Blog de Diego Ayo

La Haya y las contradicciones

Estoy orgulloso con lo ocurrido en La Haya. Cabe decir con absoluta honestidad intelectual que el presidente Evo Morales tuvo un liderazgo invaluable. No sé si algún día volveremos al mar, pero si sé que ver lo que he visto, no es poco: un Presidente lúcido, un par de expresidentes de impecable actuación, un canciller de firmeza incuestionable en las dos o tres ocasiones que le tocó intervenir, un cuadro de especialistas de renombrado prestigio internacional defendiendo nuestra causa y, sobre todo, esa sensación de que por fin, alguna vez, tenemos una política de Estado y, por eso, nos importa un bledo nuestras diferencias políticas. Sin embargo, me doy cuenta, ya más frío, que lo que vi es la excepción en una realidad donde los aspectos sobresalientes atestiguados en Holanda, pues se quedaron allá.

Y es que cuando escucho con agrado a mi Presidente abogar por este propósito común reclamando la más absoluta transparencia de los jueces –"cuidadito que ese juez que ayer fuera contratado por Chile, hoy nos bombeé”-, me percato de la paradoja: no sucede lo mismo a 100 metros de la plaza Murillo con jueces, en este caso aquellos electorales, groseramente parcializados. En este caso, Evo calla. No solo eso, les ordena: "La oposición ganó Tarija, nosotros Beni”. Y claro, así fue. Vaya ironía con nuestro reclamador Presidente. Reclama a un jurado a 20.000 kilómetros y azuza al propio a dos manzanos.

Disfruté pues al observar que nuestro país se sumergió de lleno en este mundo de la justicia a través del derecho internacional, confiados en la justicia que ha sabido crear nuestro planeta. Confiados en el Estado de Derecho. Pero claro, inmediatamente me percato de la realidad aquí, en nuestras narices: la justicia boliviana se cae a pedazos. Los datos sobran y las soluciones causan pena (lo del referéndum no parece ser lo más sensato). A estas alturas sé que el exigido Estado de Derecho fuera, es un pisoteado Estado de Derecho dentro. 

También  me sentí representado por mi Presidente cuando les echó en cara que ni siquiera cumplen los tratados internacionales con su propia población. Se refería a los mapuches y me pareció que era un argumento válido, y es que se hacen los exquisitos con su pureza religiosa respecto al Tratado de 1904, cuando ni cumplen un tratado de 2007 (la Declaración de Pueblos Indígenas). Claro, pasados 20 minutos de haber gritado ese golazo, prendo la televisión y lo veo al dirigente máximo de las seis federaciones avalando el huayqueo feroz a cocaleros que osaron convertirse en oposición al MAS en pleno Chapare. El gran argumento me pareció ya obsceno al oírlo afirmar que "el camino al TIPNIS, va o va”. Vaya contradicción. 

Del mismo modo, me agradó ver que Evo se apoyó en acciones que tomaron añejas autoridades. La más descollante es, sin dudas, la que tomó el dictador del abrazo de Charaña. Me encantó darme cuenta pues  que nuestro Presidente por fin aceptaba que un país se construye con derechas e izquierdas, errores y virtudes, blancos y negros. Ello tácitamente nos decía: "la historia no comienza conmigo y respeto a los bolivianos que me antecedieron”. ¿Y eso? Chau, prendo el televisor y ya lo veo al líder hablar de Oliva, el de la CIA, de la derecha oligárquica del Beni que fracasó por 50 años y, ahora último de la derecha (sí, derecha) de Viacha (¿?). Vaya. Todo en su lugar.

En todo caso, lo que me causó más dicha fue atestiguar que por fin se entendía que los recursos humanos son el elemento más importante a efectos de construir un país. No me quepa la menor duda que estos jueces internacionales se llevaron un buen fajo de billetes. Y eso me satisfizo, pues recordé que la demagógica política de reducción salarial ("nadie gana más que el presidente”) sólo garantiza, y lo ha hecho, mediocridad y corrupción en la gestión pública. Afortunadamente en este caso no escuche al Presidente decir que bajará más los sueldos, pero sé, de todos modos, que los incrementos salariales de 2006 en adelante  son menores a los niveles de inflación. Ergo: nuestro poder de compra disminuyó. Lo de La Haya es la excepción. 

