Opinión
Freddy Bobaryn
10/04/2020 - 21:43

Improvisación y miedo de Estado

Después de 18 días de cuarentena total, aislado y sin poder salir a la calle para manifestar mi descontento, sopeso seriamente las últimas alternativas que me quedan.

Desde diciembre del año pasado el mundo ya sabía de la existencia del #CodVid19. Han pasado más de 4 meses y el gobierno de Añez no tiene un plan concreto, salvo limitarse a copiar las medidas recomendadas por la OMS. Después de 18 días de cuarentena total, aislado y sin poder salir a la calle para manifestar mi descontento, sopeso seriamente las últimas alternativas que me quedan.

¿Enajeno el último ápice de soberanía del que dispongo en favor del miedo? ¿Acepto que estoy a merced de la improvisación y la falta de ideas? Al parecer, ya sólo nos queda seguir la línea de comunicación del gobierno, y rezar pidiendo a Dios que nos salve y bendiga a Bolivia.

Pero no todo es tan dramático, ya qué municipios y departamentos van tomando iniciativas por cuenta propia, como es el caso ejemplar de Oruro, donde no se sabe quién es el Gobernador, ni quién es el Alcalde, pero se evidencia un sólido liderazgo Institucional. Estos gobiernos subnacionales comprendieron que la comunicación de gobierno no es un ejercicio publicitario, ni de popularidad para quién gobierna, ya que ésta trabaja sobre la alerta pública, y para activarla se requiere mucha sobriedad y transparencia. Los gobiernos requieren quitar espectacularidad, evitar hacer campaña con recursos públicos, y no caer en la tentación de sacar réditos políticos de la contingencia.

Sí el gobierno de Añez persiste en hacer de la emergencia una campaña de popularidad, inevitablemente perderá credibilidad y legitimidad, entonces la sociedad entrará en contradicción y desacatará las medidas exigidas por el Estado. Es importante señalar, que este desacato no tiene que ver con los niveles de instrucción o conocimiento de los protocolos de prevención del #Covid-19 por parte de quienes desacatan, sino más bien con un estado emocional en la sociedad, respecto a los niveles de ansiedad, miedo y alarma creados por el mismo Estado.

En este sentido, actualmente en Bolivia la comunicación de gobierno promueve el miedo de manera prematura. Esto lo evidenciamos en las declaraciones del depuesto Ministro de Salud Aníbal Cruz.señalando que la proyección de infectados ascenderá a los 48.000, cifra que colapsará la capacidad del sistema de salud. Este tipo de anuncios podría degenerar en conductas que lejos de incentivar la precaución, promuevan el caos y la histeria colectiva. Es casi imperceptible la delgada línea que existe entre la actuación de un gobierno responsable que utilice el temor a través de la información veraz (incluso cuando se traten de malas noticias), y un gobierno irresponsable que oculte información, apelando al miedo, promoviendo el pánico y la desesperación en la sociedad. 
En este punto, el problema ya no solo es comunicativo, sino que centralmente versa sobre la improvisación de la gestión. Por ejemplo, los mecanismos de detección rápida son demasiado precarios, al punto que el INLASA y el CENETROP no tienen la capacidad de dar abasto en caso de un incremento de infectados en todo el país, y ni hablemos del desabastecimiento de barbijos, respiradores y reactivos mínimos necesarios en los centros hospitalarios.

Es necesario que voceros como Longaric o Murillo bajen el tono amenazante, ese exceso hiperbólico en sus palabras que generan miedo, confusión y alarma indebida. Pero el verdadero peligro, más allá de una mala comunicación del riesgo, o de la crisis en sí misma, se produce cuando el gobierno no escucha; y justamente por ello es capaz de herir a su sociedad. En especial a las minorías por ignorar sus necesidades, lo más fácil es estigmatizarles para justificar su abandono. Urge poner límites a un Estado estigmatizante, porque lejos de solucionar la emergencia, nos expone a desbordar la crisis en el corto plazo. Es preciso que el gobierno comprenda que hay millones de bolivianos que viven al día, y que sino trabajan no tienen para alimentar a su familia, convirtiéndose en el segmento más vulnerable de la población.

La gran pregunta que nos hacemos en este punto será ¿cuáles son las previsiones económicas y medidas de contingencia que está tomando el gobierno ante la inminente crisis y recesión económica que se vienen en el futuro próximo? Solo Dios lo sabe.

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