Blog de Manuel Canelas

Contradicción y vacío de poder

Las últimas semanas se ha generado un cierto revuelo mediático porque algunas “investigaciones” descubrieron inconsistencias en las posiciones de figuras importantes del gobierno en relación al debate de si lo ocurrido en noviembre de 2019 fue o no un golpe de Estado. Es curioso que la lupa, por parte de algunos medios que presumen de no tener afinidad política, se ponga casi con exclusivo detalle en políticos del MAS. Estos últimos días, son muchas las notas que enumeran las “contradicciones“ de los masistas mientras sobre los políticos de la oposición no encontramos casi ni notas a pie de página. Esto puede deberse a dos motivos: que los políticos de la oposición mantuvieron siempre una exquisita y coherente posición a lo largo de este año y medio en torno a la discusión que nos ocupa y por lo tanto no cabe dedicarle una atención similar a la de los masistas; o bien, que estos medios asumen una clara posición política y la defienden como propia. Podría, quizás, haber una tercera opción, que el tiempo dedicado al MAS no les ha permitido, todavía, ponerse a ver las posibles inconsistencias del otro lado y no tardarán en hacerlo para de esta manera ofrecer un cuadro de información completo sobre una discusión que calienta mucho los ánimos en el país.

Lo que también se persigue con esto de iluminar una parte del debate, oscureciendo otro, es vender la idea de que la posición del MAS – fue un Golpe de Estado- es solo un relato ideológico y el de la oposición y de algunos medios afines – no fue Golpe- no es sino la mera descripción de los hechos. Sabemos que pocas operaciones como ésta son tan profundamente ideológicas: qué destaco, qué oculto. Y quién lo decide. Vamos a adelantar un poco el trabajo sobre los cambios de opinión de algunos de los principales actores de la oposición - no hace falta ir hasta 2002 como con Jorge Richter- que han sido poco contadas en gran parte de los medios y en algunos casos incluso completamente obviadas, a pesar de su relevancia.

Contradicción

El 8 de noviembre de 2019 encontramos declaraciones de Silvia Salame – entonces senadora electa, hoy senadora en ejercicio- de Comunidad Ciudadana (CC) donde sostenía, ante los pedidos de cívicos y opositores que exigían la renuncia de Evo Morales, que: “Cualquier solución pasa por una solución que esté acorde con la CPE, no se puede pedir derrocarlo al Presidente, ese tipo de solicitudes están al margen de la ley”. Hacia el 8 de noviembre, Carlos Mesa, líder de CC, llevaba días denunciando un “fraude monumental”. Habían ocurrido hechos condenables como los enfrentamientos con muertos en Montero, y Santa Cruz llevaba varios días en paro cívico. Salame, ex magistrada del Constitucional, conocía todo esto cuando dijo lo que dijo. Dos días después, como sabemos, Evo Morales renunciaba a la Presidencia del país. Y pocas horas después, Luis Fernando Camacho escribía en Twitter que militares y policías buscaban capturar a Morales en el Chapare. ¿Quién era el soberano entonces? Esta es solo una de las preguntas importantes.

Pero el 8 de noviembre dejó otro documento muy relevante y llamativamente olvidado por parte de los narradores de los estrictos hechos de esos días. Andrea Barrientos, Adriana Salvatierra, Cecilia Moyoviri, Valeria Silva, Vania Sandoval, Susana Rivero, Cecilia Requena, Mabel Monje, Paola Cortés, Jessica Sulzer todas senadoras o diputadas electas, sea por el MAS o CC en las elecciones del 20 de octubre, firmaron un texto conjunto que tenía seis breves puntos. Transcribimos parte del párrafo de inicio: “Nosotras, mujeres de distintas organizaciones políticas, reconociendo nuestra legitimidad y asumiendo nuestra corresponsabilidad para contribuir a encontrar salidas pacíficas, democráticas e institucionales a la actual situación que ya ha costado tres vidas, convencidas del valor primordial de la vida humana que, para detener y evitar …”. ¿Es posible que lo que aquí leemos sea una importante contradicción? Las firmantes apelan a su legitimidad, y con poco esfuerzo podemos ver que lo que las identifica además de ser mujeres políticas es el hecho de haber sido todas candidatas en puestos de salida a la Asamblea Legislativa. Y haber sido electas. Está claro que el grupo firmante tiene esto muy en cuenta cuando escribe lo que escribe y lo firma. Si solo las hubiera convocado su condición de mujeres, otras, seguramente muchas más serían las firmas; si solo las hubiera convocado su condición de mujeres políticas, también veríamos un elenco seguramente más amplio y además no solo limitado a dos fuerzas políticas. No, aquí vemos mujeres políticas de las dos principales fuerzas políticas de esas elecciones, mujeres políticas recién elegidas como diputadas y senadoras en las elecciones del 20 de octubre de 2019. Pero...si Mesa y CC repetían día sí y día también que en esas elecciones habían sido víctimas de un “fraude gigantesco”... ¿cómo así sus cabezas de lista al Senado de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz firmaban un documento el 8 de noviembre apelando a su legitimidad emanada de esas cuestionadas urnas? Hay que leer el resto del documento. No se pide la renuncia de Evo Morales; no se denuncia absolutamente nada, nada, sobre las elecciones del 20 de octubre; se critica la violencia, los grupos de choque, se condena expresamente la violencia contra las mujeres que “están ejerciendo liderazgo político y dirigencial”- poco antes la alcaldesa de Vinto había sido vejada durante horas, aunque no hacen mención expresa- y se hace un llamado a la responsabilidad de los medios. Contradictorias demandas las que suscriben las legisladoras electas de CC en comparación con las que sostenía su partido que incendiaba la calle en cada rueda de prensa, denunciaba fraudes en cada mesa y exigía la renuncia de Evo Morales sin importarle mucho ni el cómo ni el coste.

