La Paz, 14 de junio (Del historiador Pablo Michel para Oxígeno).- Hoy domingo, 14 de junio de 2015, Bolivia recuerda y celebra el fin de la guerra del Chaco en el campo de batalla, aunque duraría todavía 3 años más en el campo diplomático hasta la firma de la Paz.

En la actualidad no pasan de 50 excombatientes con vida tanto en Bolivia y Paraguay; y es aquí, en nuestro contexto de segunda década del siglo XXI que es más fácil poder sacar las conclusiones objetivas, académicas  y menos chauvinistas de este hito en la historia no solo de los países involucrados sino también del continente americano.

Hoy, 14 de junio, se recuerda la conclusión de la última batalla librada en el Chaco, la Gran Batalla de Villamontes , aunque algunos “letramuertistas” simplemente la mencionen como “Defensa de Villamontes”.

La batalla de Villamontes fue la última y además ganada por el ejército y el pueblo boliviano.

Y, aquí lanzo una pregunta; ¿es más importante ganar una serie de batallas y combates? o… ganar la última batalla de una guerra?

Sin la Gran batalla de Villamontes y el sacrificio de esa generación sería hoy (a ochenta años de su finalización) imposible hablar de nuestro crecimiento económico; sería imposible hablar de satélites, teleféricos, autopistas y carreteras, etc… etc… etc.

Y sería injusto no detenerse a pensar en esos hombres y mujeres que se sacrificaron; que murieron, que quedaron mutilados, que simplemente desaparecieron o que en los años siguientes a la guerra se suicidaron por los catastróficos efectos psicológicos.

Y acá podríamos también entrar al debate si el sacrificio de vidas “que pide la patria a sus hijos” es ético y humano… y seguramente habría mucha tela para cortar.

Esa generación no disfrutó de nada por su sacrificio, no tuvieron médicos, psicólogos y psiquiatras que se ocuparan de sus padecimientos en la postguerra. Ni siquiera les llevaron sus miserables rentas a sus casas y por décadas fuimos testigos de las “colas” que hacían estos beneméritos en las calles para cobrarlas.

Y ahora queremos hacer homenajes, aumentarles sus rentas cuando no quedan más de 30 excombatientes en todo el territorio nacional.

Que hipócritas somos! (por no decir otra cosa)

Ni siquiera fuimos capaces de ponerle al satélite, o el teleférico o una carretera algún nombre en homenaje evocando los sacrificios de esta generación o de los héroes que con su heroísmo hicieron  realidad esta “actual bonanza”.

¿Y por qué somos así?

Porque somos una sociedad que no leemos, no estudiamos y no sabemos… pero somos (eso sí) unos conocedores y expertos en temas de futbol nacional e internacional, farándulas, chismes, “realitys”  y telenovelas.

Incluso nuestros políticos sean de izquierdas o derechas, “k’aras” o “t’aras” no tienen la mínima idea de nuestra historia y nuestro pasado, y mucho menos de la Guerra del Chaco y sus conclusiones.

Qué lindo homenaje a esa generación, realmente… ¡que lindo homenaje!

Y finalmente (y) ojalá… que este motivo de celebración  no sea usado por motivos simplistas y fútiles de solo mostrar ciertos conocimientos, egos de los “conocedores del tema” o de los “hijos” y “nietos”… o simplemente sea el aporte de elementos frívolos para llenar agendas culturales de gobernaciones y alcaldías con encuentros, conciertos, expos, etc. etc.

Que esta recordación y celebración sea en esencia un tiempo para repensar sobre lo que fuimos, como actuamos y a donde vamos tras las experiencias de la Guerra del Chaco… y sobre todo no cometer los errores del pasado.

Para eso es la historia, fundamentalmente.

Pablo Michel es  arquitecto, historiador y documentalista, Docente universitario. Miembro de número de la Academia Boliviana e Historia Militar. Miembro de Directorio de la Cinemateca Boliviana y Ganador del Primer Premio a la Cultura Eduardo Abaroa