Semana Santa en un mundo violento
El mundo de hoy no es el mismo de hace miles de años, cuando Jesús llegó al mundo. Sin embargo, las condiciones económicas y de injusticias siguen siendo las mismas.

En estos días el mundo católico recordará la pasión de Cristo. Es decir, el sufrimiento de Cristo en manos de las oligarquías judías que después le asesinaron en la cruz. Eliminaron a un hombre que decía las cosas por su nombre, denunciaba las injusticias de su tiempo y condenaba toda opulencia rica corrupta, como el manejo de la religión en favor de los más poderosos. Era en definitiva un revolucionario de su tiempo.
Pero precisamente los poderes de este mundo, convirtieron a Cristo en un santulón cristiano. Aquel que sólo rezaba y rezaba para resolver los problemas estructurales de su tiempo. En realidad, era un hombre que no rezaba para auto contemplarse, sino para desafiarse en medio de problemas: hambre, miseria, hipocresía, corrupción e impunidad de las oligarquías judías y del imperio romano ocupante de los territorios de Palestina.
Cristo no fue un santulón que perdía su tiempo rezando. Exigía que si creían en Dios, transformen el mundo. Que arriesguen sus vidas en cambiar las injustas estructuras sociales de las sociedades. Ese fue el verdadero mensaje de Cristo, no lo que hoy se hace en su nombre: rezar y ser cómplice de las injusticias sociales. Porque las cúpulas cristinas, sólo encubren a los poderosos, pues ellos pueden sólo rezar y rezar mientras sus mesas están llenas de comida lujosa, y viven en palacios de lujo. Por supuesto que pueden rezar felices y contentos, no les hace falta nada materialmente.
El mundo de hoy no es el mismo de hace miles de años, cuando Jesús llegó al mundo. Sin embargo, las condiciones económicas y de injusticias siguen siendo las mismas. Tenemos otros imperios coloniales, como el romano en tiempo de Jesús, tenemos injusticias estructurales que se expresan en hambre, miseria, explotación laboral y expoliación de riquezas de los países más poderosos, sobre la miseria de los países más pobres.
En estos tiempos violentos, donde la fuerza bruta y soberbia es la constante de los comportamientos humanos por todo el mundo, se necesita gente de mensajes para la esperanza de la humanidad. Cristo era en sí mismo una esperanza, porque se puso en favor de los más desposeídos de su tiempo, por eso lo asesinaron los judíos de las clases altas. Ofreció los cielos a quiénes no se rindan en la vida, y condenó a los poderosos y ricos de su tiempo.
Ese Cristo histórico, sin embargo, fue convertido en un personaje sin sentido que sólo rezaba y contemplaba el mundo sin hacer nada. Lamentablemente, hoy Cristo es sinónimo de un santulón que sólo sirve para rezar, para perdonar a los corruptos, a los impunes del poder, a los asesinos de la historia. El Cristo actual sólo es un instrumento para encubrir a los más poderosos de las sociedades, para adormecer a las consciencias de todo el mundo. Para no hacer nada, sólo rezar y rezar hasta el fin de los tiempos sin hacer nada por los marginados y el mundo.
Las religiones seguirán siendo una parte importante en nuestras culturas. Pero no pueden convertirse ideológicamente en instrumentos de explotación. Los resultados de siglos de manipulación y de haber convertido a Cristo, en sólo un ser que se dedicaba a rezar a hecho mucho daño por todo el mundo. Ese adormecimiento de las mentes y mentalidades del mundo, sólo ha producido religiosidades que encubren a los más poderosos del mundo. Que encubren la impunidad y la corrupción mundial.
En estos tiempos violentos, de restauración imperial conservadora, de democracias totalmente devaluadas y prostituidas, ciertamente se requieren religiosidades activas para transformar la sociedad. Religiosidades que den esperanzas a la humanidad, no sólo religiosidades de contemplación y de autoflagelación espiritual. Se requieren otros Cristos, que animen a sus feligreses a la lucha cotidiana de hacer de este mundo, pues un mundo mejor.
Lamentablemente las jerarquías religiosas, nos mostrarán otra vez en esta semana santa a un Cristo santulón y de rezos al infinito. A un Cristo que perdona a criminales y asesinos. A un Cristo manipulado y hecho parte de las oligarquías actuales, por todo el mundo.
Pero hay que saber que ese Cristo nunca existió. Sino fue felizmente un Cristo combativo, exigente moralmente con los gobernantes corruptos, exigente con las sociedades hipócritas, denunciaba las injusticias y las contradicciones de la ley judía. Hay que saber que lo mataron por todo eso. Para Cristo los rezos servían sólo para pedir fuerzas a Dios, y seguir en las trincheras de la vida en función de hacer de este mundo el cielo y el paraíso.
Ni modo, tendremos que soportar otra vez en semana santa rezos y mensajes sin sentido alguno. Fuera de la realidad de este mundo. Fuera de la coyuntura histórica de este mundo. Y los feligreses en general, están también sometidos a estos mensajes anti cristianos, es decir que encubren adormecidos las injusticias estructurales de nuestro mundo.