero, es alguien que ya venía reclamando micrófono desde el 2016, no dárselo sería un gran error.

Opinión
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TSE

Algunas de las tareas del proximo gobierno para la justicia

Como hasta este momento aún no hay resultados ni siquiera extra oficiales de boca de urna este 18-0 y el Presidente del OEP acaba de decir que demorarán aún, escribo sobre lo único seguro hasta el momento: en próximas semanas habrá nuevo gobierno y, además de encarar las crisis urgentes –económica y sanitaria, para empezar- deberá también enfrentar la gravísima crisis de la administración de justicia. 

Diagnósticos de su estado terminal abundan y coinciden, así que intentemos siquiera a grosso modo vislumbrar algunos de los desafíos inmediatos. Lo primero que se requiere para intentar solucionar aquel estado, es voluntad política: ¿Está realmente dispuesta la clase política sea del color que sea a tener un tercero imparcial que le respire en la nuca? ¿Un tercero imparcial que le ponga límites al ejercicio de su poder? Esa es la condición indispensable para empezar a solucionar el entuerto actual: corrupción, retardación, falta de independencia de poderes fácticos, incumplimiento de su rol tutelar, etc. Demás está decir que de ganar los que agravaron hasta límites nunca antes vistos, ese deplorable escenario, no habrá lugar a ninguna posibilidad siquiera de mejora, sino lo contrario. 

La segunda tarea es recuperar la institucionalidad del sistema. Pasa, sin ánimo de ser exhaustivo, empezar por: a) reformar el sistema de elección de altos cargos, pues la elección popular ha fracasado, al extremo que todas esas autoridades son demostrablemente ilegítimas por haber perdido por goleada en esas elecciones, y b) construir genuinas carreras fiscales, judiciales y de los restantes operadores del sistema, de forma que ingresen, se mantengan y sean despedidos si correspondiere, a través de sistemas confiables en función a méritos profesionales y no otros que han prostituido el sistema.

Sin caer en el economicismo, se requiere que el sistema reciba una asignación presupuestaria suficiente como para garantizar su funcionamiento siquiera regular en términos de cobertura nacional, personal y medios; actualmente no recibe ni el 1% del PGE, lo que prueba la ninguna importancia que recibe.

Y luego, habrá que encarar tal vez la reforma tal vez más compleja que requiera de mayor tiempo. Urge reformar las “leyes de desarrollo constitucional” que vaciaron de contenido la nueva Constitución –con algunas disposiciones interesantes y otras deplorables- empezando por las que mayores violaciones de DDHH producen. En ese sentido, será urgente empezar por la reforma de la contra reforma penal y así sucesivamente hacia otras materias.

Tareas titánicas que requerirán, indispensablemente, de un acuerdo nacional entre las distintas fuerzas que resulten con presencia en el nuevo escenario político partidario naciente, sin que como ha ocurrido recientemente, se imponga una facción por sobre la otra, una de las causas de su ostensible fracaso.

Como se concluirá fácilmente, esas tareas y otras no aquí vislumbradas, requieren de un talante genuinamente democrático que es lo opuesto a los delirios tiránicos que están aún frescos en nuestra historia. Si aquella fuerza lograría volver al poder, la justicia boliviana seguirá ocupando los peores lugares no sólo regionales sino globales –como lo prueba sostenidamente el ranking del World Justice Proyect en todas sus versiones anuales- , si acaece lo contrario, existirá una fabulosa oportunidad para la ciudadanía. Ojalá ocurra. “El futuro no va a ser dominado por aquellos que están atrapados en el pasado”. Willy BRANDT        
 

PAREMIOLOCOGI@
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Desafíos para el próximo gobierno

La economía boliviana cayó 11,11% a junio del 2020 por causa de la pandemia del Covid-19, informó el INE a través de su Boletín Estadístico – Octubre 2020.

La cuarentena implementada para precautelar la salud de los bolivianos afectó el normal desarrollo de las actividades económicas con un severo impacto sobre el sector productivo, comercial, de servicios, y la sociedad misma.

La estrepitosa caída del Producto Interno Bruto (PIB) al primer semestre se debió a los abruptos descensos en las importaciones (-31%), las exportaciones (-20%), la inversión (-17%), el consumo familiar (-6%) y del sector público (-3%).

En términos de actividad económica, el sector más afectado fue el de la construcción (-51%), seguido de: minería (-39%); transporte y almacenamiento (-18%); servicios (-16%); industria manufacturera (-13%); comercio (-11%); electricidad, gas y agua (-6%); petróleo y gas natural (-5%); y, establecimientos financieros (-4%). Su retroceso ocasionó un fuerte impacto económico y social.

