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Arturo Yáñez Cortes
21/05/2018 - 09:28

¡¡¡Arriba chuquisaqueños, arriba la Capital!!!

Percibo en la Capital un aire de desánimo y cierto pesimismo respecto al futuro de nuestra tierra amada. No sólo por los recientes acontecimientos –Incahuasi es uno– sino fundamentalmente por el curso de los acontecimientos en por lo menos la última década, dada nuestra tortuosa relación con el régimen que mal administra el país.

Percibo en la Capital un aire de desánimo y cierto pesimismo respecto al futuro de nuestra tierra amada. No sólo por los recientes acontecimientos –Incahuasi es uno– sino fundamentalmente por el curso de los acontecimientos en por lo menos la última década, dada nuestra tortuosa relación con el régimen que mal administra el país.

Está claro que como aquí se respiran aires de libertad, por supuesto que ello nos ha causado y seguro causará muchos problemas más, frente a quienes sólo consideran a los seres humanos medios para asegurar sus fines y delirios totalitarios para eternizarse en el trono, metiéndole nomás por encima de absolutamente todo, incluyendo hasta sus propias normas y su ensangrentada Constitución. De eso no cabe duda e incluso multiplica ese sentimiento cuando, asquerosamente, se cuenta con el vil apoyo hasta entusiasta de algunos de “nuestros representantes” (pobres diablos) que como no son absolutamente nada sin su amo, sistemáticamente prefieren acatar sus órdenes, así sea pasándose por el orto los intereses “de su pueblo”.

Y es que el horno no está para bollos. Por ejemplo, un reciente estudio publicado por la Fundación Milenio acerca del desempeño de nuestra economía da cuenta de que aunque ese panorama se inserta dentro de la desaceleración de la economía boliviana, tratándose de Chuquisaca por nuestra dependencia con el sector hidrocarburos, el ingreso per cápita que había registrado avances se estancó los años 2015 y 2016; nuestro PIB departamental, que también se había incrementado (producto de la actividad gasífera y petrolera) en la gestión 2017 cayó, lo que también hace prever una contracción e incidencia negativa para ese año, y así sucesivamente en otras áreas como minería, agricultura, servicios. La inversión pública, si bien se incrementó en anteriores años, no lo hizo en todos los departamentos y por supuesto menos en Chuquisaca.

El informe concluye señalando que nuestro departamento, durante el periodo de bonanza, profundizó su dependencia del sector de hidrocarburos, pues una apreciable parte de su producto y de sus recursos se originó en ese sector. Lo prueba no solamente un menor crecimiento del PIB, sino una caída importante en las regalías. Sectores como la construcción y la industria cementera se beneficiaron de un mayor flujo de dinero en la economía, pero actualmente atraviesan por un período contractivo y, como ocurre con otros departamentos, Chuquisaca resiente de la falta de diversificación productiva y económica.

Esos son datos fríos de la economía pero, sin desmerecerlos, me tortura aquel sentimiento de desánimo –mezclado con legítimo empute, por cierto– acerca del comportamiento esperado de quienes, para algunos, escogieron ciertas autoridades, otros le metieron nomás tramposamente –el trucho– y la mayoría pensó que esta vez podrían ser fieles para representar nuestros intereses y no los del amo que les hizo el favor –en muchos casos de elegirlos a dedo– y en otros de “tolerarlos” a cambio de total sumisión.

Ya escribí varias veces que ni nosotros ni ningún otro departamento merece –salvando alguna excepción que el sentido común me dice debiera existir, aunque me cuesta identificar– esa clase de “representantes”, que acostumbran sistemáticamente prostituir su función a cambio de unas migajas que les deja caer su amo jefazo. Por donde se vea: la administración pública, el Legislativo, la Justicia, la Policía, etc. Ejemplos abundan, hasta con audios y videos.

Pero, como dice uno de nuestros himnos departamentales (la versión educadita y la otrita más espectacular): “¡¡¡Arriba chuquisaqueños, arriba la Capital!!!”. Debemos sacar fuerzas de la crisis, aprender de nuestros errores y construir hacia adelante, ya que si bien la vida puede ser entendida viendo atrás, sólo ha de ser vivida mirando hacia adelante. El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta la velas”, aconseja Ward; urge, pues, ajustar nuestras velas…

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