Opinión
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Max Raúl Murillo Mendoza
10/10/2024 - 10:45

Occidente contra el mundo

La cavernaria visión sangrienta de la política, que no se ha modificado en miles de años, es la guía moderna de la política actual. Cuanto más sangrientos son los caudillos modernos, más justificaciones tienen en la sociedad.

La historia universal no cambiará mientras la actitud guerrera de occidente no cambie. Esa raíz cultural guerrera, en todas las ideologías que exportó occidente en estos siglos (izquierda o derecha), tienen características de destrucción y saqueo que simplemente siguen destruyendo el mundo. Y pues, cómo no, las respuestas tienen que ser también justas: terrorismos, guerrillas, revoluciones. Si continúan los genocidios como en  Palestina, es muy justo que se multipliquen las guerras santas o los senderos luminosos por todo el mundo.

La cavernaria visión sangrienta de la política, que no se ha modificado en miles de años, es la guía moderna de la política actual. Cuanto más sangrientos son los caudillos modernos, más justificaciones tienen en la sociedad. Ese es el grado de subdesarrollo de la política actual. No hay diferencias entre el norte y el sur del mundo. Los Trump en el norte, tienen sus colaterales caudillos ignorantes por el sur del mundo. Son lo mismo, los matices sólo son matices.

Los ejemplos de occidente son demasiados: colonialismos, imperialismos y hoy los post-imperialismos que son la continuidad de esa mentalidad cavernaria y sangrienta, en la manera de hacer política. Dicha visión occidental de la política es: estás conmigo o estás en contra mía. Es decir, negro o blanco. El liberalismo es un rotundo fracaso, o sólo sirve para charla de café pequeño burgués.

Cierto que la base material es el fundamento de esta visión retrógrada y cavernaria: saqueo de los recursos naturales, minerales, petróleo, tierras raras, madera, diamantes, etc. Para ese saqueo se han construido los ejércitos  más poderosos posibles, desde lo tecnológico hasta lo científico. Pues el fin justifica los medios: Netanyahu.

Así la actual situación del mundo, sólo es resultado de la manera de cómo occidente ve el mundo: territorios a conquistar. Territorios a bombardear. Los cavernarios guerreros son los políticos más aplaudidos y elegidos democráticamente. Ese es el escenario sangriento de cómo hacer hoy política. Los imperios sanguinarios de antaño, como el romano o egipcio realmente han quedado pequeños, ante lo que sucede en estos tiempos brutales de la historia mundial.

La complicidad de muchos actores de la prensa mundial en evidente. Se da tanta cobertura a los sanguinarios, como Trump, Milei o Netanyahu, que ya es normal la lógica de la muerte: amigo - enemigo. Cristiano - no cristiano. Blanco – no blanco. La degradación es total, y es normal en estos tiempos que corren.

Ese grado de impunidad histórica occidental por ahora no tiene límites. Cierto que es colosal y abrumador, desde la perspectiva cavernaria imperial y guerrera. No hay fuerzas suficientes para frenarles, sino sólo asimetrías posibles al menos para la reflexión moral y ética. Porque el trabajo ideológico de la prensa, es precisamente para la domesticación de sus poblaciones, es decir para la aceptación de la sangre y el saqueo como un asunto normal. Incluso de justicia divina, porque Netanyahu debe agradecer a su dios por sus masacres y asesinatos en masa.

Ese grado de impunidad de occidente también se exportó en lo ideológico político, defendiendo a enfermos mentales como el expresidente de Argentina, Fernández, un golpeador de mujeres y con amantes desde el poder, gracias al poder. Ese socialismo occidental enfermo y sin escrúpulos absolutamente en nada. Tan destructivo de los tejidos sociales por América Latina con la excusa de la izquierda y los pobres, como mercancías para sus propios beneficios personales. Ese es el asco y repugnancia de la ausencia de valores, de sentido común al menos, pues ya el asco se hace normal en medio de la ideología y la sangre por todo el mundo. Que no tiene diferencia alguna con el desequilibrado mental con ideología de extrema derecha de Milei.

Occidente está en decadencia. No es novedad desde hace cien años. No es novedad porque su agonía se arrastra gracias a las industrias de las armas, de la tecnología y de sus ciencias que por cierto no tienen competencia en el mundo, por las reglas de juego que les favorecen desde el siglo XVI. Está en decadencia en todos los sentidos religiosos, políticos, culturales e ideológicos. Los filósofos brillantes que ha producido, como los existencialistas y marxistas, pues son perfumes bonitos para aulas cementerios, sin sentido alguno a estas alturas de la sangre y la ideología.

Por supuesto que las culturas ancestrales, prehispánicas por estos lados del mundo, tenían mejores perspectivas de la vida. También había problemas; pero realmente eran mucho más humanas que las culturas cavernarias y sangrientas de occidente. Recuperar en algo aquellas culturas ancestrales, sanarían a las enfermedades de occidente. Sobre todo a sus sentidos sanguinarios de hacer la política, sin consensos  ni formas de vivir compartiendo con otras culturas.

Ojalá las nuevas generaciones sean conscientes de este desastre cultural occidental. Sabemos que tuvieron buenos aportes mundiales; pero en estas circunstancias de la historia ya nada tiene que ofrecer, sino muerte y destrucción mundial. Contagiando todo eso por el sur del mundo, mediante la ideología de los socialismos enfermos y brutales, todos resultado de esas izquierdas tan brutales con enfermos mentales,  como las derechas occidentales.

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