No vamos a entrar en muchos detalles ni enumerar los políticos que durante los meses del gobierno de Jeanine Añez hablaron de “los 14 años de la dictadura“, para referirse a la totalidad de los años de gobierno de Evo y el MAS, pero que nunca antes habían usado ese calificativo. Una contradicción no menor. No es algo baladí decir si vivimos o no en una dictadura. Bolivia Verifica tendría un mes de solo este tipo de verificaciones debido a la gran cantidad de insumos. Entre los más llamativos está, por supuesto, el de la alcaldesa interina saliente de Santa Cruz Angélica Sosa quien probablemente necesitaría una legislatura entera para borrar las sonrisas en los numerosos actos con Evo Morales. O los destacados militantes de Sol.bo que en un pasado no tan lejano fueron partícipes de hitos importantes del llamado proceso de cambio. Aunque estas contradicciones de Sosa y Revilla casi no merecieron atención mediática parece que quienes sí tomaron nota de esto fueron los votantes en las últimas elecciones locales dejando a Sosa y al partido de Revilla peleando con el 5% de los votos.

Sobre este tema de la dictadura, cuando Jeanine Añez decidió lanzar su candidatura presidencial a finales de enero de 2020, ataques virulentos vinieron de quienes hasta ese momento habían sido apoyos de primer orden como Carlos Mesa y Tuto Quiroga. Procuraron argumentar su desacuerdo en razones de principios democráticos – los mismos que habían guardado bien en noviembre pasado- pero lo que más les molestaba era que tenían una competidora nueva en la cancha, que además tenía el control del Ejecutivo. Carlos Mesa entonces escribió: “Pero hay algo más grave, lo que está en juego es la imagen internacional del país. Una candidatura de la presidenta desbarata su rol histórico y la credibilidad de la transición. No hace otra cosa que avalar las afirmaciones del expresidente huido y del coro que le hace eco, de que en Bolivia sí hubo un golpe de Estado”. En otra parte del texto dice: ”La tesis del golpe de Estado se basa en la idea de que quien lo dio usa la sucesión constitucional como una excusa para hacer realidad su verdadera intención: apropiarse del gobierno en el largo plazo como quien se apropia de un botín”. Jeanine Añez mantuvo su candidatura ocho meses, declinó un mes antes de las elecciones. Quienes señalaban que en Bolivia hubo un golpe de Estado, entonces, tenían un importante motivo más para sostener esto: la candidatura de Añez, en palabras de Mesa, avalaba esta tesis; la avaló por buena parte del 2020.

Hace pocos días, Comunidad Ciudadana ha presentado un documento en el que en sus dos primeros puntos sostiene:

1.    Sin renunciar a nuestra interpretación de los hechos y en homenaje al bien mayor de la patria, superar la polarización política que generan los discursos antagónicos entre fraude electoral y golpe de Estado, dejando de lado todas las acciones de confrontación, judicialización y persecución que la acentúen y potencien, y como consecuencia de ese espíritu, liberar a los presos políticos.
2.    Reconocer a las elecciones generales de 2020, en las que el pueblo expresó su decisión, como el elemento clave que resuelve ese antagonismo.

En la primera frase del primer punto encontramos una contradicción evidente con lo que Carlos Mesa y su partido sostenían hasta hace muy poco: el “fraude monumental” como hecho irrefutable. Ahora ya no se ven a sí mismos como los auténticos registradores de los hechos y la verdad absoluta y hablan de distintas interpretaciones de los hechos. El segundo punto también muestra una importante contradicción ya que, hace un par de meses, su jefe de campaña y principal estratega Ricardo Paz le decía al periodista Tuffí Aré sobre el resultado de las urnas de 2020: “Una cosa es que nosotros digamos, sí, nos han ganado la elección porque nos han ganado con más del 10, evidente y real. Ahora, ¿nos han ganado por casi 27%? No, no nos han ganado con 27% puntos. Eso no es así. No podemos cuantificarlo exactamente...”. Ahora leemos que aceptan el resultado y no le arrojan sombras de duda sin más evidencia que su sospecha. Estas contradicciones son, qué duda cabe, bienvenidas y saludables. También apuntan algo muy importante: las últimas elecciones generales resolvieron el antagonismo entre los discursos en pugna. El 55,11% que votó por el MAS en las elecciones de octubre muy probablemente conocía cuáles eran las posiciones de este partido sobre los debates fundamentales de nuestro país y decidió refrendarlas en las urnas.

De las contradicciones al olvido deliberado

Pero no solo vemos que ha existido un notable olvido en el tratamiento mediático de las contradicciones de los actores de la oposición en este debate – solo hemos mostrado algunas de las más importantes, pero no son todas- sino también sobre algunos testimonios no contradictorios pero relevantes de actores masistas. Mucho se ha escrito sobre lo que dijo el vocero presidencial en una entrevista, pero muy poco sobre los motivos que llevaron a Víctor Borda a renunciar a la presidencia de la cámara de Diputados el 10 de noviembre de 2019. Extraño, ya que para el debate que nos ocupa parece mucho más importante recordar esos motivos que escoger cuál de las varias  decenas de entrevistas de Richter se elevan a máxima expresión.

Hay que apuntar que uno de los argumentos más caros por parte de algunos de los medios más conocidos del país y de los políticos de oposición es que el MAS, de manera deliberada, generó un vacío de poder para, convulsión mediante, recuperar el poder. Andrea Barrientos – una de las firmantes del texto del 8 de noviembre de 2019- actual jefa de senadoras de CC, ha repetido esto en varias ocasiones. Ríos de tinta y horas de televisión estas últimas semanas dedicadas a Adriana Salvatierra alrededor de cuándo y por qué motivos renunció a la presidencia del Senado. Sin embargo, sobre Víctor Borda, entonces presidente de Diputados, no hemos visto los últimos meses mucha más atención que el que tuvo el documento de las electas del 8 de noviembre de 2019. ¿A qué se debe este deliberado olvido?  Muchos medios contaron el día 10 de noviembre los motivos por los cuales Borda renunció: cívicos de Potosí habían secuestrado a su hermano, a quien golpearon y vejaron, y no lo iban a soltar hasta lograr que él renuncie a la presidencia de Diputados y con ello pierda el derecho en la sucesión constitucional. Nadie ha desmentido lo dicho por Borda quien, en las pocas entrevistas posteriores que le han hecho, ha reafirmado lo dicho esa jornada. De hecho, la senadora Barrientos podría, con facilidad, encontrar el desgarrador testimonio de Marco Antonio Borda Belzu, hermano de Víctor Borda, grabado pocos días después del hecho, donde, visiblemente lastimado cuenta que ese día 10 de noviembre, alrededor de las nueve de la mañana, un grupo de personas identificadas con el movimiento cívico irrumpen en su hogar de manera violenta, buscan agredir sexualmente a su hija de 14 años, lo golpean, lo agreden sexualmente, destruyen su casa y lo sacan de allí semidesnudo. Le advierten que no lo dejaran ir hasta que su hermano renuncie a la presidencia de Diputados. Y recién lo liberan alrededor de las 6 de la tarde luego de que Evo Morales comunica públicamente su renuncia. Todavía hay quienes sostienen, sabiendo esto, la tesis de que “el MAS generó un vacío de poder”. Y son los mismos que dicen ser meros registradores de los hechos. La historia de Borda no encaja, entonces mejor procurar casi no hablar de ella y mejor hablar del semanario que dirigió Richter hace 20 años. En Bolivia, y en casi cualquier otro lugar, lograr la renuncia de un presidente de Diputados con los modos con que se consiguió la de Borda tiene un nombre y no es precisamente el de una pacífica, legal y legítima sucesión constitucional.

