Brasil es el mejor sinónimo de la palabra fútbol.

No hay nación o lugar en todo el universo, que exprese mejor que el Brasil la alegría de tomar la pelota y que esta ruede por la arena de la playa carioca con nombre boliviano y se empiece a jugar una “pelada” como se llama allá al picadito, al partido entre amigos. El fútbol es un entretenimiento  artístico en este país donde la vida se vive como un juego sensual, liviano, alegre y musical. Se juega al ritmo de la Bossa Nova con piruetas de Capoëira. Pélé, Garrincha, Carlos Alberto, Didí, Dadá, Dida, Jairzinho, Romario, Zico, Sócrates, Ronaldo, Junior, Ronaldinho, Taffarel, Rogelio Ceni y ahora Neymar son palabras mágicas en cualquier conversación animada sobre el tema, en cualquier café del mundo.

La “verde-amarela” es la casaca de selección más conocida y probablemente la más vendida en el mundo. Nike la comercializa para la CBF desde el año 1997, ya casi 20 años siendo siempre un éxito en ventas, y una de las más dolorosas derrotas comerciales del gigante futbolero Adidas. Ese contrato es la base de los ingresos de la CBF, la federación de fútbol del Brasil. La sala de trofeos de la CBF la más llena de logros de todo el mundo, probablemente la antítesis exacta de la misma sala de la ANFP chilena en Santiago, federación que hasta ahora nunca ganó nada.

Hasta el himno nacional del Brasil, con sus notas de estilo italiano tan alegres, parecen haber sido compuestas por Francisco Manuel da Silva en 1889, cuando nacía la República Federativa do Brasil a la par que se consolidaba la Football Association en Inglaterra, para que se la cante en todos los estadios y campeonatos del mundo. Ir al Maracaná a ver el Fla-Flu sigue siendo un peregrinaje para cualquier hincha del fútbol, al igual que ir admirar los extraordinarios graffitis urbanos de la estrellas del Botafogo, Jairzinho, Dédé y Garrincha, frente a la sede del club en la playa del mismo nombre.

Por eso es qué nos preguntamos, parafraseando a Mario Vargas Llosa en sus “Conversaciones en la Catedral”: ¿en qué momento se jodió el Brasil? Ayer con Dunga, y hace un año atrás con Scolari, el Brasil se ha convertido en una sombra de la nación futbolera que es.

Nuevamente sin el genial Neymar, el Brasil naufraga el mar de incertidumbres de la Copa América, un año después exactamente de la goleada de Belo Horizonte en el estadio Minerão donde la selección alemana le propinó un 7-1 histórico , doloroso y educativo. Un fútbol, lento, casino e impreciso es lo que nos brinda el Brasil de ahora, haciendo claramente ver que la inflación de los precios de los pases de jugadores de Brasil en clubes europeos es puro aire. Desde la manera en qué se defendieron después del primer gol, hasta la torpe mano que hace Thiago Silva como un volibolista y a pasos del árbitro, el Brasil se ha ido hundiendo nuevamente frente al indescifrable juego del Paraguay, que siempre con lo justo y jugando en guaraní pasa una a una, las fases de los campeonatos internacionales, a punta de empates. ¿Brasil defendiendo? Pues en qué planeta estamos. ¿Será el cambio climático? ¿La crisis de Petrobras? ¿Los líos de la FIFA que salpicaron a la CBF? O ¿será que simplemente el gran ciclo largo de éxito del Brasil en el fútbol llegó a su fin?

Luego de la definición a penales en Concepción, pasó la “albiroja” dirigida por Ramón Díaz, el gran delantero de River. Con él, serán cuatro de cuatro los directores técnicos de la República Argentina en semifinales (Gareca en Perú, el “Tata” Martino en Argentina, Sampaoli en Chile y Díaz en Perú), país que pase lo que pase con el resultao en la  gran final de Santiago, es el verdadero ganador de esta Copa América.

*Enviado especial de Oxígeno a la Copa América Chile 2015.