En Brasil, organizaciones sociales y partidos opositores al gobierno convocaron a la población a salir en marchas contra la corrupción y la permanencia de Rousseff al frente del gobierno.

Según medios locales, la convocatoria fue masiva en muchas ciudades brasileñas, las más numerosas fueron las que tuvieron lugar en San Pablo y Río de Janeiro, las más pobladas, y en Brasilia.

En la capital del país, unas 100.000 personas según la Policía Militar o 200.000 según los organizadores marcharon unos dos kilómetros, desde el Museo de la República hasta la sede del Congreso. En Río de Janeiro, la manifestación tuvo lugar en la playa de Copacabana, donde no hubo datos oficiales pero los organizadores aseguraron que se congregaron unas 200.000 personas.

Además las asistentes se pronunciaron contra el expresidente Lula, acusado por enriquecimiento ilícito.

La presidenta Dilma Rousseff no se pronunció sobre la marcha, solo emitió una nota oficial en la que condenó la aparición de carteles en los que se reclamaba la detención de Lula, Rousseff opina que "confunden el debate político saludable con la diseminación del odio" y representan niveles de "provocación, violencia y vandalismo" que son "preocupantes".

Rousseff ha perdido apoyo y enfrenta una crisis de popularidad, por el escándalo de corrupción de Petrobras y por la situación económica del país. Durante la presidencia de Lula, Rousseff fue ministra de Energía y presidenta del Consejo de Administración de Petrobras.

La investigación del caso Petrobras procesa a políticos, legisladores, exfuncionarios, empresarios y ejecutivos. En los últimos días los fiscales del caso pidieron la aprehensión del expresidente Lula.