Opinión
imagenblog: 

El proyecto de nación de Comunidad Ciudadana

La palabra y el territorio

En las elecciones generales de 2014, el MAS obtuvo 61,3%, la segunda fuerza, UD -alianza entre Unidad Nacional y Demócratas- alcanzó 24,23%. En las elecciones locales de 2015, UD ganó las alcaldías de El Alto, Cochabamba y la Gobernación de Santa Cruz. En las últimas elecciones generales de octubre de 2020, el MAS logró el 55,11% y la segunda fuerza, CC, 28,83%. La diferencia entre el primero y el segundo fue menor en las elecciones de 2020 pero CC tiene un escenario menos halagüeño para las elecciones locales del 7 de marzo que el que tuvo UD. Según las encuestas conocidas, CC no ganará ninguna de las  gobernaciones y es probable que tampoco consiga ninguno de los 340 municipios del país – solo aparece con opciones en Santa Cruz, debido al tirón del candidato que,sin embargo, se inscribió primero con otro frente y, por imprevistos, recaló en CC como plan de última hora.

A Mauricio Macri le advirtieron algunos analistas que no hay política sin territorio, que los globos amarillos no sustituían el trabajo sobre el espacio. En diversas declaraciones miembros de CC reconocían que tenían un problema con el territorio. Gustavo Pedraza dijo en enero de 2019: ”Nos hace falta calle, nos hace falta caminar, es una tarea pendiente”. Dos elecciones despúes, Andrea Barrientos sostenía en noviembre de 2020:”(...)lo  que nos faltó fue terreno, la aproximación a lo nacional popular no fue la adecuada.” Dado el tiempo transcurrido entre ambas declaraciones alguien diría que creen necesario un barco y tres días para ir de La Paz a Viacha...

Los dirigentes de CC destacaban que Mesa era el mejor candidato presidencial porque había sido un buen vocero. Una parte fundamental de su estrategia, como es evidente, fueron los debates donde, pensaban, que la retórica de Mesa mostraría su superioridad general. La otra parte, sus monólogos. La palabra,entonces, postergaría construcciones, territorios, alianzas y sería ella misma la prueba y garantía de lo que señalaba. Hace poco Lupe Cajías decía que, visto el resultado de las elecciones, los debates no habían servido para nada.

Mesa declaró, en una entrevista a Página 7 el 11 de octubre de 2020, que él “ha tenido el coraje de enfrentar a Evo Morales y ganarle”. Está claro que si hizo campàña con ese convencimiento, reñido con la evidencia, por supuesto, estaba seguro que le ganaría nuevamente. Si además el 70% no quería que vuelva el MAS para qué desplazarse por el territorio o generar vínculos con los sectores organizados del país. Esta misma sugerente melodía lo llevaba en diciembre, a pesar de la paliza de octubre, a insistir: ”Te pongo un ejemplo, hemos ganado la ciudad de La Paz con el 51% de los votos, donde hay laderas y sectores populares; por lo tanto no es cierto que no conectáramos con sectores populares”. Por lo que sabemos esta música le gustaba a otros cuadros de CC, el 21 de septiembre de 2020 Cecilia Requena interpelada por Maria Galindo decía: “El voto por identidad, por el MAS, en La Paz ha reducido significativamente más o menos a la mitad”. Se refiere al departamento. El MAS obtuvo en 2020 uno de sus mejores resultados en La Paz, casi el 70% contra el 30% del partido de Requena.

Como sabemos, CC no fue capaz de sostener una candidatura propia para el municipio de La Paz, armó una alianza que no aguantó ni a su registro y su candidato terminó declinando. La última noticia es que en esa ciudad expresaron su tardío apoyo a Iván Arias, uno de los ex ministros de Jeanine Añez más conocidos. La flexibilidad de la palabra: hace dos meses, Ricardo Paz decía que uno de los motivos de la derrota de CC había sido no alejarse más del gobierno de Añez. Por si faltaba algo más, el diá después que Mesa expresó su entusiasta apoyo a Arias, Gustavo Aliaga describía como “absurdo e irreal el gobierno de la señora”. Los malabares que permiten las palabras son interminables – también son la semilla de las fake news- pero los resultados políticos de éstos para CC no son muy buenos aunque el verbo pretenda ocultarlos.

La palabra y la democracia

Con la misma convicción que dice que “ganó a Evo Morales”, Mesa repite lo del “fraude gigantesco” en las elecciones de 2019. Existe un enamoramiento de CC con sus ficciones ya que también dicen que hubo fraude en las elecciones de 2020. Ricardo Paz en entrevista con Tuffi Aré :“Una cosa es que nosotros digamos, sí, nos han ganado la elección porque nos han ganado con más del 10, evidente y real. Ahora, ¿nos han ganado por casi 27%? No, no nos han ganado con 27 puntos. Eso no es así. No podemos cuantificarlo exactamente...”. ¿ Encontrarán las pruebas de ambos fraudes en el barco que los lleve a Viacha?

