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Desenchufad@s

Cuando escribo esta columna se reporta oficialmente cerca de 215.000 compatriotas infectados por el COVID19 y más de 10.280 fallecidos y lo que es peor, durante la semana recién pasada, hemos superado en Bolivia todos los records de contagios y decesos: una tragedia humanitaria; sin contar lo que aún nos espera. Dios nos proteja. 

Si bien se tuvo la buena y esperanzadora noticia del arribo aunque sea de taquito y en medio de un burdo show de 20.000 dosis de la Sputnik V (cuando se requieren millones) todo indica que para vacunar a todos los que estamos dispuestos –ya que no se podría obligar a nadie por el art. 44.I de la CPE- se necesitará si todo sale bien, por lo menos hasta fines de este año, además de la logística, recursos y la mano del técnico que no aparece y sólo pretextea. Mientras, aguantar no más… 

Entre tanto, las campañas electorales siguen como si nada ocurriera. Los ciudadanos estamos no sólo asombrados sino asqueados de la talla que está mostrando, nuevamente, la clase política y la de todos los colores (conste en obrados). 

Haciendo gala de su absoluto desprecio del bien de mayor valor en cualesquier sociedad medianamente civilizada como es la vida + la salud, siguen metiéndole no más con total frescura sus campañas electorales –con el entusiasta encubrimiento del órgano electoral- multiplicando así los contagios. Si sólo se tratara de ellos, se lo merecerían por su frivolidad, pero el detalle es que se convierten en difusores del virus entre sus familias y demás personas en contacto.

La reciente guitarreada del Presidente Arce en Santa Cruz en la campaña de sus candidatos (sin barbijos, distancia social, etc); las caravanas, proclamaciones y demás actividades proselitistas de los candidatos de la oposición, que juran cumplen estrictamente medidas de bioseguridad cuando las imágenes muestran exactamente lo contrario, constituyen prueba plena más allá de toda duda razonable del avanzado nivel de desconexión de la clase política boliviana: sólo les interesa tratar de lograr o mantener como sea el poder, las pegas y demás mieles por las que babean, aún a costa de su vida y la de sus semejantes.         

Defiendo que más pronto que tarde tengamos autoridades sub nacionales legítimas, pues las actuales, legalmente prorrogadas por la DC No. 01/2020 y la Ley No. 1270, ya no son legítimas. No obstante, les fuera por lo menos de sentido común para no pedirles mucho como inteligencia, distinguir lo urgente de lo importante y en esa línea cabría salir por los fueros de la vida + la salud, mientras podamos en la medida de lo posible cortar la cadena luctuosa del contagio. Es evidente que no es el único escenario posible para la multiplicación de contagios (están los mercados, bancos y otros) pero la actividad proselitista no es y con mucho, imprescindible en estos trágicos momentos, a diferencia de aquellas que tienen que ver con la alimentación, economía y otras, que deben continuar para asegurar el siquiera menos que regular funcionamiento de la sociedad en pandemia. 

Mientras, los médicos y personal sanitario están ofrendando su vida para tratar de salvar lo que se pueda del desastre y reciben en respuesta una flamante ley en trámite legislativo que les impediría ejercer su derecho humano a la protesta y les volvería a meter de contrabando unos improvisados como competencia, no para salvar vidas que fuera plausible, sino para tareas de adoctrinamiento desde la tiranía caribeña; los médicos desocupados bolivianos, aguanten no más… 

Ese absoluto desenchufamiento tanto del oficialismo como de la otra vereda que se dice opositora constituye desde todo punto de vista la peor afrenta que recibe la ciudadanía seguramente en toda la historia boliviana. Ante su imposibilidad para acceder a un sistema de salud, sea gratuito y hasta pagado que le brinde tratamiento adecuado ante el temible contagio y salvar lo que queda de su economía, nuestros politiqueros están orondos en campaña, mientras, los ciudadanos enfocados sencilla y llanamente, en sobrevivir, no en votar: ese es el estado del arte a mí juicio. SOWELL escribe: "¿Cuánto tiempo tienen los políticos para seguir prometiendo el cielo y entregando el infierno antes de que la gente se dé cuenta y deje de dejarse llevar por la retórica?"
 

PAREMIOLOCOGI@
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Programa “SI Bolivia”…“sí a Bolivia”

El gobierno boliviano lanzó el Decreto Supremo No. 4424 (17.DIC.2020), creando dos fideicomisos por un monto conjunto cercano a los 131 millones de dólares para la otorgación de créditos de inversión así como capital operativo, en función de proyectos orientados a la sustitución de importaciones con producción nacional. En relación al tema corresponde hacer tres puntualizaciones, para poner las cosas en su lugar y entender este Programa de Sustitución de Importaciones denominado “SI Bolivia”, concebido para impulsar el desarrollo y la reactivación de la industria nacional.