En esta misma línea de los recursos humanos, darme cuenta que tener un objetivo claro –el retorno al mar- nos puede llevar a ser demoledoramente ganadores (aunque perdamos), pues el sólo hecho de tener a cerebros pensantes de todo color bregando por nuestra causa es sencillamente destacable. Un nuevo aplauso a Evo. Pero, claro, escucho al histórico Presidente hablar del nuevo satélite, el estadio de Cochabamba y….uff, todas políticas de aplauso fácil. ¿Por qué no tenemos iguales equipos en desarrollo rural y seguridad alimentaria, ciencia y tecnología, salud y demás áreas que requieren ser intervenidas, con seguridad con mayor premura que el mismo mar? Graciosa ironía. Capos fuera, estadio-fílicos dentro.

Por último, me encantó ver la fuerza con la que mostramos nuestra intención irrenunciable de salir al mar y, sobre todo –ese el trasfondo-, depender menos de Chile. Sin embargo, ya escuché a Evo anunciar millonadas en nuevos teleféricos o en proyectos concernientes al litio (más bien que lo de la energía nuclear por 2.000 millones se lo tienen callado). ¿Y el mar? ¿No sería mejor meterle los 1.400 millones de dólares que calcula el prestigioso internacionalista Gustavo Fernández en la Hidrovía Paraguay-Paraná y salir campantes al Atlántico y otros 1.000 millones en Ilo y Matarani?, ¿no sería sensato hacerlo ya que nuestra intención es llegar al mar? No lo sé, pero sé que ésta es otra más de las contradicciones que saltan a la vista.

Séptimo Día
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El retorno del soldado

El día que leí a Negri y Hardt, los teóricos de Imperio, que resultaron ser autores de cabecera de nuestros gobernantes actuales, me di cuenta que la noción que tienen de “hacer política” es una sola: la política es guerra, vivimos una tercera guerra mundial con un Imperio abusivo que se pasea guerreando por el mundo cuando así le viene en gana, y los líderes anti-imperialistas han sido y son geniales sea que hayan sido unos criminales/genocidas, estilo Mao o Stalin. ¿Simplifico? Claro, no hay duda que sí, pero aunque usted no lo crea, amable lector, no lo hago mucho. Las consideraciones teóricas, narraciones históricas descripciones políticas y/o los usos estadísticos tienen un solo fin, en los ensayos de estos caballeros: dejar en claro que el Imperio nos quiere vencer y que, por ende, hay que hacerle frente. No hay tregua. ¿Y la democracia tal como la vivimos hoy en día (como una democracia representativa), qué significado tiene en este imaginario? No existe, es mero truco publicitario de los poderosos de turno que juegan con la psiquis colectiva, haciéndole creer que decide, participa y se beneficia. En verdad, quienes definen lo que va a pasar en el planeta son “ellos”: el “Imperio”. En ese escenario de guerra permanente, los gobiernos que no se auto-definan como libertarios y revolucionarios, son enemigos, meras correas de transmisión de ese Imperio. Hay pues que derrotarlos.

Es difícil negar que hay una gran dosis de verdad en este relato. Sin embargo, es aún más difícil no percatarse de que llevar este razonamiento a su vértice más extremo sólo puede tener una única conclusión: vivimos en guerra y, por tanto, hay que guerrear. La democracia sólo se convierte en otro campo de batalla. Las urnas son los fusiles y las bombas de las guerras clásicas. Ello deriva en otra conclusión: la democracia no es un orden político superior, no es un punto de llegada, no es un horizonte prescriptivo, no es un espacio de deliberación, no es un ámbito de construcción política. No, es sólo un campo de batalla más, donde la meta es clara: aniquilar al enemigo.

