Opinión
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Max Raúl Murillo Mendoza
01/04/2024 - 09:16

Semana Santa sangrienta en Palestina

Las democracias en occidente ya no sirven de nada, si es que alguna vez sirvieron de algo. Las multitudinarias marchas que se producen en aquellos países, en contra del genocidio en Palestina, simplemente no sirven de nada sino como noticia de moda de los medios de incomunicación.

En esta semana santa, allá en Palestina donde  nació Jesús se está produciendo el genocidio más brutal y descarado de la era moderna, a manos del Estado sionista de Israel. Apoyado por los Estados Unidos y sus satélites Estados de Europa, es decir por la civilización occidental. Genocidio que se proyecta en televisión y los medios de incomunicación de todo el mundo, sin que nadie pueda hacer nada frente a los asesinos del Estado de Israel.

 

En otras ocasiones, como en la guerra de los Balcanes, los occidentales bombardearon a los ocupantes serbios, supuestamente en nombre de los derechos humanos. En este caso, los judíos  tienen luz verde de los poderes del mundo y nadie les bombardea ante sus masacres de niños, mujeres y ancianos que realizan cotidianamente. Estos poderes de occidente demuestran al mundo grados de colonialismo e impunidad, nunca antes vistos ni en los peores momentos de guerras coloniales y ocupaciones territoriales de la historia moderna: Corea, Vietnam, Afganistán, Irak, Siria, Granada, Guatemala, Cuba.

 

Ni las NNUU, ni la Haya, ni las instituciones de Derechos Humanos del mundo pueden hacer algo al respecto. Pues está claro de lo que se trata: la historia del colonialismo en su claridad más meridiana posible. La historia del capitalismo como la estructura de saqueo, expoliación y chantaje económico a los países colonizados. El encubrimiento de los historiadores del poder ha hecho su papel, de mostrarles a estos países coloniales con maquillajes y perfumes atractivos, cuando en realidad no han cambiado sus estructuras desde el siglo XVI.

 

Las democracias en occidente ya no sirven de nada, si es que alguna vez sirvieron de algo. Las multitudinarias marchas que se producen en aquellos países, en contra del genocidio en Palestina, simplemente no sirven de nada sino como noticia de moda de los medios de incomunicación. Son democracias elitistas, oligárquicas, donde unos pocos hacen negocio de la democracia. En realidad son países dictatoriales, con el título de democracia y el juego de circo de las votaciones populares. Pues, además, no tienen ninguna autoridad moral de criticar y referirse a las democracias del sur del mundo.

 

Ese occidente civilizado, educado, con los más altos estándares científicos, simplemente demuestra su horrenda hipocresía con el genocidio en Palestina. Demuestra su rostro verdadero de colonialidad, sin tapujos ni discursos de por medio. Haciendo un mundo totalmente injusto, totalmente en manos de piratas modernos peligrosos, que sus ancestros de los siglos XVI y XVII quedan realmente pequeños ante la magnitud del desprecio por la vida, por la existencia de otras culturas y mentalidades.

 

Las democracias en occidente son sólo fachadas de discursos e hipocresía, para hacer lo que en realidad hacen por el mundo: saquear, robar, expoliar y destruir el mundo. No es exagerado afirmar que esa manera de ver la vida, de aquella civilización, es lo más destructiva a lo largo de la historia. Han hecho del mundo un lugar injusto, un lugar donde gánster de corbata sean los más peligrosos de las instituciones. Porque los intereses que han construido son gansteriles y antihumanos; porque su naturaleza es saqueadora y expoliadora. Porque los valores humanos de la solidaridad son sólo poemas y banderas engañosas, para seguir en el festín de la degradación gansteril.

 

Entonces, a estas alturas del partido, qué puede enseñar occidente al mundo? Por supuesto, absolutamente nada. Sólo sus espejitos tecnológicos y científicos, para alardear de sus adelantos o avances, que ni siquiera eso ya es resorte de buena conducta. A estas alturas, simplemente seguir a occidente es ser inconsecuente con la naturaleza, como con la naturaleza humana. Seguir a occidente es traicionar a la vida misma, al sueño humano de hacer de este mundo un lugar precisamente de sueño. Pero occidente ha hecho de la vida un valle de lágrimas.

 

Desde hace mucho, quizás siglos, es urgente buscar alternativas al matadero de occidente y sus vasallos por el sur del mundo. Desde hace siglos, es una necesidad pensar en otros imaginarios de la vida, de la economía, de la convivencia humana hoy nefastamente convertida en venganza y muerte. Desde hace siglos, tenemos la seguridad de inventar otro tablero de ajedrez donde la muerte y el dolor no sean lo cotidiano, como en las lógicas occidentales.

 

Lo que sucede en Palestina, sucede también en varios lugares del mundo (África, Haití, etc). Vivimos con el control informativo de occidente, donde sus medios de incomunicación no comunican ni informan, sino sólo lo que sus intereses les exigen. Lo de Palestina ya es demasiado evidente, encubrirlo ya no es posible.

 

Los palestinos asesinados en estos días, representan a ese Cristo asesinado en la Cruz de las oligarquías judías. Son los mismos asesinos. Han pasado milenios; pero el rencor y la venganza del sionismo siguen presentes. Cristo sigue ensangrentado y crucificado en estos días en Palestina.

 

El cristianismo sólo del rezo y perdón son un engaño. Una forma de encubrimiento del genocidio en Palestina. Una ideología del conformismo y la aceptación de la esclavitud humana. Y Cristo jamás pensó de esa manera, sino todo lo contrario.

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