Opinión
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Max Raúl Murillo Mendoza
11/03/2024 - 13:57

Revolución, cambio de era, revolución

En algunas épocas la palabra Revolución era la respuesta. De hecho funcionó en varias realidades. Aunque también agonizó y murió por culpa de corruptos y burócratas del poder, que sólo entendieron la palabra poder y no entendieron la palabra servicio a los más pobres. Es decir, a los cambios reales de la humanidad frente al inmenso poder del diabólico capitalismo.

En estos tiempos de incertidumbre mundial, de inseguridad laboral, de crisis económica, de crecimiento de los fascismos y el regreso de los ultra conservadores cavernarios, nos dirigimos indudablemente a lo desconocido. Los países culpables de este desastre, capitalistas centrales, se arman hasta los dientes a costa de la miseria y hambre mundiales, a costa del sacrificio colectivo mundial. Los más miserables sólo ven como negocio este desastre, y utilizan las guerras de Ucrania y Palestina para engordar sus empresas de armas. Ese es el escenario que tenemos hoy y pues el desánimo y la incertidumbre alimenta también la búsqueda de salidas a este desastre.

En algunas épocas la palabra Revolución era la respuesta. De hecho funcionó en varias realidades. Aunque también agonizó y murió por culpa de corruptos y burócratas del poder, que sólo entendieron la palabra poder y no entendieron la palabra servicio a los más pobres. Es decir, a los cambios reales de la humanidad frente al inmenso poder del diabólico capitalismo.

Hoy los medios de incomunicación nos dicen que la palabra Revolución ya no es actual, ya no es de las épocas postmodernas ni responde a las épocas de la inteligencia artificial. Mentiras muy bien construidas para adormecer y domesticar mentalidades, para desanimar masas y domesticar hacia la esclavitud del sistema.

Las duras épocas, donde la palabra democracia ha sido prostituida y destruida hasta sus raíces mismas, no tienen respuestas sino en la memoria de los pueblos sufridos y utilizados de manera brutal, sacrificados hasta la muerte misma, pues sólo les queda el último aliento para responder a la total indignidad de la misma humanidad. Acudir otra vez a la palabra y posibilidad: Revolución. Donde ajustar cuentas con los corruptos, con los desalmados, con los torcidos y sucios éticamente, colgados en las plazas de los pueblos y ciudades, para borrar todo lo indigno de la humanidad.

Porque sólo las respuestas que han sido ejemplos en la historia, en la memoria de los pueblos, para mejorar la calidad de vida, pueden ser hechos que guíen suficientemente bien a la desesperanza de los pueblos. Porque sólo las respuestas contundentes pueden ser éticamente correctas frente a la incertidumbre y el engaño de tantos payasos politiqueros. Porque no se puede jugar con la vida, ni menos con las esperanzas de los pueblos.

Entonces, por qué no volver a reflexionar sobre los cambios radicales y exigentes? Para volcar el miedo de las mentes, de las almas que ya han olvidado que se pueden cambiar las cosas cuando todo está podrido.

En estos tiempos cuando la miseria y el hambre se apoderan otra vez del mundo, cuando no existe futuro alguno sino sólo presente de miseria y desconsuelo, pues bien venido sea la palabra Revolución. Eso que significó algunos momentos de la existencia humana un Cambio de Era; un Cambio de Paradigmas en la historia. Un cambio de la historia por otra historia.

Cierto, la mediocridad actual de los dirigentes políticos que no hacen lo suficiente, peor éticamente, para exigirles cambios profundos. La enfermedad de la mediocridad es terriblemente cruel, incrustado hasta los tuétanos de todas las instituciones donde ya no se puede pensar en alternativas y peor en sueños. Y es la inercia con su brutal peso sobre la humanidad, que se adueña de las instituciones impidiendo toda posibilidad de cambios, de revoluciones y búsqueda de alternativas reales.

Así el crecimiento de la miseria y la pobreza de manera indigna, exigen otra vez a las mentes más lúcidas y éticamente llamadas a buscar cambios en serio, cambios reales para frenar precisamente al sistema capitalista, que se modifica y se transforma en todos los tiempos de la historia, para seguir explotando, expoliando y adueñándose de las mentes y las almas, para seguir esclavizando las historias.

Porque sólo las recetas de parches y más parches a lo que se llama democracia, o social democracia, etc, sólo nos lleva a engaños y confusiones en los hechos. Los resultados son todavía más engañosos y brutales profundizando la pobreza y la miseria. Donde unos cuantos pinches demócratas y corruptos se aprovechan de las circunstancias, sobre las esperanzas y la miseria de los demás.

La modernidad ni la postmodernidad a su turno han dado respuestas a las preguntas más importantes de la humanidad. Han fracasado totalmente. Cierto que la palabra Revolución también perteneció a la modernidad. Aun así, si algo se puede rescatar, que sea rescatado en función de buscar respuestas a la miseria, al hambre y la desesperanza mundial. Porque la inercia y la cobardía sólo profundizarán más la incertidumbre, es decir el hambre y la miseria.

El regreso y la vuelta a las palabras Revolución y Cambio de Era, son cada vez más necesarios y urgentes. Porque la podredumbre de la historia actual, sólo nos hace indignos y no humanos frente a la responsabilidad histórica del devenir y la memoria de nuestros pueblos. Pues cambiemos en serio, hagamos revoluciones en serio y colguemos en las plazas de nuestros pueblos a los corruptos y no aptos para la comunidad y la vida.

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