Opinión
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Max Raúl Murillo Mendoza
28/05/2024 - 15:32

Criminales como Trump quieren ser presidentes

La política está en crisis por todo el mundo. Es una constatación objetiva por donde se lo vea, pues la crisis es de fondo: ética, moral y de valores universales  y ha tocado fondo.

Por supuesto que tiene explicaciones racionales y objetivas el fenómeno de Trump, o el de Milei también. Uno se pregunta con toda razón como un tipo Trump: misógino, violador de mujeres, ignorante en política, violento, antidemocrático, antimigrante, mentiroso compulsivo y sobre todo peligroso para la humanidad, tiene tanta aceptación entre la población norteamericana. Porque los errores que comete la política tradicional demócrata y republicana, frente al mundo y sus propias poblaciones, dan enormes facilidades para el desánimo generalizado, dando opciones a criminales como Trump. Eso mismo sucedió en la época de Hitler.

La política está en crisis por todo el mundo. Es una constatación objetiva por donde se lo vea, pues la crisis es de fondo: ética, moral y de valores universales  y ha tocado fondo. Por eso la ausencia de nuevos valores en política, porque nadie quiere saber de tanta repugnancia en los comportamientos reales de la política. Mientras no se recupere el sentido substancial, que es el servicio a los demás desde la política, es decir a los intereses de los más desposeídos y necesitados, simplemente seguiremos con el nacimiento de desadaptados como Milei o Trump.

La crisis sistémica que vive el mundo, no sólo es económica e industrial sino y sobre todo de valores. Aquellos valores que eran sostén y estructura filosófica de los gobernantes y líderes mundiales, o regionales, se ha derrumbado. Lo grave de este derrumbe universal, es que nos pilla sin alternativas posibles por ahora. Ni epistemológicas ni circunstanciales hay ahora como pensamientos nuevos o propuestas de avance frente a los pueblos del mundo. Este fenómeno es más evidente en el norte del mundo, donde han surgido verdaderos piratas modernos como Trump, que son por supuesto peligrosos para la humanidad.

Dicha crisis sistémica implica ausencia de ejemplos en los liderazgos, los existentes no llegan a las expectativas de los pueblos, como es el caso de los gobernantes europeos que sólo son sirvientes de bajo calibre ante las órdenes de Biden. Eso nos demuestra con absoluta certeza la guerra de Ucrania. Los discursos de esos gobernantes son de pantalla, encubren sus actos reales de la política real. 

Necesitamos como nunca antes cambios profundos en las propuestas políticas, que respondan a las necesidades actuales de nuestros pueblos. Más allá de las clásicas y reales necesidades que son trabajo, educación, vivienda y salud, que aun no se han cumplido plenamente, están las necesidades globales como el cambio climático, las nuevas tecnologías que deben ser socializadas para todo el mundo, los temas de género, los temas de sostenibilidad en la economía en contra del crecimiento al infinito que sólo destruye la humanidad. Como vemos, ha cambiado el espectro de las necesidades y demandas actuales, que muchos piratas de la política no entienden un comino.

Pues sí, por ahora es difícil entender la profundidad de esta crisis sistémica mundial. Porque todo se ha banalizado y relativizado terriblemente. Corruptos y violentos como Trump son normales para estas épocas sin ley ni normativas que valgan. Se ha perdido el respeto por todo, dando lugar al sálvense quién pueda o ley de la selva. Los Mandela o Ghandi han quedado en los recuerdos sentimentales de la historia, pues no son ejemplos para estos tiempos que corren. 

Sin embargo, siempre nos tiene que quedar las esperanzas de cambios. Ojalá de revoluciones, si es que los pueblos toman consciencia de sus papeles soberanos e importantes, como a lo largo de la historia moderna. Pues las revoluciones de la era moderna, dieron respuestas a las profundas crisis de sus gobiernos, totalmente deslegitimados y corruptos, abriendo las puertas a las esperanzas de los pueblos del mundo. 

Hoy como antes, tenemos que tener las esperanzas de revoluciones, de cambios, al menos de renovaciones en la política. Lo contrario no es humano, es no normal. Pues rescatar la esencia de cambios es una necesidad. Las aguas estancadas hieden y se pudren después. Hoy como antes, tenemos que tener la fe renovada en que lo peor pasará en bien de las nuevas generaciones que no se merecen un mundo podrido y corrupto.

Desde estos territorios donde seguimos peleando e intentando profundizar el VIVIR BIEN, como alternativa precisamente al sistema mundo capitalista, tenemos la enorme responsabilidad de cuidar los pasos que damos. No podemos ser irresponsables con el mundo, ni con nosotros mismos. Somos un país muy pequeño; pero de importancia y significado global cuando se trata de la historia. 

Desde estos territorios podemos contribuir a mejorar las condiciones mundiales de la política. Siendo capaces de demostrar otro tipo de comportamientos, desde la política, en el Estado y nuestras instituciones. Demostrando servicio y capacidades de gestión frente a las enormes necesidades de nuestros pueblos. Tenemos que ser capaces de no contaminarnos, con aquello que está sucediendo en el sistema mundo.

Tenemos que ser capaces de entender y profundizar el Vivir Bien, como Paradigma de cambio en un mundo que quiere y desea cambios profundos.

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