Opinión
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Freddy Bobaryn López
19/06/2022 - 18:23

Evo y la lección no aprehendida

Crónica de una derrota anunciada

 

Ha empezado un nuevo espectáculo mediático promovido desde la dirigencia nacional del MAS-IPSP, que busca la instalación de un falso debate con fines electorales.

 

Un viejo refrán dice que los que no conocen la historia están condenados a repetirla. Pero no basta con conocer la historia, uno puede conocerla y aún así no aprender de ella. Pareciera que después del Golpe de Estado del 2019, y la ruptura del orden constitucional provocada por el capricho reeleccionista de quién a día de hoy busca su reelección en la Dirección Nacional del MÁS-IPSP, este insiste en repetir el error de romper su propio mito de gobierno y el legado de una gestión marcada por profundos logros económicos y sociales.    

 

 

(Foto: Internet)

La derrota del referéndum del 21-F fue en extremo simbólica -en mi criterio, el principio del fin de la “era del Jefismo”-. Fue la 1ra votación en la que se midió Evo contra Evo, y donde a pesar de su derrota, el Jefismo (sin importarle el mandato del pueblo) dedicó todas sus energías a pergeñar vías para una nueva reelección. Tanto así, que a finales de noviembre del 2017, el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) emitió una sentencia que permitía a toda autoridad electa postularse de manera indefinida a la reelección en su cargo.

Eso fue lo que terminó de crear el caldo de cultivo para la emergencia y legitimación de nuevos liderazgos radicales, como el de Camacho quien se convirtió en la criatura del Jefismo, al llegar a la cabeza del Comité Cívico con la bandera del irrespeto al resultado del 21-F, y hoy casi que les debe su gobernación en Santa Cruz.

Gobernar obedeciendo al pueblo

La campaña electoral del 2019 careció de épica y creatividad, y se basó en la movilización de recursos estatales, más que en una movilización social de la CONALCAM. Se sentía el desgaste, el cansancio, la falta de mística y de convencimiento en un proyecto, que se resumió en pasarse todas las luces rojas con tal de hacer viable una candidatura, que se sentenciaba era la única capaz ganar y unir a las organizaciones sociales.

Es claro que Evo cayó por su propio peso, -o más bien por desoír el mandato del pueblo -. El malestar social que provocó el fallo del TCP promovió una alta politización de las “clases medias” en particular, con nítido protagonismo de jóvenes, cuyo descontento se manifestó a través de diversas modalidades de protesta, donde se combinaron el uso de las redes sociales, con una activa movilización en las calles.

Es así que el gobierno cae por una movilización sin precedentes, de sectores eminentemente urbanos, pero también porque había perdido conexión con su base social. El status quo del Proceso de Cambio se caracterizó por la siguiente ecuación: crisis de identidad + abuso de poder + soberbia + distanciamiento de las organizaciones sociales + cesarización de la política. El resultado fue la pérdida de horizonte político. Es decir, ya no se luchaba por el pueblo, se luchaba por una persona; de pronto el MAS-IPSP cifró sus esperanzas y la respuesta a todas sus preguntas en el síndrome de hubris y su lucha por el poder.

Hoy nuevamente, evidenciamos la autoreafirmación en el error y el restablecimiento de una vieja fórmula agotada, que podemos resumir en: “EvoPueblo” = restablecimiento del pensamiento único + endiosamiento del elegido + eliminación de cualquier liderazgo contingente que pudiera hacerle sombra -llámese Andrónico, Choquehuanca o inclusive el mismo Presidente Arce-.

Este contexto lleva, a que de manera peligrosa, se censure a quien piensa diferente o a quien realiza críticas al Jefismo. Antes eran los catalogados “libre pensantes”, hoy se les adjetiviza de “divisionistas” o “traidores”; lo curioso de este fenómeno es la manipulación que ejercen actores intermedios para pretender imponer un pensamiento único, disciplinar a los díscolos, e instaurar nuevamente una idolatría de quién se dice es “el histórico e indiscutible”.