En primer lugar, destacar esta iniciativa que algunos critican pensando que se trata de un retorno al viejo modelo Cepalino de los años ´50 y ´60, basado en la sobreprotección del mercado interno para forzar una industrialización sustitutiva de importaciones, cuando en realidad no es así.

En segundo término, destacar el plazo del crédito -15 años- y la tasa de interés prácticamente inexistente (0,5%) considerando la inflación anual; una medida acertada en la perspectiva de inducir algo de competitividad a la producción nacional que enfrenta una desigual competencia con bienes extranjeros que no solo llegan extremadamente baratos por la vía legal, sino también de contrabando, dada la generalizada depreciación y devaluación de las monedas.

En tercer lugar, destacar el hecho que esta política pública esté al alcance tanto de la micro, pequeña y mediana empresa, como también de la gran empresa, y que no exista discriminación al permitir que todos se beneficien de dicha posibilidad, ya que los empresarios -independientemente de su dimensión productiva- son bolivianos y merecen el mejor trato por parte del gobierno, como generadores de riqueza, empleos y tributos para el Estado nacional.

Ahora, tomando en cuenta la gran magnitud que han alcanzado las compras externas en el país, habida cuenta de la altísima propensión a importar que devino de las políticas de lucha contra la pobreza, el crecimiento de la clase media, y el mantenimiento de un tipo de cambio real apreciado (Boliviano fuerte versus dólar baratito), el monto del Programa “SI Bolivia” de casi 131 millones de dólares para muchos no es significativo -dada la coyuntura actual- siendo que para la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia urge la inyección de varios miles de millones de dólares en función de la reactivación productiva, pero servirá como medida de salvataje para muchas empresas, principalmente pequeñas.

Por tanto, esta medida, frente a la retracción del PIB boliviano por más de 8% el pasado año, como fuera pronosticado por el gobierno, si bien es buena, para un mejor resultado debería acompañarse con dos acciones de cortísimo plazo conducentes a la recuperación del mercado nacional a través de una efectiva sustitución competitiva de importaciones como viene proponiendo el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) desde años atrás: promover el consumo de productos nacionales y combatir frontalmente el contrabando.

En suma, se trata de una feliz coincidencia con una parte de la propuesta que el IBCE viene realizando durante los últimos años, pensando en el país, para un mayor crecimiento de su PIB y un reforzamiento de las RIN en el BCB: combinar una política de promoción selectiva de exportaciones (para traer dólares) con una política de sustitución competitiva de importaciones (para ahorrar dólares), algo que podría devenir en la generación de centenares de miles de empleos para los bolivianos.
 

Buscando la verdad
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La política de inmunización

El problema de salud pública en el que se ha convertido la pandemia del coronavirus, ha abierto debates amplios y complejos en relación a lo que hacen las farmacéuticas en el mundo, los gobiernos de los Estados y el comportamiento de los ciudadanos. Pareciera que con la experiencia que llevamos acumulada, algo más deberíamos haber aprendido los tres actores mencionados; sin embargo, esto tiene sus matices, en gran medida porque el espectro de los intereses es muy extendido y complejo. Por eso ante el escenario de segundas y terceras olas de la pandemia, un elemento clave es la obtención de las vacunas y si es posible que los actores privados puedan importar para inmunizar junto con el Estado a su población.

Algunos ejemplos al lado nuestro, nos muestran que en el caso del Brasil, su Asociación de clínicas de vacunas, que alberga a empresarios privados de ese país avanzan en negociaciones para adquirir una vacuna de la India, lógicamente previa aprobación de la calidad de la vacuna por su respectivo ente regulador de medicamentos que depende del Estado. Aparte de la vacuna que el gobierno se encargará de distribuir de manera gratuíta, y de paso de tener la licencia para la producción de la vacuna Oxford.

En el caso del Perú, además de inmunizar desde el Estado con la vacuna China y la de Oxford. El gobierno de ese país acaba de aprobar un reglamento que permite un registro sanitario condicional por un año a medicamentos y vacunas que dan lugar a una emergencia nacional declarada por el gobierno. Esta decisión fue cambiada respecto del año pasado en la que se aseguraba que ningún privado podría importar vacunas porque la incertidumbre aún en ese entonces sobre estas era importante.

En el caso de México, también existe un avance importante a la apertura de la importación privada de vacunas, dado que su presidente López Obrador hace pocos días atrás dijo públicamente que no habría oposición si los privados y autoridades regionales quieren importar vacunas, el espíritu es que se vacunen todos y pronto.

