La precariedad como costumbre boliviana
Lo grave de la precariedad es que los pobres son los que pagan el precio más alto. Porque precariedad es lentitud institucional, burocracia al infinito, corrupción de por medio, desconocimiento del funcionamiento institucional y cómo no: falta de profesionalidad con competitividad en todos los campos posibles.

Desde nuestros líderes políticos, todo es precario y mediocre en Bolivia. No tenemos liderazgos de calidad, no tenemos políticos de calidad, no tenemos representantes regionales que nos representen realmente con calidad. Constatación y evidencia de cómo la costumbre de lo precario y mediocre, es la norma cuasi cultural en nuestro país. Desde las clases altas, hasta las clases bajas demostramos ineficiencia, total ausencia de eficacia y total ausencia de competitividad profesional e intelectual.
En la región seguimos siendo el furgón de cola en todo, incluido en el deporte. La pobreza y la marginalidad, el desorden y el caos son el sello boliviano, también como costumbres e incluso hecho folklor por algunas tendencias antropológicas. Dichos aspectos son el resultado estructural del sistema educativo, que hasta hoy no podemos resolver en su magnitud, en las exigencias internacionales que son protocolos necesarios y básicos.
Lo grave de la precariedad es que los pobres son los que pagan el precio más alto. Porque precariedad es lentitud institucional, burocracia al infinito, corrupción de por medio, desconocimiento del funcionamiento institucional y cómo no: falta de profesionalidad con competitividad en todos los campos posibles. Años y años de trámites, desde la justicia, hasta los más simples trámites judiciales e institucionales. Para nosotros no existe tecnología, no existe avances en las ciencias, sino sólo costumbres lentas e ineficientes.
Bolivia no tiene centros de alto rendimiento educativo. En ningún campo de las ciencias. Los profesionales con alto valor agregado en los conocimientos, tienen que migrar a todos lados del mundo, porque Bolivia no les da ni un ápice de oportunidades. Las mayorías tienen que quedarse en Bolivia, a soportar toda la precariedad del sistema. En semejantes ambientes precarios, pues lo económico es también precario.
Las instituciones no precisamente reclutan a los mejores profesionales, sino por los filtros de todo tipo menos los adecuados para los avances institucionales. Las cantidades enormes de universidades que hay en Bolivia, estatales y privadas, votan al mercado de trabajo miles y miles de egresados; sin saber realmente cuál es la capacidad del mercado boliviano para absorber tanta cantidad de profesionales. Por supuesto que no tenemos estudios en nada, respecto del mercado laboral y profesional. Todo es a ciegas desde las universidades, es decir todo es precario.
Ese engaño colectivo al que estamos acostumbrados, es parte de la precariedad de nuestros tejidos sociales. No importa caminar a ciegas, al azar, a la que te criaste como decían las abuelas. Contentarnos con poco es parte de la precariedad boliviana. Así, pues, en ese montón de la precariedad surgen políticos y líderes precarios. Sin visiones de nada, sólo respondiendo a la precariedad de la sociedad. Es decir, a la corrupción incluida. Sin valores comunitarios, ni valores citadinos. Engaño colectivo asumido por falta de otros espacios como alternativas.
Necesitamos una cruzada real nacional, necesitamos consensos urgentes con visiones políticas inteligentes e inclusivas, para ponernos de acuerdo al menos en la formación de nuevas generaciones de bolivianos, con visiones realistas, competitivas, en favor de construcciones institucionales al menos modernas y eficientes. En definitiva, con visiones en serio patrióticas y muy profesionales.
Formar cuadros bolivianos, con sentido patriótico nacional, requiere de inversiones necesarias y urgentes desde el Estado y lo privado, para salvar el terrible atraso en el que nos encontramos dependiendo de lo precario y mediocre. No es necesario inventar otras universidades o centros educativos, sino aprovechar los que hay para empezar esa tarea de resolver nuestros terribles problemas estructurales.
No podemos seguir con tanta insostenibilidad social, económica, laboral. Con tanta injusticia, porque todo esto es injusto para el país, para todas las clases sociales. La precariedad sólo es aprovechada por los más vivos y maleantes de la película, es decir quiénes tienen cuates de los caudillos pequeños y grandes, que son lógicas corruptas.
Hacer algo para resolver todo esto es hacer mucho. Más allá de los discursos, ponerse al hombro para empezar a resolver nuestros problemas estructurales es hacer Patria. Ni el neoliberalismo, ni el proceso de cambio han sido capaces de resolver los problemas estructurales, de pobreza y miseria de nuestro país. Seguimos nomás en la insostenibilidad total como país. Pues, los resultados son absolutamente claros. No aguantan interpretaciones tontas e ideologizadas.
El mundo corre, a pesar de los gobernantes y coyunturas históricas de regresión como el que pasamos. Bolivia no corre ni camina. Está estancada y mirando como el mundo corre. Por supuesto que no podemos ni caminar desde la precariedad, desde la corrupción, desde la mediocridad. Imposible correr: tener estrategias de país, de Estado y de sociedad.
Tomar consciencia de que la precariedad es injusta. Son los pobres y marginados de siempre los que pagan las consecuencias. Son los más desventajados, que son la mayoría del país, los que pagan todas estas injusticias estructurales. Pero incluso las clases altas y medias pagan las consecuencias terribles, porque no pueden desarrollarse en sus proyectos económicos ni de clase. Tomar consciencia que el atraso y la miseria no son precisamente cuentos antropológicos de sobrevivencia, sino indignantes y totalmente antihumanos y totalmente injustos.