Opinión
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Max Raúl Murillo Mendoza
19/10/2025 - 17:36

Bolivia y la urgente necesidad de reconstrucción

La incertidumbre social y económica, están minando el espíritu de los bolivianos. Destruyendo la solidaridad y la hermandad entre bolivianos.

Nuestra golpeada y maltratada Nación, por nosotros mismos más que por fuerzas foráneas, requiere de urgentes visiones positivas que sean capaces de volver a soñar, a crear utopías e imaginarios de un país que puede ser sostenible: en su espíritu y su economía. La miseria y pobreza que siguen siendo el lastre a nuestras consciencias, son pruebas suficientes de que no estamos haciendo bien las cosas. Que no es suficiente sólo reflexionar y escribir de nuestros males, sino necesitamos actuar y poner en marcha acciones patrióticas, valientes y que sean constructivas.

Los rotundos fracasos de las izquierdas oligárquicas y derechas de toda laya e interpretación, nos condenan a más pobreza y miseria. Basta ver nuestras calles llenas de mendigos, dolorosamente niños, niñas, mujeres y ancianos, que piden limosna para la sobrevivencia. No requerimos diagnósticos científicos ni opiniones de oficinistas de la burocracia, que no tienen idea en donde realmente están, que sólo son piezas politiqueras.

Requerimos consensos patrióticos. De todos los sectores importantes de la economía, de la política y de los tejidos sociales urbanos y rurales. Consensos que sean inclusivos, consensos de visión patriótica para el mediano y largo plazo. La incertidumbre y el colapso político actual, son los enemigos de Bolivia de la coyuntura presente. La irresponsabilidad de dejar al país al borde de la tragedia y la miseria, simplemente merece guillotina no sólo de la historia sino realmente de un castigo jurídico a esos delincuentes de la política.

La incertidumbre social y económica, están minando el espíritu de los bolivianos. Destruyendo la solidaridad y la hermandad entre bolivianos. Estamos sumidos, por culpa de los politiqueros ignorantes de coyuntura, en medio de la violencia familiar y total, porque la profunda crisis económica y social destruye los tejidos sociales sobre todo en los sectores pobres y vulnerables. Pues no hay esperanza alguna cuando el hambre y la miseria hacen estragos, en las mentes y los cuerpos de millones de bolivianos.

Esos millones que se sacrificaron por hacer de Bolivia mejor; pero que fueron engañados y traicionados por las cúpulas burocráticas de los actuales politiqueros. Que son ciegos y ni siquiera ven la inmensa miseria y pobreza. La subida de precios de la canasta familiar todos los días, que deja en la cuneta a millones de bolivianos. Millones de bolivianos que siguen confiando con su voto, a pesar de todo, en la democracia actual.

El desorden, el caos, la ignorancia de autoridades, la prepotencia de caudillos que bloquean caminos sin tener consciencia real del daño que ocasionan y, sobre todo, de la violencia cotidiana en la que nos movemos todos los días, tienen que ser frenados por el bien de la Patria, por el bien del presente y futuro de las nuevas generaciones. Ese profundo daño que se ocasiona al espíritu boliviano, ocasionando costumbres brutales y asombrosas de una cultura de la pobreza y la precariedad total, en todas las actividades del pueblo boliviano.

Hay politiqueros que relativizan todos estos hechos, de manera ignorante e irresponsable. Realizan lecturas fantasmales y analfabetas, incluso culpando al imperio como forma de escape de sus responsabilidades. Pues ya no es posible tolerar semejantes discursos de hora cívica, cuando la realidad nos restriega en el rostro: miseria, pobreza y corrupción generalizada, producto y resultado de políticas fallidas y suicidas, que nos han dejado donde estamos.

Los patriotas son otro tipo de raza. Esos que muy poco ha producido la política boliviana, como un Marcelo Quiroga Santa Cruz, o algunos dirigentes del proletariado minero de los años 50, 60 y 70 del anterior siglo. Dirigentes patriotas que murieron precisamente en función de los más humildes de este país. Patriotas como los anónimos de todos los tiempos, que mueren y se sacrifican; sin embargo, jamás se les reconoce, ni están en los panfletos o en los libros de historia. Esas son las huellas que debemos seguir como país.

Requerimos reconstruir todos los tejidos sociales. Reconstruir todas las instituciones, donde tienen que estar los mejores profesionales de Bolivia. Los mejores patriotas del país. Los experimentos antropológicos nos han conducido a un callejón sin salida. Experimentos para disfrute de los que escriben alucinaciones políticas, para su deleite intelectual egocéntrico. Alucinaciones que les encanta la miseria y la pobreza, inventando felicidades en medio de las carencias materiales más insultantes.

Bolivia siempre tendrá sentido, a pesar de las modas politiqueras y de teóricos inventores burócratas que no conocen la Bolivia profunda. Muy entrado el siglo XXI no podemos seguir como en el siglo XIX. Ya es un insulto primario continuar con mentalidades cavernarias, brutales e impunes. Con instituciones utilizadas para destruir patrimonios históricos de todos los bolivianos. Con gentes que no tienen idea y consciencia del espíritu boliviano. Que no tienen idea de las naciones y costumbres buenas de los bolivianos.

Si recuperar lo nuestro necesite imponer pues que así sea. Sino no tendrá sentido Bolivia ni en el siglo XXI.

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