Sin embargo, este gusto por la ficción hizo que Mesa fuera un gran protagonista de la ruptura del orden constitucional que tuvo lugar el 10 de noviembre de 2019. No vamos a ahondar en este punto, solo recordar que la ex magistrada y senadora de CC Silvia Salame, ante las exigencias de renuncia de Evo, el 8 de noviembre dijo: “no se puede pedir derrocar al Presidente (...)ese tipo de soluciones están al margen de la ley”. El punto es analizar cómo la postura de CC de apoyo a la ruptura constitucional asi como a las posteriores acciones violentas de disciplinamiento estatal de los sectores populares convirtió en un abismo la distancia ya existente con estos sectores. Poco podían haber hecho después Mesa y CC por ponerlos de su lado, esto no se arreglaba con el candidato saltando del sofá y dándose una vuelta por un mercado – meras sugerencias de marketing.

En nuestra historia hay numerosos ejemplos donde la élite ha cerrado filas cuando se trata de contener y castigar a los sectores populares. Siempre que estos conflictos han sucedido, los sectores dominantes han armado una suerte de juicio general a una identidad que, de alguna manera, funcione como un estigma y opere como un dique que frene un tiempo a los sectores populares. Esto no es exclusivo de Bolivia, por supuesto. Los estudios de la historiadora Marta Irurozqui sobre el significado del proceso de Mohoza a inicios del siglo XX, por ejemplo, ilustran bien esto. La naciente hegemonia liberal necesitaba consolidarse como bloque y sacar de la ecuación a sus aliados indígenas. Irurozqui argumenta que, en el juicio sobre los hechos ocurridos en Mohoza, “(…) no sólo se juzgó y condenó a los implicados en las matanzas, sino a la población aymara en su conjunto, siendo ésta la que quedó invalidada en sus actitudes públicas acusada de iniciativas salvajes, brutales y sádicas, prueba de su falta de civilización”. Calcado al relato que se intentó imponer desde los sectores dominantes en el último trimestre de 2019 y parte de 2020: “los salvajes” como esa identidad amplia y flexible pero que suponía una amenaza permanente para la democracia. Desde el “se balearon entre ellos” pasando por las menciones a las Farc cada cierto tiempo asi como la segura “culpabilidad por su ser salvaje” de cualquier persona que criticase al gobierno o compartiese los motivos de las protestas. En todo ese tiempo, pero de manera particular el último trimestre del 2019, Carlos Mesa y CC fueron actores fundamentales en darle legitimidad a estas acciones y a su consiguiente relato.  Dieron su palabra como sostén, dentro y fuera del pais.

Hemos apuntado que CC sostiene que el no alejarse lo suficiente del Gobierno de Añez fue un motivo para su derrota. El origen de su problema se sitúa antes: ser decisivo en su ascenso y respaldar con claridad todas las acciones del Gobierno hasta el momento que Añez decidió ser candidata. Fue entonces cuando grandes sectores del país, que ya los veían con distancia, los identificaron como parte del problema, un problema que despertó ecos de agresiones antiguas. De hecho, su “alejamiento“ nunca fue por una cuestion de principio sino solamente de molestia por la competencia que le supuso que Añez entre al ruedo electoral. Después, cuando Añez declinó su candidatura, CC declaró que les gustaria contar con algunos de sus ministros y que serían firmes defensores de la ahora ex Presidenta.

 

La palabra y el tiempo

Vemos que la manera de entender la política, la idea de nación que tiene CC - cuán plural o estrecha es ésta, quiénes son los llamados a interpretarla y dirigirla- es la propia de un proyecto que se acomoda con más facilidad en las coordenadas de la hegemonia liberal de inicios del siglo XX. Cabe recordar que muy pocos días antes de la presentación e inscripción de Comunidad Ciudadana, el primer nombre que se comunicó era solamente el de Ciudadanos y el color únicamente el naranja. Hubo una corrección de último momento donde se añadió Comunidad y se incluyó el color verde. En realidad, se trató de una impostura porque tanto Mesa como su entorno llevan mucho tiempo pontificando contra la idea de lo colectivo y reivindicando una idea de la política más estrecha, con una clara y exclusiva primacia de lo  individual. Entre sus cuadros intelectuales es frecuente leer ásperas críticas a lo gremial, clientelar, etc entiendendo todo esto como sinónimo de lo colectivo. Conservan de ese liberalismo de inicios del siglo pasado la exigencia a que el indio para ser considerado ciudadano se haga primero individuo – se despoje totalmente de la rémora colectivo comunitaria- sin embargo, igual que sus antepasados ideológicos, cuando algún sujeto indio es señalado por tener una costumbre reprobable, hablar mal el castellano o cometer un crimen, entonces sí consideran la dimensión de lo colectivo para sancionar dichas acciones: la “culpabilidad “excede al sujeto y nos revela aspectos negativos  y censurables de la comunidad en la que se inscribe.

También entonces, como ahora con CC, la élite paceña se reclamaba como la única capaz de dirigir la nación. Como hemos visto con el ejemplo de Mohoza, entonces diversos textos y discursos de los políticos e intelectuales señalaban que los indios no estaban en condiciones de dirigir ni siquiera sus vidas, menos la nación. Tampoco estaban preparados, por supuesto, los habitantes de las tierras orientales del país. CC también se mueve en ese mismo imaginario y por ello ha tenido mucha dificultad de relacionarse con lo indígena popular pero además ésto también explica la ruptura con Luis Fernando Camacho y con buena parte de los cruceños. A partir de octubre de 2019, fue reponiéndose con mucha fuerza el clivaje étnico regional en nuestro país. El protagonismo de las acciones más duras tienen las caras de Luis Fernando Camacho y Jeanine Añez, cambas, vistos desde gran parte del occidente y el centro del país. El MAS nunca tuvo mayor respaldo en las urnas que cuando el clivaje regional estuvo más alto, en 2008 con casi un 68%.