Volvemos a nuestro contexto, al igual que los otros casos mencionados, el Colegio Médico de Bolivia pidió que se pudiera abrir la importación de vacunas, existe a la fecha un Decreto Supremo firmado por el presidente Arce en el que faculta a los entes estatales y privados a la importación de respiradores y equipos clínicos para atender la pandemia. Pero es importante que el gobierno se abra a mantener una acción coordinada y formal con la empresa privada además de con las autoridades regionales y locales.

Es de sobra conocido que tenemos un mercado “negro” o informal de todo tipo de productos, en este contexto por ejemplo los hay desde las mascarillas que se pueden comprar en cualqueir esquina de los barrios hasta las medicinas que las farmacias no tienen y que otros las importan vía contrabando. Incluso pensando en que el gobierno autorice la comercialización de la vacuna a los privados lograría con eso que no aparezcan en el mercado informal y de paso recaudar impuestos por estas que deberían ir para la compra de más vacunas gratuitas a la población.

Seguramente existirán personas que no estén de acuerdo con la venta de la vacuna, sin embargo, en tiempos tan catastróficos como los que estamos viviendo tenemos que pensar en que los empresarios privados son aliados útiles que pueden ayudarnos a levantarnos de manera conjunta como país. Finalmente, ya que estamos hablando también en estos tiempos de salud y de crisis económica, hay que recordar que a la empresa privada también le importa tener a sus trabajadores vacunados porque el costo de que no puedan ir a sus fuentes laborales es más alto, por eso igual salimos ganando todos.

Opinión
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Sobre los ¿límites?, de la libertad de expresión

La suspensión de las cuentas del saliente Presidente Trump en varias redes sociales ha traído a colación un tema sumamente interesante y aún no completamente resuelto por el Derecho: ¿La libertad de expresión tiene límites?. ¿Quién y cómo se los establece?.¿Cuál el poder de los gigantes tecnológicos? entre otras interesantes interrogantes…

Convengamos para empezar en que no existen derechos absolutos. Ni siquiera el respeto a la vida, el Derecho Humano más importante pues soporta el funcionamiento de los restantes, no encuentra límites cuando se permite el aborto o la pena de muerte, por lo que tratándose de la libertad de opinión o expresión, se extrae que también admite límites: los delitos contra el honor, por ejemplo, en Bolivia.

Sin embargo, existe algún acuerdo doctrinal y normativo respecto que no existe censura previa, es decir, cada persona es libre de pensar y opinar lo que le venga en gana –amplísimamente facilitado además por el fabuloso desarrollo tecnológico- por lo que resulta ocioso en extremo pretender convertirse en el ruin papel de comisario del pensamiento o algún dislate parecido.

Aunque cada vez con menor fuerza y mucha discusión, sí existen responsabilidades ulteriores. Uno puede expresar lo que le venga en gana, pero, si alguien se siente directamente ofendido podría presentar alguna demanda. La corriente actual apunta a despenalizarlas y llevarlas hacia la vía civil mediante indemnizaciones, aunque también se suele distinguir al sujeto activo, permitiendo un umbral mucho más amplio tratándose del ejercicio periodístico e incluso de opinión, pues esas indemnizaciones podrían operar como mecanismos inhibidores. Sobre sus alcances, la CORTE IDH tiene una sólida línea jurisprudencial que sostiene comprende no solo las ideas o informaciones favorablemente recibidas o tomadas como inofensivas o indiferentes, sino también para las que chocan, inquietan u ofenden al estado o una fracción cualquiera de la población.  

Eso sí, una de las disposiciones sumamente discutidas por parte de la doctrina, especialmente la más liberal, de la CADH en el tema es la de su art. 13.5 cuando permite prohibir por la ley –formal, proporcional y necesaria- toda propaganda en favor de la guerra y apología del odio nacional, racial o religioso que constituyan incitaciones a la violencia o cualquier otra acción ilegal similar contra cualquier persona o grupo de personas, por ningún motivo, inclusive los de raza, color, religión, idioma u origen nacional. Para muchos, aún ese tipo de expresiones –que jamás las compartiría- también forman parte de la libertad de pensamiento y expresión y, no debieran ser objeto de censura previa y, eventual castigo. 

Simplificando, es lo que le acaba de suceder al pésimo perdedor Trump, lo que lleva a razonar a quien corresponde castigarle y cómo. Adviertan que sus castigadores fueron las empresas tecnológicas a partir del incumplimiento de sus reglas que todos aceptamos voluntariamente al momento de esos servicios y, no ha mediado el debido proceso, sino le metieron no más ipso facto el castigo, sin lugar a defensa alguna.

