Representaciones truncadas
¿A quiénes debe rendir cuentas cada senador, cada diputado elegido, sea éste uni, pluri o supra? ¿Al universo poblacional que lo ha elegido? ¿A quiénes viven en la circunscripción en que fue candidata o candidato? ¿A su grupo de amigos? ¿A sus aliadas(os)? Existen rendiciones que son simulacros de respeto al voto ciudadano.
Desde mi perspectiva, la crisis política que vivió su pico más alto en 2003, fue una crisis de la representación política. La gente de a pie percibía descaradas expresiones de que las personas que habían sido elegidas para representar al conjunto poblacional nacional, había usurpado esa representación orientándola al logro de intereses particulares, pudiendo ser éstos individuales o grupales.
A mi juicio, a once años de dicha crisis, la problemática sigue vigente, y, aunque haya adoptado formas más intrincadas, la representación política que elegimos mediante elecciones nacionales, sigue siendo usurpada por intereses de particulares.
En tiempos electorales, reflexionemos sobre aquello que definimos como “mayoría”. ¿Cuantos habitantes hay en nuestro estado? Según el último censo, habitamos nuestro país 10 millones veintisiete mil personas. Consideren los candidatos y a las candidatas al ejecutivo y al legislativo, que se están postulando para ejecutar programas de gobierno que le den una oportunidad de desarrollo a todo ese conjunto poblacional, incluso a de aquellas y aquellos que les votaron en contra.
Solamente, y reitero “solamente”, 54% de ese universo poblacional está inscrito para votar. En mi razonamiento, sólo quien obtenga el 100% de esa votación obtendrá una mayoría relativa.
Relativa digo, porque sus decisiones y actos afectan la vida del 100% de nuestra población, cuando 46% de nosotras y nosotros no participa en las decisiones políticas que a nivel macro se actúan en el país. Para con ese universo reclamo una responsabilidad profunda, porque una responsabilidad dérmica no basta.
Cálculos que invisibilizan, devalúan, desempoderan y mantienen en márgenes de sobrevivencia a 46% de la población, son productos de lógicas adulto centristas, patriarcales, logo centristas, clientelares y prebendales que generan exclusión social, son los otros rostros de la postcolonialidad que se expresan en decisiones de nuestros representantes.
¿Cuál, entre los 5 partidos que están pugnando por representarnos, han elaborado sus programas respondiendo a necesidades de desarrollo del universo poblacional que somos? No busco responder a esa pregunta, la planteo como invitación a la reflexión de aquellas y aquellos que demandan nuestra confianza y como principio que debiera orientar nuestra decisión acerca de en quiénes depositaremos nosotros nuestra confianza.
Tal vez sería políticamente saludable imaginar que cada voto que emitimos casi que vale por dos, uno por mí y el otro por quién no está. Uno para mejorar mi calidad de vida y otro por mejorar la calidad de vida de quienes no pueden decir pío en este proceso. Tendríamos que empezar a pensar como democracia también la búsqueda de ese equilibrio.
Me temo que en el cálculo político no ingresa la necesidad de desarrollo del conjunto poblacional. Lamentablemente, como triste muestra de nuestra madurez política, ingresa lo que demanda, lo que pide, lo que ve como necesidad, lo que quiere oír un universo poblacional penosamente reducido, que no es siquiera ese 54% habilitado como votante. Lideresas y líderes de numerosos grupos sociales, grupos corporativos y otros similares emergen en tiempos electorales. Cuáles de ellas y ellos tienen visión nacional? ¿Quiénes tienen visión del universo poblacional, del futuro cuando planifican desarrollo? ¿Quiénes asumen su real ámbito de representación?
¿A quiénes debe rendir cuentas cada senador, cada diputado elegido, sea éste uni, pluri o supra? ¿Al universo poblacional que lo ha elegido? ¿A quiénes viven en la circunscripción en que fue candidata o candidato? ¿A su grupo de amigos? ¿A sus aliadas(os)? Existen rendiciones que son simulacros de respeto al voto ciudadano.
Pregunto por qué, teniendo el poder para hacerlo, la gestión actual no ha resuelto el problema de la representación social que se manifiesta en todo ámbito en el que una base social elige sus representaciones. Ocurre en las elecciones del club, de la junta, del sindicato, y, por supuesto, en las elecciones macro. Grupos que no llegan al 5% del universo poblacional se apropian de nuestra representación. La sociología las define como minorías activas. Creo que el nombre les queda chico, son, además, bastante mañosas. Actúan siempre en nombre de “El pueblo”, apelativo que le queda grande a esa gestión de pequeños intereses que siguen haciendo en nuestro nombre.