Opinión
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Max Raúl Murillo Mendoza
19/07/2024 - 16:19

Trump y su oreja milagrosa

El mundo atraviesa una transición compleja. No sabemos dónde terminará esta larga transición. Lo que sabemos es que los recursos naturales se están terminando. Nada es infinito. 

 La prensa, en general, solo hace morbo de los acontecimientos del homo sapiens y las malas noticias son las buenas noticias. Es decir, son noticias cotidianas las malas cosas porque se vende y es rentable para el desahogo morboso humano. Las buenas acciones de los humanos no son noticia, y es felizmente cierto que hay humanos en todos los rincones del mundo que están haciendo acciones y cambios en favor del prójimo. Pero eso infelizmente no es noticia. Se vende sangre, guerras, abusos sexuales, genocidios y brutalidades del todavía cavernario homo sapiens. Del cavernario que ahora se dota de inteligencia artificial y robótica; sin haber cambiado su naturaleza política y espíritu humano.

Me arriesgo a pensar en solitario, que la noticia de la oreja de Trump fue buena. Hubiera preferido muerto a ese personaje desequilibrado, pervertido, corrupto y mitómano norteamericano. El daño que hizo a su país fue enorme, como el daño que hace al mundo desde esas oficinas del imperio, porque a nombre de su democracia ensucia y corroe totalmente al mundo entero. Enseñando a otros pervertidos del mundo, a tomar las instituciones de todas partes. Que los cristianos me aguanten; pero mejor este mundo sin esos enfermos mentales y peligrosos pervertidos, pues no es justo que tantos humanos buenos no sean noticia; y estos pervertidos si sean noticia y ejemplo mundial.

Lamentablemente no aprendemos de la historia. Los Calígulas, los Hitler, los Banzer, los García Meza, los Idi Amín, los Netanyahu se adueñan de países enteros por ausencia de atención de las sociedades, para hacer que estos personajes no se adueñen de los tejidos sociales. Errores que después pagamos muy caro, sobre todo los más pobres y humildes del mundo. La ingenuidad, la falta oportuna de quiénes toman decisiones en los tejidos sociales, nos llevan indudablemente a personajes desequilibrados y enfermos que se creen Dioses, dueños de los destinos sociales de todo un país, como Trump en los Estados Unidos.

La política es un terreno mugriento y repugnante; sin embargo, necesario. Sobre todo para recuperar el sentido mismo de ese ejercicio político: el servicio social a los demás, a los tejidos sociales de todo un país. Intentar regresar a esos sentidos de servicio desde los Estados, es todavía una ilusión que debe servir para animar a las nuevas generaciones a lanzarse, a ser líderes para estas nuevas etapas de la historia del mundo. Sin las nuevas generaciones simplemente no tiene sentido ningún avance político y social.

El mundo atraviesa una transición compleja. No sabemos dónde terminará esta larga transición. Lo que sabemos es que los recursos naturales se están terminando. Nada es infinito. La contaminación mundial es terrible; la muerte de seres animales y vegetales  llegan a extremos preocupantes. Y que si la humanidad, es decir la comunidad mundial, no hace algo al respecto nos exterminaremos los humanos. Así de simple y concreto.

Ya no se trata de un solo país, sino de todos. Los Estados están quedando obsoletos para resolver los problemas mundiales, si es que no nos unimos y pensamos de manera comunitaria. Por tanto, las ideologías son parte de esos Estados ya obsoletos. Que se quedaron en el mejor de los casos en el siglo XX. Hoy las condiciones han cambiado considerablemente, tenemos que leer los acontecimientos con ojos del presente, es decir del siglo XXI. Los instrumentos de lectura son otros; no los que hemos heredado de los siglos XIX y XX.

Pero desde Bolivia, pues nuestras condiciones no son de las mejores. Ordenar nuestra propia casa, para después proyectarnos es una tarea urgente y prioritaria. Hay demasiadas tareas en mesa, demasiados desafíos que están condenados al olvido sólo por falta de consensos, por ausencia de claridad en las estrategias conjuntas regionales. Ahora vemos con claridad que postergar esas demandas históricas, nos lleva al desastre. Sobre todo al crecimiento de la miseria y de la pobreza, que son caldo de cultivo de enormes problemas sociales. 

Pensar y repensar el Estado. Pensar y repensar en la sociedad civil. En los papeles, en las tareas conjuntas, en los intereses comunes y las estrategias globales. Seguir echando la culpa a fantasmas, imaginarios o reales, ya no tiene sentido. El ciudadano común ya no cree en esos relatos de ultratumba. Que son por supuesto reales; pero al final también son excusas de nuestras inutilidades. 

En definitiva, esta transición compleja del mundo puede ser una oportunidad para Bolivia. Una oportunidad para hacernos por fin necesarios desde nuestras propias tareas y estrategias. Hoy sólo somos parte de la periferia, sin ningún papel estratégico. Nos creemos nuestros propios cuentos. No hemos sido capaces de formular ni siquiera nuestro papel regional, en el que otros países ya nos tomaron la delantera, pues seguimos nomás como tribu nómada en busca de su destino.

En esta transición global se vienen tiempos peligrosos. Trump será presidente de los Estados Unidos. Veremos a un depravado y patético manejando los hilos más poderosos del Estado más poderoso del mundo. Ni modo. Nuestro país no está preparado para resistir lo que viene, si es que no tomamos consciencia de ello. Así de simple y concreto. Esa es la tamaña responsabilidad de quiénes toman decisiones en nombre de todo un pueblo. En fin.

En este día especial, que Viva La Paz. Que viva el pueblo paceño siempre complaciente con las migraciones del interior del país. Y que La Paz siga siendo tumba de tiranos!!!. 

Gloria a La Paz.                                                   

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