Es que la delgadísima línea que separa el ejercicio de esa libertad versus la incitación al delito o la subversión, a partir de sus embustes y actitudes de niño caprichoso incapaz de aceptar su derrota que operaron como detonantes, plantean un escenario nuevo para la ciencia del Derecho que tendrá que volver a razonar respecto de sus límites, alcances y contenidos a la vista del doble estándar democrático del derecho: no se vincula solamente con su elemento individual, sino tiene una dimensión colectiva o social; pues los ciudadanos no tenemos sólo el derecho y libertad de expresar nuestros propios pensamientos, sino también gozamos del derecho y libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas, de toda índole, inclusive las que no sean del agrado de unos o muchos, incluyendo al gobierno. De ahí que ello sirva para incitar al delito u otras actitudes lesivas, raya esa delgadísima línea aún no resuelta en el Derecho. Mientras tanto, me atengo a aquello de VOLTAIRE y su celebrísima: "No comparto tu opinión, pero daría mi vida por defender tu derecho a expresarla".                         
 

PAREMIOLOCOGI@
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¡Cuidemos el sistema financiero!

Todos los sectores tienen su importancia en la economía, pero hay uno que, al no saberse mucho de su relevancia, ha provocado diversos mitos sobre su accionar: el financiero. Aclaro que no soy un experto en el tema, tampoco soy accionista, y mi trato con la banca se resume a mis años mozos cuando obtuve créditos para mis primeras compritas; lo cierto es que, ni como economista me sumergí en las aguas del sistema financiero para conocer su gran importancia, hasta hoy...

La crisis provocada por el COVID-19 y la cuarentena golpeó de tal manera a la economía boliviana, que llamó mi atención ver los números rojos del INE en cuanto a la caída del PIB a junio del 2020, primero; y luego, el Índice Global de Actividad Económica (IGAE) a octubre, dando cuenta que el sector de Establecimientos Financieros cayó en 3,92% y 3,55%, respectivamente.

Fue ahí que me empezó a interesar el tema y -mucho más- cuando ciertos sectores bloquearon al país exigiendo diferir el pago de sus créditos por seis meses más, pese a que el gobierno transitorio había dictaminado tal medida de abril a diciembre del 2020, lo que implicó para el sistema financiero la pesada carga de sobrellevar la crisis, sin recibir el pago de capital e intereses por los créditos otorgados, pero, eso sí, pagando los intereses comprometidos por el dinero recibido.

El sector de la banca es uno de los más sensibles de toda economía, al convertir el ahorro de los ciudadanos en inversión o gasto -a través de créditos- asumiendo el doble riesgo de preservar un delicado equilibrio entre sus activos (dinero que cede en créditos) y sus pasivos (obligaciones que asume frente a quienes depositan su dinero). En facilito: la banca recibe dinero de la gente a cambio de pagar cierto interés, el mismo que resulta de colocar ese dinero a una tasa un poco mayor, permitiendo a la economía funcionar con la transformación del ahorro ciudadano en inversión o gasto -en empresas y particulares- asumiendo la total responsabilidad de garantizar una utilidad y la devolución del dinero al ahorrista.

Cuán común es pensar que el capital de los bancos es de unos pocos afortunados (aunque no había sido así): en muchos casos son organismos internacionales, fondos de inversión y compañías de seguro quienes colocan sus capitales, a lo que se suma lo que para mí fue una gran novedad, una gran cantidad de accionistas minoritarios que en vez de optar por un Depósito a Plazo Fijo, compra una acción esperando un dividendo cada fin de año. El problema que se presenta hoy respecto a esto último es que, para subsanar en algo la falta de liquidez derivada del no pago de capital e intereses por nueve meses, el gobierno dispuso capitalizar el 100% de utilidades lo que podría significar para mucha gente quedar sin ese ingreso y forzarlos a retirar su capital de los bancos.

¡Que el sistema financiero no haya dejado de funcionar en la cuarentena -pagando intereses y afrontando retiros de capital sin el normal ingreso de intereses- es algo digno de reconocer!

Ahora que el MEFP, la ASFI y los transportistas acordaron otros seis meses de gracia sin pagar capital e intereses, ojalá que ello no derive en una afectación a la cultura de pago en los prestatarios; es de esperar también, para evitar un descalce financiero, que el gobierno se ocupe rápidamente, de dar un fuerte apoyo a la liquidez del sistema para que los bancos, como intermediarios financieros, den créditos para reactivar la economía y crear empleos con la urgencia que el caso amerita...
 

Buscando la verdad
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2020: ¿Año horrible?