Teniendo en cuenta lo anterior, debo decir que el Jefismo no es una persona: es una categoría de análisis de una coyuntura dada en la historia reciente de Bolivia, que está compuesta por la sumatoria de prosélitos que defienden intereses mesquinos y consignas radicales, y que responden más a sus intereses personales o de grupo, en lugar de defender el bien del pueblo; por lo que sus convocatorias y declaraciones obedecen a un falso debate en el que se evidencia que no les interesa el país, siendo su indignación falaz y su razonamiento maniqueísta.

La necesidad de aprehender lo aprendido

El MÁS-IPSP no es una persona, es la emergencia plebeya más grande de la historia que erosionó al poder señorial de una oligarquía política de mentalidad estrecha, que hoy el Jefismo pretende restablecer en una versión 3.0. Esta vez de abajo hacia arriba, pero con el mismo pensamiento señorial de creer merecer la consideración y pleitesía que se anclan en razones de origen legítimas, pero que hace mucho dejaron de legitimar a ciertos actores. Bolivia le ha demostrado al mundo que confía más en sus instituciones, y en un sistema que limite los impulsos que tienen sus líderes de quedarse eternamente en el poder.

Algo que vale la pena recordar es que durante el último mandato de Evo, inclusive antes del 21-F, propios y extraños veían a Choquehuanca como su sucesor natural; eso le valió que lo mandaran fuera del país. Después del referéndum que impedía la reelección indefinida de Evo, otra vez sonó el nombre de Choquehuanca. Durante el golpe, el pueblo autoconvocado mostró distancia entre el exilio y Bolivia, en ningún momento pidieron el retorno de Evo. Al contrario, Choquehuanca llegó a Argentina para la reunión de definición de candidaturas, como el candidato de las organizaciones sociales.

Es necesario enfrentar ciertos tabúes imprescindibles para hacer una anatomía del derrocamiento de la era del Jefismo. Se requiere un debate amplio, sincero, que nos obligue a reflexionar y aprehender de lecciones pasadas, sin dejar de lado las anécdotas que arquetipan los rasgos de una era que perdió el rumbo. Se requiere poner sobre la mesa varias cuestiones, una de ellas es la posibilidad de pensar de manera no catastrófica la salida del poder, así como las consecuencias de continuar forzando una reelección presidencial. La otra alternativa es la de continuar el proceso inquisitorio, y la cacería de brujas que busca como chivo expiatorio a autoridades de nuestro gobierno que no comulgan con el Jefismo.

Sumar fuerzas, es nuestro devenir histórico

Tomar partido es bueno. Los invito a tomar partido, porque cuando lo hacemos avanzamos con determinación y transparencia de forma natural, según nuestras creencias, competencias y habilidades, hacia un horizonte compartido donde sabemos que somos diferentes, pero a la vez nos reconocemos como complementarios. Después de recuperar la democracia, hoy sabemos que el Proceso de Cambio demanda análisis, observación y aceptación de una coyuntura cambiante y cada vez más volátil, que debe estar siempre reflejada en el análisis político nacional, y a la cual deben responder las autoridades que nos representan.

El ideal de construir una mejor sociedad en la que todos podamos coexistir, debe ir acompañado de un profundo reconocimiento de las identidades propias, personales, y de cada comunidad. Es por ello, que materializar la plurinacionalidad y el pluralismo de nuestra nación; debe ser el eje central de la acción política de todos aquellos hombres y mujeres que creemos vehementemente en la construcción y consolidación del Estado Plurinacional, y que somos parte de este devenir histórico que bien lidera nuestro hermano presidente Lucho Arce.

Nuestro contexto político actual nos demuestra que el concepto de “unidad” se ha desvirtuado. En tal sentido, el problema no es el término sino el contenido en el que se fundamenta.

El Proceso de Cambio debe volver a resignificarse bajo una óptica de Común-Unidad, para no ser un fundamentalismo político vacío de contenido. Plateamos la Común-Unidad como superación de la simple unidad, que además es característica innegable de las comunidades indígenas originarias campesinas, y por ello nuestro horizonte compartido traducido como proceso político. El liderazgo y la dirigencia siempre es dual, rotativa, circular, paritaria, cíclica y no se estanca, sino que fluye, se dinamiza, vive y cría nuevos liderazgos; liderazgos que hoy en día son una fuerza joven y briosa al interior del MÁS-IPSP.

 

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