Miradas Inclusivas
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Ilse Miranda
22/09/2014 - 10:58

Desquiciante

Mientras que unos perciben que cada vez votamos más y que por ello vivimos el gobierno del pueblo, otros piensan que el voto del pueblo se encuentra prisionero de la desinformación, de la prebenda, de la propaganda, del sindicato, de la asociación o del partido.

Perder toda la base de seguridad, esa parece ser una de las cualidades de los tiempos que nos tocan vivir.

Lo que para un sector de la población son delitos, personas que son directamente afectadas por realidades como los montones de desapariciones, los feminicidios, la violencia hacia un conjunto de sectores como las mujeres, las niñas, los niños, los adultos mayores, las personas con capacidades diferentes, las clases medias, los karas y otros grupos poblacionales. Otras personas, autoridades entre ellas, perciben los mismos hechos como actos privados, lecturas partidarias, exageraciones, excepciones.

Algunas personas perciben la explotación del Salar de Uyuni como la inminente amenaza de producción de cordilleras de lodo tóxico, hidróxido de magnesio, con sus consecuentes efectos negativos en la salud física y social de los entornos en los que acontecería dicha explotación. Otras la perciben como una oportunidad irrenunciable de desarrollo local, regional y nacional.

Mientras unas autoridades presentan a un cadáver como la prueba irrefutable de la muerte de un asesino y se aprestan a extinguir el caso en el que éste último era el acusado, otras denuncian la manipulación judicial del mismo caso y la continuidad de la existencia del mismo acusado.

Mientras un sector de nuestra población encuentra que vivimos bien, otro encuentra que nunca habíamos vivido peor.

Una parte de nuestra población cree firmemente que nuestras leyes son las más incluyentes, no sólo de la región, sino tal vez del mundo. La otra parte de la población siente que esas leyes no han llegado a las calles, a las casas, a los mercados, a las instituciones, a las empresas.

Mientras la movilización de una parte de la comunidad logra que un candidato se vea obligado a renunciar por denuncias que se han hecho por golpear a su esposa, muchos otros igual o mayormente denunciados, algunos incluso condenados por golpear, toquetear, acosar y denigrar a mujeres, además de estafar, coaccionar, agredir y hacer apología de delitos en contra de ambos sexos, no logran provocar el mismo nivel de movilizaciones o las movilizaciones que se desarrollan a razón de sus actos no encuentran eco y languidecen entre la indiferencia y el cansancio.

Mientras que para unos tener un satélite, teleféricos, más caminos asfaltados, computadoras en los colegios, más leche en el estómago, 2 ó 3 bonos solidarios o ser la sede de encuentros internacionales es expresión de que Bolivia cambia para bien, otros perciben que la calidad de la educación, de la atención en salud, del transporte, del acceso a justicia o la inseguridad generalizada expresan que Bolivia cambió para peor.

Mientras que unos perciben que cada vez votamos más y que por ello vivimos el gobierno del pueblo, otros piensan que el voto del pueblo se encuentra prisionero de la desinformación, de la prebenda, de la propaganda, del sindicato, de la asociación o del partido.

Hay algunos que tienen clarísimo dónde está la izquierda y dónde está la derecha y cuál es el debido hacer de la izquierda y cuál el debido hacer de la derecha. Claro que mientras se mueven, muchas veces en sentidos encontrados, su derecha o su izquierda es sólo eso, la suya, que se mueve por todos lados y apuntando a las mismas prácticas, acompañando su movimiento.

El  Estado parece tener fondos para doble aguinaldo, bonos, pasajes, viáticos, servicios de té, chalecos, uniformes y autos oficiales para algunos. Ese mismo Estado tiene alcancías famélicas ante pedidos de rentistas, adultos mayores, personas con capacidades diferentes, implementación de leyes y dispositivos para luchar contra la discriminación, la violencia y el delito.

¿Es que la realidad es una y es otra?; ¿Son sólo las percepciones las que son diferentes?; ¿Es que unas y unos vivimos una realidad y otras y otros lo diferente? ¿Qué ocurre con nuestra construcción de identidad y de país con realidades / percepciones contradictorias y excluyentes entre sí?

Para la generación adulta esta situación provoca cuestionar, movilizarse, indignarse, denunciar y/o frustrarse. Para el proceso de formación de la infancia, de la adolescencia y de la juventud es desquiciante. La situación, sea que se trate de realidades o percepciones tan contradictorias, expresa que los valores que hemos interiorizado y con los que actuamos son unos y son otros en el mismo espacio, al mismo tiempo y en circunstancias diferentes. Se están formando ellas y ellos sin una base estable de seguridad, los ejemplos que les damos son unos y son otros. Les estamos mostrando como verde un día el blanco, otro el plomo, otro el negro y así, cada día diferente tono. Así, no hay representación de valor social que sea lo mínimamente estable como para ser saludablemente interiorizada.

En tiempos de elecciones, cuando abundan regalos, ofertas, promesas y fotos, recuerden ustedes que nuestras decisiones de hoy constituyen las oportunidades de desarrollo para quienes, mañana, tomarán las decisiones que nos tocará vivir cuando estemos en condiciones similares en dependencia de la que ellas y ellos viven ahora: Las niñas, los niños y los adolescentes no votan, y muchos sacan provecho de las ilusiones y el inicio de experiencia de las y los jóvenes. Procuremos decidir como adultos responsables.

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