Acabamos de despedir el 2020 y para muchos, ha sido un año definitivamente horrible por el COVID19. Sin duda, para quienes han perdido su trabajo, sus emprendimientos, quedaron muy afectados por la enfermedad y sus efectos o lo que es peor, perdieron sus seres queridos, sería muy difícil sostener lo contrario.

Pese a todo, una breve revisión de la prensa global nos muestra que afortunadamente gracias a Dios y sus hijos hechos hombres y mujeres, existen aún motivos para el optimismo y la esperanza, pues la pandemia con todos sus efectos nocivos ha servido también para percutir un conjunto de acciones, que pese a todo, generan aquellos sentimientos y percepciones positivos.

Sin poder ser aquí exhaustivo, habría que empezar por resaltar que a partir del nauseabundo tratamiento que la tiranía China otorgó al brote –los brotes son inevitables, las pandemias opcionales- anteponiendo sus intereses políticos a los de sus ciudadanos y de ahí, a los del resto del mundo globalizado; en tiempo récord, varios grupos de científicos han sido capaces de desarrollar no una sino varias vacunas –confiables en la medida de lo posible- que ya han comenzado a ser aplicadas a millones de personas, así como han descubierto o desarrollado tratamientos que por lo menos han combatido los efectos del virus. Imposible omitir que tratándose de varias de aquellas vacunas que usan la tecnología basada en ARN (ácido ribonucleico) ese rápido desarrollo ha sido posible gracias a las útiles investigaciones realizadas desde hace muchos años atrás por la Húngara Katalin Kariko y el estadounidense Drew Weissman, seguros premios Nobel.

Aunque la pandemia ha sido posible por la globalización, también por ella la humanidad y especialmente, quienes toman decisiones especialmente desde el primer mundo, han comprobado más allá de toda duda razonable que así el estado del arte global, ya no existen fuertes y débiles, un revés en una parte del mundo afecta al resto del orbe, lo que será determinante para emprender la vacunación, por ahora asquerosamente confinada a algunos privilegiados del primer mundo, pero destinada a quedar severamente menoscabada, si no se alcanza al resto. Se abre entonces, una fabulosa ventana de oportunidad para abandonar esas erróneas políticas que multiplicaron las diferencias, incluyendo no sólo lo estrictamente vinculado con la salud, para avanzar hacia las causas que han producido la calamidad, pasando por el respeto del ambiente y la construcción de un futuro sostenible y responsable para la humanidad, pues el bienestar de unos, depende del de otros.

Sin caer en ingenuo optimismo, la pandemia ha servido para despertar o acentuar sentimientos de solidaridad y resilencia a través de múltiples acciones desde las más pequeñas, ha logrado frecuentemente sacar lo mejor de la mayor parte de la ciudadanía y, también, nos ha mostrado que por mucha fabulosa tecnología que dispongamos –somos una generación privilegiada en ese ámbito- debemos ser no más, humildes, ante la naturaleza.

Por supuesto en mi lista de positivos, habrá que incluir el aprender a extrañar aquellas “pequeñas cosas”: un abrazo a un ser querido, hacerle una simple visita sin el miedo del contagio, el chocarle la mano al amigo y así una serie de actividades que por ser antes cotidianas, nos habíamos estado olvidando de valorarlas en su real dimensión. Definitivamente, se “aprendió” a apreciar la vida y sus detalles, al parecer ignorados por muchos. 

Políticamente, si bien muchas tiranías han aprovechado las inevitables restricciones a nuestros derechos civiles para acentuarlas, la pandemia los ha puesto aún más en descubierto a la hora de evaluar el cumplimiento de sus elementales deberes e incluso, los populismos de todos los signos han quedado aplazados una vez más demostrando su absoluta ineficacia.

No dispongo de más espacio para señalarles otros buenos ejemplos, así que me atengo a lo que circula en las RRSS: “El 2020 no habrá sido un año para tener todo lo que se quería, pero fue el ideal para valorar todo lo que se tiene”.        
 

PAREMIOLOCOGI@
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El tiempo de los economistas

No es la primera vez que un economista asume la Presidencia de Bolivia, según lo dicho por el historiador y amigo, Jorge Cuba Akiyama, quien recuerda que el ex Presidente José Gutiérrez Guerra -que gobernó de 1917 a 1920- se formó como economista en Inglaterra. En todo caso…¡tamaño desafío para el actual Primer Mandatario y economista, Luis Arce Catacora, de reivindicar la profesión haciendo que Bolivia supere la crisis que la agobia!

