Opinión
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Valeria Silva
08/06/2020 - 13:40

La pregunta que hoy muchos se hacen: ¿Y si realmente no hubo fraude?

Dice el reportaje: “Los investigadores descubrieron que la conclusión de que los votos a favor de Morales aumentaron inexplicablemente una vez que el conteo se reanudó estuvo basada en datos incorrectos y técnicas estadísticas inapropiadas.”.

Ayer The New York Times, probablemente el periódico más influyente del mundo actual, publicó un extenso reportaje cuestionando las afirmaciones de la OEA y de los políticos conservadores bolivianos respecto al mentado “fraude” de 2019. De partida, es imposible decir que el NYT es partidario de Evo Morales o del MAS, así como tampoco podrá decirse que este artículo responde a la financiación de algún político progresista de Latinoamérica como se dijo cuando el MIT publicó su estudio, mismo que según los impulsores del derrocamiento de Morales, fuera financiado por el ex Presidente ecuatoriano Rafael Correa. 

Lo cierto es que al día de hoy, no se ha podido demostrar desde ningún punto de vista que los resultados hubieran sido manipulados en favor de la sigla liderada por Morales, simplemente porque no lo fueron. Dice el reportaje: “Los investigadores descubrieron que la conclusión de que los votos a favor de Morales aumentaron inexplicablemente una vez que el conteo se reanudó estuvo basada en datos incorrectos y técnicas estadísticas inapropiadas.”. Bastaron opiniones de algunos políticos y un par de entrevistas a activistas antimasistas para que toda posibilidad de seriedad en el análisis del proceso electoral pase a segundo plano. 

También se menciona que “La caída de Morales allanó el camino a un gobierno provisional de extrema derecha, liderado por Jeanine Áñez Chávez, que aún no ha cumplido el mandato de supervisar nuevas elecciones. El nuevo gobierno ha perseguido a los partidarios del expresidente, silenciando a la disidencia y trabajado para consolidar su control del poder.”. Así, aquella consigna que decía oponerse a la "dictadura" de Morales y buscaba "devolverle la democracia" a Bolivia fue en verdad la plataforma de despegue de un régimen autoritario, despótico y corrupto.

Hoy en Bolivia se viven días muy distantes de lo que se denomina democracia y esto ha sido posible, como dice la nota, gracias a Carlos Mesa y Fernando Camacho -hoy ambos candidatos a la presidencia de Bolivia- quiénes comandaron las movilizaciones golpistas y pactaron con las fuerzas del orden para concretar el golpe. Al respecto, el NY Times dice: “Carlos Mesa, el principal candidato de la oposición, y Luis Fernando Camacho, uno de los principales líderes de las protestas, citaron la afirmación de la organización al justificar sus llamados a la acción callejera.”. Por tanto, la responsabilidad del mal manejo gubernamental de hoy, por ejemplo la clausura del MInisterio de Culturas calificado por Áñez como un “gasto absurdo”, debe ser repartida en justa medida también entre estos señores.

A casi 7 meses del Golpe de Estado, 38 muertos, cientos de heridos, detenidos y perseguidos, los elementos que muestra este reportaje aclaran algunas dudas que todavía tiene cierta porción de la población boliviana. Por ejemplo, que no hubo fraude y que la extrema derecha usó ese discurso para acabar con un proceso político incluyente; o que Carlos Mesa y Fernando Camacho, que hoy pretenden marcar su diferencia con el fascismo de Áñez, fueron quienes hicieron posible que la señora y su entorno destruyan Bolivia en tan poco tiempo.
 

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