Oriunda de Sacaba del departamento de Cochabamba, Agustina Pérez de 60 años permanece firme ante el pedido de la renta de 500 bolivianos que las personas con discapacidad piden al Gobierno, porque asegura que será de gran ayuda para costear el tratamiento médico que debe realizar su décimo hijo, Noel, que padece de múltiples discapacidades y está postrado en una silla de ruedas con apenas 16 años.

La mujer y su hijo permanece más de 40 días en una vigilia en la calle Junín esquina Indaburo exigiendo el bono. En la larga caminata, ella junto a su hijo tuvo que soportar el frío y dormir en las carreteras, sin más vigilancia que la de las estrellas y sus compañeros de lucha.

“No fue nada fácil, vine empujando a mi niño”, dice, pero asegura que no se irá de la urbe hasta conseguir su objetivo porque señala que los sacrificios realizados deben tener frutos, sobre todo por el bienestar y futuro de su hijo. La mujer tiene 10 hijos, siete mujeres y tres hombres, de los cuáles sólo el pequeño Noel tiene una discapacidad.

Ataviada con un sombrero tradicional cochabambino de color blanco, Agustina da de comer a su hijo, que al verla llorar se desespera y trata de abrazarla y no puede, porque sus pequeños brazos no la alcanzan y se conforma al probar la gelatina, sabor a frutilla, que siente su paladar y disfruta sonriente. Mientras mira fijamente a su ‘má’, que cariñosamente le limpia, los restos del postre que se deslizan a su ropa.

“No habla, no puede defenderse mi niño. ¿Qué va ser de él, cuándo yo muera?”, afirma y las lágrimas caen de su rostro, visiblemente arrugado por la edad y la pena que carga por su futuro.

Relata que Noel sufre dos convulsiones por día, a pesar de que toma sus medicinas. Sostiene que los fármacos ya no le hacen efecto cómo antes y derivan en llanto de dolor que emite por las noches, a pesar del consuelo y la desesperación de la madre por calmarlo.

La preocupación crece con los días y peor con el desempeño del Gobierno que se resiste a tratar el tema de la renta. Además, de los atropellos que sufre la caravana por parte de los efectivos policías que les impiden realizar marchas por las distintas arterias de la ciudad.

“De corazón le pido a Evo, a nuestro Presidente que nos escuche y nos dé la renta, sobre todo para los niños que como mi hijo son indefensos y a los policías decirles que somos humanos y la mayoría de la caravana no puede defenderse ante sus agresiones, por favor respétennos”, expresa.

Al mes, Agustina debe invertir en los medicamentos de su hijo 720 bolivianos, sin contar los gastos que significan los pañales y las fisioterapias que realiza. Debido a su edad y la situación de su pequeño, ella no puede trabajar y recibe la colaboración de sus otros hijos, pero no le alcanza, por eso, asegura que se quedará hasta que el Gobierno atienda sus demandas.