En momentos que los recursos del Estado no solo son escasos, sino que hay un fuerte endeudamiento, ésta es la oportunidad de demostrar que los economistas servimos para algo más que para explicar mañana por qué no ocurrió lo que dijimos que iba a pasar ayer...

Éste es el tiempo de los economistas -así lo debemos entender- de trabajar para beneficio de todos los bolivianos, principalmente para que los pobres dejen de serlo, dándoles las herramientas para ello, pero también, para que los pudientes sigan invirtiendo, produciendo y generando empleo; lo deberíamos hacer, además, para beneficio de la propia reputación de los economistas como verdaderos agentes de cambio.

Menuda tarea la del colega economista, hoy Presidente, a quien deberíamos estar dispuestos a colaborar, porque si al gobierno le va mal, le irá mal también al país entero.

Para entender lo que sostengo, supongamos que no hablo de un economista sino de un doctor, en tiempos del COVID-19: ¿Estaríamos dispuestos, siendo médicos, a no socorrer al Presidente -por un desafecto ideológico o personal- cuando precisa ayuda y dejar que la gente se enferme? O, por una cuestión de conciencia ¿ponernos manos a la obra para que mejore la salud y la calidad de vida de todos? De no hacerlo, seríamos perversos y hasta nosotros nos enfermaríamos.

Pero si ayudamos a salvar vidas y a prevenir contagios, habremos cumplido nuestra misión, con responsabilidad, porque: Si a un médico se lo enjuicia por negligencia, y hasta podría ir a la cárcel por haber provocado una muerte…¿qué del economista que por sus deficientes políticas o por cuestiones ideológicas, sume en la pobreza a la gente y hasta provoca muertes por sus decisiones equivocadas?

¡Gran momento para los economistas bolivianos, ojalá recordemos para qué estudiamos! No para ser mercenarios del conocimiento, como nos advirtiera un excelente catedrático, Miguel Rojas Velasco, sino, para poner nuestro saber al servicio de la gente, siendo que un día rendiremos cuenta a Dios de todo lo hecho y no hecho, tanto de lo bueno como de lo malo...
 

Buscando la verdad
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Justicia para todos

Llevamos desde por lo menos un año en la discusión respecto de que la emergencia de un acuerdo o pacto entre las fuerzas políticas sobre temas urgentes para la sociedad es algo muy importante, es decir, la semilla del pacto político de Estado fue plantada por la población, no por la clase política. 

Primero para reclamar que las fuerzas políticas antimasistas se unan en torno a un proyecto político posmasista, ya se sabe que eso no tuvo resultado, hoy la clase política tiene una oportunidad más, antes que la gente comience a prescindir de los partidos y establezcan por sí mismos la instalación de pactos políticos y sociales entre los muchos grupos corporativos que componen nuestra sociedad. Esa oportunidad se llama reforma de la justicia.

La percepción generalizada de que el sistema judicial no funciona es un asunto sobre lo que ya basta y sobra hablar, porque es algo que tiene un correlato de ida y vuelta entre los políticos y los operadores de justicia. Ocurre eso cuando hay por un lado una politización de la justicia, lo que significa que es algo que ocurre cuando los políticos, sean del partido que sean, intentan inmiscuirse en las decisiones del poder judicial; por otro lado, se presenta la judicialización de la política, que ocurre cuando los operadores de justicia rebasan sus atribuciones y se inmiscuyen o influyen manipulando las normas en las decisiones de los políticos.

Vivimos este fenómeno de judicialización de la política y de politización de la justicia desde hace mucho tiempo, un círculo vicioso que lleva alimentando la sensación generalizada de injusticia e impunidad, y esto no es que sea calamitoso y definitivo, sino que nos lleva a un estado constante de anarquía institucional, que refuerza la sociedad jerarquizada y desigual por encima del empuje que tuvo el país hace poco más de una década atrás de movilidad social importante.

Y es que una cosa es clara, para salir del círculo vicioso tenemos que entender que los países con mayor movilidad social tienden a empujar políticas de mayor igualdad, en este sentido, vale más que comencemos a bajar la intensidad de comprensión respecto a que los méritos propios y personales hacen que tengamos acceso a educación, salud y justicia; no, lo que vale aquí es la vuelta a una sintonía de que el sentido común colectivo se construye en base a pactos y alianzas.

Por eso es que la reforma de la justicia es también la oportunidad para engarzar dos elementos importantes para la construcción democrática: la racionalidad a través de las políticas concretas, y la subjetividad a partir de lo aspiracional; porque todos queremos y aspiramos que funcione una justicia injusta. El círculo vicioso de ida y vuelta descrito antes nos arroja hoy día una factura muy alta de pagar, pero necesaria, esa factura se traduce en que tenemos una brecha muy profunda de persecusión política en la que se dio muerte civil a gente que podría no haber cometido delitos, por eso la reforma de la justicia planteada desde el Ministro de Justicia tiene un lazo directo y muy fuerte con el proyecto de reconciliación nacional que se encuentra empujando el Vicepresidente Choquehuanca.

