¿Narco Estado? ¿Narco Política?
Sostengo que para la mayor parte de los ciudadanos nos ha sido imposible esta semana dejar de indagarnos: ¿Si es que nos habremos convertido en un narco estado regido por la narco política?
A la vista de los últimos escándalos como el despido intempestivo del anterior Comandante de la Policía por estar investigando a narco policías; la doble condecoración policial a un requerido en extradición por narcotráfico, su facilidad para obtener doble identidad en instituciones oficiales y otros escándalos similares, parecen probar más allá de cualquier duda razonable que varias instituciones gubernamentales incluyendo precisamente las encargadas de la interdicción del narcotráfico, han sido penetradas por esa mafia. Incluso, pareciera que hasta nos hemos acostumbrado o resignado, a que el Presidente sea también el máximo dirigente de los sindicatos de cocaleros, cuya producción se destina mayoritariamente a producir la blanca o que las autoridades encargadas de la interdicción del narcotráfico provengan de las filas cocaleras –¿el ratón cuidando el queso?-
Así expuesto el estado del arte, sostengo que para la mayor parte de los ciudadanos nos ha sido imposible esta semana dejar de indagarnos: ¿Si es que nos habremos convertido en un narco estado regido por la narco política?
De acuerdo con la más elemental noción de narco estado, se trata de: “…un neologismo que se aplica a aquellos países cuyas instituciones políticas se encuentran influenciadas de manera importante por el narcotráfico, y cuyos dirigentes desempeñan simultáneamente cargos como funcionarios gubernamentales y miembros de las redes del tráfico de drogas narcóticas ilegales, amparados por sus potestades legales” (Wikypedia, dixit) o también allá donde: "…el narcotráfico es un actor político que le disputa el poder al Estado” (Moloeznik). Mientras, la narco política hace alusión a aquella actividad política en la que las instituciones estatales están muy influidas por el narcotráfico.
Sensiblemente, a esta altura del desempeño del régimen, existen demasiadas evidencias que hace mucho tiempo atrás han dejado de ser inocentes coincidencias, sino temibles realidades. Quizá, la confirmación de esos nuestros peores temores al respecto, esté en las narices de todos nosotros: la absoluta incapacidad demostrada por el régimen, al menos hasta estos momentos, para establecer responsabilidades políticas por lo recientemente ocurrido. Y es que si la Policía Nacional depende directamente del Ministro de Gobierno y si el principal Policía implicado fue inusualmente ratificado por ese Ministerio por lapsos inusuales, siquiera por eso, cabría establecer algún tipo de responsabilidades por lo menos políticas traducidas en el despido del Ministro, salvo… se esté protegiendo o evitando poner en evidencia algo mucho peor, cuya dirección subiría indudablemente hacia arriba.
El libro del periodista brasileño Leonardo Coutinho “Hugo Chávez O espectro” que le dedica un capítulo a las actividades non sanctas del régimen y principalmente vincula a las dictaduras de Cuba, Venezuela y Bolivia con el tráfico de drogas a través de un puente aéreo usando aeronaves oficiales, parece constituirse en otra evidencia, flamantemente confirmada por el narco escándalo de la semana.
Es que la perversa relación entre la coca, principal materia prima de la cocaína (más allá de sus usos tradicionales) y el narcotráfico no puede pasar desapercibida. Si a ello agregamos que el Presidente sea simultáneamente jefe del estado y dirigente de los sindicatos de la principal región cocalera, en la que la presencia estatal a efectos de interdicción es simplemente nominal, incluso a diferencia de otra región cocalera, la respuesta parece caerse de madura, explicando tal vez, como uno de los factores de la enfermiza angurria para mantenerse en el poder indefinidamente a cualquier costo, ante la probabilidad del descubrimiento de esas y otras actividades. “Lo propio del saber no es ni ver ni demostrar, sino interpretar”. FOUCAULT