Opinión
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Max Raúl Murillo Mendoza
26/02/2025 - 16:28

Acerca de las visiones de cambios en el mundo

Sin embargo, el saqueo del sur, la complicidad de las inversiones con la corrupción del sur, la destrucción y bombardeo de países como Irak, Afganistán, Serbia y otros, la imposición de métodos corruptos en la explotación de recursos naturales, que realizan los países industriales no han cambiado. Y probablemente no cambien nunca mientras este sistema siga en boga, en manos de la educada y civilizada manada occidental.

Las turbulencias del mundo se escuchan con estruendo, porque el mundo gringo se tambalea en sus propios errores y tragedias. Los medios de incomunicación por supuesto que se prestan a este circo mundial del reacomodo gringo. Los imperios de antaño se pelean entre ellos, pues ya no son competitivos frente a otros espacios económicos del mundo. Lamentablemente no hay nada nuevo respecto de las historias imperiales; pero sí reacomodos de poderes que seguirán cuidando sus intereses como siempre.

Dichas turbulencias ya vienen desde hace más de treinta años atrás, cuando el fin de la historia propuesto por Francis Fukuyama. Supuestamente la caída del muro de Berlín, era el triunfo total del liberalismo capitalista frente al comunismo y otras formas de pensar. Se puso de moda la globalización económica, porque les convenía a los países industriales para imponer su cultura occidental, abaratando sus procesos económicos. Pues llevar fábricas a China era muy práctico por los sueldos bajos. Negocio redondo.

Sin embargo, el saqueo del sur, la complicidad de las inversiones con la corrupción del sur, la destrucción y bombardeo de países como Irak, Afganistán, Serbia y otros, la imposición de métodos corruptos en la explotación de recursos naturales, que realizan los países industriales no han cambiado. Y probablemente no cambien nunca mientras este sistema siga en boga, en manos de la educada y civilizada manada occidental.

En definitiva, los cambios y las buenas nuevas sólo sirven para el norte de este mundo. Para el sur sólo son noticias normales, en medio del saqueo, de la corrupción, de las migraciones sangrientas de millones de habitantes hacia al norte. Los gringos están preocupados por la guerra de Ucrania, hasta hay opiniones “humanitarias” de parte de los emperadores del norte; pero les importa un comino respecto del genocidio de Palestina. No podemos culparles de su racismo congénito e histórico; sólo mostrarles al menos el espejo de su propia historia sangrienta.

Cierto que hay cambios profundos por todos lados del mundo. Cambios que están modificando las maneras de ver el mundo en todas las sociedades. Pero los esquemas tradicionales de la política como izquierda y derecha, siguen nomás de moda en sus visiones atrasadas y casi cavernarias a estas alturas del partido. Lo cual frena y perjudica para otras formas de interpretación de la realidad.

Por ahora no hay realmente mapas claros para caminar en función de nuevas construcciones de sociedad. Todo es incierto, inseguro, totalmente oscuro. Al parecer estamos en una enorme transición hacia algo enorme. Muchos temas clásicos se están derrumbando y otros simplemente ya no tienen sentido. Como el mismo concepto de democracia y sus instrumentos de funcionamiento, pues han perdido legitimidad y realismo por todo el mundo. Sobre todo por el sur del mundo, donde la democracia o lo que se supone de ella está destruyendo los tejidos sociales y las instituciones vía corrupción generalizada.

En esta profunda crisis mundial, no nos queda otra que pensar (ojalá) tareas estratégicas y concretas, para sobrevivir como país. Nos queda inventar o construir un Estado real y que por fin responda a nuestras propias necesidades y realidades. Esas enormes tareas implican consensos entre todos. Requerimos por cierto líderes inteligentes y con visiones de consensos. Líderes con visiones regionales de países y con visiones mundiales. Para conectar sueños y cambios entre nosotros mismos, y luego lanzarnos al mundo.

Hay que volver a globalizar la justicia social, las reciprocidades del norte con el sur, las conexiones de las ayudas y cooperaciones económicas y humanas, que tienen sentido en los equilibrios económicos desde las visiones humanitarias, de retorno de alguna manera a los diálogos de los consensos mundiales en todos los campos posibles: cambio climático, justicia social, redistribución de la riqueza, intercambio de conocimientos y democratización real de las estructuras políticas mundiales.

De nuestro lado tenemos que apostar en serio a la ciencia; tenemos que apostar a la educación, pues lo que tenemos es anacrónico y absolutamente obsoleto frente a los enormes desafíos nacionales y mundiales. Nos queda demasiado para la soberanía alimentaria y la producción sostenible. Ni siquiera el pan que comemos es nuestro, porque hasta el trigo importamos por inutilidad en la producción.

Ojalá estos cambios mundiales, o reacomodos imperiales, sean una oportunidad para nosotros en un reordenamiento nacional. Con visiones precisamente nacionales, construyendo políticas en serio desde el Estado, donde las mejores mentes y los mejores trabajadores sean los encargados de semejantes desafíos. Lo contrario, pues, significará seguir nomás en la periferia de la periferia, en la pobreza absoluta y la dependencia económica por los siglos de los siglos.

Ojalá articulemos liderazgos nacionales de consensos. No los papagayos que ya conocemos desde hace cincuenta años. Fracasados y de discursos trasnochados de chicherías mugrientas y periféricas. Provincianos de visiones cavernarias y obsoletas. Ojalá las nuevas generaciones reacciones ante esta demanda mundial de nuevos líderes: sanos, valientes, inteligentes, patriotas y con propuestas mundiales. En fin.

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