Los círculos viciosos se pueden detener y volver círculos virtuosos, para eso no basta solamente con la transformación normativa de aquello que está mal, sino las señales que de la clase política de oficialismo y especialmente en este caso de oposición, porque en la medida que se involucren en esto aportando no simplemente reaccionando como hasta hoy, habrán logrado tener un primer cable de conexión con la gente común y conseguiremos dejar de ser el país que compite en el mundial de desconfianza interpersonal e interinstitucional.

Opinión
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Vacunas: el covax no es suficiente

Sostengo que en muchos aspectos de la vida, nuestra generación es sumamente privilegiada en comparación con nuestras precedentes. Pienso por ejemplo, en el fabuloso desarrollo tecnológico que nos permite acceder en segundos al conocimiento y la información mediante la maravilla del internet, las amplias facilidades de transporte y muchas otras, ampliamente favorables, incluso a las de pocas décadas atrás. Producto de esas destrezas humanas, hoy nuestro mundo es una aldea global.

Naturalmente siempre habrá luces y sombras, pero al final del día, no tengo duda que los aspectos favorables superan en mucho a sus opuestos. Producto de aquel vertiginoso desarrollo comunicacional traducido en la fabulosa posibilidad de transportarnos física y cómodamente de un extremo a otro del orbe en cuestión de horas, ha sido también la pandemia por el COVID19, a lo que habrá que sumar el sombrío tratamiento otorgado al brote por la tiranía china y el cuestionado rol de liderazgo de algunas otras potencias mundiales y especialmente de la OMS.

Pese a todo, confirmando más allá de toda duda razonable aquellos juicios, la humanidad dispone ya no sólo una vacuna sino de varias, incluyendo por lo menos dos aprobadas por los organismos de control sanitario y otras más en trámite. 

Consideremos que habiendo surgido el brote o mejor confirmado –pese al oscurantismo chino- el último día del año pasado; en enero de 2020 la ciencia identificó la causa y en marzo se calificó al COVID19 “oficialmente” como pandemia, teniendo confinada en algún momento de abril a más de la mitad de la humanidad, devastando la economía mundial y, lo que es peor, causando millones de víctimas mortales. Asombrosamente, en el tiempo récord de aproximadamente 9 meses, los científicos han desarrollado y logrado la aprobación de por lo menos dos vacunas de varias en curso e incluso, desde la anterior semana, Reino Unido EEUU y otros países, ya empezaron aplicarlas a sus afortunados ciudadanos: de no ser el desarrollo tecnológico actual en materia de ciencia y especialmente medicina, ese récord jamás se habría logrado. 

Actualmente, de las 6.800 millones de dosis ya disponibles (Universidad de Duke, dixit), casi la mitad -3.700 millones- han sido ya compradas por países ricos (aunque representan sólo el 14% de la población mundial)- al extremo que según People´s Vaccine, se estima que el resto – Bolivia, incluida-  estamos quedando peligrosamente relegados, por lo que hasta fines del próximo 2021, sólo 1 de cada 10 ciudadanos podría recibir la anhelada vacuna. Otros informes, señalan que hasta el 2022, una quinta parte de la población podría no tener acceso a la vacuna y que en América Latina (630 millones de ciudadanos) todo indica que el proceso será lento, desigual y lo que es peor, extremadamente politizado por sus gobiernos enfrascados en sus tradicionales mediocridades.

Así el estado del arte: ¿Cómo andamos por casa? En el marco de la transición del gobierno de Añez al actual de Arce con todos los cambios usuales que acarrea, me temo estamos confiándole todas nuestras posibilidades de disponer la vacuna, peligrosamente, sólo al COVAX Facility. Se trata de un mecanismo mundial que pretende facilitar el acceso equitativo a las vacunas, pero sólo podrá alcanzar según estimaciones recientes del 10 al 40% de la población. Oí a una autoridad del Ministerio de Salud que por ese mecanismo tendríamos ya aseguradas 3.5 millones de dosis, pero resulta que requerimos más de 11 millones, por lo que urge que en vez de estar distrayéndose en echarle la culpa de todas las calamidades presentes y futuras al, dicen, “gobierno de facto”, nuestro gobierno debe cumplir su elemental rol y, distinguiendo lo urgente de lo importante, concentrar ahora la mayor parte de sus esfuerzos para comprar las dosis necesarias de laboratorios confiables -huyendo de afinidades ideológicas, absurdas en la materia- pues no cabe caer en el temible circulo vicioso de la geopolítica de las vacunas, debiendo organizar también ya no más la cadena de frio y demás logística imprescindible. 