CC confió que los cambas representados en Camacho y en Jeanine harían el trabajo de disciplinamiento del indio y que luego volverían a ubicarse en su lugar: a ninguno se le podía ocurrir ser candidato; tendrían que volver al lugar que les corresponde y quizás tener la clásica cuota ministerial camba -eso se le ofreció a Camacho para que se retire. Ecos de la armonía de las desigualdades, de Bautista Saavedra. CC no entendió el fenómeno que ocurrió en Santa Cruz y cómo Camacho y su liderazgo de derecha radical representaba un cambio cualitativo. Camacho habia sido el protagonista de un acontecimiento nacional-  en rigor, un Golpe de Estado pero para los que lo siguen se trató de una gesta. Pensar que luego de ello volvería a su casa, al cuoteo ministerial y, como decía Carlos Mesa cándidamente, Santa Cruz estaria representado por Gustavo Pedraza es una muestra elocuente de la incomprensión reinante. No se trata, por supuesto, de haber nacido en Santa Cruz. El mes previo a las elecciones se inició una intensa campaña de medios y referentes paceños contra Camacho y,en buena medida, contra la identidad cruceña. Proliferaron los insultos y la recuperación de todos los tópicos anticambas al uso. De héroe a objeto de burla en pocos meses. Algunos más sofisticados decían que los cruceños tenían que ver que se guiaban por intereses regionales, dejarlos de lado, y apoyar a los que defendían los intereses generales: Mesa, CC, la élite paceña; como antes, como siempre. Esa ofensiva tuvo un colofón que solo se puede calificar de extraordinario. Se escogió para ello al político resucitado más parecido a un Tejada Sorzano: Ronald Maclean Abaroa sería quien le revele a los cruceños el engaño de Camacho. A cuatro días de las elecciones, Maclean, ex jefe de campaña de Camacho, contó, con un tono de terror decimonónico, secretos acuerdos entre el MAS y Creemos – hasta ahora no parecen honrados ya que Centa Rek no preside el Senado- para que Camacho no se retire. Carlos Valverde le preguntó si creía que Camacho sabía de estos acuerdos o los hacían a sus espaldas. Maclean dijo que no estaba seguro pero quería creer que no estaba al tanto. Es decir, el arma oculta para lograr el voto cruceño por Mesa consistía en que un político paceño de pura cepa le explique a buena parte de los electores cruceños que su referente era o un traidor o un idiota.

Olvidar el siglo

El proyecto de nación de CC supone un retroceso notable en cuánto a la comprensión de la dimensión plural del país. El MNR de los años 90, por ejemplo, tenía una idea más amplia de la diversidad de nuestro país. Dejando de lado sus ideas económicas, llevó adelante reformas   que mostraban que entendían que el pais era más que La Paz, que Bolivia no se resumía en cuatro barrios paceños. La participación popular es el ejemplo más claro. Otro tema muy conocido es que el MNR tuvo una importante comprensión del territorio para hacer política. Nada de esto ni siquiera se intuye en CC. Asombra que no tuvieron ni una lectura coyuntural de entender que, golpeadas por la pandemia y sin protección del Estado, muchas personas reforzaron su refugio, su resistencia en lo colectivo, en la comunidad. Mesa no se movió del 1900.

La crisis de CC es en realidad una crisis de la élite paceña para construir un proyecto de nación que interpele a la mayoría. La oposición contra el MAS siempre ha estado, salvo el breve capítulo Manfred, protagonizada por la élite de La Paz. Y nunca como ahora esa oposición ha estado más debilitada y, sobre todo, con el reloj marcando años hacia atrás. Es cierto que ni Tuto, Manfred, Samuel ni Mesa han logrado pasar el 30% pero los tres primeros compitieron contra el MAS gestionando el Estado y con Evo Morales de candidato. La derrota de CC de 2020 es cualitativamente más dura. La crisis de la élite paceña afecta, como es lógico, tambíén a otros actores como Tuto Quiroga. Entre los intelectuales  y medios paceños se interrogaban sobre cómo Tuto podía tener tan bajo apoyo a pesar de sus innegables capacidades políticas. Cuando renunció a su candidatura los mismos que se embarcaron en la ofensiva contra Camacho jalearon a Tuto y saboreaban la victoria en el Mundial. De hecho la carta de Tuto parece de alguien que se retira teniendo un 20 % y subiendo. Ya sabemos que esa renuncia no incidió más allá de Calacoto y Sopocachi. Samuel Doria Medina y UN no tienen un escenario mucho mejor aunque algunos reflejos tuvieron en su momento con Chapetón eso parece haber quedado enterrado en el polvo que dejó CC. Mientras las élites paceñas tengan un proyecto nacional decimonónico estarán condenadas a ser una minoría mengüante.  O cambian de reloj o ceden el testigo.

Opinión
imagenblog: 

Dos mentiras más, y las que quedan, sobre el proceso de elección de candidatos judiciales

No suelen haber grandes diferencias en la región en el método de elección de magistrados a altos tribunales. En Chile, por ejemplo, participan directamente el Jefe de Estado, el Senado (aprobando con mayoria especial) y Diputados (que requiere posterior validación del Senado). En Argentina no ocurre algo muy distinto, el jefe de Estado designa al candidato que luego pasa por confirmación del Senado con mayoría cualificada. Por cierto, fue Mauricio Macri quien quiso nombrar jueces a la Suprema saltándose el Senado y su decisión fue observada como inconstitucional. Algo más lejos, en España, tampoco es muy diferente, los nombramientos se los reparten los partidos políticos mayoritarios y las cámaras legislativas validan el reparto. Muy parecido a como ocurrían las cosas en nuestro país cuando mandaban Tuto Quiroga, Carlos Mesa o Samuel Doria Medina. No se encontrará durante sus gobiernos ninguna propuesta para abrir el método y, con ello, reducir la fuerte presencia de los gobiernos de turno, presencia que todos estos ejemplos aseguran.

No hay método de elección que reduzca de mayor manera la influencia del Gobierno de turno que el llevado adelante ahora en el país. Tengo dudas si Maquiavelo recomendaría algo parecido. El proceso de elección está compuesto por seis momentos: verificación de los requisitos mínimos, impugnaciones, evaluación curricular, examen escrito, prueba oral y votación popular. Se incorporó a la Universidad en las fases de calificación de las hojas de vida y en la preparación de los exámenes escritos (40 puntos la primera, 30 puntos el segundo). La calificación del exámen escrito se realizó por los legisladores presentes, titulares y adscritos a la Comisión Mixta. Al inicio de esa jornada se hizo un sorteo para seleccionar las preguntas, hechas por las universidades, que irían al examen. Previo a ello todos los legisladores, de manera conjunta oficialistas y opositores, repasamos las preguntas y descartamos las que podían parecer sencillas, y estas últimas se volvieron a sortear. Cuando los exámenes, de respuesta múltiple, llegaron a nuestras manos para ser calificados no aparecía el nombre del candidato sino solamente un código. Fue más tarde una vez calificado el examen, al proyectarse en una pantalla, que se descubriría la relación código-candidato. Un poco difícil argumentar que en esta fase se podía favorecer a alguien, aunque la ciencia ficción está haciendo estragos en la oposición nacional.

