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Arturo Yáñez Cortes
19/10/2020 - 04:06

18-O: ¿Por qué doblarán las campanas (electorales)?

Convengamos que siempre ante cada elección, la que viene resulta la más importante y así sucesivamente, lo que denota que cada una tiene sus peculariedades en función a la coyuntura imperante. 

Estamos a una semana del 18-O y, se repite hasta el cansancio que las elecciones que se vienen serán las más importantes: siempre lo han sido, pero las próximas serán las más importantes de todas. ¿Será así? 

Convengamos que siempre ante cada elección, la que viene resulta la más importante y así sucesivamente, lo que denota que cada una tiene sus peculariedades en función a la coyuntura imperante. La que se viene –de ahí el título de esta mi opinión- sin duda marcará el inmediato y mediato futuro de nuestra Bolivia no sólo en lo estrictamente político sino en todas sus connotaciones (suena de Perogrullo) pero, estimad@ ciudadan@, el voto que emitiremos el domingo próximo será simple y llanamente absolutamente decisivo para afianzar –ojalá definitivamente- el tránsito hacia un genuino sistema democrático (con sus luces y sombras) o, el retorno a la tiranía, aunque se haya disfrazado de democracia (otra estrategia envolvente). Ese el calibre de nuestra decisión ciudadana ante las urnas de este 18- 0: That's the question, estimad@s.

Y es que descartando las candidaturas que según las últimas encuestas –escribo el sábado 10 por la noche- serán sólo anécdota –no llegan ni al 2%- resulta para mí entender, que la tendencia quedó clarísima - intenciones más, intenciones menos- la verdadera elección será entre el representante del tirano fugado y Cia Versus el aspirante a desmontar los 14 años de ejercicio arbitrario del poder, caricaturizado por la tristemente frase del “meterle no mas aunque sea ilegal”. No se trata de aquella lid –épocas de la guerra fría- entre derecha Vs izquierda, sino entre quienes defienden el ejercicio despótico del poder a través de su concentración total, versus quien, al menos así discursea, defiende un poder limitado.

Las mismas encuestas ponen en la situación más compleja que podría tener un candidato, al tercero en liza. Nadie podría desconocer e incluso aplaudir, el valiente rol que tuvo para la huida del tirano en noviembre, sin que ello implique menoscabar la fabulosa rebelión ciudadana que fue decisiva para ese feliz resultado, pero a la luz de las encuestas cuyas tendencias son coincidentes, acaece que al tercero no le alcanza para campeonar, pero… podría contribuir significativamente ayudar hacerlo a quien representa al que contribuyó de manera importante, a fugar y/o por lo menos a que su facción tenga una importante bancada parlamentaria que como estamos sufriendo –Eva y Cía- pondría de figurillas a cualquier gobierno que no sea de su agrado. 

El dilema es que así como están las cosas, si en primera vuelta se decide el poder y en la segunda, de haber, al Presidente, hoy el horno no está para esos bollos, dado el acecho del autoritarismo.

Aunque como ciudadano, jamás le daría más de dos tercios parlamentarios a ninguna facción –sea del signo que sea- y a la prueba me remito: la actual composición parlamentaria y también la anterior legislatura, han eclosionado el rol del legislativo condenado sólo a levantar la mano aprobando las órdenes de su jefazo, abdicando la esencia deliberativa de un parlamento. Urge una nueva composición que se acerque a la naturaleza de una instancia genuinamente deliberativa, que permita –ojalá, sin negocios de por medio u otras fechorías- recuperar aquella naturaleza política deliberativa de todo parlamento, lo que implica construir acuerdos entre las distintas facciones con visiones distintas.

En su ya célebre libro “Cómo mueren las democracias” (Levitsky – Ziblatt) nos dan valiosas pistas. Las actuales democracias fallecen ya no a través de golpes de militarotes, sino de presidentes hasta electos, que subvierten el proceso que los llevó al poder. El vaciamiento democrático puede comenzar en las urnas a través de autócratas electos –o sus títeres- que mantienen una fachada de democracia, que la van desmontando hasta despojarla de su contenido. Los asesinos de la democracia usan las propias instituciones para, gradualmente, liquidarla. Lo bueno es que un frente democrático unido puede impedir que un extremista de aquellos que empiezan como demagogos y acaban como tiranos, accedan al poder, lo que a su vez, puede implicar salvar a la democracia. Ese es, para mi gusto, el estado del arte. Así que conciudadanos, no olvidemos para este 18-O que: “Perder una democracia, es mucho peor que perder unas elecciones” LEVITSKY - ZIBLATT     
 

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