Solo tres actividades crecieron al primer semestre: Comunicación (6,1%), por el uso de Internet para efectos laborales (teletrabajo) y educativos (clases virtuales) durante el confinamiento; Servicios de la Administración Pública (1,5%) y Agropecuaria (1,5%). Esto amortiguó la caída del PIB y de los ingresos familiares.

¿Cómo acabará la economía este año? ¡Solo Dios sabe! Nos irá mal, si se da un rebrote del Covid-19; si la demanda mundial no se reanima; y, si los bolivianos nos seguimos empeñando en bloquear nuestras posibilidades de desarrollo.

Con 289.000 desempleados hasta julio por causa de la cuarentena, y 434.000 contando el desempleo estructural…¡tamaño desafío que le espera al próximo gobierno!

Frente a la amenaza de consumar la peor caída de la economía en décadas, si no se encara políticas públicas valientes e inteligentes -urgentes, además- una severa crisis económica y un gran descontento social se avizoran, lo que no se podrá salvar con bonos ya que no habrá dinero que aguante…

Es de esperar que los futuros gobernante hayan asimilado la “lección aprendida” con estos números del INE: que el hombre puede dejar de hacer muchas cosas, pero nunca dejará de comer, para lo cual hay que producir alimentos...

El sector agropecuario, agroindustrial y agroexportador, con el sector forestal, tienen la capacidad de reacción inmediata para evitar una futura crisis, con la inversión, producción, empleos, ingresos, tributos y divisas que generen, en beneficio de todos los bolivianos.
 

Buscando la verdad
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AMN

El modelo que Arce Catacora desconoce

Molestia y desconcierto causó en Santa Cruz el candidato presidencial del Movimiento Al Socialismo (MAS), Luis Arce Catacora, al decir que no conocía el modelo económico cruceño, pese a que por casi 14 años fue Ministro de Economía y Finanzas Públicas del gobierno anterior, habiendo defendido a capa y espada su Modelo Económico, Social, Comunitario y Productivo (Mesocopro) con un Estado benefactor, interventor, regulador, inversionista, planificador, empresario, banquero, nacionalizador, industrializador, empleador, redistribuidor; promotor de la demanda interna; inductor de inclusión social; gestor de ahorro interno para bajar el endeudamiento y generar superávit fiscal.

El Mesocopro funcionó gracias al auge mundial, la economía informal y las remesas externas que prodigaron una cantidad de recursos como nunca antes. El PIB nominal, de menos de 10.000 millones de dólares en 2005 superó los 40.000 millones (2018 y 2019) aunque deflactando su valor, apenas se duplicó comparado al del 2005. Durante el Mesocopro la industria bajó su aporte al PIB y éste nunca creció al 7% como lo hizo por 5 veces entre los años ´50 y ´70.

Bolivia se “reprimarizó”: la exportación de recursos extractivos y no renovables que no llegaba al 70%, subió al 80%; la pérdida de mercados provocó una desindustrialización en el sector textil, maderero, de calzados y lácteos. Así, Bolivia es hoy más vulnerable al depender de las materias primas e importar lo que antes exportaba. El manejo del tipo de cambio como instrumento antiinflacionario -fijo desde 2011- hace que sea más fácil importar que producir, provocando un déficit comercial de 5.000 millones de dólares desde el 2015.

El objetivo de bajar la deuda externa no se dio: de 2.208 millones de dólares en 2007 (luego de su condonación) superó los 11.000 millones en 2019. La deuda interna pasó de 2.950 millones de dólares (2005) a más de 6.300 millones (2019).

El orgullo del superávit fiscal, que sumó 2.511 millones de dólares (2006-2013), palideció luego frente al déficit fiscal por más de 15.000 millones (2014-2019): el Mesocopro fue insuficiente para generar ahorro interno.

Bolivia gastó más de 11.000 millones de dólares en 14 años importando gasolina y diésel, siendo que se podía producir biocombustibles con agrobiotecnología.

El 2018 ganamos el título mundial de la informalidad y la precariedad laboral, con más del 60% (FMI), por causa de los altos costos tributarios y sociales.

Las Reservas Internacionales Netas, de 15.000 millones de dólares en 2014, cayeron a menos de 6.500 millones (incluyendo 2.000 millones de bonos soberanos colocados en Wall Street a un interés de 100 millones de dólares/año).