Durante la fase de evaluación de los méritos contenidos en las hojas de vida no hubo un solo momento, hablo del Supremo y Constitucional, en el que no estuviesen presentes varios colegas de la oposición. Es cierto que ellos son menos titulares pero hubo un buen número de adscritos que, sin tener la obligacion de hacerlo, decidieron participar durante todo el proceso. Tampoco tuvimos ningún momento de enfrentamiento o denuncia de alguien a quien nosotros estuviésemos favoreciendo o elevando el puntaje de manera artificial. Hubo pocas divergencias, muy pocas, y la mayoría se resolvieron llegando a un acuerdo: sobre si tal certificado podía o no considerarse un diplomado,por ejemplo. No llegan a cinco los casos donde la solución tomada mantuvo el descontento de algunos de mis colegas de la oposición. De hecho lo más frecuente fue comentar los expedientes que eran muy buenos, candidatos cursando doctorados fuera del país, con diversas maestrías en universidades nacionales o de países vecinos, o muchos años de experiencia judicial, etc. Por lo tanto las calificaciones obtenidas en esta fase no tienen mayor controversia. Todo esto que cuento aquí está debidamente grabado por el equipo de comunicación de la Asamblea Legislativa.

Luego vino el momento de la entrevista, del examen oral que constaba de tres preguntas y se calificaba sobre 30 puntos sobre el que comentaremos algo un poco más abajo.

Cuanto peor, mejor: el plan de gobierno de la oposición para el país

El ex presidente Carlos Mesa junto a otros cinco líderes de la oposición aparentaron, un dia después de la sesión de la Asamblea, mantener una intensa jornada de trabajo para discutir qué decían sobre las elecciones judiciales. Filtraron fotos y todo. Imagino que nadie pensó que estaban discutiendo realmente sobre una decisión que ya tenian tomada hace mucho como parte de su estrategia política de erosionar al Gobierno del MAS con lo que toque. De hecho no son pocos los legisladores que, sin haber pisado la Comision Mixta ni una sola vez, ya en los primeros dias del proceso de elección de candidatos a las judiciales cuando aun no habíamos abierto ni un sobre gritaban ya por el voto nulo, jaleaban en la Asamblea que en diciembre será la repetición del 21 F, etc. Es decir, las elecciones judiciales solo les importan como escenario de desgaste del Gobierno. Correrán, sea el resultado que sea, a darle una lectura plebiscitaria. Ese es el tamaño de su tremenda irresponsabilidad. No les preocupa el estado de la Justicia en el país, les preocupa obtener, por la puerta de atrás, un resultado electoral que pueda servir como munición contra el Gobierno. A tal punto esta es la línea de la oposición que abochorna ver a diputadas que estando adscritas al proceso y habiendo compartido la mayoría de las decisiones y calificaciones ahora hablan de “masistrados” y piden voto nulo. Las tristes hipotecas de la política profesional.

Decíamos que Carlos Mesa junto a los Cinco emitió un previsible, y breve como su conocimiento sobre el proceso, comunicado lleno de lugares comunes: que el MAS eligió a sus amigos, que el proceso estuvo viciado, que se presentaron puros incapaces- no tienen respeto por la gente que aspiran volver a gobernar. Lo que ya resulta más llamativo es que una semana después Carlos Mesa incurra en errores de apreciación todavía mayores que muestran realmente que no se enteró de absolutamente nada– hasta para echar barro suele ser importante la verosimilitud si no se notan las costuras de los verdaderos objetivos. En su columna del domingo pasado dice que la aplanadora del MAS no “aceptó, como era imprescindible para darle credibilidad al proceso, la participación en igualdad de condiciones de los parlamentarios de la oposición”. Esto sí que es hablar de oídas, podría haber dicho que los dejamos encerrados en un baño y sería tan cierto como lo que afirma. Si para Carlos Mesa la presencia de los parlamentarios de la oposición es el indicador para calificar el proceso no se entiende por qué dice que todo fue un desastre. Como hemos contado más arriba, un buen número de legisladores opositores estuvo presente y participó en todas las fases del proceso, calificó exámenes, solicitó que se cambien preguntas y no planteó dentro de la Comisión ninguna denuncia de manipulación durante todos los momentos de evaluación.

Pero para despejar las dudas de Mesa vamos a sugerirle un ejercicio sobre la última fase de evaluación, el examen oral sobre 30 puntos. Para obtener la calificación final se hizo un promedio entre los miembros titulares de la Comisión Mixta, trece personas, de las cuales tres son de la oposición. Alguien podría decir que impusimos el rodillo. Lo curioso, y que responde a esa posible observación y es el ejercicio sugerido, es que si hacemos desparecer a los diez miembros oficialistas y solamente tomamos en cuenta la votación de mis colegas de la oposición 50 de 72 candidatos coincidirían, es decir, más de dos tercios de las personas que están en la papeleta seguirían allí si solo hubiéramos tomado en cuenta las notas de los opositores – incluyendo la obligatoria corrección de género, básicamente la única excepción que hubo para no haber escogido a los más puntuados: algunos hombres que tenían calificaciones altas cedieron su espacio a la o las mujeres más puntuadas de algunos departamentos.

El “estudio” sobre el examen oral

Para cerrar haremos algunos apuntes sobre la otra mentira, la del “estudio” publicado por Página 7 y escrito por Enrique Velasco que sostiene que el examen oral fue todo manipulación para favorecer candidatos. Es tan riguroso que parte de premisas tales como: si alguien obtuvo buena nota en el examen escrito es imposible que obtuviese mala nota en el oral o, al revés, si hizo una mala evaluación escrita es imposible hacer algo bueno en la fase oral. Vaya por delante el obvio apunte que esto es perfectamente posible. Los que somos adultos lo hemos experimentado, sea en carne propia o no, durante el colegio o la universidad: tener un buen desempeño en una prueba escrita y una mala en un oral, o viceversa, es posible y en algunos casos frecuente. Esta premisa sonrojante es en realidad la única base del “estudio” y todo esto lo afirma, divertido, sin haber estado presente en la fase de examen oral.