¿Por qué hago esta introducción? Por una simple razón: nuestro entorno palaciego, con el Vicepresidente a la cabeza, cree en esta concepción de la política. Es su cosmovisión del mundo. Ello, por eso, no los convierte en demócratas sino en soldados de la revolución. Por tanto, si es así, ¿cómo entiende esta derrota electoral nuestra cúpula guerrera? Para responder esta interrogante conviene retroceder un poco en el tiempo.

Ir al periodo 2000 a 2008 es imprescindible para dar una respuesta más precisa. ¿Qué sucedió en aquella larga coyuntura? En aquella coyuntura los guerreros tuvieron la oportunidad de lucirse. La guerra mundial del Imperio contra el mundo en desarrollo se hacía patente ya no en lejanos lares de este planeta sino en casa. Qué fortuna para estos infatigables buscadores de guerra. Y es que sí: los guerreros no existen por qué hay guerra, sino que hay guerra por qué hay guerreros. Y el guerrero ya existía allá por los 90s realizando algunos atentados. Sólo que había un problema: era un tiempo de relativa paz. Era como si alguien se pusiese a navajear a la gente en el Ventura Mall: desubicado, en tiempo y lugar (ya les sucedió lo propio a algunos guerrilleros, algunos lustros antes). ¿Qué había que hacer entonces? Pues crear ese discurso. Convencer a todos que había una guerra en curso y que había que pelearla. No es pues errado decir que este periodo fue genial para estos señores. Les permitió ponerse sus mejores trajes militares. Guerrearon. ¿Fue útil su guerra? Sí, seguro que sí. Cabe recordar que había, entre otros elementos, élites racistas/separatistas/anticolla a las que había que vencer (más que convencer). Por ello, la guerra si bien fue inventada, tenía mucho de legítima.

En todo caso, lo que resulta pertinente tener en cuenta es que desde el 2008, estos valientes soldados de la revolución (mundial) debieron colgar los sables o al menos usarlos con menos frecuencia. La guerra había concluido o menguado. Se conquistó casi todos los rincones del país. El general/estratega respiró triunfante. Empero, vaya paradoja, su triunfo significaba paralelamente el inicio de su propia derrota personal. Y es que terminada la guerra o atenuada, su rol era menos importante. ¿Qué hacer pues si ya no había terroristas para mandar al cadalso, USAID ya estaba fuera y las “oligarquías” del oriente finalmente habían pactado? Pues qué duda cabe: de cara al mundo, apelar al mar –eso siempre permite usar las armaduras- y de cara al país, perder una elección. ¿Qué? Pues sí, no digo ni remotamente que el guerrero haya buscado estas derrotas. No, no lo hizo. Pero además de permitirle purgar algunos enemigos internos (“vamos a castigar a nuestros dirigentes traidores que pidieron el voto cruzado”, me dijo un funcionario del MAS), el guerrero aprovechará este momento para entrar nuevamente en vigencia: ¡!al fin hay enemigos!! Y enemigos que no sólo han conquistado algunas regiones (igualito que en guerra militar) sino que quieren ya en 2019 conquistar todo el territorio. ¡Quitarles “su” territorio! No, no lo pueden permitir. La guerra ha re-comenzado y hay que ganarla. ¿Cómo? Bloqueando en las ochos asambleas departamentales en las que tienen mayoría, mandándole a la Sole huestes FEJUVEscas/CORescas, negándole a Revilla créditos externos, inventando más juicios contra Costas, aseverando que Oliva es de la CIA y un largo etcétera de muchas medidas “militares”.

¿Y el estratega, entonces?: “Ufa, graaaacias opositores, me han permitido recuperar mi sable y mi traje de batalla. ¡Recuperaremos “nuestros” dominios”. ¡Patria o muerte!”.   

