25 de mayo: ¿Festejar o no festejar?
Han pasado las celebraciones por el primer grito libertario de América del 25 de Mayo, teñidas por la polémica de festejar o no ese acontecimiento no sólo boliviano sino americano. A la vista de lo acaecido: ¡Por supuesto que l@s chuquis hemos festejado! (Faltaba más), aunque con nuestra hermosa blanca y roja cruzada con crespón negro.
Han pasado las celebraciones por el primer grito libertario de América del 25 de Mayo, teñidas por la polémica de festejar o no ese acontecimiento no sólo boliviano sino americano. A la vista de lo acaecido: ¡Por supuesto que l@s chuquis hemos festejado! (Faltaba más), aunque con nuestra hermosa blanca y roja cruzada con crespón negro.
Empero, puesto que algunos sostuvieron que no tendríamos nada que festejar, aprovecho para indagar (nos) si sería eso evidente. Respondo para nada pues tenemos muchos motivos para festejar (nos): nuestra cultura, nuestra historia, nuestro presente y hasta nuestro futuro, con sus luces y sombras respectivas.
Aunque si asimilamos el festejo o parte del mismo, sólo con esperar los “regalitos” (una suerte de favor que el poder le hace a cada departamento en su efemérides), es evidente que el régimen que hoy administra el estado no tuvo nada que regalar (nos) que no sea la feliz ausencia de su jefazo nada grato por estos lares, puesto que aquí se respiran aires de libertad (no combina por tanto) y, como no tenía nada positivo para exhibir en Chuquisaca y sí mucho que ocultar (debiera darle, por lo menos, vergüenza) terminó haciendo mutis por el foro, aunque algunos desafinados de su coro recurrieron a una serie de estrategias envolventes a título de craso intento de justificación (muy pocos quedan que les crean).
No obstante, sostengo que las obras e inversiones que el estado debe hacer para sus ciudadanos, sean del lugar que sean, piensen como piensen y hayan votado o vayan a votar como les dé la gana, constituye una obligación estatal y no un favor que por buenos ñatos nos hacen quienes lo administran y por los que debiéramos quedar eternamente agradecidos, aunque se trate de sólo migajas (si comparamos con otros departamentos, donde más votos existen). Es como si le agradeceríamos al cajero automático por expedirnos nuestro dinero.
Nada que pavonearse entonces y sí mucho que lamentar cuando el papá estado (para quienes así lo idolatran) no trata a sus hijos de la misma manera, pese a estar obligado hacerlo y, lo que es peor, como este hijo le salió contestón, le agrede de manera sistemática, incluso con la vil ayuda y hasta traición de sus hermanos, algunos hasta llamados a representar al hijo.
Pero…pese a ello, afortunadamente, el mundo no se agota con el estado y peor con el régimen que mal lo administra. Y los festejos por este 25 de Mayo y otros que también hubo en anteriores años en similares circunstancias, constituyen prueba de ello. L@s chuquis hemos festejado a lo grande nuestro cumpleaños libertario y, con todo respeto, creo que las ausencias, huidas y ocultamientos –por seguridad, dijeron– de quienes creyeron en sus delirios totalitarios que sin ellos, no puede haber fiesta, terminaron más bien por confirmar que por mucho poder que les queda, no son imprescindibles e incluso cada vez son más prescindibles, teniendo hasta fecha de caducidad. De hecho, a muy pocos les hicieron falta.
Esperar del estado la felicidad es una estupidez olímpica; aunque pedirle que cumpla sus elementales obligaciones para con todos, no lo es. Pero depender de aquel para alcanzar el cielo es un despropósito, ya que tratándose de festejos de las efemérides en el caso chuquisaqueño, no solo departamental sino continental, constituyen acontecimientos propios de los ciudadanos y el poder viene a festejar CON nosotros y ellos son, nuestros invitados (cuando son gratos) y no al revés, como lo prueba la terca realidad.
Caparrós dice: “De pronto, le surgió un enemigo feroz: la realidad”.