Albergue municipal
Redacción Oxígeno
06/06/2016 - 09:21

“Pido limosna para ayudar a mi hijo”

Margarita es oriunda de la provincia Ibáñez del departamento de Potosí y llegó hace tres semanas a la urbe paceña en busca de apoyo económico para ayudar a su esposo y al mayor de sus hijos, que se encuentra delicado de salud.

Margarita junto a su pequeño en el interior del Albergue de la Terminal de Buses. Fotos: Oxígeno.bo

Afanosa, Margarita carga a su niño de 1 año y tres meses en sus brazos y lo alista para darle un baño ‘calientito, aunque son las 20.30 y hace frío, pero el pequeño ansioso ayuda a su mamá a despojarse de su indumentaria. Mientras, las voluntarias del albergue de la Terminal de Buses de La Paz le alcanzan un bañador de plástico, de gran tamaño, donde el pequeño Eloy  está a gusto y disfruta del aseo.

El baño dura menos de cinco minutos y la mamá está más que satisfecha. Sin embargo, el menor se resiste a salir del agua. La progenitora sonriente explica que su niño puede tomar su baño desde que la comuna paceña habilitó el albergue en la Terminal de Buses de La Paz, desde el lunes 16 de mayo, ella se refugia allí desde hace una semana.

Margarita es oriunda de la provincia Ibáñez del departamento de Potosí y llegó hace tres semanas a la urbe paceña en busca de apoyo económico para ayudar a su esposo que se dedicaba a la agricultura, por la sequía dejó de labrar la tiera y al mayor de sus hijos, que se encuentra delicado de salud y permanece en su llajta.

La mujer relata que decidió migrar a la sede de Gobierno por la grave enfermedad de su hijo de ocho años, que lo mantiene postrado en cama, sólo algunas veces puede caminar. Según afirma, los médicos le diagnosticaron un problema en los huesos.

“A veces camina, pero cuando no toma sus medicinas ya no se para y eso me da pena. Pido limosna para ayudar a mi hijo”, dicen mientras acomoda a su pequeño hijo y se disponen a tomar un vaso de leche caliente, que fue obsequiado por los voluntarios que llegan al albergue.

UNAS MONEDAS, POR FAVOR

Margarita cuenta que al principio intentó buscar un empleo en un restaurante, como ayudante de cocina, pero por su hijo y su origen no la contrataron y por eso tuvo que acudir a las calles a pedir unas cuantas monedas.

“Es bien feo estar en las calles, las señoras te humillan, te riñen, te tratan de floja y sucia y no saben lo que tuve que pasar para conseguir unas cuantas monedas”, afirma.

Según confirma, hace tres semanas que está en La Paz, pero no es la primera vez que llega a la ciudad en busca de algunas monedas. Dice que viene por temporadas, porque hay ratos que debe estar junto a su hijo mayor para cuidarlo y cuando él se recupera, entonces se traslada a la urbe para ‘ganar alguito’ y lo deja al resguardo de su progenitor.

La rutina de la mujer comienza a las 06.00 y junto a su pequeño salen del albergue y van hasta el atrio de la Universidad Mayor de San Andrés, porque asegura, que los universitarios son más ‘buenitos’ y le ayudan más. A veces en la tarde, se asientan en una esquina de la avenida Mariscal Santa Cruz para solicitar la colaboración de los transeúntes. Sólo algunas veces se atrevió a vender golosinas y manzanillas, dice que no le fue muy bien.

Pero, antes de asistir al centro de acogida edil, Margarita tenía que pasar las noches en las afueras de la terminal y dormir en la acera, bajo las estrellas y soportar el frío de las noches.

“No podía dormir, sufría mucho por el frío, pero más bien que mi wawita no se ha enfermado, es bien fuerte”, relata orgullosa y cuenta que en un semana más regresará a su lugar de origen y retornará en las vacaciones invernales porque dice  que hay más movimiento y las personas son más caritativas.

“A veces me regalan comida y ropita. Por eso he venido aquí (La Paz), porque me han dicho que puedes tener más ayuda”, admite.

EL CENTRO DE ACOGIDA

La alcaldía municipal de La Paz da albergue a más de 222 personas del norte Potosí que se encuentran en estado de mendicidad. En el sitio les dan todos los alimentos necesarios, además de cursos pedagógicos para los más pequeños de cero a 5 años, que permanecen en el sitio junto a sus padres.

Luis Santo, responsable del Albergue, indica, que el centro de acogida abre sus puertas a partir de las 18.30. “La mayoría de los albergados son adultos mayores y por ello se trata de balancear bien la nutrición para que no les haga daño ningún alimento. También se da apoyo a los más pequeños, hay cortes de peluquería y se benefician todos los que se encuentra en el sitio”, asevera.

 

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