¿El vidrio puede reparar los huesos?
Hoy en día existen nuevos productos médicos que pueden revolucionar como nunca antes la cirugía de huesos y articulaciones.
En 2002, Ian Thompson, especialista en reconstrucción facial en King´s College de Londres, recibió una llamada urgente.
Un hombre de unos 30 años había sido atropellado por un auto fuera de control.
El impacto lo catapultó sobre el capó, destrozándole la cara y fracturando en múltiples fragmentos el delgado hueso que forma la cuenca del ojo en el cráneo.
“Sin esa cavidad, tus ojos se retraen hacia el interior del cráneo, como un mecanismo defensivo automático”, explica Thompson.
“El paciente sufría de visión borrosa y pérdida de foco. Perdió la capacidad para percibir colores. Trabajaba en el servicio técnico de aviones y nunca más podría diferenciar un cable rojo de uno azul. Prácticamente no pudo trabajar en tres años”.
Hueso por hueso
Desde el accidente, los cirujanos trataron desesperadamente de reconstruir esa zona del hueso, para colocar el ojo en la posición correcta.
Primero utilizaron implantes y luego fragmentos de huesos de las costillas del propio paciente. Pero ambos intentos fracasaron.
Las intervenciones desencadenaron infecciones, causándole mucho dolor.
En ese momento los doctores se quedaron sin ideas, hasta que apareció el implante de vidrio, moldeado para sustituir el hueso afectado.
Injerto de vidrio
La idea de utilizar vidrio -un material por naturaleza quebradizo- para reparar algo puede sonar ilógica.
Pero este no es un vidrio cualquiera.
“Si tu colocas un pedazo de vidrio de ventana y lo pones en el cuerpo, el material quedará cubierto por los tejidos, pero luego comenzará a desplazarse y finalmente será expulsado”, explica Julian Jones, experto en biovidrio, del Colegio Imperial de Londres.
“Cuando colocas biovidrio en el cuerpo, comienza a disolverse y a liberar iones, los cuales tienen una suerte de comunicación con el sistema inmunológico para decirle a las células qué deben hacer”.
“De esta forma, el cuerpo no rechaza el material, y se puede pegar al hueso y al tejido alrededor. Con ello se crea una buena sensación y se estimula la regeneración del hueso”, comenta Jones.
Casi instantáneamente el paciente recuperó la visión, y la percepción de color y profundidad.
Mejor que el hueso
Thompson ha usado placas de biovidrio en más de 100 pacientes que han sufrido accidentes en autos o motocicletas.
“El biovidrio funciona mejor que los implantes con huesos de la misma persona, porque hemos descubierto que va extrayendo lentamente iones de sodio a medida que se va disolviendo, matando bacterias existentes en la zona”.
“De esta forma, casi por casualidad, tenemos este efecto antibiótico suave que elimina las infecciones”, advierte Thopmson.
El biovidrio fue inventado por el científico estadounidense Larry Hench, en 1969.
Durante los últimos 10 años, los cirujanos han utilizado biovidrio en forma de polvo, que se ve y se siente como una masilla arenosa, para reparar los defectos óseos que surgen de pequeñas fracturas.
Cuando la gente se cepilla, el biovidrio se disuelve y libera iones de fosfato de calcio, los cuales se adhieren a los minerales de los dientes.
Al pasar del tiempo, este material va estimulando lentamente la regeneración.