Séptimo Día
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A “trabajar sólo con los suyos” don Evo

El MAS afirma, a través de sus máximos voceros, nada más y nada menos que el Presidente y el Vicepresidente, que no trabajarán con alcaldes y gobernadores de la oposición. ¿Qué tal? Si no fuese verdad, pensaría que estoy en algún concurso de esos con respuestas variadas de falso/verdadero donde sólo una respuesta es verdadera.

  1. El último que dijo que no trabajaría con la oposición fue Bagosora, el genocida de Ruanda, que no quería trabajar con la oposición Tutsi.
  2. El MAS hizo tan mala gestión en los municipios donde estuvo, que no puede hacer campaña mostrando resultados. Debe apelar al jefecito autoritario.
  3. Es una medida inteligente. Es una campaña electoral y en ella vale todo.
  4. Muchos analistas y comunicadores no han dicho nada al respecto, lo que demuestra que no es noticia importante.
  5. Todas son verdaderas

Mi ingenio me dice que la opción a tiene que ser errada: el último no fue Bagosora, fue Evo. Y de yapa fue García. Falsa pues.

¿Qué tal la opción b? Suena bien, pero el gobierno dice que con el programa Evo Cumple, las cosas fueron bien y que cuando coordinan entre el gobierno central, los gobiernos departamentales y los gobiernos municipales, el desarrollo está garantizado. O sea: falsa. Ya van dos falsas. ¿Cuál, mis amigos, puede ser, entonces la respuesta verdadera?

Veamos la c: es una medida inteligente pues en guerra electoral, vale todo. ¿Verdad? Para nada. Sólo una tropa de vivillos cree que la democracia es sinónimo de guerra, y que, por tanto, se puede mentir, insultar y, sobre todo, sincerarse de un modo tan “sano”, a efectos de persuadir a la gente de que vote nomás por ellos. ¡Asco! Siempre se dijo que la democracia no puede ser acorralada por los platudos pues devendría en plutocracia o por corruptos pues devendría en cleptocracia, pero nadie dijo qué pasa si quedamos en manos de algunos avivados. ¿Pendex-cracia? No sé, pero sé que la respuesta c es igualmente falsa.

Vamos a la d: sí, muchos analistas y comunicadores no han dicho nada. Incluso algún exanalista, hoy convertido en candidato, no criticó la medida. Ello lleva a pensar que por fin dimos con la respuesta correcta. ¿Es así? ¡Pero por Dios que no! Qué una tropa de oportunistas, desmemoriados y llunkus, se hagan los opas con semejante sinceramiento abusivo y (hasta) anti-estético (que feo se ve a un Vicepresidente decir lo que dijo con semejante arrogancia), significa sólo que cuando don dinero habla, doña beca habla, o doña pega habla, los cerebros se embotan y las palabras no salen. Falsa pues.

¿Y la opción e? No hay mucho que hablar. La opción e es falsísima, pues las opciones previas son falsas. Ay caramba, todas son falsas. ¿O no? A ver, me tinkó la b como la opción más cierta. Veámosla en detalle: “el MAS hizo tan mala gestión en los municipios donde estuvo, que no puede hacer campaña mostrando resultados. Debe apelar al jefecito autoritario”. ¡Epa! Ahora que la veo creo que no hay duda. Esta es la opción verdadera. ¿Ejemplos? Sí. ¿El Cholango? Mal alcalde. Los cochalas tienen menos agua que antes de la Guerra del Agua. ¿El Patana?, no tan malo pero mientras no diga que había en ese sobre, no hay duda que pesa sobre su cabeza la falta de transparencia. La percepción es simple (quizás injusta): si de dirigente recibía sobrecitos, de alcalde posiblemente agudizó su ingenio recaudador (por cierto, con la misma población que La Paz, su municipio sólo recauda 180 millones frente a los 1000 millones de Revilla). ¿El gobernador paceño? Fuera, ya no es ni candidato. ¿El gobernador cochabambino? Fuera, igual que su homólogo de La Paz. ¿Los sacaron porque eran eficaces? Lo dudo. ¿El gobernador tarijeño? Su mayor logro fue haber incrementado el empleo: la gobernación contrata tres veces más de gente. ¿Los municipios rurales orureños, paceños y potosinos manejados por el MAS? Mal, lo hicieron mal. En una investigación preliminar, comprobé que ejecutan entre 3 al 5% menos que los municipios donde no está el MAS.