La Inversión Extranjera Directa neta se fue a pique: en 2019 hubo una desinversión por -237 millones de dólares…¿por qué no vendrán capitales a Bolivia, no?

Eso, respecto al Mesocopro. Veamos ahora el modelo productivo cruceño...

El modelo productivo de Santa Cruz se basa en 5 factores: tierra, trabajo, capital, tecnología e institucionalidad. Sus valores son: libre iniciativa, individualismo, cooperativismo, mercado, integración y exportación. Santa Cruz no aspira a vivir del Estado, pide que si éste no va a ayudar, no perjudique...

Desde 2015 es el Departamento más poblado, superando los 3 millones de personas. La migración interna y la llegada de empresas a este polo de atracción, no paran.

El PIB cruceño supera los 12.000 millones de dólares; aporta con el 30% al PIB nacional y “jala” su expansión, al crecer más que éste. Gracias al modelo cruceño, basado en la agropecuaria, agroindustria y agroexportación, Bolivia es autosuficiente en alimentos: 74% del total se genera acá.

Santa Cruz significa el 25% de las exportaciones globales; más del 60% de las no tradicionales y 75% de la agroexportación. La exportación de soya transgénica aportó 10.000 millones de dólares, por 25 millones de toneladas desde 2006.

La pobreza que en Bolivia es del 37% y la extrema del 13%, en Santa Cruz es de 25% y 6%, respectivamente. La electrificación del 46% en 2006, ha pasado al 98%; el acceso al agua potable es del 96%; sus carreteras suman 6.300 km, gracias al modelo redistributivo de las regalías por parte del Gobierno Autónomo Departamental de Santa Cruz: 50% para obras en provincias productoras de hidrocarburos, 40% para las no productoras y 10% para pueblos indígenas.

Su Índice de Gini del 0,386 da cuenta de la mejor distribución del ingreso en Bolivia.

Esito es parte del “modelo cruceño”, aunque sus bondades son muchas más…
 

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18-O: ¿Por qué doblarán las campanas (electorales)?

Estamos a una semana del 18-O y, se repite hasta el cansancio que las elecciones que se vienen serán las más importantes: siempre lo han sido, pero las próximas serán las más importantes de todas. ¿Será así? 

Convengamos que siempre ante cada elección, la que viene resulta la más importante y así sucesivamente, lo que denota que cada una tiene sus peculariedades en función a la coyuntura imperante. La que se viene –de ahí el título de esta mi opinión- sin duda marcará el inmediato y mediato futuro de nuestra Bolivia no sólo en lo estrictamente político sino en todas sus connotaciones (suena de Perogrullo) pero, estimad@ ciudadan@, el voto que emitiremos el domingo próximo será simple y llanamente absolutamente decisivo para afianzar –ojalá definitivamente- el tránsito hacia un genuino sistema democrático (con sus luces y sombras) o, el retorno a la tiranía, aunque se haya disfrazado de democracia (otra estrategia envolvente). Ese el calibre de nuestra decisión ciudadana ante las urnas de este 18- 0: That's the question, estimad@s.

Y es que descartando las candidaturas que según las últimas encuestas –escribo el sábado 10 por la noche- serán sólo anécdota –no llegan ni al 2%- resulta para mí entender, que la tendencia quedó clarísima - intenciones más, intenciones menos- la verdadera elección será entre el representante del tirano fugado y Cia Versus el aspirante a desmontar los 14 años de ejercicio arbitrario del poder, caricaturizado por la tristemente frase del “meterle no mas aunque sea ilegal”. No se trata de aquella lid –épocas de la guerra fría- entre derecha Vs izquierda, sino entre quienes defienden el ejercicio despótico del poder a través de su concentración total, versus quien, al menos así discursea, defiende un poder limitado.

Las mismas encuestas ponen en la situación más compleja que podría tener un candidato, al tercero en liza. Nadie podría desconocer e incluso aplaudir, el valiente rol que tuvo para la huida del tirano en noviembre, sin que ello implique menoscabar la fabulosa rebelión ciudadana que fue decisiva para ese feliz resultado, pero a la luz de las encuestas cuyas tendencias son coincidentes, acaece que al tercero no le alcanza para campeonar, pero… podría contribuir significativamente ayudar hacerlo a quien representa al que contribuyó de manera importante, a fugar y/o por lo menos a que su facción tenga una importante bancada parlamentaria que como estamos sufriendo –Eva y Cía- pondría de figurillas a cualquier gobierno que no sea de su agrado. 

El dilema es que así como están las cosas, si en primera vuelta se decide el poder y en la segunda, de haber, al Presidente, hoy el horno no está para esos bollos, dado el acecho del autoritarismo.

