Los abusos electorales en Bolivia
La Corte Electoral, ante pruebas irrefutables, admitió que hay centenares de “votantes” habilitados, pese a estar en los cementerios. Lo más grave, agitadores oficialistas han prometido latigazos a los indígenas que no voten por Morales… La propaganda oficial reza: “Bolivia, con Evo, avanza”.
En las elecciones presidenciales de 1956, el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) era el partido mayoritario en Bolivia y navegaba en la cresta de la ola de la popularidad, apenas perturbado por los esfuerzos de la opositora Falange Socialista Boliviana (FSB).
Para los falangistas era cuesta arriba tratar de llevar su mensaje a los distritos rurales controlados por el movimientismo. Los falangistas que osaban internarse en el campo eran despedidos apaleados y con sus papeletas y pancartas azules destrozadas.
Pese a la adversidad, el partido de Oscar Unzaga de la Vega creía que podría arrebatarle una buena tajada de la votación al oficialismo, especialmente en las ciudades donde la clase media y el estudiantado apoyaban a FSB y su mensaje nacionalista, contrario al populista filocomunista del MNR de esos tiempos.
Los resultados de esas elecciones fueron “sorprendentes” porque en ciudades como Trinidad, FSB consiguió CERO votos, lo que quería decir que ni siquiera los aspirantes a diputados y senadores opositores por ese departamento del Beni habían votado por si mismos ¿?
Eso que era común en aquellos años no era otra cosa que la exageración de los abusos electorales que siempre se han producido en Bolivia, con rarísimas excepciones.
En los comicios de 1978 el oficialismo proclamó el resonante triunfo de su candidato Juan Pereda Asbún inflando de tal modo el padrón electoral que el fraude era indisimulable al punto que el triunfador duró en el cargo solo unos cuantos meses.
Después, con el advenimiento de la democracia, en Bolivia logró conformarse un árbitro electoral con personalidades independientes confiables que le dieron lustre a la institución, al punto que opositores accedieron al poder sin mayor problema.
Evo Morales se benefició de esa Corte Electoral y su triunfo en los comicios de 2005 estuvo fuera de toda duda. Lamentablemente la tendencia fue desvirtuada por el régimen que aspira a quedarse en el poder por 500 años y ahora para las elecciones del 12 de octubre, los vicios de antaño han regresado con fuerza.
El Poder Judicial, manipulado desde el Ejecutivo produjo una sentencia autorizando la candidatura de Morales, pese a que la Constitución la prohíbe expresamente. Morales argumenta que su primera elección no cuenta porque no acabó su primer periodo dado que se aprobó una nueva Carta Magna estableciendo una sola reelección.
Ahora, como en los años del MNR de los 50, se incentiva el “voto comunal” en el campo, es decir que los indígenas deberán votar por el candidato que les señale su dirigente. Ya es oficial, además, el “voto asistido”, de tan funestos resultados en la Venezuela chavista. Comandos oficialistas “vigilan” el voto para que el ciudadano “no se equivoque”.
Los partidos opositores, que acuden con cuatro candidatos, de ninguna manera podrán tener testigos en todas las mesas electorales, algo que –como en Venezuela-- favorecerá al oficialismo.
Morales ha usado y abusado del erario nacional para apabullar al país con una descomunal propaganda electoral sin que el árbitro electoral haya podido impedirlo. Hace una semana fueron vistos militares cargando propaganda oficialista en camiones desde el Palacio de gobierno.
La Corte Electoral, ante pruebas irrefutables, admitió que hay centenares de “votantes” habilitados, pese a estar en los cementerios. Lo más grave, agitadores oficialistas han prometido latigazos a los indígenas que no voten por Morales… La propaganda oficial reza: “Bolivia, con Evo, avanza”.
(*) Hernán Maldonado, periodista, ex UPI, EFE, dpa, CNN, el Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de la ANF de Bolivia.