25 de Mayo en Oriente - Día de Chuquisaca
En la efemeride de Chuquisaca, se presenta un homenaje introspectivo para Sucre, la Capital de Bolivia.
La señorial Sucre, Charcas, la Ilustre Ciudad. Su Historia está plenamente vinculada a Bolivia, a su nacimiento, a su pasado y a su presente, a su gloria y a sus infortunios: la Real Audiencia , la Universidad , el Grito del 25 de Mayo de 1809, los Doctores de Charcas cuyo paradigma fue Casimiro Olañeta, Juana Azurduy de Padilla la amazona de la libertad americana, los Patriarcas de la Plata, la hecatombe de Ayo Ayo, el infortunado Presidente José Gutiérrez Guerra, el Dr. Hernando Siles y sus sueños truncados, la fiereza de Don Mamerto Urriolagoitia. En el ámbito literario basta mencionar a Don Adolfo Costa Du Rels y su elegante pluma, a Tristan Marof y su monumental retrato irónico de la Capital y desde luego a Jaime Mendoza y su fe inquebrantable en el futuro de su país.
No podemos olvidar a Don Simeón Roncal y sus hermosas cuecas, como tampoco a Don Fidel Torricos su más eximio interprete en el piano, como también la melancólica Matilde Casazola, quienes con su música nos enseñaron la belleza sonora de este terruño que se encuentra en un escarpado valle en los contrafuertes de la Cordillera de Los Andes, donde en sus buenos tiempos se llegaba por tren en un arribo que se saludaba con caballerosidad olímpica.
Sus calles y casas revocadas de blanco, la Plaza 25 de Mayo y el Parque Bolívar, están allí, como el querido, omnipresente y eterno recuerdo personal, donde se pasaban tardes íntegras en animada plática, desempolvando recuerdos, tratando de resolver entuertos o avizorando un porvenir que siempre se esperaba con optimismo.
La Florida, Ñujchu, Yotala y quizás uno de sus referentes más emblemáticos, La Glorieta, se encuentran allí. Reflejan el deseo de crear un mundo idílico , no en la mente, ni fuera de la tierra natal, sino allí cerca de aquellos de los que no queremos separarnos porque al final de cuentas ese cordón umbilical siempre nos reclama y mantiene vivos.
Allí los badulaques se reúnen para complotar o vivir hazañas que son hitos mentales persistentes en el tiempo.Obviamente pueden cuestionar jocosamente su cordura. Sin embargo, si la cosa es realmente seria, el “Pacheco” está a mano para paliar cualquier mal. Hasta la muerte tiene un vergel hermoso en su cementerio, que invita a la reflexión y el silencio, para salir con más fuerza al mundo de los vivos.
Sucre, siempre será ese mito y esa realidad, donde se vuelve con alegría, serenidad y nostalgia, aunque sea mentalmente, porque en este viejo solar vivieron personas y familias, se forjaron amistades y antagonismos, porque en ese lugar se generaron momentos inolvidables y trágicos, porque en este sitio, nació para bien o mal , nuestro país, Bolivia.