Aunque como ciudadano, jamás le daría más de dos tercios parlamentarios a ninguna facción –sea del signo que sea- y a la prueba me remito: la actual composición parlamentaria y también la anterior legislatura, han eclosionado el rol del legislativo condenado sólo a levantar la mano aprobando las órdenes de su jefazo, abdicando la esencia deliberativa de un parlamento. Urge una nueva composición que se acerque a la naturaleza de una instancia genuinamente deliberativa, que permita –ojalá, sin negocios de por medio u otras fechorías- recuperar aquella naturaleza política deliberativa de todo parlamento, lo que implica construir acuerdos entre las distintas facciones con visiones distintas.

En su ya célebre libro “Cómo mueren las democracias” (Levitsky – Ziblatt) nos dan valiosas pistas. Las actuales democracias fallecen ya no a través de golpes de militarotes, sino de presidentes hasta electos, que subvierten el proceso que los llevó al poder. El vaciamiento democrático puede comenzar en las urnas a través de autócratas electos –o sus títeres- que mantienen una fachada de democracia, que la van desmontando hasta despojarla de su contenido. Los asesinos de la democracia usan las propias instituciones para, gradualmente, liquidarla. Lo bueno es que un frente democrático unido puede impedir que un extremista de aquellos que empiezan como demagogos y acaban como tiranos, accedan al poder, lo que a su vez, puede implicar salvar a la democracia. Ese es, para mi gusto, el estado del arte. Así que conciudadanos, no olvidemos para este 18-O que: “Perder una democracia, es mucho peor que perder unas elecciones” LEVITSKY - ZIBLATT     
 

PAREMIOLOCOGI@
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La política, secuestrada en Bolivia

Han degradado la política, tanto que ya no se la entienden como decía Arendt, como la actividad más noble de participación activa en la vida pública en la que todos estamos involucrados, gobernantes y gobernados; la han secuestrado primero la clase política, y desde la crisis sanitaria, el actual gobierno transitorio; el tema central de la cuestión es que nos dicen que en este tiempo de crisis social que vivimos por la pandemia es negativo, y hasta pecaminoso, criticar lo más mínimo de lo que las autoridades hacen, un argumento parecido al padre estricto que nos dice que lo que realiza sobre nosotros es por “nuestro bien”.

En nuestro caso en particular, venimos arrastrando una crisis política desde finales del año pasado; la turbulencia fue impulsada principalmente por el oficialismo masista en su momento, que derivó después en la ampliación de mandato de un gobierno transitorio. A esa se sumó una crisis sanitaria cuyo accionar y resultados hasta ahora hizo crecer aún más la sombra de la incertidumbre sobre nuestro país. Para rematar el mal de males, es más que seguro que en un tiempo corto la crisis económica se mostrará con toda su fuerza.

La crisis política y su secuestro solamente los vamos a resolver si primero aprendemos a aceptar que politizar lo social como ejercicio del activismo ciudadano es importante desde todas las aristas posibles. Por lo mismo, la clase política no debería reaccionar ante las críticas sino recibirlas y digerirlas. Segundo, y muy importante, una medida de shock que resuelva la crisis política es sin duda el proceso electoral; por eso a los partidos les corresponde hablar de propuestas y no atacarse mutuamente; al Tribunal Supremo Electoral, presentar propuestas de cómo hacer que el proceso electoral sea llevado adelante de la mejor manera; a las FFAA y la Policía, con el perdón de la ironía, les convendría dejar de hacer concurso de karaoke por las calles y ponerse a disposición de la población y del órgano electoral.

Sin embargo, en este juego de politización en el que se exacerban posiciones político partidarias, sociales e incluso raciales más fuertes que en octubre del año pasado, no se hace más que reducir la política al proselitismo de antaño en que los actores mantienen sus posiciones hablándoles a los suyos. Nadie entiende que el sacrificio de acercarse al adversario de turno podría representar una ganancia tan alta que no solamente repercutiría en votos sino en algo mucho más importante: todos ganamos y la política se revaloriza.

La política es algo tan importante que no la podemos dejar solamente en manos de los políticos, es inevitable esperar que las críticas que emergen en temas controvertidos sean desde las más fanáticas hasta las más claras y contundentes. Democracia no es solamente eficiencia de gobierno, sino también implica revisar cómo andamos contra los excesos de los gobernantes. Más aún en tiempos de pandemia en los que quienes detentan el poder tienen la tentación de convertir lo excepcional en normal.

Opinión
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