A 6 meses de gobierno "transitorio": opacidad y corrupción
Añez se autoproclama Presidenta incumpliendo el procedimiento legislativo para su investidura, y rápidamente se autonombra como “gobierno de transición”, esto para intentar aplacar a las voces que no reconocían su legitimidad.
Jeanine Añez entró a palacio enarbolando la bandera de la pacificación del país. Sin embargo hay una contradicción entre lo que dice haber venido a realizar, y sus métodos para lograrlo. Se trata de una pacificación que eximió de responsabilidad a las FF.AA. por usar armamento de guerra y disparar contra un pueblo desarmado -D.S. 4078-, así como la conculcación de las libertades de prensa, y la sistemática violación de los DD.HH. vulneraciones que ha sido reflejadas en el informe de la CIDH. Pero claro era imprescindible cuidar las apariencias, y que mejor que un rostro femenino y amable para maquillar la represión, la muerte, el terror y la violencia ejercida para asaltar el poder. Todo esto, sumado a una campaña mediática exitosa que instaló en la opinión pública la gran victoria de la oligarquía cruceña, una ansiada “pacificación del país” que, paradójicamente, tuvo un saldo de 35 muertos, 833 heridos y 1504 detenidos. Este es el hito que marcará el destino del mandato de este gobierno.
Añez se autoproclama Presidenta incumpliendo el procedimiento legislativo para su investidura, y rápidamente se autonombra como “gobierno de transición”, esto para intentar aplacar a las voces que no reconocían su legitimidad, conforme iría mostrando sus verdaderas intenciones otros líderes como Mesa, Camacho y Quiroga manifestaban que una posible candidatura de Añez validaba las múltiples protestas internacionales, que abiertamente señalaban al gobierno de Añez por su origen “no democrático”. Pero la idea de una “transición” le ofreció a Bolivia la esperanza de una salida ágil y democrática a la profunda crisis que aún atraviesa el país. El bloque popular concedió una tregua social permitiendo la real pacificación del país, al apostar por la vía electoral. También cabe destacar el rol jugado por la Asamblea Legislativa, de responsabilidad histórica con la democracia, viabilizando la reconfiguración de un nuevo Tribunal Supremo Electoral y una nueva convocatoria a elecciones.
Pero la apariencia de transitoriedad del gobierno se agotó de manera prematura ante dos hitos claros: el primero, incumplir el acuerdo verbal ético al interior del bloque de derecha, burlándose de Camacho y Mesa, y traicionando así al proyecto “pitita” inicial. A través del aparato y recursos del Estado conformó un equipo político propio y consolidó la actual logística que impulsa su candidatura a la presidencia. El segundo, tiene que ver con un afán prorroguista desvergonzado, ya que de manera sistemática desarrollan estrategias y argumentos para prorrogarse de manera inconstitucional, como lo es, su pretensión de anular la ley de ampliación de plazos del calendario electoral. Queda claro que su objetivo final es dejar la elección en suspenso de manera indefinida, para convocarla según sus criterios, conveniencias y condiciones, mostrando así nuevamente la vena autoritaria con la que entraron al poder, y que niega reiteradamente la reconducción democrática y la normalización del país.
En este diagnóstico no podía faltar uno de los ejes centrales del gobierno Añez, marcado por un simbolismo religioso desvergonzado que buscó interpelar a grandes segmentos de la población boliviana. “Dios vuelve a Palacio” se constituyó en la narrativa que inicialmente despertó gran simpatía y conexión principalmente con sectores urbanos de clase media, pero pedir oración y ayuno ya no es suficiente Sra. Añez. El periodo del beneficio de la duda ha terminado para su gobierno, así como el maquillaje discursivo-simbólico que le ha permitido mentirnos y mantener al pueblo adormecido, esa población urbana creyente ahora le exige resultados concretos contra el #Covid19.
Sra. Añez, las decisiones estructurales son responsabilidad y competencia de un gobierno legítimamente electo en las urnas, sus funciones –lejos de generar grandes cambios en las políticas públicas de largo plazo- tienen que ver con dar respuesta a la contingencia actual y parar la mega-corrupción de su gobierno; por tanto, se le exhorta a respetar la actual convocatoria a elecciones y cumplir el Art.170 de la Constitución Política del Estado Boliviano.
6 meses de opacidad y corrupción del Gobierno “Transitorio”
Preocupa la poca transparencia con la que en estos 6 meses se manejaron los recursos del Estado, Añez incrementó la Deuda Interna en más de $US 1.400 millones, la Deuda Externa en más de $US 500 millones, y de concretarse el resto de endeudamiento que se está gestionando, la Deuda Neta de Bolivia subiría en más de $US 3.000 millones (20.880.000 Bolivianos) entre la deuda ya adquirida, la que está en proceso de desembolso, más la suma de las donaciones de diferentes países.
Nuestro país, sus recursos y las personas que habitamos en él no somos un botín de la política, que además, en el caso particular busca acumular beneficios sólo para los sectores privilegiados del país, desbaratando una economía redistributiva del cual todos los segmentos sociales nos hemos beneficiado en 14 años de exitosa gestión económica, un modelo económico-productivo que estimuló inversiones gigantescas, industrialización y diversificación con el mejor desempeño del último siglo, al que varios estudiosos del mundo bautizaron como “milagro económico”.
Cronología de la Corrupción:
El último escándalo de corrupción que hecho mano a estos fondos, es la compra de respiradores con un préstamo del BID por un monto de $us 5 millones, cada respirador a un precio de $us 29.000 cuando su precio de mercado es $us 8.000.
Finalmente, en su dimensión más amplia, la política demanda construcción de consensos, y para lograrlos, se requieren incentivos para generar escenarios de diálogo entre quienes piensan diferente. La política debiera ser es un espacio de reencuentro social, donde todos en igualdad de condiciones podamos exponer nuestras diferencias y llegar a acuerdos. El uso de la violencia, la represión y la imposición son expresiones del fracaso de la política, la subversión de la democracia y la consolidación de la tiranía.