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El nombre de la Naturaleza (Tercera parte: El ser genérico)

El ser genérico

La nominación de la naturaleza contiene determinadas relaciones entre el ser humano y la naturaleza, relaciones desarrolladas históricamente, de ahí los distintos nombres que le han dado los pueblosa1. Lo que antecede muestra en algún grado cómo, en el marco de la modernidad capitalista, naturaleza es el nombre que designa a la materialidad existente alrededor de los seres humanos y a la propia corporeidad de éstos, sujeta a la voluntad infinita que se despliega sobre ella. Por lo mismo, voluntad que la cosifica, la aliena y la explota. El resultado de esa relación está a la vista.

La pregunta, por ello, es qué otra relación podemos entablar con la naturaleza. Cómo es posible superar la enajenación que nos llevado al mundo en el que hoy vivimos.
Históricamente, las respuestas han sido diversas y de distinto alcance2, pero lo que nos han dejado de aprendizaje es que de lo que se trata es de avanzar en la superación del capitalismo. En ese camino, el comunismo sigue siendo hasta hoy el horizonte de llegada que guía y concentra la lucha de los pueblos contra el capital. ¿Por qué el comunismo es la superación del capital? Porque, en esencia, es la superación de la propiedad privada.

El comunismo como superación positiva de la propiedad privada en cuanto autoextrañamiento del hombre y por ello como apropiación real de la esencia humana por y para el hombre; por ello como retorno del hombre para sí en cuanto hombre social, es decir, humano; retorno pleno, consciente y efectuado dentro de toda la riqueza de la evolución humana hasta el presente. Este comunismo es, como completo naturalismo=humanismo, como completo humanismo=naturalismo; es la verdadera solución del conflicto entre el hombre y la naturaleza, entre el hombre y el hombre, la solución definitiva del litigio entre existencia y esencia, entre objetivación y autoafirmación, entre libertad y necesidad, entre individuo y género. (Marx, 1985: 143)

La superación de la propiedad privada no puede sino ser un movimiento libertario del trabajo frente al capital, pero es superación precisamente porque es capaz de replantear la relación entre los seres humanos y la naturaleza, y entre los propios seres humanos. Superar la propiedad privada no es pues tema jurídico sino la transformación radical de las relaciones que la fundamentan.

En la línea que hasta aquí se ha seguido, es importante desglosar la referencia que hace Marx a la superación de la contradicción entre objetivación y autoafirmación, entre libertad y necesidad

¿Qué significa superar la contradicción entre objetivación y autoafirmación? Decíamos al inicio de este escrito que, en el marco de la modernidad capitalista, los seres humanos entienden su posibilidad de ser en la medida en que se despliegan como voluntad infinita sobre la naturaleza y, con ello, sobre los propios seres humanos, bajo la lógica de la ganancia. Sin embargo, este no es un acto simple. La historia de la humanidad es precisamente el testimonio de que los seres humanos son la especie por definición que produce de determinada manera el mundo a través del trabajo. Los seres humanos no podemos existir sin transformar la naturaleza. Todo cuanto nos rodea es lo que hemos producido/inventado/transformado. Los edificios, las calles, los automóviles, la ropa que vestimos, los celulares, la energía eléctrica, los medicamentos, nuestros propios cuerpos… todo cuanto nos rodea testimonia la manera en que los seres humanos hemos transformado la naturaleza y, con ello, nos hemos transformado a nosotros mismos.

Pero esa transformación ha estado guiada históricamente por motivos distintos. Las comunidades primitivas, por ejemplo, tenían la urgencia de enfrentar la necesidad en condiciones adversas. Para ellas, si bien la naturaleza podía ser fuente de vida también podía eventualmente ser hostil3 (un granizo que acabe con la producción, una epidemia que provoque una gran mortandad, etc.), de ahí la importancia del trabajo –conocimiento, producción de bienes, desarrollo de tecnología– para superar la necesidad. La necesidad es esencialmente social, por tanto, la relación que entablamos con la naturaleza para superar la necesidad es la que nos permite autoafirmarnos como seres sociales o no. Lo que es igual, los seres humanos se objetivan en cuanto hacen, humanizan la naturaleza y a sí mismos a través del trabajo creador. El trabajo, en ese ámbito, es una objetivación que los hace libres porque les permite superar la necesidad y, con ello, fortalecer su condición social, de especie, a la par que su ser parte de la naturaleza. Me objetivo en lo que hago pero en tanto me guía una finalidad social esa objetivación me autoafirma como ser social.

Sucede exactamente lo contrario cuando la producción del mundo está guiada por la lógica de la ganancia, de la acumulación, del predominio del individuo sobre el colectivo, como ocurre en el capitalismo. Por definición, el capitalismo, bajo la lógica de la propiedad privada, no sólo no supera la necesidad, sino que la perpetúa. La objetivación de los seres humanos a través del trabajo no sirve para su autoafirmación porque es apropiada por otro –robada– para beneficio individual, la riqueza que produce no lo beneficia sino lo empobrece. Esto demuestra que,

…el trabajador queda rebajado a mercancía, a la más miserable de todas las mercancías; que la miseria del obrero está en razón inversa de la potencia y magnitud de su producción; que el resultado necesario de la competencia es la acumulación del capital en pocas manos, es decir, la más terrible reconstitución de los monopolios; que, por último, desaparece la diferencia entre capitalistas y terratenientes, entre campesino y obrero fabril, y la sociedad toda ha de quedar dividida en las dos clases de propietarios y obreros desposeídos. (Marx, 1985: 103-104)

Si la transformación de la naturaleza en el proceso productivo no es social en su finalidad y en la forma de su organización, no puede haber superación de la necesidad y mucho menos libertad del ser humano.
La lucha contra esta realidad cosificadora, de muerte, del capital tiene por horizonte el comunismo y, con él, el retorno a la naturaleza, la reapropiación del ser genérico.

La universalidad del hombre aparece en la práctica justamente en la universalidad que hace de la naturaleza toda su cuerpo inorgánico, tanto por ser 1) un medio de subsistencia inmediato, como por ser 2) la materia, el objeto y el instrumento de su actividad vital. La naturaleza es el cuerpo inorgánico del hombre; la naturaleza, en cuanto ella misma, no es cuerpo humano. Que el hombre vive de la naturaleza quiere decir que la naturaleza es su cuerpo con el cual ha de mantenerse en proceso continuo para no morir. Que la vida física y espiritual del hombre está ligada con la naturaleza no tiene otro sentido que el de que la naturaleza está ligada consigo misma, pues el hombre es una parte de la naturaleza…

Pues, en primer término, el trabajo, la actividad vital, la vida productiva misma, aparece ante el hombre sólo como un medio para la satisfacción de una necesidad, de la necesidad de mantener la existencia física. La vida productiva es, sin embargo, la vida genérica. Es la vida que crea vida. En la forma de la actividad vital reside el carácter dado de una especie, su carácter genérico, y la actividad libre, consciente, es el carácter genérico del hombre. (Marx, 1985: 110-111)

Pero Marx visualiza algo más: si el comunismo es la posibilidad de esa vida genérica, la forma de lo social no puede ser sino comunitaria. El comunismo implicará entonces el retorno a la forma comunidad pero en condiciones superiores. En condiciones superiores porque el desarrollo de las fuerzas productivas impulsado por el capital permite la superación de la escasez, por tanto, socializar la riqueza producida socialmente. Ese desarrollo de las fuerzas productivas es el que muchas veces se ignora al momento de pensar los procesos revolucionarios. ¿Por qué es posible ir del capitalismo al comunismo? Porque existe una base material, productiva, tecnológica, es decir, capacidad humana objetiva de transformar la naturaleza superando la escasez. Sin duda, ese proceso no puede ser posible sin poner a discusión y transformar la finalidad intrínseca que hoy atraviesa la tecnología –la succión de la mayor cantidad posible de trabajo humano– pero como base material existe.

