Como se preveía desde la previa, el partido fue una batalla de carácter. El equipo boliviano tuvo que soportar que hinchas del conjunto peruano vayan a su hotel de concentración a tirar fuegos artificiales y hasta disparos de armas de fuego. En la cancha, jugó ante un estadio repleto y un ambiente hostil, además de un equipo que lo apretó los 90 minutos.