Escoge, de manera tramposa e incompleta, algunos ejemplos donde efectivamente alguien que tuvo bajo desempeño en la evaluación de méritos tuvo buena calificación en el oral o lo opuesto. Ojo que estas diferencias también ocurrieron, y de modo quizás más intenso, entre las notas en evaluación de méritos y las de examen escrito, pero esto el investigador no lo menciona porque quiere enfatizar en su sugerencia malintencionada que el MAS manipuló las calificaciones de la fase oral para favorecer a sus candidatos. Lo que no dice, por falta de honestidad o de investigación, es lo que hemos apuntado más arriba: si quitásemos todas las calificaciones oficialistas de la fase del examen oral y solo tomásemos en cuenta las calificaciones de los opositores tendríamos que más de dos tercios de los candidatos serían los mismos. En algunos de los ejemplos que usa el Sr. Velasco para ilustrar la manipulación que denuncia no cuenta toda la verdad. Valga solo uno para mostrar lo que es una media verdad:

“Uno de los casos más interesantes en ese sentido es el de Félix Huanca, de La Paz, que tuvo un promedio de 79,6 en las dos primeras fases. De hecho, Huanca logró 98 puntos en la fase de méritos, el mejor del país. La comisión, sin embargo, presuntamente para anularlo, le puso de nota solamente 63. No estará en la papeleta.”

Aquí se elige ilustrar el ejemplo haciendo un particular promedio de las dos primeras fases y solo detalla que el candidato obtuvo 98 puntos (sic) en la fase de méritos. Este apunte ya es erróneo porque la fase de méritos era sobre 40 y este candidato obtuvo 39. Sin embargo no se detalla que en la segunda fase, el examen escrito, el candidato obtuvo 18,5/30 y al no hacerlo provoca que la nota relativamente baja del examen oral contraste más, resulte más chocante comparada con el promedio de las dos primeras. Luego dice que la Comisión, “presuntamente para anularlo” le puso una nota baja en el oral. La nota promedio que este candidato obtuvo en el oral fue de 18, 8, incluso mayor que la obtenida en el examen escrito. Lo que no dice la nota de Página 7 es que si solo hubiéramos promediado las calificaciones de los opositores la nota del oral habría sido aún menor, 17,7. ¿Será entonces que eran los opositores que querían anular a este candidato o que su examen oral probablemente merecía esa nota?

Recapitulando, ¿por qué Carlos Mesa dice que el proceso no es fiable si, como él demanda, hubo una continua participación de los legisladores opositores en todas las fases? ¿Por qué algunos colegas opositores piden el voto nulo contra su propio criterio de calificación o el de sus compañeros de bancada? ¿Por qué el Sr. Velasco y Página 7 nos quieren vender como una investigación rigurosa un cúmulo de medias verdades y ruido? La respuesta es sencilla: la vieja estrategia del cuanto peor – para la gente-, mejor- para mí.

-
imagenblog: 

¿Qué piensa Carlos Mesa del aborto?

Cuando existen discusiones que ocupan, por tiempo e intensidad, la agenda pública suele ser habitual que los llamados líderes de opinión se pronuncien sobre la controversia. Muchos de estos, más si han ocupado altas magistraturas, son con frecuencia requeridos por los medios de comunicación. En el caso particular de Carlos Mesa, a su condición de ex jefe de Estado se suma la de periodista y la de ser uno de los referentes nacionales en Twitter. Mesa es, qué duda cabe, una voz frecuente en los debates nacionales, incluso en cuestiones políticas menores que no alcanzan ni de broma la intensidad ni la duración que lleva teniendo el debate sobre el aborto en nuestro país. Entonces, ¿por qué durante tantos meses no ha usado sus columnas en prensa para referirse a este tema? Ni tampoco, a riesgo de un descuido por mi parte, ha vertido su opinión sobre esta materia en 140 caracteres.

Vaya por delante que, a pesar de su condición indiscutible de líder de opinión y su, tan probable como desmentida únicamente por él, candidatura presidencial en 2019, no tiene obligación alguna de pronunciarse sobre lo que no quiere pero eso no quita que este particular silencio no pueda analizarse, interpretarse, por supuesto.  Alguien, un diputado del MAS por ejemplo, podría pensar que se trata de una decisión táctica: si estás buscando construir una candidatura que recoja a los descontentos urbanitas del MAS pero que no levante ampollas entre los votantes conservadores de un Rubén Costas no pronunciarse sobre el aborto parecería astuto. Uno puede intuir, con poca posibilidad de equivocarse, que Mesa es un hombre progresista en diferentes cuestiones y suele hacer públicas estas opiniones pero se tratan de temas no tan impopulares como el aborto. Sabemos que en la política siempre están en tensión los principios y la táctica. Quien niegue esto es que carece de los primeros.

Algo similar apunté cuando leí las declaraciones del alcalde Luis Revilla que aparecían en una nota de Página 7. Compartí en mi Facebook dicha nota y añadí un breve comentario lamentando que el alcalde de La Paz, alguien que tiene ideas progresistas en estas cuestiones - como quedó claro con su posición sobre la ley de identidad de género - respondiese con evasivas y dedique más tiempo a hablar de que el problema real, de fondo es la educación y no a apoyar claramente la ley. Cuando a un progre le preguntan por este tipo de cuestiones pero no quiere alterar a un público- que podemos llamar electorado- o a un primo mayor – que podemos llamar aliado político- con quien comparte la cena se va directo a hablar de que el verdadero problema, el de fondo, es la educación. Verdad de Perogrullo que por supuesto nunca, da igual quien sea el interlocutor, va a encontrar oposición. Por el contrario, alguien conservador pero que no quiere exponer de frente su oposición a avanzar en estas cuestiones recurrirá al manido: que decida la gente.