Hoy, después de muchos siglos, los seres humanos podemos romper la barrera de la escasez, es posible producir socialmente la riqueza que debe ir a satisfacer las necesidades humanas. Esta dimensión social de la producción posibilita a su vez y por definición acabar con la explotación inmisericorde de la naturaleza. Nunca es suficiente insistir en que si hoy estamos al borde de un colapso planetario es precisamente porque el capital no tiene por finalidad la satisfacción de necesidades sino la ganancia, de otro modo no existiría la sociedad de consumo que nutre su acumulación. Esa acumulación, aunque sea jurídicamente legal, es innegablemente ilícita desde el punto de vista del derecho de todos los seres humanos a encontrar su sustento en la naturaleza.

En este orden, resulta injusto acusar a Marx de comprender la naturaleza como un ―medio de producción‖, según acusa un cierto indigenismo desinformado y/o malintencionado. La tierra –una de las formas más visibles de la naturaleza– es un medio de producción para el capital. Precisamente aquí lo que se ha intentado es demostrar los argumentos de Marx no sólo para denunciar el capital y fundamentar la necesidad del comunismo, sino también para esbozar cómo podríamos pensar la naturaleza –y con ella el ser humano– en ese comunismo. La vida genérica no es otra cosa que el reencuentro del ser humano con la naturaleza, en una dialéctica infinita que dejaría atrás la prehistoria de las sociedades de clase.

Por comunidad no hay que entender, sin embargo, las comunidades históricamente existentes4 sino la forma que asume lo social. La forma viva de la comunidad real es el ser social (Marx, 1985: 146).

(Fin de la tercera parte.)


1 Veamos tres ejemplos distintos. Entre los griegos, por ejemplo, physis es el vocablo que más se aproxima a la noción de naturaleza pues designaba aquello que estaba vivo, de lo cual nacía todo lo que existe. Aristóteles consideraba además que la naturaleza era sinónimo de movimiento, de transformación perpetua de cuanto existe. En cualquier caso, physis era una realidad a comprender, a explicar, nunca una deidad (physis nunca fue conceptuada como una titánide, aunque a veces se la confunde con Gea). Ya en Heráclito se lee la famosa sentencia “la naturaleza ama el ocultarse”, de ahí el constante propósito griego de desarrollar conocimiento. Entre los chinos, la naturaleza recibe el nombre de Tao y es concebida como una totalidad insondable, inaprensible. La relación que los seres humanos pueden entablar con el Tao es práctica y moral, no intelectiva: de lo que se trata no es de entender o explicar el Tao sino de saber cómo comportarse con cuanto existe, incluidos los seres humanos. La virtud está relacionada con la armonía entre todos los seres existentes puesto que el ser humano no está por encima de los otros seres. Por último, entre los judíos, la naturaleza no es origen de la vida humana sino más bien algo creado por un principio antitético espiritual, dios. No tiene voluntad ni fuerza, por el contrario, está sometida a la voluntad de quien no es su obra sino el culmen de la creación, el ser humano y, propiamente, el varón. Esta diferencia explica la visión antropocéntrica y androcéntrica que caracteriza al judaísmo y, en la tradición occidental, al cristianismo también.


2 Una experiencia particular fue la del movimiento hippie. La generación siguiente a la II Guerra Mundial, a contrapelo de la racionalidad instrumental propia del capital y la moral puritana fue la que propugnó de manera vehemente el retorno a la naturaleza y la superación de la enajenación, como elementos fundamentales de superación del capitalismo. Los hippies abandonaron la vida en las ciudades y se volcaron a las zonas rurales, a vivir en contacto con la naturaleza, produciendo en pequeña escala lo necesario para sustentarse, intentando reconstruir la manera de relacionarse entre sí y con la naturaleza. La experiencia del cuerpo y las relaciones de convivencia armónica y pacífica con los demás fueron un principio elemental de su socialidad. Si los hippies fueron anti-capitalistas, no entendieron sin embargo que su acción se desenvolvía por fuera del capital pero, además, de manera voluntarista, individual, lo que equivale a decir que no tuvo efecto sustantivo en la superación de éste. Ese fue por tanto su límite, a pesar de la amplitud del movimiento en el mundo (Cf. Colom y Melich, 1994).


3 La representación de la naturaleza para los pueblos antiguos ha sido muy diversa. Contra lo que hoy se piensa, no siempre la naturaleza fue considerada como Madre. Según algunas teorías antropológicas, la nominación de Madre pudo tener relación con estructuras matriarcales y/o con la semejanza entre la naturaleza y la mujer como dadoras de vida (García, A. P., Curruchiche, G. & Taquirá, S. (2009). En otras culturas, como los pueblos celtas, la naturaleza no fue pensada como totalidad, de manera que tenía varias representaciones predominantemente masculinas en vez de femeninas. Estas representaciones no estaban vinculadas a valores como la protección o el cuidado sino a la fiereza, a la guerra. De hecho, los celtas se asumían como hijos de la muerte. El dios más importante de los celtas irlandeses era Dagda, el dios de la vida y la muerte, el cual reclamaba continuamente sangre humana. Las figuras femeninas correspondían también al tipo guerrero, como Morrigan. Muy lejos está de ellos la sublimada representación de la naturaleza como madre.


4 Por comunidades históricamente existentes cabe entender todas las formas comunales ancestrales. En Bolivia, son fundamentalmente los ayllus, las markas aymara-quechuas.

 

El ser genérico
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Una presidencia de Trump frenaría la globalización

En el primer debate, entre los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos, Hillary Clinton,  por el Partido Demócrata, y Donald Trump, por el Partido Republicano, se dijeron muchas cosas, muchas intrascendentales y de ataques personales; pero poco de temas de vital importancia para el avance de la economía mundial y que tienen que ver con el libre comercio, que hoy por hoy se da mediante los tratados de libre comercio entre los Estados.

Los tratados firmados por EE.UU. recibieron una crítica negativa por Trump.  Increíblemente se llega a la conclusión de que Trump desconoce que el comercio es el eje fundamental que cimienta la integración económica de los países.

Cuando se habla de libre comercio nos estamos refiriendo a personas, bienes, servicios y capitales. Se avanzó bastante en el movimiento de capitales, principalmente entre los países desarrollados. China es uno de los países que más se abrió a la inversión extranjera directa como en general lo han hecho los países asiáticos. El resultado es que en las últimas décadas Asia es la región de mayor crecimiento económico en el mundo. En cuanto a bienes y servicios los tratados firmados se traducen en un listado de productos que un país puede exportar a otro, sin ninguna traba, pero no abarca a todos los productos que dicho país podría hacerlo. Además, se plantean regulaciones especiales, como por ejemplo, que los insumos utilizados en dicha producción provengan del país con el cual se ha firmado el tratado y no de cualquier otro. Es un tema complicado, porque cada Estado está expresando los intereses económicos de sus sectores más fuertes que quieren que se les abra mercados en el mundo, mientras otros no quieren la competencia de la producción extranjera, porque ello implicaría menores ganancias.