No sigo. Lo que se ve es que por donde pasó el MAS, la gestión autonómica fue de mediocre a mala. Recibir regalitos del Evo Cumple, no las hace mejores. Todo lo contrario. Demuestra que los amedrentados alcaldes y gobernadores, tuvieron que ejecutar lo que les permitían los mandamases de la Plaza Murillo. ¿Y la autonomía? No hay: el gobierno central promulgó una serie de leyes que re-centralizan los recursos, traban la gestión autonómica, denotan improvisación y un largo etcétera.

Por ello, ¿debería preocupar que el gobierno no trabaje con los opositores? Sí, por la mala fe del gobierno, pero NO, y éste es un rotundo NO, si se busca la eficiencia. Concluyo sólo con un ejemplo: teniendo a Evo, al gobernador y al alcalde, todos juntos en Cochabamba, no hay parque de industrialización, su tranvía ya prometido en 2010 fue eso: promesa, el Río Rocha o la Laguna Alalay están peor, más de la mitad de la gente aún no tiene agua a pesar de los “esfuerzos” en Misicuni. Mal. Pero no es lo peor. Lo peor es que ese gobierno que dice que va a trabajar sólo con los “suyos” quiere….(agárranse estimados lectores) ¡construir un estadio! Pucha, que sigan nomás haciendo campaña diciendo que sólo trabajarán con los suyos. Ya vemos que así sólo hacen crecer a los Revilla, Patzi, Leyes y demás no siempre tan conocidos, que seguirán luciéndose aprovechando la ineptitud del MAS. 

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Racistas del Megacenter

Debo iniciar esta columna con una constatación evidente para quienes me conocen, pero no para quienes no lo hacen: soy q´ara. Nací en el seno de una familia criolla, ella, mi madre tuvo siempre un apodo: “la Gringa”; y él, mi padre, fue para algunos despistados que lo querían provocar el “Wink” (en la botella de un refresco que se llamaba wink, aparecía la figura de un vikingo de barba larga, igual a la de mi progenitor). Queda pues claro que desciendo de colonizadores. Por tanto, si critico a algún conciudadano alteño que ingresa al Megacenter y se lleva el papel higiénico del baño (algo que pude atestiguar con estos ojos claros que Dios me dio), debo ser racista. Debo no entender este proceso de cambio y debo, por supuesto, ser facho. No hay duda. Qué choco despreciable.

Pero, ¿sera así? Por supuesto que no. Me niego a aceptar este apelativo, por el hecho de criticar alguna tropelía de algún ciudadano alteño. Quiero pues justificar mi posición expresando algunas ideas. En primer lugar, cabe afirmar que detesto las reflexiones destinadas al aplauso fácil: “que hermoso que por fin podamos ver una película con una cholita al lado”. Claro. Decir lo contrario sería como ir en contra de la felicidad humana o el desarme mundial. Son pues posturas para mostrar un espíritu progresista, de fácil pero acrítica venta. Jaime Iturri encabeza la lista de este tipo de reflexiones, mostrando su sensibilidad a toda prueba. Pero en verdad ese no es el asunto. Yo firmo cada línea de su columna escrita en La Razón y no por ello no me permito ver las cosas con ojo crítico. 