Tampoco cabe tener una visión ingenuamente estatista del asunto, debe dar lugar a un modelo mixto en el que también las farmacias privadas puedan vendernos las dosis a quienes tengamos la posibilidad de comprarlas, incluso podría añadirse un pequeño margen para subvencionar la compra para nuestros ciudadanos que no puedan darse ese lujo, con lo cual mulitiplicaríamos el acceso a las vacunas y evitaríamos otros males peores. Urge asumir políticas públicas inmediatas en la materia, pues: "El hombre cauto jamás deplora el mal presente; emplea el presente en prevenir las aflicciones futuras."  William SHAKESPEARE (no el primer vacunado en Inglaterra, sino el dramaturgo, escritor y poeta).
 

PAREMIOLOCOGI@
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¿Y si Jesucristo no hubiera nacido?

Llega el tiempo en que mucha gente celebra la Navidad, por lo que es importante tomar conciencia sobre su origen, y el verdadero significado que debería tener.

Primero, dejar sentado que la Navidad tiene un trasfondo espiritual y atañe a los que creen en Jesucristo y recuerdan su nacimiento hace 2020 años, un hecho que partió en dos la Historia de la Humanidad (a.C. y d.C.).

Esta recordación involucra a la tercera parte de la población mundial que cree en Jesús pero, por su connotación económico-comercial, implica a muchos más.

Respecto a la fecha de celebración del cumpleaños de Jesús de Nazaret, cada 25 de diciembre, hay suficiente evidencia histórica y en Escrituras que el Niño Dios no nació un 25 de diciembre aunque se mantiene dicha tradición desde el Siglo IV.

Con el transcurrir del tiempo, el sincretismo religioso con diversos ritos y prácticas desdibujó la Navidad al grado que para muchos se resume hoy a Papa Noel, regalos casi de forma obligatoria (aprietos para los papás), reuniones familiares (decoración, comida, bebida, ropa) y desconocen al agasajado…

Bueno sería reflexionar sobre esto y llegar a comprender que, si se va a celebrar la Navidad, que sea como un hecho histórico único: el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, quien vino por voluntad de su Padre a cumplir una cruenta pero bendita misión: morir en pago por los pecados del mundo, abriendo la posibilidad de que todo aquel que en Él cree, lo confiese como su Salvador y lo siga como su Señor, no se condene eternamente y resucite en gloria.

En esta historia es imposible dejar de mencionar a Satanás -el enemigo acérrimo de Dios- quien está empeñado en destruir lo mejor de la Creación, al hombre, buscando su condenación, dado que él ya está condenado por su rebelión.

Satanás esperaba que José -estando desposado con María- al descubrir que estaba embarazada, pese a no haber tenido ellos aún intimidad, decidiera dejarla. Según la Ley mosaica, se debía apedrear a María hasta morir y Jesús con ella pero un ángel habló a José y le explicó que el niño era obra del Espíritu Santo.

Satanás intentó matar luego a Jesús por medio del rey Herodes cuando supo de su nacimiento, pero un ángel intervino y los hizo escapar a Egipto.

Durante el ministerio público de Jesús, Satanás incitaba a los religiosos a matarlo -lo perseguían para apedrearle o despeñarlo- pero Él prevaleció.

Finalmente, Satanás poseyó a Judas, quien lo entregó a los romanos por treinta piezas de plata, para que luego los religiosos -esos que leían las Escrituras, las memorizaban pero no las entendían porque no las escudriñaban- lo acusaran ante Pilato y lo crucificaran. Sin embargo, Satanás fracasó, pues…¡Dios lo resucitó!

¿Se imagina Ud. qué hubiera pasado si Jesús no hubiera nacido? ¿Si no hubiera vivido en santidad durante toda su vida? ¿Si Jesús no se hubiera dado en perfecto sacrificio en la cruz para redimirnos de nuestra maldad? ¿Si no hubiera resucitado al tercer día para ser glorificado? Ud., yo y nuestra familia, hubiéramos estado condenados a vivir en la oscuridad -en tormento- y separados de Dios, por toda la eternidad…

A la luz de los hechos, Navidad debería implicar mucho más que una fiesta con abundante comida, bebida y regalos, en la que el cumpleañero está ausente. Navidad debiera ser un tiempo para reflexionar sobre el inconmensurable amor del Creador: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna...
 

Buscando la verdad
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