En el campo del libre movimiento de personas se avanzó, aunque también con tropiezos. Los enemigos naturales al libre movimiento de personas viene por el lado de los países desarrollados cuyas regulaciones laborales y agrupaciones sindicales se oponen, bajo el argumento de que hay una competencia desleal ya que en los países en proceso de desarrollo las remuneraciones son más bajas, por lo cual esta gente está dispuesta a migrar, generando competencia a los trabajadores del lugar, lo que impide incrementos salariales que todo trabajador siempre busca. Se da el caso de que personal altamente especializado está dispuesto a trabajar en los países desarrollados por remuneraciones más bajas que los que gozan los del lugar.

En este escenario, lamentablemente, en los últimos tiempos se está convirtiendo en un problema dado que mucha gente está buscando migrar por todo medio, principalmente a Europa como consecuencia de la guerra desencadenada en Siria. En particular, continuamente mucha gente de Centro América, por diferentes medios, se dirige a EE.UU. Se calcula que 11 millones de migrantes en EE.UU. son indocumentados.

Según  Trump los acuerdos que suscribió EE.UU. costaron puestos de trabajo para los residentes de ese gran país. El mismo puso en el tapete de la discusión el Tratado de libre Comercio de América del Norte, que se firmó durante la presidencia de su esposo Bill Clinton y su apoyo a la Asociación Trans Pacífico. Explícitamente, Trump señaló que NAFTA fue el peor acuerdo que se firmó entre EE.UU, Canada y México.

Por otra parte, es evidente que empresas norteamericanas se han trasladado a otros países del mundo porque los impuestos son altos. Esto también afecta a la población norteamericana porque dispone de menores fuentes de empleo. Me viene a la memoria el caso de Apple que solo contrataba 25 mil personas en EE.UU, que realizaban el trabajo más sofisticado, pero la fabricación de piezas y su armadura se hacía en países asiáticos, creando 300 mil empleos. Lo bueno de la globalización es que facilita la difusión  del conocimiento, y amplia las ventajas competitivas de los países

Esto, junto a una percepción de decepción de la gente sobre los políticos, quienes se dan cuenta que detrás de todas las elecciones están los intereses de las grandes empresas que se expresa en millonarias donaciones para las campañas electorales, está llevando a una desconfianza de la llamada clase política, a la cual pertenece Hillary Clinton.

Adicionalmente, hay percepciones erradas en los estadounidenses: “la mayoría cree que la pobreza mundial se duplicó en los últimos 20 años, pese que en realidad se redujo a la mitad”. Hay gente en EE.UU. que no reconoce que el mundo avanza y está progresando de manera inédita gracias al proceso de globalización, aunque en todo proceso no se manifieste en un bienestar igualitario, unos se benefician más que otros. Esto no gusta a los segundos.

Según un estudio sobre globalización, para el periodo 1988-2008, ha sido la clase media asiática la que mas se ha beneficiado. “Los mayores perdedores en términos relativos son las clases medias y bajas de Europa y de los EEUU”.

Hay un peligro de proteccionismo que acertadamente China ha puesto en el tapete de la discusión en la última cumbre del G20. Un intento a retornar al proteccionismo puede desencadenar un proceso de fuerte ralentización de la economía y, con ello, un mayor descontento de la población mundial, con todas las consecuencias negativas que esto conlleva.

Economía de mercado
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Alimentos “Triple B”

Una investigación independiente realizada en el eje troncal del país arrojó inesperadas respuestas de los 600 hombres y mujeres mayores de 18 años encuestados por la prestigiosa empresa EQUIPOS MORI -por encargo de la revista Negocios Press, en agosto pasado- respecto a los alimentos transgénicos.

Sorprendió, p.ej., que un 53% aceptara que consumía alimentos transgénicos (sin haberse enfermado o que le haya salido cola o cuernos por ello) en línea con lo dicho por el Director Nacional del SENASAG, Ing. Mauricio Ordoñez, que “la mitad de todo lo que consumimos en Bolivia es transgénico, tal es el caso del pollo o cerdo de granja que son alimentados con maíz y soya transgénica” (El Deber, 16.8.2016).

Otro dato impactante fue que, pese a que gran cantidad de la población sufre de diabetes, un 58% ignora que la insulina es producto de la biotecnología.

O, que un 68% no sabe que cientos de estudios científicos y personajes notables respaldan los cultivos genéticamente modificados -como los 118 Premios Nobel que le jalaron las orejas a Greenpeace por oponerse al arroz transgénico que podría evitar la ceguera o muerte de cientos de miles de niños, cada año, por falta de vitamina A- mostrando la necesidad de hacer luz en las tenebrosas campañas de organizaciones y personas con fuertes intereses creados, pese a lo cual -gracias a Dios- un 60% no mostró un desafecto contra los transgénicos.

Ahora, lo extraordinario de la “Encuesta a la Sociedad Civil sobre Alimentos Transgénicos – Bolivia 2016” de EQUIPOS MORI, fue descubrir que la gente, cuando entiende de qué se le habla, apuesta bien, y fuerte: un 57% dijo estar “muy de acuerdo” o “de acuerdo” que haya cultivos genéticamente modificados en el país, siempre que se demuestre científicamente que son amigables con la Madre Tierra, el Medio Ambiente y la Naturaleza. Un 62% apoya que se produzca en Bolivia maíz genéticamente modificado resistente a la sequía y al gusano cogollero para que los agricultores no sufran pérdidas y no tener que importarlo.

Y, lo mejor: 7 de cada 10 apoyan la agrobiotecnología en todas sus acepciones para producir más y mejores alimentos, si hay respaldo científico. Sabia decisión: la ciencia ha demostrado que los cultivos genéticamente modificados son sanos, amigables con la naturaleza y de beneficio para el agricultor, lo que calza con otro hallazgo de la encuesta: la “Triple B”. A la hora de comprar, la gente quiere alimentos: Buenos, Baratos y Bolivianos. ¡Justo lo que la biotecnología ofrece!

Buscando la verdad
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"Cien mil poetas por el cambio" por Oscar Prava Zavatti

El sábado 24 de septiembre, del año en curso, se  llevó a cabo, en Estocolmo (Suecia), el Recital Poético contra la guerra y por la Paz, la sostenibilidad  y el cambio social en el mundo. Acontecimiento que fue auspiciado por el Liceo Poético de Benidorm (España).
El acto se realizó dentro el marco de “Cien mil poetas por el cambio”, actividad organizada por el Movimiento Poético Mundial (World Poetry Movement), el último sábado del mes de septiembre de cada año. El escritor argentino, Oscar Prada Zavatti, presentó el libro “de Escandinavia a los Andes, tres poetas latinoamericanos en Suecia”:

Cuando vi el título del libro, pensé inmediatamente en aquel cuento de Edmundo d’Amicis, ”De los Apeninos a los Andes”, que narra la historia de Marco, un niño italiano de 13 años que viaja a Argentina en busca de su madre, quién había emigrado a ese país dos años antes para conseguir trabajo y que está gravemente enferma. La historia es un reflejo de lo que en esa época significó para muchas familias europeas la emigración a otras tierras lejanas desde las que se perdía el contacto por meses y años, de las cuales la mayoría nunca regresó a su terruño natal. Años después, la corriente migratoria cambiaría de sentido y devolvería a los descendientes de aquellos italianos, españoles, suecos, portugueses, etc, que escapaban de dictaduras feroces, corrupción y de crisis económicas al viejo continente. Hoy vemos con desazón como llegan aquí cientos de miles de refugiados que huyen de las guerras, el genocidio y la persecución religiosa o racial. Y entonces pensamos: ¿es que nunca el ser humano acabará viviendo tranquilo y en paz con sus vecinos?