En segundo lugar, creo que si hay elementos que no merecen ser enlistados pero si tomados en cuenta como el que mencionaba antes: el llevarse el papel higiénico. ¿Merecen criticarse? Pero no tengo dudas que sí, y con contundencia, no amilanados por ningún paternalismo encubridor. Sin embargo, es aquí donde quiero hacer tres puntualizaciones. Uno, el hecho de que tres o cuatro alteños hagan algún daño, no significa que los alteños lo hagan. Significa que tres o cuatro alteños lo han hecho y hacen. Vale decir, no hay un sello étnico/cultural en llevarse el papel (entre otras cosas). No, se trata de la simple constatación de que en un colectivo social, siempre hay una minoría que genera hechos anómalos (digámoslo así). Reitero: minorías, pero no por ello no criticables. Dos, en toda transición siempre hay hechos que rompen los esquemas. Recuerdo que en mis años de estudio en España, llevé la materia “transiciones políticas”. El curso comenzó con una anécdota: “una vez que muere Franco y que el Opus Dei queda fuera de la política, 7 chicas toman la decisión de hacer una competencia para ver quién lograba tener más relaciones sexuales en tres meses. Ganó una sevillana con 38 veces. Años después esa feliz triunfadora, era madre de dos hijos y fiel esposa”. ¿Qué quiere decir ello? Que en periodos de cambio y consecuente transición, y no hay duda que el que vivimos gracias al Teleférico es un cambio con su respectiva transición, se viven sucesos excepcionales. Son coyunturas donde las piezas aún no están donde deben estar, y hasta que se amolden, generan todo tipo de expresiones políticas/culturales “exageradas”. Finalmente, tres, por ello mismo, es fácilmente comprensible que actitudes desmedidas de ambos lados, y en especial desde el lado criollo, no deben ser tan demoledoramente criticables. Ya veremos como en sólo algún tiempo, será de lo más normal todo esto. Dejemos pues que como las españolas de mi ejemplo, los sureños tengan su transición. 

En tercer lugar, quiero manifestar mi profunda felicidad por lo que sucede. Pero no por las razones hasta casi lacrimógenas que presentaba Iturri. No, mi felicidad es por saber que mi criticado horizonte de vida de clase-mediero de la zona sur, es hoy compartido por nuestros hermanos de El Alto. Me explico: más de una vez reivindique que parte de mis “usos y costumbres” era ir al Megacenter a ver películas gringas y soñar con llevar a Disney a mis hijos (o ir sólo, pero ir). La réplica devastadora de algún grupo de pensadores “progresistas” se hizo sentir como risa: “yaaa, que falta de valores, che, ¿cómo va a ser pues tu ideal ir al cine y a Disney?” Pues ya ven. Ya no estoy sólo, hay miles de compatriotas que hoy descienden de las alturas y comparten conmigo este ideal. Y es aquí que aprovecho para preguntarme: ¿no será que esta es la famosa descolonización de la que tanto hablaban los señores del gobierno? Una sugestiva descolonización: viendo películas gringas, comiendo pipocas y usando tecnología de punta. Genial. Eso nos hermana más que nada: compartir valores culturales que los vamos haciendo propios (eso no quiere decir que no abogue por que haya más películas nacionales). Y es esa la verdadera descolonización y no los matrimonios en t´ojpa que organizaba Idón Chivi.

Finalmente, quiero concluir diciendo que la frase “no soy racista” representa un horizonte prescriptivo para que cada día luchemos contra este mal. No es algo dado desde hoy y para siempre. No. Es como una enfermedad con la que hay que convivir. Y para hacerlo, no es útil negar lo que somos. Y yo sé lo que soy. Sé que más de una vez sentí un vergonzoso sentido de superioridad por el solo hecho de haber estado en un colegio de la zona sur o tener este color rosáceo. Sé que todos los días me debo acordar que el “Cabritas”, el Santiago Cabrera, aymara migrante, en aquellos lejanos días cuando jugaba en el club “Pucarani”, era el capitán; el Adhemar, ciudadano descendiente de aymaras en la UMSA, donde estudié, era un genio o que mi querido Chiri, aymara urbano, bailaba con más cadencia que yo en la poderosa Morenada Central. Y cuando lo hago, sé que todo esto que vivimos es genial….pero no perfecto.  

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