Opinión
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Max Raúl Murillo Mendoza
02/07/2024 - 14:54

Golpe de Estado y geopolítica

Hace unas horas hubo un intento de golpe de Estado en nuestro país. Más allá de las conjeturas, simplistas en la mayoría de los casos, fue un acto para este nuevo escenario mundial de reacomodo de las fuerzas políticas hacia los intereses del conservadurismo mundial.

El mundo está girando hacia la derecha más conservadora posible. Es una realidad inobjetable y objetiva. Trump posiblemente sea el próximo emperador de los Estados Unidos, ese es el escándalo de esta época: pervertidos y corruptos elegidos democráticamente. En todo el mundo este giro hacia el conservadurismo tiene sus raíces en los errores que se cometió cuando el mundo giró hacia la izquierda. Errores que aun no se han evaluado por irresponsabilidad de las dirigencias, y la ausencia de pensadores. Ese giro hacia la ultraderecha terrible tiene sus resultados crueles como la guerra de Ucrania y el genocidio en Palestina.

Hace unas horas hubo un intento de golpe de Estado en nuestro país. Más allá de las conjeturas, simplistas en la mayoría de los casos, fue un acto para este nuevo escenario mundial de reacomodo de las fuerzas políticas hacia los intereses del conservadurismo mundial. De hecho, también América del Sur gira hacia la derecha, en algunos casos hacia la ultraderecha sin ningún matiz de por medio. Nosotros solo somos un engranaje más del sistema, sobre todo si seguimos siendo tan débiles por nuestros propios errores internos. 

Por supuesto que nunca faltarán quiénes siempre están dispuestos a ser serviles de intereses anti bolivianos. Esto lamentablemente es una costumbre en sectores del ejército y la policía. Instituciones que viven al margen del país, privilegiados por donde se lo vea y con sus propias leyes más allá del país. 

La memoria corta nos recomienda no ser ingenuos ni tontos, el 2019 sigue fresco y no ha pasado. La memoria larga tiene que recordarnos que los golpes de Estado son instrumentos terriblemente sangrientos, corruptos y totalmente coloniales porque obedecen a oficinas de emperadores fuera de nuestras fronteras. 

En estas coyunturas mundiales cuando los reacomodos del sistema viran a la derecha, nuestro país no es isla y tiene atractivos importantes desde siempre: materias primas, agua, bosques y espacio vital. La guerra de Ucrania ha despertado a los demonios guerreros de occidente, es decir, sus industrias de la muerte necesitan materias primas y Bolivia será un objetivo claro y meridiano en esos poderosos intereses.

Además, no cambiamos de rumbo desde la república con desorden generalizado, bloqueos de caminos destructivos, sin mercado interno, desunidos políticamente, sin estrategias de Estado ni siquiera a medio plazo en nada. Es decir, con los condimentos necesarios para que las potencias hagan su negocio con nuestra Patria. Pues somos una presa fácil para cualquier golpista incluso aprendiz.

Felizmente en el este último golpe de Estado, fue la reacción de las organizaciones sociales, que en su larga experiencia política e histórica, las que detuvieron la asonada militar. Organizaciones que siguen siendo la garantía de nuestra sobrevivencia como país. Sólo la noticia de que las organizaciones sociales salían a paralizar el país, frenó a quiénes estaban entre las sombras esperando fuerzas a su favor.

Sacar lecciones de estas amargas experiencias sigue siendo importante. A pesar de que no aprendemos de la historia, sino es con sangre. Sangre que viene de los más pobres de la sociedad; pero que después se les olvida desde las cúpulas políticas o sindicales. Es preciso sacar lecciones que nos sirvan en la experiencia política y el fortalecimiento de la Patria. En esa línea, si seguimos como tercermundistas y desestructurados institucionalmente no podremos resistir absolutamente nada. Y los pobres seguirán siendo carne de cañón de las aventuras golpistas y politiqueras.

Se viene el próximo golpe de Estado, este último sólo fue un ensayo y estamos siendo estudiados como siempre. Pero si no aprendemos de los errores (y brutales errores), seremos nomás rebasados por los tanques y las mentalidades coloniales. Si no ajustamos el timón de nuestro destino como país, pues el mismo pueblo cansado apoyará el próximo golpe de Estado. Los discursos son los discursos: aguantan todo como el papel; sin  embargo, no sirven de nada. Es la dura realidad la que debemos cambiar como bolivianos. Y ni siquiera queremos ver la inmensa pobreza de nuestras calles. La inmensa miseria de niños, mujeres y ancianos.

No podemos permitirnos tantos errores, tanta burocracia, tanta soberbia entre nosotros mismos. Pisándonos entre bolivianos y compatriotas. Destruyendo nuestros propios patrimonios. Viviendo en medio del desorden generalizado, simplemente estamos cansando al pueblo que puede después abandonar el barco del proceso. 

Si no somos conscientes de nuestros propios errores, seremos cómplices del desastre que se venga. Ya tenemos eso registrado en nuestra historia: golpe de Banzer (por errores parecidos), llegada del neoliberalismo (por errores muy parecidos). Si no aprendemos de nuestra memoria larga, otra vez repetiremos el mito de Sísifo por los siglos de los siglos.

Ojalá que esta última intentona golpista nos haga despertar de la ingenuidad, de la estupidez, de la burocracia mental colonial, del triunfalismo tonto y barato. Pisemos tierra y por fin empecemos a trabajar con todos los bolivianos, con todos los sectores que pueden aportar en grande en lo económico y social. No dejemos en el discurso de ocasión lo que sucedió el día del golpe, es otra oportunidad  más como país para enmendar errores y trabajar por la Patria, por todos, por la Nación que requiere con urgencia soluciones trascendentales.

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