¿Estamos condenados a huir constantemente como manadas atacadas por fieras salvajes? ¿Qué será de nuestros descendientes? ¿Tendrán que huir también a otras tierras a causa del cambio climático u otras catástrofes naturales? En todo caso, el futuro no es promisorio si es que no reaccionamos como sociedad y nos unimos para acabar con todos esos fantasmas. Libros como el que tengo en mis manos aportan su grano de arena al mostrarnos, en forma poética, que otra vida es posible y a la vez abrirnos los ojos sobre lo que sucedió, para que no vuelva a repetirse y lo que está ocurriendo, para despertar la conciencia de que quiénes lo lean.

De los autores de estos poemas podemos decir que todos ellos emigraron de sus países natales, así como muchos de los que hoy estamos aquí presentes, por razones políticas. Han dedicado sus vidas a la literatura, el teatro, la radiofonía, la pintura, la música y a apoyar a otros escritores, actores, actrices y músicos. Han recorrido caminos a veces de gran belleza y otros mucho más inhóspitos, para llevar su arte a lugares lejanos. Y también han sido galardonados por su trabajo con diversos premios, aunque para ellos el premio más grande sea el saber que lo que han creado será parte del gran patrimonio de la humanidad para las generaciones venideras.

Mario Castro Navarrete, nacido en Chile en 1950, recibió asilo político en Rumania después del golpe que derrocó al gobierno socialista de Salvador Allende. En Rumania continua sus estudios de filosofía y obtiene el título de profesor de español, llevando esta cátedra en la Universidad de Al.Ioan Cuza. Funda el centro cultural chileno y es, por unos años, agregado cultural de la embajada de Chile en Bucarest. Ha escrito y publicado una gran cantidad de libros, ensayos, traducciones y artículos, tanto en castellano como en rumano. Ha obtenido diversos premios en Rumania y en Moldavia y ha participado en muchos encuentros y festivales de poesía en Rumania y en diversos países latinoamericanos.

Javier Claure Covarrubias, nació en Oruro, capital folklórica de Bolivia. Javier estudió matemáticas e informática en las universidades de Estocolmo, Uppsala y en la Universidad Real de Tecnología de Estocolmo (Kungliga Tekniska Högskolan). En paralelo, Javier desarrolla su amor por las letras escribiendo poesía y ejerciendo como periodista cultural. Sus poemas y artículos han sido publicados en diversos periódicos y revistas, tanto impresos como digitales, y en varias antologías de poesía. También ha participado en eventos literarios en Suecia, Bolivia y España.

Carlos Alberto Muñoz, nacido en Chile donde ejerció como actor, profesor de actuación, director de teatro y locutor radial. Como actor, llevó el teatro latinoamericano por toda Europa y en 1983 se establece finalmente en Suecia, donde participa en el Teatro Sandino y en diversos festivales de teatro en Suecia y en España. Siempre solidario, ha participado en muchos eventos políticos, culturales y de solidaridad con los pueblos en lucha. Como poeta y escritor ha publicado varias selecciones de poesía y sus poemas han sido incluidos en antologías en Chile, Suecia y España. También, en colaboración con Milagros Fernández, ha difundido las obras de otros escritores y poetas a través de publicar folletos con sus obras y de entrevistarlos en sus programas de radio.

Leyendo los poemas de este pequeño gran libro, una cosa podemos destacar: que los poemas están llenos de amor. Amor a la patria lejana, a una mujer, a la naturaleza, a la madre ausente, a los hijos, a la profesión de escritor, al poeta muerto. Pero también hay poemas que hieren nuestros corazones como dagas afiladas, poemas que tratan sobre la explotación del hombre por el hombre, la represión y la violencia familiar. Los poemas son solo testigos de estas calamidades, sin ser moralizantes ni llenos de odio. Sólo se limitan a denunciar, no son panfletos políticos ni dogmáticos, sino que solamente por su crudeza nos impactan y conmueven. Y también han tenido cabida en las páginas del libro obras de arte en miniatura: los silogismos, los haikus y los sofismas.

Para volver al título del libro, quizás debería haberse llamado ”De los Andes a Escandinavia” para reflejar el flujo migratorio que nos trajo a estas tierras, pero entiendo que también pueda interpretarse como un regalo que los poetas emigrados quieren ofrecer a sus compatriotas. En este sentido, espero que de alguna forma esta obra cruce el océano y llegue a distribuirse en bibliotecas públicas y que enlace a estos dos continentes, tan alejados geográficamente el uno del otro pero tan cercanos en historia, cultura y tradiciones.

 

FOTO: De izquierda a derecha, Carlos Alberto Muñoz Bello (Chile), Javier Claure Covarrubias (Bolivia), Mario Castro Navarrete (Chile), Oscar Prada Zavatti (Argentina) y el músico Javier Castro (Ecuador).

Palabras de fuego
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El nombre de la Naturaleza

La mercancía 

¿Cómo es que se ha llegado históricamente hasta este punto? La relación con la naturaleza fue, de siempre, la relación más importante construida por  los seres humanos, porque ella implica la relación con el entorno, pero también con los otros seres humanos y con uno/a mismo/a. De esa relación simultáneamente tridimensional depende la subsistencia y la producción de la vida. La necesidad es, pues, el vínculo que nos recuerda a diario que somos cuerpo (naturaleza) y no únicamente espíritu; el motivo también por el cual inventamos la realidad, habida cuenta que la necesidad no se limita a la subsistencia aunque es indisoluble de ella. En la lucha por superar la necesidad producimos el mundo y con ello nos producimos a nosotros mismos. En ese orden, la necesidad es antitética a la libertad. Como individuos, el cuerpo nos ata, nos limita, ancla un espíritu que se sueña omnipotente e infinito. Como especie, las necesidades elementales nos obligan a entender que no es posible pensar únicamente en la satisfacción personal porque, en el marco de la razón instrumental que caracteriza al capital, lo que uno gana es lo que el otro pierde, de manera que si la vida no ha de ser la violencia generalizada –al estilo de un estado de guerra (Hobbes, 1987)–, los seres humanos tenemos la necesidad existencial de garantizar colectivamente la satisfacción de necesidades. Por último, como parte de un mundo físico – animal, vegetal, mineral– la necesidad nos enfrenta a los límites de éste.

Hegel consideraba que la manera de enfrentar esta contradicción entre libertad y necesidad era precisamente la propiedad privada. Ella habría de garantizar el despliegue de mi libertad –como espacio en el que me objetivo–, de la libertad de todos –como sociedad de propietarios, como orden estatal sustentado en la propiedad privada– y, por último transformar racionalmente el mundo o, lo que es igual, humanizar la naturaleza.