El alcalde Revilla tuvo la gentileza de tomarse el tiempo y responder a mi comentario. Coincido con él en que, no puede ser de otro modo, se trata de un problema complejo – qué problema social no lo es- en el cual el eslabón educativo es central y que, muchas veces por mezquindad o falta de conocimiento, no se trabaja de un buen modo entre los niveles de gobierno. Creo, y no me cuesta decirlo, que la Alcaldía de La Paz hace buenas cosas. Sin embargo, aunque en su respuesta afirmaba que estaba de acuerdo con la modificación sobre el aborto que se incluye en la propuesta de Código Penal – no se despenaliza nada, por eso sigue incluido en esta norma- volvía, en mi opinión, a dedicarle muchas más líneas a la educación y a otro aspectos. Creo que, cuando un debate se polariza del modo que éste lo ha hecho, ayuda más el tener una posición firme y clara de respaldo sobre la cuestión puntual que apuntar todo lo que falta por hacer. Casi todo lo que señaló el alcalde Revilla como pendiente: educación, trabajo de prevención, etc , debería abordarse pronto y progresivamente pero en esta coyuntura la cuestión es apoyar o no la modificación planteada que, siguiendo la sentencia del Tribunal Constitucional, busca reducir las muertes por abortos clandestinos que se producen, en elevado número y condiciones dramáticas en nuestras calles, aunque a monseñor Gualberti esto parece importarle poco.

La táctica y el escenario

Podríamos dejar la interpretación del silencio de Mesa y de lo que entendí como evasivas de Revilla en este punto: considerar que, a pesar de que se les presupone una opinión favorable en este tema, sus acciones tuvieron mucho de táctica. Sin embargo, también podríamos extender el análisis un poco más e incluir algunos eventos recientes que han ido configurando el escenario político nacional y que pueden darnos otra lectura. En este sentido podemos incluir estos movimientos tácticos – y su sentido- en los cambios mayores que están teniendo lugar en el espacio opositor y en cuáles son las ideas que se prefiguran como dominantes de cara a la propuesta que le hagan al país en 2019.

El pasado miércoles 12 de abril, Carlos Mesa y Luis Revilla compartieron acto público de presentación de alternativa política con Rubén Costas, Tuto Quiroga, Samuel Doria Medina y Víctor Hugo Cárdenas. Solemne puesta en escena que tenía un aroma muy antiguo. Algunos momentos parecía una reunión previa al voto femenino. Algunos de ellos incluso parecían parte fija de la foto. Aires de familia. Resultó más llamativo ver a Mesa y a Revilla con estas nuevas compañías. Nuevas porque, en teoría, algunos de ellos estaban en las antípodas ideológicas. Sorprendía, por ejemplo, ver a Luis Revilla sentado con solo una enorme tricolor detrás; su anterior partido, el MSM y él en particular, fueron grandes defensores y voceros de la nueva Constitución en acalorados debates donde el reconocimiento en pie de igualdad de la wiphala era un asunto muy defendido. Tampoco sorprendía menos ver a Mesa junto a Tuto y Doria Medina: la campaña como vicepresidente de Mesa y, sobre todo, su gobierno se destacó por caracterizar en términos muy duros y críticos al periodo donde Tuto y Samuel mandaban. Términos muy duros que no tenían nada que envidiarle a los que desde el MAS utilizamos ahora.

No hay que mirar muchas veces la imagen para darse cuenta que representa la derrota de construir una propuesta progresista de oposición que aspire a ganar las elecciones de 2019. A pesar de ser líderes a los que  las urnas nunca han dado la victoria: Samuel y Rubén, alcanzaron juntos el 25% hace tres años, y Tuto no llegó a los dos dígitos de apoyo,  por mencionar solo la última cita electoral, serán sus ideas las que articulen la propuesta opositora en las siguientes generales. Mesa y Revilla ya han claudicado, así uno puede entender mejor ciertos silencios o evasiones porque no cuesta ver que si las coordenadas dominantes las escribirán un Rubén Costas o un Tuto Quiroga temas como el aborto, la presencia fuerte del Estado en la economía y la condición plural de nuestro país serán ajenos a lo que propongan. Dudo mucho que Mesa volviese a firmar una carta de apoyo a Lula junto a otros expresidentes o a criticar la operación contra Dilma; sus colegas de la foto del 12 de abril no solo la celebraron sino que se vieron protagonistas de algo similar aquí.

No vamos a hablar ahora de como estaba el país cuando gobernaba Tuto o cuanta pobreza extrema existía cuando Samuel dirigía las políticas económicas de nuestro Estado; ni tampoco de que propuesta de gobernabilidad viable pueden tener todos ellos juntos. Solo queríamos hacer breves apuntes sobre las pistas que dicha reunión nos da sobre las ideas que serán la columna vertebral de la propuesta opositora de 2019. Una propuesta de repliegue. Así uno puede entender mejor como Mesa ha pasado de comparar a Evo Morales, en su condición de animal político, con sus admirados Andrés de Santa Cruz y Víctor Paz Estensoro a decir lo que dice de este gobierno en su última publicación sobre la historia reciente de la democracia en nuestro país.

Todo esto me parece una mala noticia, no solo por el aprecio y respeto que tengo por Mesa, sino porque las respuestas a nuestras insuficiencias y errores como Gobierno no vendrán nunca de la dirección de un gabinete de ministros de los años noventa. En todo caso, es bueno saberlo con tanta anticipación. Uno de los eslóganes que más rápido se reveló tramposo fue el de la supuesta nueva derecha latinoamericana: gente que había entendido ciertos avances estructurales a los que no convenía oponerse y que había abandonado la versión más dura del neoliberalismo. Después de ver lo que hace Macri, lo que hace Temer -esos buenos amigos de nuestros líderes opositores, amistad que ahora ocultan pero de quienes han celebrado sus victorias, sean estas por las buenas o por las malas- uno sabe que la derecha neoliberal latinoamericana ha vuelto en su expresión más pura, algo sofisticados para las campañas pero con las mismas viejas ideas y maneras para gobernar.

-
imagenblog: 

El Periódico Digital OXIGENO.BO, es desarrollado y administrado por Gen Film & Crossmedia Ltda. Teléfono: 591-2-2911653. Correo: info@gen.com.bo