Opinión
Imagen de Max Raúl Murillo Mendoza
Max Raúl Murillo Mendoza
01/10/2024 - 16:07

Sólo depende de nosotros mismos

Lo colonial es mental. No sólo institucional. La colonialidad es burocracia, es lentitud, es trámite al infinito, en definitiva es corrupción.

En pleno siglo XXI, supuestamente con los adelantos y avances científicos y tecnológicos más alucinantes de todos los tiempos, Bolivia no está aprovechando ni el uno por ciento de esos adelantos. Seguimos con sistemas coloniales y republicanos atrasados, burocráticos y totalmente antipopulares. Simples cartas y gestiones institucionales, que deberían durar apenas unas horas, en Bolivia duran meses sino años. Insultando a la inteligencia y a los propios intereses del pueblo cotidiano.

En pleno siglo XXI, cuando el internet es una de las alternativas más revolucionarias para acelerar gestiones institucionales, Bolivia sigue con los documentos tradicionales y las firmas hasta el infinito, frenando absolutamente toda gestión y atacando negativamente las necesidades cotidianas de las comunidades y pueblo en general.

La velocidad institucional es la clave del éxito. Así lo han demostrado aquellos países que han integrado a sus instituciones dichos avances, como en el continente asiático. Es decir, pues hay suficientes pruebas en el mundo para cambiar las realidades de un país. Pero la terquedad de las mentalidades del atraso, no importan los discursos que abundan y sobran, simplemente no dejan avanzar en serio al Estado Plurinacional y sus entidades por todo el país.

Lo colonial es mental. No sólo institucional. La colonialidad es burocracia, es lentitud, es trámite al infinito, en definitiva es corrupción. Mientras los discursos y los escritos de los caudillos hablan maravillas; la realidad del pueblo sigue en el lastre del atraso, de la dura realidad cotidiana de la lentitud institucional, de los trámites al infinito y del desánimo generalizado. Lo colonial sigue siendo un freno brutal a la creatividad del pueblo, porque no deja generar oportunidades económicas ni sociales.

Sabemos bien por nuestra experiencia histórica, que si no tomamos el presente y futuro de nuestra historia en nuestras manos, nada pasará. Todo seguirá igual en la explotación y la miseria social. Por eso pasó la Revolución de 1952, por eso los Procesos de Cambio en todas las épocas de nuestra historia. Como dice la experiencia del proletariado minero: la emancipación del proletariado será obra de ellos mismos.

Sin embargo, los tiempos cambian como las coyunturas de la historia. El siglo XXI no precisamente es un escenario positivo, sino todo lo contrario. Pero si no aprovechamos los avances y adelantos tecnológicos en nuestros propios intereses nacionales, simplemente seguiremos nomás repitiendo las lógicas coloniales y republicanas del pasado. De fondo con discursos revolucionarios; pero sin cambiar  nada de lo estructural económico del pueblo, de las necesidades cotidianas de millones de bolivianos.

En estos últimos 30 años Bolivia se ha llenado de universidades por todo lado. El país debería mostrar adelantos sociales y económicos notables, ya que miles de nuevos profesionales en todos los campos suponen de por sí avances. La dura realidad es que no tenemos esos resultados, y la pobreza como la marginalidad siguen siendo los escenarios más cotidianos en todo el país. Y los jóvenes siguen huyendo del país ante la ausencia de oportunidades, de proyectos, de emprendimientos en todos los campos.

Nadie quiere referirse a estas reflexiones, porque la crítica es la ausencia total en nuestras reflexiones políticas y sociales. Mejor seguir repitiendo como loros el manifiesto comunista, para desahogar la inutilidad práctica de cambiar nuestras realidades. Mejor encubrir las duras realidades, para seguir con el fetichismo del engaño colectivo.

En todo caso mejor ser herejes: militantes de la crítica, para tomar conciencia real de las situaciones en las que nos encontramos. Al final, la crítica sí es revolucionaria. El mismo Marx era un crítico militante en su época, por eso fue perseguido y exiliado; fue definitivamente un ejemplo de crítica revolucionaria frente a la ceguera y la complicidad de los discursos. Sin crítica las ciencias sociales son sólo demagogia y totalitarismo en sus facetas más brutales.

Somos apenas 11 millones de pelagatos, que no podemos ponernos de acuerdo en este espacio vital. Las excusas de enemigos externos que tienen la culpa de todo, debería ser ya una superación elemental. Hasta los más tontos repiten ese libreto como cánticos de eucaristía de domingo. Se trata de mirarnos interiormente, ver nuestros propios errores que son demasiados, muchas veces intencionales cuando la política se hace negocio turbio. Y pues, los caudillos tienen como negocio  a la política.

Sólo depende de nosotros mismos, salir de los laberintos de la estupidez. Leer con más inteligencia los contextos históricos para sacar provecho colectivo, por supuesto con estrategias lúcidas sin traumas del pasado y sus fantasmas, que varias veces definen presentes por su pesadez acrítica y fetichista.

La excusa del pasado histórico debe ser insumo para avanzar y superar errores, no encubrimiento de inutilidades y ausencia de propuestas de futuro. El pasado tiene que ayudarnos, cuando desmenuzamos sus contextos, a ser más estrategas y claros en nuestros objetivos y metas de Nación. El pasado es importante en tanto superación de errores y tragedias.

Pues si sólo depende de nosotros mismos, sin amos ni fantoches ideológicos. Sólo depende de nosotros mismos si tomamos consciencia de la dimensión histórica, que es ser dueños de nuestros propios caminos y derroteros. Dando espacio a los mejores bolivianos: ética y profesionalmente.  Como a los trabajadores, técnicos y sacrificados por el país profundo.

El Periódico Digital OXIGENO.BO, es desarrollado y administrado por Gen Film & Crossmedia Ltda. Teléfono: 591-2-2445455. Correo: info@gen.com.bo