El desarrollo del capitalismo demostró su equivocación. La propiedad privada no sólo no constituye la superación de la contradicción entre necesidad y libertad, sino que es por el contrario la condición de su perpetuación. Demostró igualmente que la relación con la naturaleza no tiene por finalidad la superación de la necesidad sino única y exclusivamente la ganancia.

De allí lo que apunta Marx:

Sólo en el último punto culminante de su desarrollo descubre la propiedad privada de nuevo su secreto, es decir, en primer lugar que el producto del trabajo enajenado, y en segundo término que es el medio por el cual el trabajo se enajena, la realización de esta enajenación. Marx, 1985: 116) 

La enajenación del trabajo es la acción mediante la cual los seres humanos se escinden de la naturaleza, del trabajo, del producto del trabajo y de sí mismos. Que están escindidos no significa otra cosa que viven la naturaleza, su trabajo, el producto de su trabajo, su relación con los demás y consigo mismos como si fuesen un otro ajeno, extraño, distinto de sí… hostil. En ese ámbito, la naturaleza deja de ser amiga, madre, hermana, para convertirse en cosa sujeta a explotación y ello es así porque el propio ser humano resulta ser un extraño para sí mismo. Es decir, si el ser humano puede enajenarse de la naturaleza es porque al mismo tiempo, en el mismo movimiento del trabajo, se enajena de sí mismo. Si puede tratar a la naturaleza como cosa, explotarla sin límite, es porque él mismo está sujeto a esa misma explotación en el marco del capitalismo.

De este modo, el trabajo como ámbito de la realización humana, como actividad creadora y transformadora del mundo, por tanto como actividad plenamente humana y humanizadora, resulta ser aquí más bien la negación de lo humano en tanto se convierte en trabajo enajenado, en trabajo para otro en virtud de la propiedad privada y, por eso, en relación de explotación.

La producción produce al hombre no sólo como mercancía, mercancía humana, hombre determinado como mercancía; lo produce, de acuerdo con esta determinación, como un ser deshumanizado tanto física como espiritualmente. Inmoralidad, deformación, embrutecimiento de trabajadores y capitalistas. Su producto es la mercancía con conciencia y actividad propias,… la mercancía humana. (Marx, 1985: 124) 

La naturaleza como physis, de la cual se es parte indisoluble, desaparece. Para el capital, no existe la nominación de la naturaleza como tal, en su lugar están la materia prima, el capital variable, la energía… la mercancía. La naturaleza no ocupa un espacio conceptual en el universo del capital. Esta sustitución posibilita la legitimación de la manera en que el capital somete a su dominio a toda la naturaleza, ser humano incluido; posibilita asimismo que el mundo del trabajo reproduzca su visión al pronunciar el mundo desde el lenguaje de la propiedad privada, desde el ansia de la propiedad privada. El mundo, la naturaleza, los seres humanos existen entonces como parte del circuito de producción de mercancías, como mercancías.

(Fin de la segunda parte)
 

Segunda parte
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La importancia del libre comercio

Hoy día, cuando nos referimos al libre comercio estamos pensando como un hecho internacional. Hoy, a ningún comerciante se le prohíbe llevar sus productos de un lugar a otro al interior de un país. Si usted produce algo en La Paz y puede vender eso en Santa Cruz lo hace sin ningún impedimento y viceversa, no tiene que cumplir normas especiales, no le ponen trabas para  hacerlo y no le cobran ningún impuesto especial.

Sin embargo, este hecho que es absolutamente normal en el país no era así en el pasado. Hubo épocas en que se impedía que los productos se muevan de un departamento a otro, sobre todo en lo referente a la producción agrícola, bajo el argumento de que ello podía generar una escasez del producto en cuestión y por ende subiría el precio. Esto impide el desarrollo de un país, dado que todo productor para ser eficiente tiene que diseminar sus lugares de venta, lo cual lo hace efectivo por medio del comercio. Un productor eficiente, minimiza el riesgo de tener un solo demandante. Lo mismo pasa con los demandantes; deben tener la seguridad de que un producto lo pueden obtener de diferentes lugares, porque esto también minimiza el riesgo de dependencia.

Lo acontecido en Bolivia también se dio en otros países. Un ejemplo paradigmático es la India, un país con una población del orden de los 1,200 millones de personas, sólo superada por China. India, luego de su independencia de la Gran Bretaña siguió un modelo económico estatista y muy restrictivo, inspirado en el socialismo. No había libre comercio al interior de ese basto territorio. Hoy es muy diferente. Se mueve en un contexto de economía de libre mercado, proceso que comenzó en los años 90 del siglo recién pasado, razón por la cual existe pleno libre comercio interno. Adicionalmente es un país que se ha abierto al comercio internacional y tiene varios tratados de libre comercio con otros países del mundo.

En el mundo, a ningún productor u oferente le gusta la competencia en el campo de lo que hace. Ellos quedarían encantados si pudiesen ser los únicos vendedores. ¿Qué les impide hacer realidad este sueño? La presencia de la competencia que implica que si el mercado es libre siempre habrá alguien que produzca lo mismo.

Este comportamiento también está presente en los trabajadores. No les gusta tener competidores porque cuando hay eso significa menores salarios. Esto explica la proliferación de los sindicatos en el mundo durante el siglo XX, con el propósito central de impedir, por todo medio, que puedan bajar sus salarios. Por esta razón, se califica al salario no como un precio determinado por el mercado, como debería ser, sino como un “precio administrado” donde participan en su determinación -de manera negociada- tres instituciones: el gobierno, las empresas y los sindicatos.

Pero, como cada vez el trabajo es más diferenciado, con diferentes grados de productividad y de especialización, los sindicatos están perdiendo poder los sindicatos. Sus propósitos se hacían realidad en un mundo donde el trabajo era muy uniforme, como el del obrero. Pero hoy, los obreros son una minoría, incluso en la actividad manufacturera.

Uno de los acontecimientos económicos más importante en el último medio siglo ha sido el continuo crecimiento del comercio internacional. Este se ha expandido a un ritmo mayor que la producción mundial, a pesar de no existir libre comercio mundial. A lo mucho se ha logrado alcanzar los llamados “tratados de libre comercio”, que son acuerdos políticos entre estados, cada una de ellos velando por los intereses de sus productores importantes. A lo que se ha llegado es que dos países, o más, se pongan de acuerdo en permitir el libre comercio de un listado de productos, entendido como la ausencia de aranceles (impuestos al comercio internacional).

A título de “industrias nacientes”, del modelo de sustitución de importaciones, en América Latina proliferó el proteccionismo hasta ahora, situación que ha ingresado en crisis como se puede observar en dos importantes economías de la región como son Brasil y Argentina.

Llama la atención que las grandes economías sean las más cerradas al libre comercio mundial. Esto se puede explicar porque han construido aparatos económicos muy diversificados, que no es característica de las pequeñas economías, como la boliviana.

La forma de medir la apertura al comercio es sumando las exportaciones de bienes y servicios que hace un país con las importaciones. Esta suma se la divide entre el Producto Interno Bruto (PIB) para de esta manera tener una idea de la magnitud de su apertura.

