México / 1867 - 2017 /150 años del Triunfo de la República sobre el Imperio (Séptima Parte)
LA LOCURA DE CARLOTA
(La Emperatriz Carlota, circa 1866)
En conocimiento de la retirada francesa de México, Carlota se embarcó con dirección a Francia para exigirle personalmente a Napoleón III el cumplimiento de sus promesas de respaldo al agonizante Segundo Imperio Mexicano. Los verdaderos motivos de este viaje aún son un misterio. Se dice que Carlota se encontraba embarazada pero no del Emperador, sino de uno de los oficiales que habían tomado parte de la expedición, Carl Van Der Smissen.
Las damas de la corte presintiendo el final, lloraron desconsoladamente en él Te Deum de despedida, la Emperatriz a duras penas guardó su real compostura ante tanta tristeza, ya los versos empezaban a crearse en México para este singular acontecimiento: “La Nave va en los mares, botando cual pelota, Adiós Mamá Carlota, Adiós mi dulce Amor”.
Desde que puso pié en tierras francesas, sufrió desplantes y errores protocolares que exacerbaron sus alterados nervios (nadie la recibió y cuando lo hicieron se equivocaron de país al izar la bandera del Perú). Cuando llegó al Palacio de Saint Cloud, los reclamos y las discusiones se hicieron iracundos, Napoleón III y Carlota no parecían más que dos contendientes irritados y furiosos, el uno hablando de la ineptitud de Maximiliano, la otra alegando la perfidia de su instigador, tanto así que la discusión subió de tono, haciendo alusión a la sangre borbónica que corría por sus venas, Carlota dijo que se sentía humillada de haberse rebajado a tratar con un Bonaparte. Un desmayo y el posterior llanto desconsolado, seguido por una escena de histeria, hicieron ingresar a un túnel oscuro de locura de más de 60 años a la desgraciada princesa. Se dice que Napoleón III después de estas agobiantes entrevistas lloró amargamente.
Su visita al Papa Pio IX, sólo confirmó la conducta esquizofrénica de la soberana, entre alaridos gritaba que ocultos enemigos deseaban envenenarla, tanto así que sólo comió de un pocillo de chocolate que le fue invitado por el Papa, es la única mujer que pasó la noche en el Vaticano, por dispensa de su Santidad, donde únicamente consumía los huevos de una gallina que ella cuidaba personalmente en su habitación. El patético anecdotario simplemente empezaba el drama demencial.
(El Castillo de Bouchot)
Al verse perdido el apoyo francés, conocida la derrota de las tropas imperiales, Carlota se sumergió en la locura, la tragedia aún se agravaría con la noticia de la muerte de Maximiliano. De allí en adelante se sumergiría en la semiinconsciencia. Durante seis decenios, la Emperatriz, divagaría tristemente siendo recluida primero en el Palacio de Miramar en Trieste, para luego ser internada en el castillo medieval Bouchout en Bélgica. Generalmente se encontraba en un profundo mutismo, parecía que el tiempo empezaba a curar su atrofiado cerebro, sin embargo de pronto, parecía recordarlo todo y empezaba una nueva escena de gritos y llanto. Pasaba los días hablando con un muñeco de trapo tamaño natural al que llamaba “Max, el Soberano del Universo” , al que le interpretaba en el piano su pieza favorita : el Himno Nacional Mexicano.
Durante la ocupación alemana de Bélgica, durante la Primera Guerra Mundial, la anciana paciente y el castillo fueron respetados. El 19 de Enero de 1927 finalizó el suplicio, había cumplido 87 años, las cámaras de diputados y senadores belgas declararon un minuto de silencio y se declaró duelo nacional en el reino. En una fría mañana invernal, Alberto I, el Rey Soldado, quien paradójicamente , encabezó la resistencia de Bélgica frente a la invasión alemana, para preservar su independencia y libertad, junto con la corte en pleno y algunos miembros de las familias reales francesas, acompañaron el solitario ataúd en silencio, ¿Es que acaso no era una de las últimas princesas de Francia qué desaparecía?.
Muchos rumores surgieron sobre el supuesto embarazo oculto, hasta hoy nadie lo sabe a carta cabal, sin embargo ese presunto niño hijo de Carl Van Der Smissen. se convirtió en general de Francia y participó decisivamente en las dos Guerras Mundiales, su nombre Maxime Weygand, quien frente al rumor ni se enojaba, ni lo confirmaba, simplemente callaba. Es más su nombre parecía un apócope de Maximiliano.
(Carl Van Der Smissen. y Maxime Weygand )
Cuatro factores posiblemente desencadenaron la locura: el fracaso personal: No pudo desarrollar las aptitudes para las que fue criada y educada. El fracaso sentimental: El Emperador nunca la amo como ella hubiese deseado. El fracaso materno: Nunca pudo concebir un heredero engendrado por Maximiliano. El fracaso político: el proyecto imperial no pudo llevarse a cabo, fue destruido y su cónyuge murió por esa causa.
El sarcófago se cerró con estas simples palabras: Su majestad la Emperatriz María Carlota, Amalia, Augusta, Victoria, Clementina, Leopoldina, princesa de Bélgica. Nació en Laeken el 8 de Junio de 1840, falleció en el Castillo de Bouchout el 19 de Enero de 1927, viuda de su Majestad Imperial el Archiduque Maximiliano de Austria, Emperador de México.