Con datos que procesa el Banco Mundial, para el año 2014, se concluye que el Brasil es la economía más cerrada con un indicador del orden del 25 %, siguiendo la Argentina con el 29 % y los EE. UU con el 30 por ciento.

En cambio, las economías pequeñas y exitosas como Hong Kong, Luxemburgo y  Singapur son las economías más abiertas del mundo y con los siguientes indicadores: 440 %, 374 % y 360 %, respectivamente.

La media mundial está en el orden del 89 por ciento, y Bolivia para el año 2014 mostró un indicador del 85 %. Para el año 2015, este indicador ha bajado ya que el comercio exterior del país decreció con relación al año anterior.  

Economía de mercado
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Lo que cambia al hombre para bien

“Hemos hecho avances importantes: se reflejan en la reducción de la pobreza y la desigualdad, pero: ¿por qué no pudimos dar el salto en la última década de bonanza? ¿Qué tiene que suceder para llegar a un consenso político para cambiar la senda de desarrollo? ¿Qué hace que países como Corea del Sur logren dar el salto a un país desarrollado? Parece ser que la respuesta está en la calidad del capital humano, que cuente con un entorno diferente: Familias comprometidas que logran mejores resultados académicos, visión de desarrollo, objetivos de largo plazo. Más talento estudiantil: alumnos y maestros. Mejores instituciones”. Ésta fue la reflexión del Representante en Bolivia del Banco de Desarrollo de América Latina – CAF, Emilio Uquillas, al inaugurar la Presentación del Reporte de Economía y Desarrollo – RED 2016: “Mas habilidades para el trabajo y la vida: familia, escuela, entorno y mundo laboral”. ¡Brillante!

Del RED 2016 entregado en la prestigiosa Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra (UPSA) destaco la exposición de Lucila Berniell -Economista Principal de la Dirección de Investigaciones Socioeconómicas (CAF)- sobre la encuesta de habilidades cognitivas, socioemocionales y físicas en Latinoamérica, midiendo la alta incidencia que tienen la familia, el mundo laboral y el entorno físico y social, para que el ser humano desarrolle sus habilidades y se realice como tal.

Del Panel integrado por Beatriz Muriel (INESAD), Hugo Ñopo (GRADE) y Jorge Guzmán (UPSA), subrayo el resumen realizado por la Economista Principal de la CAF en Bolivia, Carolina Gutiérrez, llamando la atención sobre lo negativo de la informalidad y las estructuras productivas que no permiten el aprovechamiento de habilidades; la decisiva influencia que pueden tener los medios de comunicación para el desarrollo de capacidades, y la necesidad de invertir más para hacer un gran salto en educación, mejorando para ello los ingresos y la calidad de los profesores.

A la luz de los hallazgos del RED 2016 surgen estas preguntas: ¿Qué hacer para preparar a nuestros hijos siendo que para el 2030 el 50% de los actuales empleos desaparecerán? El no someterse a pruebas tipo PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes) de la OCDE, ¿solucionará el problema de una deficiente educación?

Carlomagno habría dicho que “…la educación hace buenos padres, buenos hijos y buenos ciudadanos”. Cierto, solo hay dos cosas que cambian al hombre para bien: Dios y una buena educación. ¿Qué opina Ud.?

Buscando la verdad
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Toledo y su artesanía

Toledo, también llamada la ciudad de las tres culturas, está situada a 25 km de Madrid, y se refugia entre caminos, enormes murallas, puertas de piedra, puentes, torres y el río Tajo. El historiador romano, Tito Livio, se refirió a Toledo con las siguientes palabras: “Parva urbs, sed loco munitia” (ciudad pequeña, pero bien fortificada). Toledo fue declarada, en 1986, Patrimonio de la Humanidad. En este lugar convivieron tres grandes culturas medievales: judía, cristiana y musulmana. Esa fusión cultural marcó un hito muy particular de paz entre cristianos y musulmanes. Tal es así que Fernando II ordenó que se haga un epitafio en hebreo, árabe y castellano. La colaboración artística entre esos pueblos, que hoy en día se luce en Toledo, ha quedado plasmada en sus iglesias, monumentos, artesanía, puertas, jardines, decoraciones en yeso, en azulejos etc.

Caminar por las callejuelas empedradas de Toledo es como estar paseando en  un ambiente medieval. Volví a Toledo después de casi 20 años. En aquella época había una calle con tiendas de artesanías, y los dueños hacían pasear, a los turistas por sus talleres, para mostrar la elaboración de esas hermosas prendas artesanales. Hoy en día, como es de esperar, todo ha cambiado. Las tiendas están ahí, pero es difícil encontrar esos talleres de cerrajería. Sin embargo, preguntando a la gente llegué a un par de tiendas, en donde me hicieron pasear por el taller. La primera tienda es una fábrica de espadas de Mariano Zamorano y pude conversar con Santiago Encinas.
 
Javier Claure: ¿Podría contarme cómo surgió la idea de abrir este taller de cerrajería?
Santiago Encinas: Bueno mira, nosotros somos una empresa familiar, y llevamos trabajando por más de cien años de generación en generación. Pues ahora vamos por la cuarta generación. Hacemos trabajos en cuchillería, damasquinado pero, sobre todo, nuestra especialidad es la espadería.

JC: ¿Cómo fabrican las espadas?
SE: Cuando hacemos una espada, la primera parte es el trabajo de la hoja. Recibimos el acero al carbono, le damos la forma, la multitud y el grosor que queremos a cada hoja. Y luego, con el yunque y el martillo, lo forjamos y lo templamos al agua. La hoja de la espada está remontada con una espiga, y sobre esa espiga se monta la empuñadura. La segunda parte es la realización de la empuñadura y la adaptación a la espiga. La última parte es lo que llamamos el calado, el pulido de la hoja y el forrado de la empuñadura. Son espadas artesanales y, por lo tanto, cada hoja tiene su empuñadura. Las espadas que fabricamos son réplicas de modelos históricos y, de alguna manera, vamos mostrando su evolución. Existen las espadas cortadas pre romanas, las espadas anchas medievales y las espadas hechas a partir del siglo XVI.

JC: ¿Cuál es el objetivo del calado en la espada?
SE: Una leyenda militar dice que cuando se estocaba al enemigo, con una espada calada, ese calado permitía la entrada de aire en el cuerpo del contrincante, y así se producía una muerte segura.

JC: Tengo entendido que las espadas toledanas fueron muy famosas ¿por qué?
SE: El trabajo del hierro y del acero en Toledo se debe a que, en la época romana, encontraron unas minas de hierro muy importantes en este sector. Entonces se desarrolló mucho la siderurgia y la metalurgia. Y con el paso del tiempo, las técnicas de trabajo han dado nombre al acero toledano. Descubrieron, por ejemplo, que cuando el hierro caliente se dejaba introducido en el carbón, cambiaban las características de este metal. Se producía, por así decirlo, un “pseudo acero”, y este hecho hizo famoso a Toledo. Las espadas hechas de esa manera eran por fuera de acero, y por dentro mantenían el hierro en su estructura original.

La segunda tienda se llama “Artesanía Burgueño”, fabrican damasquinados, artículos de cuchillería y cubertería. Pasé por el taller en donde trabajaban tres personas.

JC: ¿Qué es el damasquinado?
Vicente Burgueño: Es un trabajo típico de Toledo, se llama así porque hace alusión a Damasco, la capital de Siria. Durante muchos siglos España tuvo gran influencia de la cultura árabe. El damasquinado consiste en incrustar, sobre una base negra de hierro,  hilos de oro y plata. Pero previamente se le da una preparación al hierro con ácido nítrico, o bien se hacen ranuras con una cuchilla. Así se crea una porosidad, y sobre esos poros se introducen los hilos. La mano derecha va dibujando y con la izquierda se va presionando. Cuando el dibujo está rellenado con esos hilos, se va golpeando con un pequeño martillo y un hierro plano directamente sobre el oro o la plata. Entonces las ranuras se cierran y los hilos quedan adheridos al hierro. Finalmente, la pieza es introducida al fuego a 560 grados con una composición química de nitrato de potasio y soda cáustica. Y como efecto cambia el color del acero. De ser gris, su color natural, toma el color negro y el oro o la plata resalta. Así es más o menos, a grandes rasgos, como hacemos los trabajos.

 

Palabras de fuego
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El nombre de la Naturaleza

Introducción  

Hace casi dos siglos, allá por 1821, en su famosa obra Filosofía del Derecho, G.W.F. Hegel señalaba:  

La persona, para existir como Idea, debe darse una esfera externa de libertad. Puesto que la persona, en esta primera determinación aún del todo abstracta, es la voluntad infinita que es en sí y por sí, lo que puede constituir la esfera de su libertad es una cosa distinta de ella; del mismo modo que determina lo inmediatamente diferente y separable de sí. (Hegel, 1995: 69, § 41)   

En un período marcado por el ascenso y fortalecimiento del capitalismo, Hegel ponía la piedra angular que determina hasta hoy gran parte de las representaciones que tenemos sobre el mundo: el individuo como sujeto. El punto de partida es precisamente la transformación del individuo en sujeto, esto es, la transformación del ser humano concreto en voluntad racional infinita: voluntad, porque el quiero, que es lo que distingue a la voluntad, marca el tránsito a la acción, a la apropiación inmediata del mundo; racional, porque con esa acción los seres humanos no obedecemos sino a nuestra propia naturaleza, a lo que somos; infinita porque, como especie, nuestra acción de apropiación –y transformación– del mundo no tiene límites.    

La capacidad de pensar, el raciocinio, nos convierte en la especie que se erige altanera por encima de las demás y que reclama para sí el derecho de apropiarse de lo que no es ella. Dice Hegel: ―lo que puede constituir la esfera de su libertad es una cosa distinta de ella‖. Distinta porque el animal o la planta no son la cúspide de la evolución de la materia, porque siendo materia racionalmente organizada no pueden con todo pensar, por tanto no pueden ser voluntad y menos libre.   

Nace con ello una visión en que el ser humano –aunque aquí sí cabe decir, específicamente, el hombre– se convierte en el centro del mundo. Voluntad infinita que puede apropiarse de cuanto existe:   

La persona tiene, para su fin esencial, el derecho de poner su voluntad en cada cosa, la que, en consecuencia, es mía; no teniendo aquélla en sí misma un fin semejante, retiene su determinación y anima mi voluntad; el absoluto derecho de apropiación del hombre sobre todas las cosas. (Hegel, 1995: 71, § 44)   

Para Hegel, ser libre es entonces la posibilidad de depositar la voluntad propia en aquello que, estando fuera del sujeto, carece de voluntad. Precisamente, el que la naturaleza circundante carezca de voluntad, ―anima mi voluntad‖. Es esta concepción de la naturaleza como algo inerte, como ―cosa‖, la que invita al hombre a apropiarse de ella: ―absoluto derecho‖ que emerge de la condición pensante, de la autoconciencia que convierte al hombre en un Yo dominante frente a la ―cosa‖ (Hegel, 1987).   

Lo inmediatamente diferente del Espíritu libre es, para sí y en sí, lo exterior, en general, una cosa, un algo de no libre, no personal, no jurídico. Cosa, como la palabra "objetivo", tiene significados opuestos; así, si se dice: ésta es la cosa, se trata de la cosa, no de la persona, y su significado es sustancial; en cambio, frente a la persona (esto es, no al sujeto particular), la cosa es lo opuesto a lo sustancial, lo simplemente exterior, según su determinación. Lo que es exterior al Espíritu libre —el cual debe ser bien distinto de la simple conciencia—, es en sí y por sí. Por lo tanto, la determinación conceptual de la naturaleza es la siguiente: Ser lo exterior en sí mismo. (Hegel, 1995: 69, § 42)  

Si la cosa, frente a la persona, es lo opuesto a lo sustancial, queda claro que puede recibir su determinación únicamente de esa persona. La persona es quien determina qué es algo (eventualmente, también por qué es eso y no otra cosa). Un ejemplo concreto es lo que uno/a puede hacer con un terreno: el terreno no se determina a sí mismo, no decide si quiere ser esto o lo otro; sólo la voluntad de su propietario/a puede convertirlo en un jardín de niños, un espacio de labranza o el espacio de la construcción de un hogar. Su propietario – voluntad infinita– hace que ese terreno sea algo definido, lo subjetivo determina entonces lo objetivo, de manera que el hombre se objetiva –deposita su voluntad, su capacidad creadora, su acción transformadora– en una cosa que pasa a ser algo en virtud de esa voluntad.   

La condición necesaria para que el sujeto despliegue su voluntad como acto de libertad es que el terreno en cuestión sea su propiedad. El mundo se convierte entonces en un campo infinito de posibilidades de objetivación pero, a la par, de un bien en disputa porque no es sino materia inerte que las voluntades subjetivas concretas (los seres humanos) buscan apropiar ferozmente para poder seguir siendo voluntades. Sólo sobre lo que es mío puedo yo ejercer mi voluntad, de manera que ser libre es sinónimo de ser propietario/a: "En relación a las cosas externas, lo racional es que yo poseo propiedad" (Hegel, 1995: 74, § 49).  

No es difícil comprender que en la compleja y abstracta formulación de Hegel que hasta aquí se ha reseñado muy sintéticamente se concentra la concepción básica del capitalismo acerca de la naturaleza. Pero si eso es evidente, lo que se precisa es desglosar sus implicaciones.  

La naturaleza circundante al ser humano es un principio pasivo. Lo único que tiene vida, propiamente hablando, es el ser humano, puesto que piensa y actúa; él es, por tanto, el principio activo. Por oposición, la naturaleza es el principio pasivo, a la espera de recibir su determinación (lo que hace que sea algo) únicamente del ser humano. Literalmente es cosa, sujeta al despliegue de la voluntad humana, al servicio de ella. Es importante comprender sin embargo que esta relación de subordinación no se limita a cuanto rodea a los seres humanos, se extiende al contrario a la propia corporeidad humana:   

El principio por el cual, como persona soy, también, inmediatamente individuo, significa, en su determinación ulterior, ante todo que: Yo soy viviente en este cuerpo orgánico, que mi existencia es universal por el contenido, indivisa, externa, así como la posibilidad real de toda otra existencia determinada.  Pero, como persona, Yo tengo, al mismo tiempo, mi vida y mi cuerpo como cosas solamente en cuanto es mi voluntad.  … Yo tengo estos miembros y mi vida sólo en cuanto quiero; no el animal, sino el hombre, puede también mutilarse y matarse. (Hegel, 1995: 73, § 47)  

Es decir, cuando se habla de la voluntad humana no nos estamos refiriendo únicamente a aquella voluntad que parte de la cosificación del mundo para desplegarse infinitamente sobre él, sino de la que es capaz de concebir su propia existencia material como cosa. El cuerpo –nuestro vínculo indisoluble con la naturaleza– es igualmente el blanco de la violencia de esa voluntad infinita. El cuerpo no es nunca idéntico a sí mismo, sino el resultado de las construcciones sociales que lo determinan, casi se podría decir que la vida contemporánea tiene entre sus metas borrar hasta donde sea posible la huella de la naturaleza en nuestro cuerpo y eso va desde la eliminación de los olores hasta la impronta de los modales, desde la domesticación del cuerpo en las fábricas hasta las cirugías plásticas, desde la asepsia hasta el cuidado del lenguaje. El despliegue de esa voluntad infinita desata el extrañamiento de lo que es más nuestro, el cuerpo, y nos relaciona con él como un eterno otro, no significante, dócil, civilizado,… siempre y únicamente res extensa.  

La naturaleza es un otro absoluto con respecto al ser humano. En el marco del capitalismo, esa escisión es absoluta. Los seres humanos deben mirar sin ver, escuchar sin oír, tocar sin sentir. Es la condición del despliegue de la voluntad infinita como razón instrumental, como hambre y depredación que devoran el mundo. Así se crea un círculo perverso: en su alejamiento de la naturaleza, el ser humano se produce a sí mismo de manera menos natural –¿anti natural?–, lo que a su vez lo aleja aún más de ella. En una modernidad desacralizada, sin dioses que escuchen, la razón dominante silencia la naturaleza provocando en el mismo movimiento el olvido del sí mismo, del origen y por ello mismo del sentido. De ahí que si la naturaleza no es más un significante, el ser humano tampoco lo es. El olvido de ella es el olvido de sí. El silenciamiento de ella es el silenciamiento de la propia voz. Y el silencio es la condición de la violencia. 

(Fin de la primera parte)

Primera parte
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Avance dificultoso del libre comercio mundial

Desde que inesperadamente se presentó mundialmente la crisis financiera, primero y luego económica, en los años 2008 y 2009, el mundo quedó expectante de lo que harían los países para enfrentar la desaceleración de sus economías. Vino al recuerdo la Gran Depresión de los años 30 del siglo pasado, donde los países reaccionaron cerrando sus economías a las importaciones y utilizando la devaluación monetaria como mecanismo de protección de sus economías nacionales. El resultado fue el desastre total en la economía mundial. La dura lección que dejó esta dramática crisis es que las barreras al comercio mundial no ayudan al crecimiento de la economía mundial, sino por el contrario la perjudica.

Hace poco se llevó a cabo la cumbre anual del denominado G20, en China, que agrupa a 19 países más la Unión Europea. Esta reunión se produjo en un ambiente de mucha incertidumbre tanto política como económica. El crecimiento económico global no es el deseado, sin embargo, EE.UU. la primera potencia económica del mundo está repuntando y China continúa con un buen ritmo de crecimiento, aunque ya no sea del orden del 10 por ciento, que por varios años ese gran país mostró.

Hay que destacar que este grupo de economías representa el 85 por ciento de la producción mundial, por lo que sus intenciones son fundamentales y afectan a los demás países del mundo. Se reconoció que hay un auge del discurso proteccionista en los países.

Según datos que provee periódicamente el Fondo Monetario Internacional (FMI) se puede observar que la economía mundial se ha ido desacelerando desde un 5,4 % para el año 2010 hasta un 3% para el año 2015. Se espera que en los próximos años la economía mundial se mueva en torno a un 3,5 por ciento, lo cual es una buena noticia. La Unión Europea hace rato no está pasando por un buen momento. El año 2015 creció casi al 2,4 % y se espera que en adelante no supere el 2 %. China que creció a un impresionante 11 % el año 2010, fue declinando paulatinamente hasta llegar a un 7 % el año 2015, que se lo debe seguir calificando de excelente. Las estimaciones del FMI señalan que China podrá moverse en los próximos años a una tasa del 6 %.

En este contexto es destacable y aplaudible que los líderes del G20 rechacen al  proteccionismo y apuntalen el libre comercio mundial. El presidente del país anfitrión de esta reunión, Xi Jinping dijo, al cerrar el evento: "Queremos revivir los motores de crecimiento del comercio internacional y la inversión. Respaldaremos mecanismos de comercio multilaterales y rechazaremos el proteccionismo para revertir el declive del comercio global".

Lo importante es que el G20 se declaró en favor del libre comercio, como un principio que debe regir el mundo, en contraposición al aislacionismo de los nacionalistas, de diferentes tendencias ideológicas, que están emergiendo en diferentes países del mundo.

Habiendo destacado el hecho de la acertada conclusión de la cumbre del G20, se debe subrayar que llevar a la practica completa este propósito enfrentará muchos escollos, ya que cada uno de los gobiernos representados en dicha cumbre, tienen que armonizar al interior de sus países una diversidad de intereses de grupos económicos importantes, tarea harto difícil. Por esto es adecuado recalcar que las acertadas conclusiones del evento comentado son buenas declaraciones pero de inseguro cumplimiento.

China logró disminuir la pobreza- según la Directora del FMI- en 700 millones de personas gracias a su integración al comercio mundial. Gracias a sus bajos costos salariales se convirtió en un país que atrajo a la inversión extranjera directa de manera masiva, con ello a las empresas transnacionales. Todo esto hizo de China la economía de mayor crecimiento en las últimas décadas

Un ejemplo de lo difícil que es hacer realidad el libre comercio mundial son los problemas por los que está atravesando la Unión Europea. No hay que olvidar que cuando se habla de esto también se está hablando de la libre circulación de personas, lo cual está siendo sometida a barreras por las masivas migraciones a los países de la Unión como consecuencia de los graves conflictos que se vive en Siria y, en general, en el Medio Oriente.  Se debe tener cuidado con los discursos anti migración que está influyendo sobre los trabajadores de los países desarrollados, dado que, sin duda alguna, la migración hace que en esos países aumente la oferta laboral, lo cual no gusta a éstos  porque crece la competencia, y. por tanto, no pueden subir los salarios. Por principio, a cualquier oferente de lo que sea no le gusta la competencia.

Otro ejemplo es que hasta ahora no se puede concretar es el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP), también denominado Area de Libre comercio Trasatlántico, cuyo propósito es suscribir un tratado de libre comercio entre la Unión Europea y los EE.UU.  Esto es vital para avanzar hacia el libre comercio mundial porque se habría logrado que la mitad de la producción mundial ya se rija por este principio. En este contexto, lamentablemente, el que mejor encarna la oposición a este tratado en los EE.UU. es el candidato republicano Donald Trump, quién se ha convertido en el abanderado del proteccionismo de la economía norteamericana. De salir elegido Presidente, hay que darlo por seguro que dicho tratado tendrá serios tropiezos.

Con acierto, el Presidente Macri de la Argentina destacó que había que combatir el proteccionismo agrícola que se encuentra muy fuertemente arraigado en los países europeos.

La Paz, septiembre de 2016

*Profesor emérito de la UMSA y expresidente del Banco Central de Bolivia

 

 

Economía de mercado
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